miércoles, 20 de febrero de 2013

MAÑANA PINTARAN BASTOS

EN ESPAÑA BASTOS Y EN ROMA VERGÜENZA TORERA

Con el siglo XXI llegaron los oros a España. Bastó meter con decisión en cintura la economía y los presupuestos del Estado para entrar en la Europa del euro a todo tren. Iniciamos entonces un círculo virtuoso que debidamente embridado, lo que no se hizo, nos podía haber metido definitivamente en la modernidad económica y monetaria. Pero en esta España de nuestros palmeros y lamentos eso es misión imposible. Cuando hay que aprovechar para el saneamiento, en las horas buenas, nos dedicamos a la charanga y la pandereta que cantara con tanto acierto Machado y nos comemos y bebemos la alacena y la bodega enteras pensando que las vacas gordas son para siempre.

Copas


Tras pintar aquellos oros con todos los sectores económicos tirando de la economía y el empleo, en base fundamentalmente a las expectativas que tal éxito en Europa produjo en nuestro país, con las realidades de la enormidad de obra pública que se hacía  y al esplendor de la promoción y construcción de viviendas, más el recuperado sector turístico y la inversión de particulares y empresas extranjeras en España, volvimos a barajar y  salieron copas. El Estado se había hecho rico cobrando tasas e impuestos a mansalva por la riqueza económica generada por el sector privado y comenzó a agigantarse un sector público ya de por sí elefantiásico por las duplicidades y disparates de todo jaez que propiciaba el descerebrado estado de las autonomías tan mal rematado en la Constitución del 78. España empezó a cuajar, efectivamente, en lo que había insinuado y previsto el socialista Solchaga más de una docena de años antes: el país del pelotazo. Y con esos pelotazos se despertaron todas las lujurias económicas imaginables.

Espadas


Y ahora, una vez pinchado el globo de aquellos oros hace más de cinco años y al descubierto paulatinamente las desvergüenzas que produjeron las copas, andamos pintando espadas. La canción de moda es el “ y tú más”. Tanto entre formaciones políticas rivales como dentro de ellas mismas se trata de demostrar que las golferías propias son menudencias comparadas con las de los otros. Pero, en definitiva, golfos todos. Con esto no quiero generalizar en cuantos son algo en cualquier partido político con poder, sino en su esencia misma. Me refiero a los que han secuestrado la democracia propiciando una nefasta partitocracia. Y esa dictadura de los núcleos duros de los partidos es la que ha hecho posible la desvergüenza generalizada de los mismos.

Algunos de ellos se sueltan ahora la lengua diciendo que es inaceptable que para ser diputado haya que ser amigo del que hace las listas – Bono dixit- , pero no le escuchamos ni a él ni a ningún otro eso mismo cuando yacían lascivamente en las orgiásticas veladas de los repartos de papeles en los que salían invariablemente beneficiados.

Lo único bueno que tiene esta mano a espadas es que gracias a las puñaladas traperas entre unos y otros estamos conociendo hasta qué nivel de corrupción y latrocinio llegaron las cosas en las cloacas del poder a todos los niveles.

Bastos


Con la monarquía en sus peores horas,  los partidos políticos despreciados merecidamente como problema importante para los españoles, los sindicatos hechos unos zorros tan irrelevantes como retrógrados, las organizaciones empresariales mal olientes al haber caído en manos de algunos trileros, la justicia nadando en impensables desprestigios variopintos, las instituciones públicas parasitando a los escasos posibles de los ciudadanos y con una imagen atroz entre los mismos, y los españoles sin clavos adonde agarrarse; están dadas las condiciones que en otros tiempos hubieran dado lugar al bastonazo. Sí, a que algún salvador de patrias aglutinara el generalizado descontento social y con su bastón de mando intentara poner orden en el panorama nacional. Y, además, aplaudido por esa mayoría silenciosa que sufre impotente y sufraga a la fuerza los desmanes de sus supuestos representantes políticos.

Y no se me escandalice nadie, porque en este punto hay que añadir que muchos, piensan, o pensamos, que aquellos espadones no serían demócratas pero sí mucho más honrados que demasiados de quienes nos han gobernado y desgobernado en estos treinta largos años. Lamentablemente es así. Si creen lo contrario salgan a la calle y escuchen a los paganos – por aquello de los impuestos-  que sufren y desangran sus economías para mantener a esta banda. Y hagan poco caso de quienes levanten el grito o se manifestaran organizadamente ante tal posibilidad, porque en su mayoría serían hipócritas acomodados, liberados sindicales o políticos y beneficiarios de la situación, como suele suceder, más todos los incautos que pudieran arrastrar a su desvergonzada o insolidaria causa.

No defiendo ningún tipo de dictadura, totalmente contraria a mi absoluta fe liberal, pero sí pongo de manifiesto que las condiciones están dadas para que el populismo vuelva a protagonizar la escena política y social española con las consecuencias que tantas veces hemos lamentado.

Vergüenza torera del Papa


Como agua de mayo hemos recibido algunos la refrescante noticia de la renuncia del Papa. Ha tenido la vergüenza torera de dimitir por sentirse sin fuerzas para dirigir a la organización de más relevancia social en el mundo. La Iglesia católica romana es la única que cuenta con casi dos mil años de antigüedad y la más piramidal que ha existido secularmente. Y en su seno, en su cúpula para mayor gloria de Benedicto XVI, se ha dado un ejemplo capital para muchos. Dejar el poder omnímodo que tiene por sentirse incapaz de dirigir su institución es digno de todos los elogios y encomios posibles. Eso se llama honradez.

A ver si en España toman nota y obran en consecuencia quienes ahora se aferran a los cargos pensando que son la solución cuando todos clamamos diciéndoles que son el problema más ignominioso que padecemos. Pero para ello deberían tener una calidad humana de la que al parecer carecen. Y vergüenza. El Papa les ha enseñado el camino. Muchas gracias, Santidad.

martes, 19 de febrero de 2013

SIN ALMA NO HAY EQUIPO NI JUEGO

Los egos sustituyen a la solidaridad y al compañerismo de un equipo cuando se dan en demasía. Y también al sistema que lo cohesiona y dota de eso que muchos llaman ser reconocible. Como consecuencia aparecen la imprevisibilidad,  el funcionamiento irregular, las capillitas y las inquinas permanentes producto de los roces que originan los irremediables egoísmos que anidan en el narcisismo de los que se alimentan del yo omnipresente. Ineficacia global, en definitiva, sobre todo en los momentos cumbre, cuando cualquier organización humana se juega lo importante: su ser o no ser en base al cumplimiento o no de sus objetivos fundamentales. Y en el fútbol profesional no es diferente. La piedra angular para que un equipo funcione bien es su dirección Y, también, la buena elección de sus componentes. Después vendrán otros conceptos claves como el señalamiento razonable de objetivos, el tratamiento adecuado de sus desviaciones, la motivación permanente, etc.

Como máximo exponente de la ineficacia tenemos en nuestra Liga el ejemplo del Real Madrid de Mourinho que preside Florentino Pérez. Y lo es en un doble sentido.

Empezando por el final, ya hemos señalado,  expuesto y demostrado con números en la mano en estas páginas que es la peor gestión deportiva en cuanto a resultados finales de la historia blanca. Y eso sin contar los medios económicos gastados en el empeño ni la creciente pérdida de imagen deportiva que acumula en sus diez años de presidencia. Tres Ligas, una Copa del Rey y una Copa de Europa, como títulos relevantes, contando con que los dos primeras ligas y la Champions las ganó con la base heredada de su antecesor, incluido el equipo técnico de Del Bosque, más sus tres primeros fichajes: Figo, Zidane y Ronaldo, sucesivamente, son un bagaje bastante magro. Cualquier otro presidente tiene mejores números desde Bernabéu acá.  Sus únicos aciertos estuvieron en sus tres primeros años, hasta que decidió hacer el club a su imagen y semejanza para salir al exterior con sus intereses económicos como objetivo fundamental. Una vez trillada España – en el año 2.000 no le conocía nadie fuera de su círculo madrileño- había que posicionar sus empresas fuera, y para ello decidió que tenía que prestigiarse en los países que más le podía interesar desde ese punto de vista. Y empezó a perder el criterio deportivo decidiendo prescindir del actual seleccionador nacional porque ‘ya estaba desfasado’. ¡Vaya ojo clínico que demostró! El tiempo, los éxitos y los fracasos han dejado a cada cual en su sitio, como suele ocurrir. Volviendo al principio, Pérez confundió entonces los objetivos deportivos con su patrimonio y el del club, olvidando de paso los fundamentos básicos de cómo funciona un equipo,  y tuvo que salir por la puerta falsa tres años después. En su vuelta muchos tenían la esperanza de que hubiera aprendido, pero cuatro años más tarde se encamina hacia su segunda espantada. Y esta vez lo ha hecho uniendo su futuro al de un egocéntrico mayor que él. Decididamente, este hombre  tiene tan mal fario para lo deportivo como aparentemente bueno para los negocios. El tiempo, una vez más, dirá.

Lo de Mourinho no es nuevo. Allá por donde pasa no crece la hierba. Se programa para obtener resultados personales a corto plazo quemando todo lo quemable, incluido el club que le paga, naturalmente, exigiendo en cuanto puede todo el poder para que nadie pueda contestarle. Así funcionan estos personajes. Aves mercenarias de paso que sólo viven para su mayor gloria personal.

La prueba es evidente. En su tercer año en el Madrid nadie sabe todavía a qué juega su equipo, más allá de balones largos para adelante y que Cristiano tenga su día. Si el gran fichaje de Calderón no se le hubiese lesionado dos meses a Pellegrini en el momento clave probablemente hoy tendríamos a  un Real Madrid señor y campeonísimo luciendo un juego digno de su historia; su trayectoria le avala. Hoy, sin embargo, tenemos a un equipo sin alma que se luce en algunos partidos menores, sobre todo en casa y le ocurre como a los perros del tío Alegría: eran muy buenos siguiendo el rastro pero cuando veían la pieza levantaban la patita y se ponían a mear. La prueba ha estado  en los partidos clave, Barsa y Manchester; lamentable liga aparte. 

Como decíamos, es el producto de no hacer equipo sino narcisismo. Ni él podía llegar a más ni el Madrid a menos. Ya queda poco, afortunadamente.     

martes, 12 de febrero de 2013

DE AMISTOSOS Y DUELOS


Con un Bernabéu espléndido nos dispusimos a presenciar un partido que en principio presagiaba intensidad y buen juego. El Madrid y el Sevilla disponen de mimbres suficientes para ello, pero ni una cosa ni otra sucedieron en el magnífico césped de la Castellana. Apenas los consabidos chispazos de velocidad cualificada de los blancos con el mejor goleador de su historia como protagonista fundamental, Cristiano, y la suficiencia y gran toque a la larga del sevillano Ramos. Y por parte nervionense las muestras esporádicas de calidad que atesoran algunos de sus jugadores  que luego no muestran de continuo; por eso van como van en la liga.  A la postre vimos un partido amistoso donde  el guante blanco y los buenos modos fueron la tónica dominante, si exceptuamos los gritos absolutamente fuera de lugar de los maleducados del fondo sur y algunos de sus corifeos del coliseo blanco.

MADRID-SEVILLA

Cómo sería la cosa de aburrida que faltando más de un cuarto de hora para acabar el partido centenares de aficionados, cuando no miles de la media entrada gorda que hubo, abandonábamos el estadio entre comentarios abundando en la falta de intensidad del juego presenciado. Y es que, cuando falta ésta, el fútbol es como contar ovejas. Sin Cristiano en el campo y con Pepe haciendo de Di Stéfano, más la mansedumbre sevillista haciendo de comparsa carnavalesca el asunto estaba claro: mejor una barra bien surtida de buenas tapas que el soporífero espectáculo que se nos brindaba.

Pero, entre tanto, hubo detalles para la reflexión. Hay jugadores en el Sevilla que ni están ni se les espera; Negredo, por ejemplo. Y ya enlazamos con el otro fútbol, el de las motivaciones, los vestuarios y los egos. Al de Vallecas se le nota demasiado que desde su frustrada marcha hacia el fútbol inglés necesitará motivaciones extras en vena para volver a meter el pie con las ganas que un futbolista profesional precisa. El caso de Reyes es diferente; sigue siendo una sombra andante desde que salió de Sevilla siendo un adolescente consentido hacia el Arsenal. Si hubiera tenido otra madera habría sido un jugador de referencia en el panorama nacional. Y es el mismo papel que finalmente desempeñará Navas si no sale antes de la madriguera. Es el único que todavía tiene capacidad de desborde en el Sevilla, pero  se le nota a la larga que su desesperación corre pareja a su alegre velocidad. Por último, pudimos apreciar la enorme calidad del negrito espigado con nombre rarísimo que hace jugar al Sevilla en su medio campo. Toda una futura figura mundial si alguien le inculca que sin llegada nunca lo será.

Al fútbol se juega tanto con la cabeza como con el tronco y  las extremidades, pero por ese orden. Y cuando las cabezas no están, ni el de en medio tiene fuelle ni garra ni las últimas aprietan y corren. Es lo que ocurre en los partidos amistosos, que suelen ser aburridísimos.

Y pasando a los duelos, tenemos el caso del Murcia. El otro día comentaba en Onda Regional que si nadie lo remedia con urgencia, los granas, el equipo que tantos llevamos en el alma, se hunde  hacia la 2ª B de nuestros  pesares.  En el fútbol ocurre aquello de las dinámicas, y cuando ésta es perdedora hay que trabajar más la mente de los jugadores que las piernas. Ocurre igualmente al revés. Cuando se está en racha ganadora un equipo mediocre parece plagado  de internacionales con ganas. Y añadía la pena que supone ver al equipo murciano tan bien surtido en lo económico y tan mal gestionado en lo deportivo. No recuerdo ninguna otra etapa en el equipo grana con menos sobresaltos monetarios y tantos fichajes como resultados mediocres. La de dinero baldío que se lleva invertido.

E inmediatamente se me viene a la cabeza aquello que tantas veces hemos comentado quienes alguna vez hemos tenido algo que ver con el Murcia en los últimos veinte años. Qué hubiéramos sido capaces de hacer de haber tenido las ayudas y los posibles consiguientes del Sr. Samper. Y vaya por delante que,  criterios personales aparte, siempre le he reconocido el mérito de haberlo imaginado y puesto en marcha; su proyecto, me refiero.

Algunos también pensamos que quizás al ser de la cantera, como en el plano deportivo, nos miraron - o hubiesen mirado-  de otro modo los que desde el principio le apoyaron. Y no me refiero sólo a los políticos. Otra vez nuestra matrona.   

domingo, 10 de febrero de 2013

FELIPE VI “EL REGENERADOR”


¡Que hermoso calificativo para ganárselo el heredero pasado un tiempo!

FELIPE VI   “EL REGENERADOR”

Como pensamos muchos, es el momento de aportar ideas tras pasarnos tantos meses criticando todo lo criticable del lamentable estado político y económico que padecemos. Y algunos le hemos hecho añadiendo que en el fondo lo que subyace es una crisis de valores tan tristísima como galopante.

 Pues bien, ahí va una reflexión a futuro sobre lo que podría ser un camino para andar en pos de una salida digna y necesaria para nuestra España.

Abdicación

Al Rey Juan Carlos, que en el pasado se ganó a pulso el aprecio y el reconocimiento general de la sociedad española cuando pilotó la Transición, y mucho más después cuando desactivó desde su mando supremo del ejército la intentona del 23 de febrero de 1.981, con todas las sombras que puedan existir;  habría que recordarle aquello tan redicho sobre la mujer del Cesar: no sólo hay que ser honesta sino parecerlo. Y él, mucho más desde su papel de Jefe del Estado. Sin entrar en detalles, por de sobra conocidos, es evidente que su tiempo ha pasado. Y eso es incuestionablemente así  porque sea como sea en realidad las apariencias le retratan. Y no sólo dentro de España, sino a nivel internacional. Alguien debería hacerle reflexionar, si es que él no está por la labor, como parece,  sobre el lastre que supone dentro y fuera de España para la regeneración que nuestra sociedad necesita.

Debería entender que las instituciones que forman el estado español han caído en tal desprestigio a todos los niveles que sólo una medida de profilaxis radical desde dentro del sistema podría evitar la ruina total moral y económica de los españoles y, además, evitaría otras radicalidades más inquietantes; que algunas tristísimas experiencias tenemos ya en España a las que no ha sido ajena su familia. Desde aquel infame Fernando VII, cuyo capricho dinástico ocasionó tres guerras civiles en el XIX, hasta su abuelo Alfonso XIII, que hubo de salir por piernas y por barco desde Cartagena por la mala gestión en el último decenio de su reinado, y al que siguió una anárquica república que propició la tremenda guerra civil que aún resuena en nuestros oídos. Precisamente en su historia familiar tiene los precedentes que más deberían hacerle pensar.  Buenos y malos, porque los  regulares no caben sino en estos últimos; son el principio de ellos. Y ahí está él.

Sin entrar, por puro practicismo, en monarquía o república, que no está el tiempo para bollos, es el momento del heredero. Cada cual puede pensar como quiera, y es evidente que nada garantiza la bondad suprema. Ni un rey ni un presidente de república son garantía de nada por sí mismos. En la historia del mundo tenemos casos para todos los gustos. Y en la de España también. Tampoco un régimen monárquico u otro republicano nos puede asegurar ahora mismo nada. Siendo prácticos, el remedio está en la reforma de lo que ya conocemos. Sabemos sus virtudes y sus defectos. Y si esto fuera una actividad privada no me cabe ninguna duda de que el cambio se haría así. Juzguen ustedes mismos imaginándose ante una encrucijada así en sus asuntos propios.

Constituyentes reformadoras y una segunda transición

Y del Rey abajo, ninguno de los que ahora están en todas las instituciones que forman del estado español. Se trataría de una segunda Transición con todas sus consecuencias. Cambio en la Jefatura del Estado, reforma de la Constitución del 78, revisión de las principales leyes que han demostrado suficientemente su ineficacia, sobre todo las referentes al juego político, sindical, empresarial, representativo y las que regulan las actividades económicas en sentido amplio; y, esto fundamental, cambio de cromos en nuestros políticos. Todos los que han estado en los últimos decenios deberían dedicarse a otra cosa, con alguna notabilísima excepción – aquellos que pudieran mirar al pasado y al presente sin temor- , y dar paso a la generación siguiente.

Gobierno técnico

Y mientras todo eso pasara un gobierno técnico tipo Italia con gente capacitada para sacarnos del tremendo atolladero en el que nos encontramos. Porque ni los que ahora nos gobiernan  ni los que actualmente aspiran a hacerlo gozan de ninguna confianza entre los españoles; al menos de la confianza necesaria para conducirnos ilusionados hacia ninguna parte. Hemos llegado a tal estado de cosas, y para saberlo sólo hay que salir a la calle y escuchar, que no nos creemos ya a nadie.

No se trata de culpar a nadie, que entre todas la mataron – a España – y ella sola se murió, sino de que tengan la altura de miras y la generosidad suficiente para hacer un acto de contrición y propicien entre todos, sobre todo los dos grandes partidos y los de mayor representación, un pacto por la regeneración seria y democrática de España y se sacrifiquen por todos nosotros, si es que alguna vez tuvieron tal idea cuando decidieron dedicarse al servicio de los españoles optando por la dedicación política.

Imaginación al poder

Todo lo demás serán chuflas y chapuzas del tipo del conocido ‘mantente mientras cobro’. Es lo que está pidiendo mayoritariamente la calle. Salgan y escuchen. Ahora, más que nunca, es necesario aquello de imaginación al poder.

Ojalá, dentro de un tiempo, pudiéramos hablar de Felipe VI  ‘ el Regenerador’ . Sería señal de que hemos salvado el tipo, la buena historia, la cartera y la vida. Otros caminos serían más ineficaces, ineficientes y, en extremo, hasta tenebrosos. Salud y que lo veamos hecho un buen Rey de España.  Este inmenso país, en todos los sentidos y en el que cabemos todos, se lo merece.   

jueves, 7 de febrero de 2013

ES LA HORA DE LOS VALIENTES


Ante la angustia, la esperanza; ante la corrupción, los honestos; y ante la mediocridad generalizada, los valientes.

regeneracion politica

Hay que recordar a Kipling cuando decía en su poema ‘If’ que si eres capaz de empezar de nuevo aunque fuera con desgastados instrumentos para superar una gran pérdida serías un hombre. Y eso es lo que necesita España en estos momentos: hombres de verdad. Un movimiento regenerador que mueva los cimientos de la corrupción y la mediocridad que nos han asolado y sea capaz de rearmar la democracia y la honestidad en nuestro país. Y de paso la ilusión de más de cuarenta millones de españoles que asistimos indignados y desesperanzados al lamentable espectáculo que nos deparan todos los políticos actuales que en España son; o casi todos, por no generalizar injustamente. Y de ese casi generoso, además de necesario, deben salir quienes nos conduzcan por el tenebroso paso que ahora atravesamos.

Por actores o espectadores cómplices

Unos por actores y otros por espectadores activos o pasivos, los que han protagonizado en primera línea el último acto de nuestro actual sistema supuestamente democrático deben coger sus bártulos y marcharse a casa. Los protagonistas de los dos últimos decenios, por decir algo.  Desde la corona al último ayuntamiento de España, pasando por partidos, sindicatos, órganos judiciales y de toda representación pública o semipública, empresariales, etc. debieran hacer un último acto de servicio a la nación y hacer un regenerador mutis por el foro. Y quienes queden sin mácula, que algunos habrán sin duda, empeñarse en una enorme tarea sin desmayo para sacar el carro del lodazal, enjaretarlo de nuevo y ponerlo cara al futuro. Si no es así, además de nuestro presente, habremos arruinado aquél. El tiempo marca las horas sin descanso, y hay cosas que o se arreglan de inmediato o nos hundirán para siempre. La mentira, la desvergüenza, la mediocridad, la corrupción extendida y el cinismo no tienen arreglo más que con la radicalidad de su extirpación. Y en su erradicación no puede haber medias tintas.

Desde el Rey al último de la fila

Rajoy no puede seguir al frente del gobierno y del partido que lo sustenta. Ni Rubalcaba en el suyo, ni Mas y el clan de los Pujol con el añadido de Durán en los suyos. Pero tampoco sus segundos, secretarios, lacayos, palafreneros y ‘chupaesquinas diversos’.

Y lo mismo podríamos decir de las demás instituciones del Estado, empezando por la mismísima Corona. Es la hora del cambio con mayúsculas. La de los valores regenerados. Como se dice en los toros, estamos ante el momento de la verdad; el de triunfar, quedar aseados, o, al menos, darnos una oportunidad para ir en el siguiente cartel. Lo contrario será la depresión  colectiva de un pueblo con imprevisibles consecuencias, o algo peor. El problema radica en que si los que han de marcharse serán capaces de ver esa necesidad y de actuar en consecuencia. Estamos ante la oportunidad de hacer bueno, aunque sea a última hora, el supuesto de que todos estuvieron ahí en un principio por el afán noble de servir a los demás.

Las encuestas que se publican lo dicen a las claras: el pueblo español no confía en los partidos mayoritarios que hasta ahora les ha gobernado, y esa desconfianza no se traduce en grandes esperanzas en los minoritarios. Seguirán donde están aunque engordaran algo sus resultados en una supuestas elecciones próximas. Pero es que en el extranjero el descrédito es parejo al del interior.

La limpia

Ya no vale con lamentarse y mirar hacia atrás con más o menos ira buscando culpables y el origen y la génesis de nuestro calamitoso estado actual. Con matices, todos sabemos la vida, obra y milagros de sus protagonistas. Es la hora de agarrarnos al futuro con determinación y fe. Y de hacer, como dice el pueblo llano, una limpia general. Váyanse a su casa, que ya está bien. O quizás, Dios no lo quiera, tendremos que echarlos a patadas de sus ilustrísimas poltronas; porque esas cosas se sabe cómo comienzan pero nunca cómo terminan. Y la historia nos dice que suelen acabar muy mal para todos.

La solución desde dentro.

La solución debe venir de dentro del sistema. De aquellos que desde el interior de los partidos políticos estén libres de toda sospecha y se atrevan a jugárselo el todo por el todo para comenzar el enhebro del futuro.

Es la hora de quienes no teman a su pasado, que no es poco, y tengan el coraje suficiente y necesario para airear su casa y nos hablen de un futuro cierto. Y con ese discurso de bolsillo y alma transparentes sean capaces de ilusionarnos imaginando tiempos mejores. Es el momento de los buenos. Es la hora de los valientes.
     

lunes, 4 de febrero de 2013

LA HORA DE LAS CANTERAS


Como ocurre en la economía y las empresas, en el fútbol habrá una selección natural de clubes. Algo bueno debía traernos la crisis que nos asola. Y es que, empezando por la propia Selección, se ha terminado el chollo de la tele y ya empezamos el camino descendente hacia la realidad. Nuestro equipo nacional ha tenido que rebajar a la mitad su tarifa para seguir disfrutando de su cobertura televisiva; no está el patio para alegrías, sino más bien ‘repretao’; que  dicen en nuestra hermosa huerta.

CRISIS ECONÓMICA FUTBOL

Y como si se tiene buen ánimo cada cosa tiene su lado positivo, esta sequía monetaria hará que los equipos se vuelquen cada vez más en sus bases. Desde esta columna venimos cantando desde el principio a los canteranos como paradigma de la parte más auténtica de nuestro deporte, y por eso ahora insistimos. La pena es que nuestra alegría venga de la mano de la ruina y no de la racionalidad. En el fútbol español han cambiado pocas cosas a nivel de clubes desde hace cincuenta años para acá. Los grandes siguen siendo los mismos y disfrutan de los mejores jugadores nacionales y extranjeros del panorama. Y siguen alternándose en la conquista de todos los títulos con las esporádicas apariciones refrescantes de algunos equipos de menor cuajo. En el recuerdo los Betis, Gijón, Elche, Zaragoza, Español, Real Sociedad, Bilbao, Coruña, Sevilla o Villarreal que en sucesivos momentos han hecho sombra a los de verdad grandes incluso  birlándoles algún título relevante. Y esas temporadas han coincidido en dichos equipos unas hornadas de canteranos manifiestamente excelentes, con pocas excepciones.

Desde Di Stéfano y Kubala como emblemas de Madrid y Barsa en los cincuenta hasta los Cristiano y Messi de ahora. Entonces pocos discutían que eran los dos mejores del mundo, con el paraguas de un jovencísimo Pelé sobre ellos, y ahora nadie lo hace con el astro portugués y el argentino. Y esa categoría, mundialmente admirada y reconocida, se ha basado siempre en la calidad y la garra, amén de los goles. Como se dice en los toros, los toreros de bragueta a triunfar y los de arte a acompañar. Ahora bien, cuando se juntan las dos cualidades acaban con el cartel. Y nadie puede poner en duda que aquéllos y éstos eran de morro caliente además de buenísimos.

La obligada concurrencia de los mejores del mundo en los mejores equipos no empaña, sin embargo, lo que defendemos sobre las canteras. En el Madrid, por ejemplo, salvando el caso de Cristiano Ronaldo y de algún otro no demasiado claro, ¿me quieren decir ustedes qué fichajes han aportado en los últimos diez años mucho más de lo que podrían haber hecho los canteranos que han ido saliendo hacia otros equipos? Yo diría que ninguno. Y en el Barsa lo han demostrado con creces. Aparte de Messi, también canterano por cierto, nadie ha aportado tanto como los jugadores salidos de la Masía. Pero claro, para eso hay que tener una filosofía de club que impregne todos sus niveles y luego los bemoles suficientes y necesarios para apostar por los de dentro en lugar de encapricharse con el producto de fuera. A veces jugándose el bigote. Y ahí está lo complicado. Por todo ello la importancia de Guardiola en la historia blaugrana. En el Barsa habrá siempre un antes y un después de su liderazgo técnico sin que ningún otro pueda hacerle sombra jamás.

Y ya, si bajamos nivel y nos fijamos en los equipos de la tierra, el  panorama no es muy diferente. Todos decimos que la mejor época del Murcia fue la de los Guina, Figueroa, Tente Sánchez, Manolo, Tendillo y compañía, pero yo recuerdo con más agrado a los canteranos que acompañaban y  lucían, como en el caso de Vidaña o Miguel Sánchez, sin olvidar, además, que tras esas dos o tres temporadas empezó el declive murcianista hasta casi su desaparición. Y es que, vivir como ricos sin serlo tiene esas consecuencias. Personalmente recuerdo con más entusiasmo la época anterior de los Ruiz Abellán, Canito, Murciano, Herrero, Barrera, Cuenca, Macanás, López, Ponce, Sergio, Férez, Juan Antonio o el cartagenero Añil, y algunos más,  quienes desde el principio o repescados en temporadas y aportaciones sucesivas lograron subir el equipo de tercera a primera con un juego espectacular. Todos murcianos y canteranos. Y, además, cuando acabó su ciclo la Condomina era del Murcia y el club no tenía deudas. ¡Eso es gestión y todo lo demás chuflas!      
  

sábado, 2 de febrero de 2013

EL RAPTO DE LAS VERGÜENZAS


Vergüenza se escribe con ‘v’ de vesania, y es en lo que para muchos de quienes han medrado en la ‘partitocracia’ que nos gobierna se ha convertido aquélla. Tendrán que volver las vergüenzas para interponerse entre los que carecen de ellas y siguen atrincherados en las nomenclaturas de los partidos políticos españoles, casi sin excepción, y el pueblo desgobernado que los mantiene, como en la leyenda de Roma hicieron las sabinas para impedir una matanza entre romanos y sabinos.

Corrupción en España

De la Transición a la desvergüenza

La pérdida de la vergüenza ha sido galopante desde que cuajó la Transición política española. Uno recuerda con mucha añoranza aquellos difíciles años que mediaron desde las primeras elecciones democráticas hasta mediados los ochenta, en que las personas que habían protagonizado las primeras listas por su proyección social y a quienes votamos con entusiasmo dieron paso a los paniaguados que colocaban los mandamases de los partidos. A partir de ese momento todas las elecciones han  sido un trágala para los ciudadanos españoles, que han tenido que elegir entre unos personajillos sin relevancia para nadie salvo para quienes los colocaban en las listas a cambio de su sumisión y  mansedumbre.

De esa manera, los mandarines de los partidos han repartido cargos y prebendas asegurándose la lealtad prostituida de unas pandillas de inútiles cada vez más nutridas. Y hay tantos hoy en día que podrían segarse como  cebada para el ganado. Casi sin excepción, ninguno de ellos haría nada relevante en el sector privado ni en ningún estamento profesional. Desde iletrados manifiestos a analfabetos funcionales para la vida real, por muchas oposiciones que hayan ganado, o profesionales diversos de medio pelo, pasando por licenciados de secano o ingenieros de título en la pared sin proyecto alguno que lucir en su pechera. Vividores del cuento y mamones de la teta grande del Estado que mantenemos quienes hemos tenido que salir a la calle a hacer algo de provecho, que decían nuestros mayores.

Y ya, si hablamos de muchos notables fontaneros y gerifaltes de los partidos sería obligado hablar de golfos sin fronteras. Porque para escaquear el dinero que roban no las tienen. Ni vergüenza para repartirse las mordidas que sacan miserable y puniblemente a multitud de empresas con la misma o más desvergüenza que ellos por aquello de servirles en bandeja sustanciosos contratos de todo tipo. Y en negro, naturalmente, que lo golfo no quita lo miserable. Porque hay que serlo, y mucho, para colaborar en la masacre de la sociedad española  con impuestos y tasas para todos los disgustos diciendo, para más inri, que el Estado somos todos, yéndose ellos de rositas con sobres y bufandas de mayor y menor cuantía, según el escalón en el que se encuentren dentro de la nomenclatura partidista, y reírse en la cara de los administrados disfrutando de casas, coches y lujos que en su vida podían soñar con el sudor de su frente.

La calle y la sabiduría

Cuando  los amigos hablamos en la calle  sobre  todo lo que está pasando las inquietudes son unánimes y coincidentes: ¿Y ahora en quiénes podemos confiar?  ¿A quién votamos en las próximas? Y cada vez más se escucha aquello de “yo ya no voy a votar más”,  o aquello otro más coloquial y  rezumante de un justo cabreo humanísimo: “ la próxima vez los va a votar su p…madre” . A mí me pueden ustedes colocar en cualquiera de las afirmaciones anteriores, incluida en la última cada vez que ‘los pienso’, que son varias veces al día.

MAPA CORRUPCIÓN ESPAÑA

En esos momentos es cuando me acuerdo vivamente de un antepasado mío que vivió y trató en primera fila por su profesión de taxista a políticos de la Restauración, de la dictadura de Primo de Rivera, de la República y de la época de Franco. Al llegar la democracia y escucharme hablar lleno de ilusiones sociales ante la nueva etapa que se avecinaba, me dijo muchas veces sonriendo con sorna y cierta acidez desesperanzada: “nene, los políticos son todos iguales”. ¡Y qué razón llevaba! Sobre todo cuando añadía que “la política es para los que viven de ella”.

Porquería y cómplices

Esto se acabará algún día, no me cabe la menor duda, pero para que llegue ese momento tendremos que alcanzar los españoles la madurez democrática que ahora nos falta. Y eso pasará cuando votemos sabiamente a quien menos nos vaya a costar y más eficiente sea. Independientemente de las siglas y colores políticos con que se presente. Pero claro, para ello habría que laminar antes esta ‘memocracia’ mentirosa que nos arruina. Y eso será cuando votemos a las personas y no a las listas que los cuatro que realmente mandan mangoneando nos pongan delante. Y cuando sean casi anónimos los mandamases de los partidos políticos. Como ocurre en los países que nos llevan siglos de democracia.

Y también cuando un político que mienta, derroche, robe o haga lo contrario que prometió sea corrido a gorrazos en la plaza mayor de su pueblo, tenga que encerrarse en su casa avergonzado una buena temporada, o dé con su ilustrísima en la cárcel. Mientras tanto nos tocará seguir en el purgatorio de los cándidos ‘paganos’, que es el papel que nos toca a quienes mantenemos a toda esta banda de frescos y caraduras, por no llamarles canallas. Y alguien dirá que todos no lo son, y es verdad, pero sí son cómplices cuando sólo denuncian al de enfrente y se ponen la pinza en la nariz en casa propia.

Desde que los partidos y asimilados raptaron la vergüenza nacional la porquería no se distingue por colores sino por su peste. Y es que todos los que votamos también hemos perdido parte de la nuestra al ser cómplices una y otra vez de quienes nos roban; sean quienes sean.                
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Web Analytics