lunes, 22 de mayo de 2017

PERSEVERANCIA, CREATIVIDAD Y AGONÍAS


Una Liga, una Champions, un ascenso o un descenso, aunque a veces pueda parecerlo, no se ganan ni se pierden en el último minuto del último partido, ni por los árbitros o la fortuna, siempre necesaria en cualquier juego; perseverancia es la baza, como en la vida.
Es sábado y mañana el Real Madrid entonará el alirón frente al Málaga de Michel, dejando atrás sus demonios tinerfeños a manos de los chicos de Valdano, a quien los forofos blancos mantienen en el baúl de sus fobias. Y no por aquello, superado por un cinco a cero con él de técnico en el Bernabéu a los blaugranas del hípercreativo Cruyff, su bestia negra entonces, sino por cuitas comunicadoras más recientes derivadas de una supuesta inquina suya con el madridismo florentinesco.
Luis Enrique hubo de recrear con Suárez y Neymar la gloriosa creación canterana de Guardiola, a quienes asoció meritoriamente con el príncipe Messi , circunstancia de la que algunos dudábamos, sobre los rescoldos del legendario sistema que entronizó don Pep. Y aunque le salió bien sus primeros años, ha acabado devorándole.
Al más billetero que creativo Pérez, su apuesta por Zidane también le salió redonda a la primera. Don Florentino, muy acertado, halló el talismán que lo encumbrará finalmente al Parnaso de las glorias blancas, diecisiete años después y  mil trescientos millones de euros gastados en fichajes mediante, que se dice pronto. Y hay que felicitarle, por mucho que se le puedan criticar otras cosas. Lo que es el fútbol: hace tres años meditaba una segunda espantada porque tampoco veía el camino de sacarle punta a su segundo proyecto, pero aquel cabezazo de Ramos en el noventa y tres en Lisboa iluminó las sombras que rumiaba con sus más cercanos. La duda  es que el omnímodo mandamás no se aburra pronto de su propio éxito, veleidoso como es, y opte por buscar horizontes alejados de su guardiolesco Zidane enarbolando su errónea máxima: ser entrenador del Madrid es lo más fácil del mundo porque basta con sacar a los mejores. No creo que cometa tamaño error; demostraría ser tan poco inteligente, y no lo tengo yo por tal, como cuando presume de sabelotodo futbolero.
Si los blancos ganan esta Liga, por lo que venimos apostando hace meses, será porque habrán sido mejores —y si no, lo sería el Barça—, y como dice elegantemente el propio Luis Enrique, habrá que dejarse de excusas y felicitarles. Y lo mismo con la que sería su doceava Champions. Además, ambos logros, tendrían el valor añadido de finiquitar la hegemonía blaugrana en el siglo XXI y el inicio de otro reinado merengue, tanto nacional como europeo.
Bajando nivel, el UCAM ha logrado hoy un merecido triunfo, quizás suficiente para mantener la categoría. De ahí el alborozo en el banquillo de los universitarios, invasión de campo incluida, cuando el aguileño Morillas hizo el tercer gol al final del partido. El equipo de José Luis Mendoza está a dos o tres puntos de conseguir su modesto objetivo para este año, de la mano de un buen entrenador con los mimbres —salvo Iban Salvador— que heredó del agonías Salmerón, que nos recetaba triste sufrimiento hasta el final jugando con nueve o diez por detrás del balón y largando pelotazos hacia arriba; les he seguido toda la Liga tanto dentro como fuera. Francisco ha dotado de un creativo estilo de guerrilla a sus jugadores, suficiente para imaginar que con él en el banquillo desde el principio los azulones hubieran navegado por mitad de la tabla, superando la precaria realidad de ser los terceros con menos presupuesto de Segunda División.
Comprobada la igualdad en esta categoría, el año próximo deberían perseverar en su ambición deportiva a todos los niveles y aspirar con un presupuesto más generoso a otras metas, como en baloncesto. Tienen el espíritu, la categoría institucional, la base deportiva, la dirección técnica adecuada y una afición creciente, y esperemos que la creatividad para no padecer otro año lastimero.
 Y el Real Murcia galopa con suficiencia hacia el ascenso; en Pontevedra lo manifestaron. Deseado Flores ha demostrado creatividad futbolera dotando de eficacia y murcianía al legendario equipo grana; ¡gran acierto! Ojalá alcance su meta, junto con el Cartagena de Belmonte —en la dificultad reside el mérito— y el Lorca, y el año próximo disfrutemos de cuatro equipos murcianos en Segunda. ¿Lo imaginan?

 Si soñar es vivir ideales, la realidad más noble es luchar por ellos. ¡Imaginemos sueños y fuera agonías! 

martes, 16 de mayo de 2017

LAS CUARENTA DEL MADRID


Con el rey y el caballo de la muestra es difícil perder al tute, y si pintan Champions el Real suele acompañarlos del as copero que luce en su competición aurea. Y acostumbra a cantar las cuarenta para tormento de sus rivales. Últimamente le ha tocado al Atlético de Simeone sufrirlo, que tiene todo el mérito del mundo. Su problema en la vuelta no era hacerle goles al Madrid, su debilidad, sino evitar que los merengues hicieran alguno; su punto fuerte.
Pensando en eso y en Cardiff, me vienen a la memoria Ámsterdam, Viena y París, donde el Real Madrid perdió contra el Benfica de Eusebio en  1962, el Inter de Helenio Herrera y del enorme Luisito Suárez en el 64, y en el 81 contra  el Liverpool de Kennedy.  Pero inmediatamente me revolotean las otras once finales en las que los blancos labraron su reinado europeo. Recuerdo mi decepción infantil acompañado de mi padre viendo en blanco y negro en la televisión del extinto Hotel Regina de la calle Riquelme, junto a casa y donde se concentraba entonces el Real Murcia, por la decadencia continental del equipo comandado por Di Stéfano, y la suya propia, que había ganado cinco Copas de Europa consecutivas y donde brillaban los inolvidables Puskas y Gento. Aquellas penas se disiparon en el 66 con el triunfo del Madrid ye-yé sobre el Partizán de Belgrado en Bruselas, en el que diez españoles jovencísimos capitaneados por mi ídolo Gento ganaron la sexta, con Amancio en plan estelar.
Luego vino una larga sequía de quince años hasta el disgusto parisino, y otra larguísima hasta llegar de nuevo a Ámsterdam, donde había comenzado mi recuerdo en vivo de las duras y las maduras, más allá de las ondas radiofónicas, para el alegrón que nos brindó el equipo de Mijatovic al mando del incomprendido Heynkes.  Y a partir de ahí el Real retomó su dominio europeo con la octava en París de Raúl contra el magnífico Valencia de Cúper, a la que asistí con mi hijo José Luis y dos sobrinos; la novena de Glascow que siempre llevará el acento de la apoteósica volea de Zidane, y primera de Pérez; la décima de Lisboa,  asociada al cabezazo épico de Ramos; y la azarosa por penaltis de Milán, que supuso su undécimo entorchado europeo.  Catorce finales con once triunfos. Ahí residen las cartas ganadoras del Real. Como decía acertadamente el sabio Luis Aragonés, los subcampeones no se recuerdan.
Pero para llegar a la docena se nos ha puesto un mal pájaro en la bardiza, que decíamos por la huerta. La Juventus del rechoncho Higuaín y de Khedira —con el mal fario de los ex— es un equipo de notable alto en todas sus líneas, con las excepciones sobresalientes de Buffón, Bonucci, Alves y del joven argentino Dybala, que uno por uno no asustan pero en conjunto son temibles; sobre todo en defensa. Es complicado golearles porque defienden superando la raíz del calcio italiano. Y lo hacen todos; ahí estriba el éxito de Allegri. Un acorazado con cañones certeros que rentabiliza como nadie sus contados goles para lo que deberían ser los números de un equipo de su categoría: seis ligas italianas seguidas y dos finales europeas en tres años. ¡Ojo al dato!, que diría el recordado García.
En cuartos contra el poderoso Barça anticipamos que a Suárez le harían su juego imposible, y que Messi y Neymar deberían afinar el goniómetro para enchufarla desde fuera, y sucedió lo que no queríamos: demostraron su juego granítico dejando en seco al mejor jugador del planeta. El Madrid es otra cosa en Europa y no padece anemia goleadora, pero el mejor goleador del mundo, Cristiano, deberá reiterarlo. Él tendrá la llave de la doceava.  Zidane deberá tomar una decisión crucial: Isco o Bale. Si juega el malagueño todo irá dirigido a que el portugués cumpla, de lo contrario, los esfuerzos de dividirán y esa será la gran ventaja de los legionarios turineses. Don Zinedine, que es bravo aunque a veces su mesura parezca manseo, deberá mirar antes a su vestuario que al palco o a la grada galesa;  ya lo hizo con Casemiro. En una final no caben nomenclaturas millonarias, nombres, caprichos ni botafumeiros.
Ganar el rey y el caballo con el as europeo de copas será su consolidación; Liga aparte. Deberá saber jugar las cuarenta que tiene en la mano.  A estas alturas, ser segundo no vale. Ni diplomático tampoco Y consentidor, menos.    

  

miércoles, 10 de mayo de 2017

ZIDANE Y SIMEONE, O "LA REVOLTOSA"


Cuando a finales del XIX López Silva y Fernández Shaw escribieron “La Revoltosa”, con el maestro Chapí, el fútbol no existía, pero de alguna manera anticiparon en su patio madrileño el ambiente que hoy se respira en el Madrid futbolero. Zidane y Simeone, cuan Felipe y Mari Pepa, se aman en silencio y desean sus contrapuestas virtudes futbolísticas.
El francés hizo salir al Bernabéu a sus jugadores con el objetivo prioritario de no encajar goles, que era el fútbol del libreto particular del argentino, y este inculcó a los suyos la prioridad de hacerlos. El mundo al revés. Por eso, los atléticos siguieron fieles al sensible cambio dibujado por Simeone esta temporada y dejaron solo a Gabi con la escoba del medio centro. Esto ha supuesto perder su antigua seña de identidad y encaramarse al loable carrusel del juego lucido, como vitola necesaria para dar un salto de calidad a los colchoneros, una vez demostrada su capacidad de permanecer entre los mejores de Europa.
Zidane, que ha tenido el acierto y la valentía de consolidar al joven Casemiro en el centro equilibrante de su juego, cuenta con el mejor goleador del mundo y seguramente de la historia. Hace meses, cuando  incluso le pitaban en el Bernabéu, comentaba con mis cartageneros de los miércoles, Pepe Cano, Ángel García —que colecciona experiencias relevantes —, Julio Mínguez y Pedro Conesa entre otros, y señalaba aquí, que Cristiano Ronaldo seguirá marcando goles juegue dónde y como juegue, aun con menos velocidad, y que si continúa los años que le quedan de fútbol encabezará a los goleadores históricos. El tiempo, juez incuestionable de todo lo mundano, dará o quitará razones, pero de momento apunta a eso.
Don Zinedine aprende partido a partido y demuestra que la exitosa flor que le atribuyen es un jardín de aciertos, aunque le salga alguna rosa negra. Ha tenido que lesionarse Bale, el segundo ojito derecho de Pérez —el primero fue Benzema—, para acertar con la tecla que tan certeramente le señaló Kroos: jugar con cuatro mediocampistas, aunque en realidad uno, Isco o el de turno, sea un media punta y otros dos  interiores muy ofensivos. No puede ser de otra manera en el Madrid, donde jugar para atrás no ha sido nunca reconocible ni está bien visto.
Respecto al malagueño, he comentado con otros amigos dos convicciones. A Faustino Cano, compañero de aventuras en el Real Murcia  que lamentaba con razón que a veces Zidane no pone a quien lo merece, por la suplencia inicial de Nacho; le apunté que el virtuoso Isco debería jugar con menos toques, mostrándose continuamente para agilizar el juego blanco, tipo Xavi, en lugar de querer  protagonizar jugadas de Guinness. Su calidad lo permite y el físico se lo agradecería. A mis entrañables Paco Vera, Ildefonso Morcillo, Carlos Ovejero y Oscar, colegas semanales de frontenis, les he confiado que así jugará poco en el Madrid. Y les recuerdo que Guti atesoraba más calidad y condiciones físicas que él y nunca fue titular indiscutible. Hace poco nos decía a un grupo de futboleros el legendario Asensi, que el Flaco —por Cruyff— les dijo nada más llegar al Barça en 1973 que la que debería correr era la pelota, y añadió con sorna que Charly —por Rexach— decía que correr era de cobardes. Resumía, con el ejemplo de Busquets, que siendo la velocidad imprescindible la mental es la más determinante.
Zidane lo sabe y por eso anda haciendo probaturas con el cuarto medio en cuestión: Isco, James y Kovasic, con condiciones diferentes, se rifarán el puesto hasta que alguno lo entienda también, porque Lucas y Asensio son extremos más que volantes en su polivalencia, o hasta que venga alguien aprendido, que vendrá. Mientras, aprovecha a todos con notable fortuna.
Igual que Simeone sabe que debe salir del Atlético para crecer. En España y Madrid está condenado a ser un segundón, reñido con su carácter, porque lo han encasillado en el fútbol aguerrido, y el vistoso, de momento, no le sonríe con los atléticos. Quizás su valiente apuesta de este año sea querer demostrar lo que le niegan: que puede ser técnico para equipos como Real o Barça. Italia y Francia lo esperan.

Así, los protagonistas de esta Revoltosa futbolera separarán sus destinos. Zidane continuará cultivando flores triunfales, y que dure, y Simeone cardará otros hilos para hacerse el traje florido que anhela. Ojalá inaugurara el nuevo estadio porque el drama colchonero sería encontrarle sustituto. 

martes, 2 de mayo de 2017

DE CATORCE PUNTAS



Los equipos grandes, el Real Madrid sobre todo, mantienen sus esencias en el ánimo de propios y extraños con un gran trofeo cada año. Y cuando no cae esa breva hay que cebar la bomba, en palabras del presidente Pérez, con fichajes de relumbrón. Otros, como el Barcelona, tienen alguna  baza más para caldear su ambiente; la política, por ejemplo. El problema es que el  España nos roba, también en lo deportivo, no tiene un pase más allá del Ebro o de los Pirineos, y en caso de anemia deportiva solo algún árbitro puede ser la percha de sus fracasos.
Pero hay otros símbolos de catorce puntas que también son el objeto del deseo de sus mandatarios ocasionales; en el caso del Madrid, don Florentino es el paradigma. Nunca en ningún momento de su historia, ni siquiera cuando Bernabéu, hubo un personaje de su calibre en busca de piezas de museo. Esa práctica era más bien una costumbre ancestral en el viejo Barcelona, que buscaba así colgar de sus paredes lo que no conseguía para sus vitrinas.
Afortunadamente, el dinero no es garantía de títulos en el fútbol, aunque acompañe poderosamente. De ser así, el Barça hubiese barrido en el siglo XX y el Madrid desde que Pérez accediera a la presidencia blanca en el 2000; la historia demuestra lo contrario. El circo, las pasarelas y los trofeos colgados de la pared son una cosa, y los terrenos de juego, el fútbol y sus vitrinas son otra muy distinta; ahí radica su grandeza.
También el mismo poder es muy diferente en el fenómeno futbolero. Hemos reiterado que en el Barça reside en el césped: Messi; en el Atlético en el banquillo: Simeone; y en el Madrid en el palco: Pérez. Y cuando se perpetúan aparecen sus ultras, que como se dice en la religión cristiana católica son más papistas que el propio Papa.
Así, ahora andan algunos preparando antorchas para quemar a Zidane en le pira del supuesto fracaso madridista. Y lo hacen enarbolando la bandera florentinista de que el omnímodo presidente blanco no soporta una temporada en blanco sin colgar en su retablo particular la cabeza de turno. Particularmente no creo que sea el caso. Quienes siguen esta columna saben y me han comentado a veces mi actitud crítica con don Florentino, aunque sea por la demostrada trayectoria de su gestión deportiva, que contiene con los números en la mano más sombras que luces; pero también saben que nunca he regateado elogios a su brillantez e inteligencia. Es un hombre que más allá de la formación académica ha ido aprendiendo de la vida; creo que a estas alturas es más importante su bachiller callejero que su ingeniería de caminos.
Dimitió en el 2006 reconociendo que había maleducado a las figuras de catorce puntas que fue acumulando desaforadamente, con el error  gravísimo añadido de finiquitar a Del Bosque, que aún tuvo tiempo después de ser campeón de Europa y del mundo con España. Por eso intuyo que esta vez no cometerá el mismo error con Zidane. Quien puede ser “su Guardiola”, a poco que le dé tiempo, sobreviviría al desastre de no ganar nada este año, que no creo, y podrá planificar la próxima temporada  aprendiendo también de los errores de la presente. Y ha tenido tres muy gordos: quedarse con un solo medio centro, Casemiro; apostar por la continuidad de Coentrao, sin cubrir las espaldas de Marcelo; y a día de hoy todavía sigue con su empeño de hacer balón de oro, siguiendo las ilusiones de su presidente, a un futbolista como Bale con físico de cristal.
Gran gestor de egos y de recursos; la prueba más evidente es mantener a todos sus profesionales súper motivados, tanto los de catorce como los de menos puntas; sabrá elegir también sin duda su próxima plantilla. La que debe consolidar su todavía cortísimo reinado. Y presumo, además, que será muy joven, por aquello de hacer historia de la buena. Al francés le une un bachiller callejero parecido con su presidente; seguramente la vida le habrá enseñado más que el propio fútbol. Se le nota, sobremanera, en la sencillez que vende, que es la divisa de los verdaderamente importantes.

Esta vez, el más grande de los catorce puntas blancos seguirá al timón porque la quinceava es la que une su destino al del baranda superior. Es el limpiador que puede blanquear para los restos los baldones de don Florentino. Hay Zidane para rato; y Pérez.             
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