lunes, 16 de julio de 2012

‘LA CAPA’ DEL FÚTBOL ESPAÑOL


Como en aquel famoso chiste de ‘la capa del cura’, donde el rico terrateniente del pueblo al que van a pedirle un donativo para la capa del cura – era un pueblo de mucho frío – y él, ante la sorpresa de la comisión de vecinos dada su ancestral tacañería, les responde tras preguntar cuánto estaban dando de media los demás que él doblaba esa cantidad pero con una condición: “que caparlo lo capo yo”; la liga de futbol profesional parece empeñada en dejar nuestro deporte rey sin descendencia. Y ello es así por un doble motivo.

Primero el disparatado reparto de los dineros televisivos a los clubes. Los dos grandes pueden argumentar para llevarse el 40% del total que ellos son quienes hacen que los aficionados compren los partidos y eleven las audiencias hasta hacerlas rentables para la publicidad. Pero los demás pueden defender que sin ellos el Madrid y el Barsa no podrían jugar los cincuenta partidos de liga y copa y, por lo tanto, no habría tal mercado de anunciantes. Sería más equilibrado repartir un porcentaje fijo entre todos superior al 60 o 70%  del total y el resto ir a una ponderación por criterios de audiencia. Así no habría el tremendo desfase que existe entre blancos y culés con el resto de contendientes. Hay ejemplos suficientes en el fútbol europeo para analizar y obrar en consecuencia.

El segundo motivo es la permisividad de la propia LFP,  con la complicidad del gobierno, con los clubes morosos a Hacienda y a la Seguridad Social. Si hubiera seriedad en estos temas también se primaría la igualdad de condiciones para competir. No puede ser que compitan clubes cumplidores y defraudadores pues esa disparidad económica va en detrimento de la equidad.

Y juntando las dos cuestiones, y aquí está lo de ‘la capa’, veremos cómo a la larga estamos esterilizando nuestro fútbol basado en ver quién es capaz de hacer el disparate económico más grande en la política deportiva y la confección de las plantillas de jugadores profesionales. Con dos planes de saneamiento ya en nuestro fútbol mayormente a costa de las costillas de los contribuyentes, vemos como salvo los dos grandes y alguna excepción más, la mayoría de clubes están en la ruina y los que no lo están, momentáneamente, es por el mecenas de turno que buscando notoriedad u otros objetivos de natural inconfesables, ha puesto su dinero. Incubadora, en muchos casos, de todo tipo de indeseables apaños y corrupciones reales o en potencia con los políticos de turno.

El final será malo aunque ahora todos nademos en la abundancia que nos proporciona el éxito de nuestras selecciones nacionales y de algunos clubes a nivel europeo. Pero esto último, salvo en contadísimos casos y por esas casualidades de la vida: canteras fructíferas ocasionales, suerte en algunos fichajes o dinero a sacos llenos por parte de personajes irrepetibles y no siempre muy recomendables, siempre fue así. Lo de la selección es harina de otro costal.

Como hemos dicho aquí varias veces, el futuro de la mayoría de clubes debe estar basado en lo que sus canteras sean capaces de aportar con algunos refuerzos puntuales. Tratar de emular a los poderosísimos Madrid o Barsa para disputarle los títulos basándose en la cartera de alguien o en el dinero producto de no pagar impuestos y cotizaciones sociales tiene la ruina por bandera y las patas muy cortas. Para qué hablar cuando esa misma política se lleva en las categorías inferiores. Así están nuestros clubes.

Otra cosa sería con un reparto más equitativa de los dineros televisivos y con el rigor fiscal que debería observarse. Se podría hacer algún dispendio para hacer algún fichaje ilusionante y mejorar lo que da la mata, a la par que llegaría la normalidad económica a nuestro fútbol. Pero, en ningún caso, para seguir con el camino ruinoso y ‘capado’ de futuro de los equipos españoles.

En materia de canteras he leído por ahí que la madridista es la más rentable de España. Notable gilipollez habida cuenta de que cuando se repesca a alguno el diferencial que tiene que pagar el club blanco oscurece las modestas ventas que hacen de sus jóvenes valores cada año.

Rentable es la del Bilbao, que le permite estar siempre en primera; o la del Barsa, últimamente, que ha logrado la excelencia futbolística y los títulos con ocho o nueve canteranos. Sin contar con el valor que tendrían en el mercado tanto titulares como suplentes.

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