martes, 28 de agosto de 2018

FLORENTINO Y GÁLVEZ, LA SOLEDAD DE DOS PRESIDENTES


FLORENTINO, MÁS PRESIDENTE QUE NUNCA
Los ambiciosos no renuncian a sus sueños irredentos, pero a veces sí. Los tozudos no aprenden de sus errores encadenados, pero a veces sí. Los soberbios no renuncian a su amor propio infinito, pero a veces sí. Los poderosos no se bajan de su incandescente atalaya, pero a veces sí. Y así podríamos continuar barajando hipótesis para hacer un traje a medida a don Florentino Pérez. 
En el 2000, cuando era anónimo en España, puso en marcha lo de Figo para darse a conocer y consiguió ganar inopinadamente la presidencia blanca a un Lorenzo Sanz que acababa de conquistar su segunda Champions. La continuación es la historia de la leyenda galáctica con la aparente frase de zidanes y pavones —estrellas y canteranos—: Zidane, Ronaldo, Beckham, etc., para ganar notoriedad personal en Europa y más allá. El asunto funcionó pocos años y resultó ruinoso en lo deportivo, por lo que en 2006  cogió el olivo y se largó tras devorar a media docena de entrenadores, dejando al Madrid desarbolado. Antes, con la recalificación de la vieja ciudad deportiva, logró estabilizar económicamente al club.
En 2009 eclosionó la crisis económica mundial y pensó que era el momento de volver a dar lustre a su figura porque sus intereses empresariales lo necesitaban, y allá que fue con armas y bagajes para poner de nuevo al Real al frente de su departamento de relaciones públicas. Pero volvió a las andadas con más sombras que luces y tras el disparatado estandarte de Mourinho,  ya con Ancelotti, en 2014 tenía la maleta hecha. Sin el acierto de Ramos en Lisboa se habría ido otra vez por la puerta falsa. A partir de ahí todo le ha venido de cara, con el acierto de poner a Zidane al frente del equipo y, entonces sí, rubricar la segunda mejor etapa deportiva del Real Madrid con tres Champions consecutivas. El refrendo glorioso es que tiene a mano emular a su admirado y el de todo el madridismo don Santiago Bernabéu, el todavía incólume símbolo histórico blanco.
Ahora, cuando está de vuelta de todo gracias a su indiscutible valía empresarial, llega el momento de demostrar la valía futbolera real. Con la fuga cantada de Zidane y la extemporánea y previsible de Cristiano, debe de ejercer de presidente en la zozobra, que es donde de verdad se muestra la talla de un líder. Asegurábamos que los verdaderos objetivos del “capo di tutti” eran Neymar y  Löw para el banquillo, y está siendo coherente. Lo del técnico alemán lo malogró afortunadamente el éxito progresivo de Zidane en Europa la pasada campaña, pero lo del díscolo y exuberante jugador brasileño está todavía demasiado crudo. Y mientras, Florentino Pérez empieza a percibir estoicamente los nervios de quienes antes alabaron su decisión de largar a Cristiano; pensaban que lo tenía todo controlado con un as en la manga. Hace bien. Solo una estrella así, aun cuando algunos pensamos que está bien donde está, o quizás Mbappé, podrían mejorar su plantilla. Tiene un plantel ilusionante, pero la incógnita es si soportará un revés a corto en la Liga; ya decía el doctor Ripoll que la tabla es la que manda.
En todo caso, aun siendo crítico con Pérez por cuanto hemos dicho desde hace años, parece que empieza a ejercer. Ojalá persevere y sus ilusionantes jugadores hagan bueno a Lopetegui. Solo faltarían Marcos Alonso, Thiago y quizás Rodrigo o Aspas. Todos a tiro. Si Florentino aguantara el tirón empezaría a ser un presidente de verdad en lo deportivo.  
GALVEZ, O LA SOLEDAD DE OTRO PRESIDENTE
Dice el oriolano de apellido legendario murciano que se encuentra solo. Y es comprensible. La semana pasada planteábamos inquietudes tormentosas, pero a estas alturas Gálvez se ha ganado el respeto del murcianismo.
Poner tanto dinero —él dice que dos millones, aunque parecen muchos— para que el Real Murcia cabalgue de nuevo, tiene tanto mérito como la incertidumbre en la que navega. Si es así, merece nuestro apoyo. ¡Mucho ánimo!
Al segundo en discordia también se le ve venir. El mexicano arrastra papeles legales que zurren como cadenas y le alumbran faroles lejanos. ¿Será un fantasma?  De momento porta el sambenito de estar más tieso que la mojama. ¿Qué busca? Dicen que ya lo hizo antes allende Castilla.  ¿Qué le vendió en realidad Moro? ¿Y a Gálvez? ¡Mira que si el extremeño resultara el más listo!
¿Golfo, dice? ¡Quite usted, por Dios! …. Cosas veredes, amigo Sancho, que farán fablar las piedras.

martes, 21 de agosto de 2018

DON SIN DIN .... (Y LA CALOR MURCIANA)



Ruina en latín, por decirlo suave. El Madrid jugó bien una hora contra el Atleti en la supercopa europea, pero una cosa es contar peces y otra pesar pescado. Y es que, arriba faltaba padre y atrás sobraron madres. Decíamos que los goles hacen bueno el  juego mediocre; el oscilante Madrid de Zidane, por ejemplo; y su ausencia hace malo el bueno: el que dibuja Lopetegui. Si entornamos los ojos, ¿qué hubiera sido del fútbol asombroso de la selección que diseñó Luis y eclosionó con Del Bosque en Sudáfrica sin la espada de Villa?  ¿O de la excelencia del Barça de Guardiola sin el punch de Eto’o y Villa primero, o sin los tropecientos goles de Messi después, desatado de la banda derecha por el clarividente técnico?
Benzema y Bale parecen renacidos tras la marcha del astro que los ensombrecía, aunque no vayan a optar al Pichichi. Isco luce galones y Asensio, si insiste con él Lopetegui y no es flor de un día, como ocurrió al inicio de la temporada pasada; o si no fichan otro punta, marcará una veintena de goles. Pero sumados a los que marquen el galés y el francés, si continúan finos, no harán la pirámide de Cristiano, ancha en sus goleadas a equipos medianos y puntiaguda en la docena que hacía a los grandes en  momentos cumbre. ¡Ahí está la madre de este cordero! Cuando pintaba peor  aparecía el zamarrazo del tan ególatra como histórico y decisivo Cristiano y al bote.
Me gustó el Madrid por su presión arriba, la rapidez en las triangulaciones,  los continuos cambios de juego y por no descomponerse tras el sorprendente gol tempranero de Costa. Y debe ser ilusionante para los merengues aun con la derrota. Sin embargo, aunque el Atleti es mal rival para ensayos, no me gustó la blandenguería atrás en  los goles, y sobre todo sin Casemiro.  Finalmente, esos detalles que marcan las finales tuvieron nombre propio: Marcelo. Buen partido en líneas generales, pero evitó el triunfo de los blancos al disputar un absurdo fuera de banda, preludio del empate colchonero, y fallando un espectacular remate en el último segundo antes de la prórroga. Cosas del fútbol.
Ahora dirán que es pronto, que todavía están a tiempo o que precisan fichajes, pero ese tiempo es lo que necesitan de verdad. Y si no se arman de paciencia llegarán las prisas con los movimientos deslavazados que preceden a la locura del desastre. Una travesía desértica que debería ser también esperanzadora. El fútbol vislumbrado en Tallin y la calidad y juventud de sus próximas estrellas lo merecen. Florentino debe perseverar en su loable cambio de estilo, aunque lo dudo. La ambición a corto ciega a los más preparados. Y la soberbia más. Y hasta el miedo a los pañuelos que anticipamos hace cuarenta días.
Y al Atlético no debe cegarle tampoco el éxito— perdió el Madrid—, aunque puede ser su año. Simeone tiene plantilla para soñar, pero es listo y sabe que de diez partidos que juegue así, contra equipos grandes perdería ocho; solo lució a ratos y en la prórroga, con un Costa espectacular y un excelente Lemar, al que cambió enseguida de banda para frenar a Carvajal y Bale. Es un gran táctico y ahí estuvo la clave que impidió al Real liquidar el partido, que bien pudo. Y en el cambio del mediocentro Thomas para ubicarlo en la media punta y contrarrestar el buen inicio blanco en la prolongación. ¡Extraordinario Simeone!

LA CALOR MURCIANA

Es tan insoportable como las preguntas sin respuesta ante la esperpéntica situación grana. ¿Qué hacen dos personas peleándose por una ruina?  ¿Otorgó Moro una opción de compra sin contraprestaciones? ¿Cuánto y cómo cobraron él u otros, antes y después? ¿Qué se ha hecho con el reciente efectivo pagado por miles de abonados, y por lo tanto no fiscalizable? ¿Alcanzará hasta noviembre? ¿Quién le ha pedido dinero a quién, cuánto y por qué, para retirarse de la pugna?  ¿Cuánto han puesto de verdad unos y otros? ¿Tienen proyecto y solvencia económica?
Tal vez lo único claro sea lo que afirma el buen ex futbolista y técnico murciano Sergio: la grandeza del Real Murcia, aun ruinoso.
Y que desgraciadamente hemos perdido una entrañable institución murcianista.  Antonio Ruiz Abellán, vecino que admiré desde jovenzuelo, ex futbolista de época y ex directivo, desde ese cielo donde asegura acertadamente su hermano Pepe que está, se preguntará lo mismo.
¡Qué lamentables aquellas dudas y qué penosas estas certezas!

          
  

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