lunes, 23 de julio de 2012

¿A CÓMO ESTÁ EL KILO DE MANDARINES DE LA CAM?


Barato, barato; más o menos como la carne de pescuezo y la casquería o la morralla en términos de productos de la mar. Es más, se podrían ofertar por cuartos o por mitad de cuarto como en los años del hambre a los ojos de los cincuenta mil clientes estafados con las cuotas participativas, que eran como acciones cotizadas pero sin voz ni voto y han perdido todo su valor, y a los muchos más engañados con las participaciones preferentes que recuperarán con merma y dificultad; producto financiero de difícil entendimiento para la mayoría de ellos y que se colocaba a modo de plazos fijos a cinco años – periodo pasado el cual la caja  las recompraría ( sic) - de alta rentabilidad.


Dos espectáculos vergonzantes

El lamentable espectáculo que dieron algunos de los consejeros de la extinta Caja de Ahorros del Mediterráneo en la comisión de investigación de las Cortes valencianas ha sido un botón de muestra de su catadura personal. Tuvieron el descaro de declararse irresponsables porque  no tenían la cualificación suficiente para el cargo que desempeñaban, o que no les daban la información necesaria en los consejos de administración o en las comisiones de control. Pero sí tenían, desvergonzadamente, la guasa de cobrar jugosas dietas directas e indirectas y canonjías diversas por no hacer ni enterarse de nada, según se desprende de sus descargos, y de viajar a costa de la centenaria caja a celebrar sus inútiles reuniones del más alto nivel a lugares como EEUU o Asia por aquello de que quedaban a mano y en aras de los sacrificios que el cargo les exigía; lo más probable. Aparte de los consejos de empresas participadas por la propia CAM a los que pertenecían también con interesantes cobros de dietas y otras prebendas. ¡Pobrecillos!, tanta renuncia y esfuerzo para ahora acabar ‘pregonaos’ por los ‘insaciables’ clientes que confiando en la centenaria institución y en la supuesta capacidad de sus consejeros, vicepresidentes y presidentes que la regían – por ello deberían haber estado allí-, amén de la profesionalidad y sentido honesto del deber de sus máximos y mínimos ejecutivos, simplemente han perdido sus ahorros o casi se han arruinado con ese invento de las citadas cuotas  – producto en exclusiva de la CAM- o de aquel otro más generalizado y discutible de las participaciones preferentes.

Y el que están dando en la Audiencia Nacional sus recientes máximos ejecutivos- directores generales, subdirectores y miembros del comité de dirección-es bochornoso. Ninguno sabe nada sobre la paternidad de la ingeniería financiera que dio lugar a los productos señalados, ni siquiera de los miles de millones de euros, de centenas en centenas,  en los préstamos fallidos dados a las promotoras más sonadas y que les llevaron a la quiebra. Ahora bien, de asegurarse millonarias pensiones e indemnizaciones sí sabían.

 Al final resultará que los responsables de las altas finanzas de la CAM eran los  ordenanzas que hacían puerta en sus oficinas centrales y territoriales.

¡Ay!...si hubiera justicia.

Esperemos que las distintas denuncias planteadas, y las que quedan por hacer para extender la dación de explicaciones ante los tribunales a todos los mandarines, en su distintas condiciones o representación, logren que estos sujetos a sus propios ojos irresponsables, y sus congéneres de otras cajas y entidades para-públicas, igualmente arruinadas, saquen a relucir las responsabilidades civiles y penales que correspondan. Y que los otrora lucidos ‘sacapanzas’ y cofrades del trinque penen sin remedio sus consecuencias.

¿Qué les deberán?

Cualquiera de nosotros conocerá nombres más o menos lustrosos de personajes que han proliferado como piojos en costura ocupando consejos de administración en   cajas de ahorros y otros organismos que ahora están en quiebra. Y no se han contentado, en su mayoría más perniciosa  a tenor de los resultados, con ocupar solamente un puesto, sino que muchos de ellos han llegado a ostentar simultáneamente varios cargos  de relumbrón y de holgado ‘parné’. Seguramente en proporción directa de los méritos adquiridos ante los barandas de turno; no sabemos si basados en ocultas donaciones económicas pre electorales o recaudadores paga púas ocasionales, sociedades secretas, desenvoltura y descaro en el pegajoso arte de pegar carteles, palmeros de postín en campaña, o de caciquil habilidad en llevar bajo el brazo votos cautivos. Porque su valía personal ellos mismos la descartan. Una vez   sus padrinos en el poder  coleccionan muy gustosos puestos de consejeros, ejecutivos o asesorías en ámbitos muy diversos de la administración paralela. ¿Qué no les deberán quienes les nombraron?

Una somera lista

Les propongo el ejercicio clarificador de hacer una lista con los nombres de quienes conozcan  y añádanles a continuación una cualidad en función de cómo consideran que han resultado en su cargo: honrados y eficientes, aprovechados sin vergüenza ni reparo, y paniaguados útiles que ni fu ni fa. Seguro que entre los primeros les saldrán pocos, en el segundo escalafón bastantes y en el tercero muchos más. Claro que, entre estos últimos, no habrá ninguno que haya perjudicado sus intereses. Tontico, tontico, pero para la casa aunque sea una piedra.

Y no se olviden de clasificar bien a los auténticos fenómenos: aquellos que ostentaran media docena o más de cargos. En la CAM, por ejemplo, había algunos que todavía andan por ahí saliendo en las fotos con sus ‘jefes’, todos muy sonrientes en actos oficiales, y trincando pasta gansa. ¿No les dará vergüenza?

Mientras, gracias a la ruin colaboración de muchos de ellos de todos los colores en los últimos años, millones de españoles aguardamos acongojados a los hombres de negro extranjeros. ¡Qué banda de…(Ud mismo)! Y ¡qué pena de país!

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