viernes, 20 de enero de 2012

SON YA MUCHAS TONTURINHAS

Efectivamente, como nos temíamos el lunes pasado, al final hubo ‘tonturinhas’ en la ida de copa Madrid-Barsa. Y las que te rondaré, morena.

Un antiguo jefe mío le dijo a un compañero algo así como que lo grave no era que hubiera hecho una tontería, sino que eran ya muchas tonterías. Y eso es lo que sucede con Mourinho en el Real. Sin querer entrar en complejos análisis técnicos hubo, sin embargo, algunos detalles tan absurdos como clamorosos. Dispuso el hombre a Pepe de eje central del equipo, a lo Di Stéfano, que manda huevos que diría aquél; a Xabi echado a la derecha para suplir las seguras deficiencias de Altintop con Iniesta; y a Lass de medio estorbo haciendo de lebrel por todo el campo. Y no acabaron ahí las tonturinhas. Sacó a Carvalho del ostracismo para hacer de Pepe y debido a su evidente falta de facultades se jugó la expulsión un par de veces; una de ellas: entrada por detrás a Messi con patada a la rodilla en el centro del campo, era de roja directa sin discusión alguna. Ítem más, debido al planteamiento de jugar a verlas venir resulta que Cristiano estuvo más tiempo haciendo de segundo lateral izquierdo apoyando a su paisano Coentrao, y  Benzemá de ayuda de cámara por  el centro del campo del  ya mundialmente reconocido como virtuoso del pisotón y la patada cachicuerna a contrarios en el suelo, el gran Pepe. Otro que, como el lateral, también costó sobre los 30 millones de euros en su momento. ¿Hay quien dé más? Porque, por lo visto, D. Xosé con el _Barsa no da más de sí. Esas genialidades le pudieron costar acabar el partido goleado y con nueve jugadores, pero claro, entonces hubiéramos tenido otra nueva sesión de “por qués” y la facilona y repetida excusa del árbitro, de la Española, de la UEFA, de la FIFA, o de vaya usted a saber, porque Valdano ya no está.

Y otra consecuencia nefasta del partido es que hay algunos españolitos que saben que no cuentan para nada, como Granero o Albiol, que se unirán pronto a la pléyade de excelentes futbolistas blancos esturreados por ahí por D. Tancredo Pérez  y/o su valido portugués: Javi García, de timón del Benfica, y Rodrigo; Mata, Negredo, Soldado, Pedro León, Borja, etc.

Y el próximo miércoles otro probable viacrucis blanco. Pero, vamos a ver, ¿es que el Madrid no puede salir a jugar al fútbol como viene haciendo casi toda la liga? El otro día un exfutbolista relevante decía en televisión que “claro, había que entender a Mourinho pensando en cómo parar con su equipo al torbellino de juego azulgrana”, a lo que Alkorta, que de esto sabe algo, le respondía: “con su equipo no, con su equipazo”. Y es que, al menos de nombres, todos coincidimos en que el Real no ha tenido en su vida una plantilla tan buena como la actual porque, entre otras cosas, ha costado la friolera de 500 millones, euro arriba o abajo. Sólo un detalle, el mejor partido que ha hecho en los últimos tres años el Madrid con el Barsa, hablando de jugar con sus valiosas armas, lo hizo en el Nou Camp con Pellegrini en el banquillo, cuando sólo la mala suerte del remate de Cristiano con Valdés ya casi batido le impidió puntuar; resultado que le hubiese otorgado ni más ni menos que la liga; ésa que acabó con 102 puntos. Sin ese accidente  la historia doméstica del fútbol español sería otra: ni habría tanto alemán,  turcos ni portugueses cantamañanas en el Real, ni el Barsa tendría tantos títulos,  las arcas blancas atesorarían algunos cientos de millones más y su señorío, el de verdad, no el de ‘dedinhos’, pisotones y patadas rastreras, ondearía tan alto como siempre. Y, lo que no es baladí, mucha menos crispación estéril entre los lamentablemente ‘aforofados’ seguidores blancos.

Tengo para mí, que diría mi admirado Ibarra, que a Mourinho no lo ficharon para golear al Granada o al Getafe, con todos mis respetos, o para ganarle al Sevilla o al Valencia, cosa  siempre  de lo más normal, sino para acabar con la hegemonía culé y ganar títulos. Y ya me dirán ustedes.

Claro que de momento tenemos la liga a mano, pensará más de uno. Pero ojo, que los cinco puntos son volátiles; de ellos hay tres muy dudosos con la visita a Barcelona. ¿Y la Champions? ¡Uf!, el horno no está para bollos.

sábado, 14 de enero de 2012

OTRO CLÁSICO DE GRANDEZA


Decimos a menudo que la grandeza del fútbol está en lo imprevisible de sus resultados cuando se enfrentan dos equipos dispares, uno grande y otro pequeño, o cuando se producen remontadas increíbles en pocos minutos.

Pero no nos engañemos, la grandeza de lujo se produce cuando juegan un partido dos grandes equipos. Y en España tenemos la inmensa fortuna de contar con los que sin ninguna duda son los dos mejores del mundo. Y, además, en los que se lucen nueve de los mejores once jugadores del planeta según la FIFA, y a los que entrenan dos de los tres mejores técnicos mundiales. Esto que disfrutamos desde hace ya algún tiempo en nuestro fútbol nunca había ocurrido antes en la Liga. Habría que remontarse a los tiempos de Di Stéfano y Kubala para hallar tanta calidad en los jugadores emblemáticos del Madrid y Barsa, aunque entonces también había en el mundo otros jugadores que incluso les superaban, como era el caso de Pelé. Ahora mismo, la supremacía mundial de Cristiano y Messi, como la de sus equipos, no la discute nadie.

Hace unas semanas comentábamos aquí que esta temporada el Real está siendo más regular que el Barsa en cuanto a resultados, sobre todo fuera de casa, y aun con el repaso que le dieron Pep y sus canteranos en el Bernabéu la tónica continúa igual: a pesar de los tres puntos que se llevaron a su zurrón los blaugranas, los merengues les sacan cinco considerables puntos. Y en éstas llegamos a los cuartos de copa; todo un lujo de eliminatoria.

En principio parecería que a dos partidos los pronósticos se inclinan por los culés, pero en estos momentos hay elementos de análisis suficientes para pensar que las fuerzas están más igualadas que nunca. Por un lado, el Barsa del juego bonito está echando en falta los goles de sus delanteros; salvo Messi, son los medios quienes están enchufándolas, con Cesc de figura goleadora, pero la docena de goles que un Villa en plenitud llevaría a estas alturas de la liga, o la media de Pedro, por ejemplo, son el lastre que le ha hecho perder tantos puntos lejos del Nou Camp. El Barsa sigue jugando bien y dominando a mansalva pero le falta punch a domicilio. Por otra parte tiene una plantilla  mermada con sólo 16 futbolistas disponibles del primer equipo. Les queda, eso sí, la enorme capacidad de Pep para reconfigurar su equipo y reinventar sistemas de juego y su sabia osadía para convertir ocasionalmente en fenómenos a los jugadores del filial. En eso no recuerdo a ningún entrenador en la historia de fútbol que le supere. El Madrid, por su parte, llega embalado a este cruce con una capacidad goleadora ‘in crescendo’, pues al cañón de Cristiano le ha sumado el renacimiento de Benzema y el olfato de Higuaín, Di María, etc. No recuerdo otro Madrid desde el de Di Stéfano, Puskas y Gento con tanta capacidad goleadora tanto en las competiciones internas como en Europa. Si  a ello le sumamos  que pese a algunas distracciones por alto y a balón parado últimamente, es difícil llegarle con claridad y hacerle goles, tenemos a un equipo que dándole la razón a Mourinho, por aquello de sus segundas temporadas, está en disposición de ganar los tres títulos en juego.

Pero  hay dos cosas que sí pueden modificar todos los análisis objetivos. Por un lado la manía que una parte de seguidores blancos asiduos al Bernabéu le han tomado a Cristiano por aquello de ciertas actitudes del luso, que son las mismas por las que le pitan en todos los campos, y por las injustas acusaciones de que se eclipsa frente al Barsa. El Madrid no ha tenido un goleador de la categoría del portugués desde Puskas, además de ser un portento de ambición profesional en todos los sentidos. Y justamente ese extraño divorcio que empieza a aparecer con  bastantes seguidores puede originar una merma en el rendimiento de un jugador tan temperamental; mal asunto en el tramo final de la temporada.

Y, por otro lado, está la comedura de coco que reina entre el técnico y los jugadores blancos, casi complejo de inferioridad, cuando se enfrentan al Barsa. Si D. Xosé no hace inventos raros tácticamente, como acostumbra frente a los azulgranas, y algunos jugadores no sobreactúan indebidamente con pasadas de vueltas, como también sucede, el Madrid tiene muchas papeletas en esta rifa.

Pronóstico incierto tirando para blanco, salvo ‘tonturinhas’.
 

COMO LA CABRA, EL DEL DEDINHO TIRA AL MONTE

Quien iba a refundar el Real Madrid y como ‘vacuna antibarsa’ encandiló a todo el madridismo ya está asomando la patita mercenaria. Hasta tal punto secuestró voluntades que el otrora omnímodo presidente le dio todos los poderes y ahora, desagradecidamente, anuncia ‘urbi et orbe’ que está deseando tomar las de Villadiego; ¡que se largará pronto, vamos! El Madrid sólo ha sido, se trasluce, otro trofeo de caza para su salón.

Ingratitud de quien “señalaba dónde estaba el señorío del Madrid a los madridistas”, en nefanda afirmación de su Presidente; el que pasó de “Ser Superior” –  Butragueño dixit- a “D. Tancredo”, como peaje del nefasto tránsito desde las alturas del mando apoyado por una potente guardia pretoriana: Valdano y Cía., a un indolente dejar hacer, cuan rey bobo, con un valido estilo Antiguo Régimen ostentando el bastón de mando: Mourinho.

¿Qué pensarán ahora las docenas de miles de abducidos seguidores blancos? ¿Habrá rincones suficientes en el Bernabéu y en  miles de barrios y pueblos para que esa multitud de irreflexivos forofos clonados – antes buenos y entendidos seguidores blancos-  se arrebujen para llorar sus penas?  ¿Qué ocurrirá cuando vuelva a Chamartín  “ o fenómeno” portugués al frente de otros colores luciendo gestos narcisistas, corriendo desaforadamente la banda,  haciendo el caballito o tirando de dedito? Porque no olvidemos que cosas por el estilo ha hecho en el Nou Camp mordiendo  la mano que un día le dio de comer. Y me temo que su salida del Real no va a ser tan calladita como fue la del Barsa, porque allí nunca dejó de ser un segundón y aquí vino de superestrella. Ni la del Inter; allí lo ganó todo y aquí parece que el Señor no le ha llamado por ese camino. Ni siquiera la del Chelsea, porque allí le hizo ganar cosas a un club que no acostumbraba. Ni por supuesto la del Oporto; de su tierra salió en figura.  No, del Madrid saldrá ‘escocío’ porque vino como redentor al mejor club del mundo, que ya había ganado todo antes de él, y se irá con más pena que gloria a pesar de haber disfrutado de más poder y medios que ningún otro técnico en la gloriosa historia blanca. Y claro, lo hará dejando en la estacada a miles y miles de cándidos  aficionados a los que increíblemente ha hipnotizado, y a un presidente, que también es un mesías para esos mismos aficionados, que cometió  el enorme e irreparable error de poner  el club a sus pies.

Y cuando eso ocurra, los ‘primaveras blancos’ caerán de su burro y D. Tancredo, si no se ha ido antes y vuelve a ser D. Florentino, sacará a pasear su previsible otro yo, el de la  justificada soberbia en este caso, y le dará algún sartenazo gordo, eso sí, con florentinas palabras. Y el primer atisbo de ello se puede leer entre líneas, ante su asomo de tocata y fuga,  con el reciente y fulgurante anuncio de que el actual seleccionador alemán,  Low, está en el punto de mira blanco. ¿Casualidad? Como diría una amiga,  hace tiempo ya que no creo en los Reyes Magos.

El afán de protagonismo de Mourinho es asombroso. Ahora que ha endulzado el comportamiento y que sus jugadores se han conjurado para encarar el futuro superando  el frustrante complejo blaugrana, que no es poco, y que el Madrid este año es notoriamente superior al del año pasado gracias a su plausible trabajo como buen técnico que es, amén de que el club en general le ha hecho piña, resulta que hay que enredar anunciando en la BBC su deseo de estar en la Premier  pronto. Ya son ganas de liarla ¿O tampoco será casualidad? Ahora que empieza la recta final de los títulos en juego sus palabras no han podido ser más inoportunas ¿Qué influencia tendrán en sus jugadores? Veremos.

Ah¡ y ya sabemos que Arbeloa ni canterano alguno sirven; hay que fichar  brasileñitos o hacer a Coentrao ambidiestro ¿Y si probara a trabajar de verdad  haciendo futbolistas, o reconvirtiendo otros, en lugar de fichar figurines y tullidos? Creo que ni él ni nadie del Madrid se han enterado de que hoy los mejores están en España.  Esto  no es baladí: los galardones y laureles internacionales de nuestras selecciones y jugadores lo demuestran.

Sin ‘dedinhos’ ni peteneras cabrunas, con perdón,  los sabios dedos de notables técnicos españoles lo demuestran a menudo; “repasinhos”  puntuales de Pep aparte.

LA LEYENDA SINFÓNICA QUE NO CESA

 He querido unir en un título remembranzas de dos formas de belleza, la música y la poesía, ambas realizadas con el esfuerzo y el talento humano puestos al servicio del disfrute de todos, independientemente de gustos, colores o ideas. Porque eso es lo que hace el Barsa con su extraordinaria forma de jugar. Será difícil que los amantes de este juego podamos disfrutar en el futuro de un equipo que logre armonizar en el césped tantas cualidades en torno a un balón, con unas reglas determinadas y un buen equipo enfrente; porque todo juega. Realmente se acaban los adjetivos para definir tanta belleza; terminamos antes diciendo que hacerlo mejor es casi imposible; al menos hasta ahora no recuerdo otro equipo en la historia del fútbol que supere al Barcelona actual. Podríamos acordarnos del Madrid de las cinco copas de Europa, de D. Alfredo, de Puskas y Gento; o del Brasil del 70 en el mundial de México con Pelé, Tostao y Gerson;  de la Holanda de D. Johan o del Milán de Sacci; pero también convendremos que, a salvo de gustos, la perfección engranada como denominación de origen del Barsa actual es difícilmente superable. Y lo digo  porque además de que su fuerza reside en un conjunto de magníficos futbolistas a cual de ellos mejor, resulta que en su inmensa mayoría proceden de la Masía, donde los responsables de la cantera azulgrana hacen encajes de bolillos para formar y ‘fabricar’ auténticos clones futbolísticos en lo esencial, al margen de las cualidades singulares de cada uno de ellos. Cuando salen al campo, y esa es otra, vienen todos con la lección aprendida de cómo se juega en este equipo: hasta los tres cuartos de campo a uno o dos toques, con apoyos y triangulaciones constantes, y al llegar cerca del área rival se aceleran los pases hasta encontrar al compañero mejor desmarcado y ‘pa dentro’. Parece fácil, pero todos sabemos lo difícil que es jugar así de sencillo. Ayer en Fukuyama nueve canteranos formaron en el equipo titular y fueron campeones del mundo.

Y de todo lo anterior hay un responsable sobresaliente: Pep Guardiola. Por supuesto que antes que él otras personas tuvieron ese bello sueño y lo pusieron en marcha, pero quien lo ha llevado a su máxima expresión es el joven técnico catalán. Seguramente no es casualidad que él mismo sea también producto de esa filosofía de fútbol basado en mamar su esencia desde abajo. Y tampoco es casualidad el éxito obtenido basado en la fe en su proyecto, como decíamos el otro día comentando su último triunfo en el Bernabéu, pues en Japón volvió a salir con el mismo esquema: tres defensas y de ahí en adelante a tocar y tocar hasta encontrar el hueco. ¿El rival?, a Guardiola le importa sobre todo lo que sus jugadores sean capaces de hacer en el campo con fidelidad a su filosofía futbolística. Como dijo Cesc Fábregas antes del encuentro: “ si el Barsa tiene el balón Neymar no juega”. Y así fue. Una sucesión de maravillas futbolísticas hasta que llegaron los tres primeros goles; luego a seguir disfrutando. ¿Que algunas veces puede salir mal?, ¡claro!, pero lo normal es que salga bien con tantos y tan buenos jugadores de fútbol. Y nosotros, los amantes del fútbol, a disfrutar.

Así que ya pueden ir los agoreros que hablan del fin de un ciclo dedicarse a otra cosa, porque de verdad que de esto saben poco.  Esta gloriosa época futbolística, independientemente de los colores que ame cada cual, se acabará, desgraciadamente, cuando Guardiola se vaya del Barsa, porque si difícil es encontrar un grupo de futbolistas tan buenos en el mismo equipo, más difícil será encontrar a un técnico que tenga la visión y la voluntad de ponerlos y, lo que es más importante, el valor de mantenerlos contra viento y marea, sin importarle que venga de tercera, como ha pasado con algunos de ellos: Busquet y Pedro; de juveniles: Thiago; de segunda: Cuenca; o de ser suplentes en otros equipos, como Piqué;  además de repescar sin falsas soberbias a Cesc; por citar a algunos. Aparte de darle galones a los que ya estaban: Xavi, Iniesta o Messi; no olvidemos que antes de Pep los galones del Barsa los llevaban otros, que parece que lo olvidamos con mucha frecuencia. Para Pep las figuras estaban dentro.

Lo dicho: la leyenda continúa; esperemos que por mucho tiempo, aunque sólo sea por nuestra selección.

LA FUERZA DE LA FE

Cuando se cree en algo con fe, y el esfuerzo se encamina hacia un objetivo siendo coherente con la seguridad mental que te otorga aquella, normalmente se obtiene éxito; y si éste es esquivo siempre te quedará  la satisfacción de haberlo intentado. Esto es lo que debe pensar Guardiola y así se lo tiene grabado a sus jugadores: el convencimiento de que estás haciendo lo que debes y como debes.

Llegaba el Madrid al partido frente al Barca como favorito porque ha galopado excelsamente este año en todos los partidos, dentro y fuera, con la sola excepción de su visita al Levante, mientras que su rival andaba al trote borriquero en los partidos de fuera, salvo en Milán. Y los hechos parecían confirmarlo: antes del primer minuto ya iba por delante en el marcador; mejor imposible. Y, además, con una primera media hora primorosa en su labor de asfixiar al Barsa mientras los de Pep intentaban encontrar su juego; eso sí, fieles a sí mismos y al patrón que les ha hecho ganarlo todo.

Y lo que la lentitud de sus movimientos con los pies le negaba, la fortaleza mental de su fe en su admirado juego les iba dando alas hasta que engarzaron las dos primeras joyas. En la primera apareció Iker pero con la segunda no pudo. Y ahí cambió todo. Quedaban dos tercios de partido y el rumbo del viento varió. Ahora las velas que llevaban empopadas su nave con fuerza eran las azulgranas, mientras que las blancas se desinflaban. Y en la segunda parte apareció San Iniesta para terminar de soplarlas, con la ayuda decisiva de Alves en el papel de extremo cuando su técnico decidió jugar con tres defensas mediada la primera parte. Y ahí termino el clásico. Lo demás son accidentes del juego: el fallo de Valdés en el madrugador gol blanco, la suerte de Xavi en el segundo del Barsa, el fallo de Cristiano en el que pudo ser el dos a dos y hasta el golazo final de Cesc. Lances de un deporte que tiene en el azar, como todo juego, una premisa fundamental en su desarrollo.

Otra cosa son las cuestiones del planteamiento táctico del partido. Nunca me meto en estos análisis por parecerme que hay expertos que lo hacen mejor, pero como viene a cuento de lo que creo que fue decisivo, y así encabezo este artículo, voy a hacer una excepción.

Guardiola planteó el encuentro fiel a lo que es su estilo: tres defensas claros y dos falsos, Alves y Busquet, ganando la superioridad en el medio campo. Y arriba dos flechas, uno en banda y otro por dentro, Alexis y Messi, con el martillo pilón de Cesc entrando como falso delantero centro. Así viene jugando desde que incorporó este año al magnífico canterano exiliado en Manchester.

Mourinho, por el contrario, incorporó una variable incomprensible sacando a Coentrao de lateral derecho. A estas alturas estará rumiando la demostración que le hicieron Iniesta y Cesc de por qué España es campeona del mundo y Portugal no; el primero se lo llevó de calle cada vez que entró por su lado natural y el segundo le hizo una anticipación digna de estudio en su gol. ¿Qué buscaba el portugués con esa innovación? Evidentemente se equivocó. Este es uno de esos detalles que se dice que deciden los partidos entre dos grandes. Pero no el único ni el principal.

La clave estuvo en que el Barsa fue fiel a su estilo desde el principio, aun cuando se le puso la cosa muy cuesta arriba, y que  el Madrid no supo mantener la importante ventaja inicial. Cuando pasó la primera media hora insuperable que siempre tiene esta temporada se le acabó el repertorio. El sábado Mourinho no supo reaccionar y Guardiola le ganó la partida. Así de sencillo.

Se podrían decir muchas cosas más. Que si la cantera le ganó a la cartera con ocho canteranos frente a uno, que  el directísimo juego del Madrid aún está lejos de igualar el mundialmente envidiado juego de toque del Barsa, etc. Pero indudablemente la piedra angular estuvo en la fe del técnico catalán y de sus jugadores. Porque hay que tener mucha fuerza mental para jugarle al Madrid en el Bernabéu con tres defensas, y mucha fe para seguir jugando la pelota, Valdés por ejemplo, después de un fallo tan clamoroso. Y de Xavi qué decir: ¡expertos de pijama y orinal, balón de oro ya!

EL LIDERAZGO DE DON MOURINHO

Tenemos la suerte de contar en nuestro fútbol con un personaje tan controvertido como exitoso entrenador. La pasada semana decíamos que sería difícil encontrar a alguien tan caballeroso como Guardiola en el panorama futbolístico mundial, y ahora es oportuno señalar al portugués como el paradigma de cuantos técnicos aspiran a dorarse al sol de la fama.

Mourinho deslumbró con su Oporto ganando la Champions en base a un fútbol rocoso no exento de ramalazos de calidad. Después fichó por el Chelsea y amparado en los posibles de su millonario presidente ruso elevó el caché del equipo londinense hasta llevarle a un éxito relativo en Inglaterra y al pódium de lo mediático. Fichó a diestro y siniestro sin importarle nacionalidad ni edades y logró acoplar un equipo con el que dio bastante guerra en los campeonatos domésticos sin alcanzar el brillo en las competiciones europeas. Digamos que renunció al estilo que le había llevado al éxito en Portugal, con una plantilla en su mayoría indígena, aglutinando una especie de ONU en el equipo inglés. Y, después, en el Inter hizo una apuesta diferente también a la primera y con menos euros que libras y rublos conformó una plantilla de jugadores de segunda fila y otros de primera venidos a menos con la que alcanzó sus mayores éxitos hasta ahora. Triunfó en Italia y en Europa ganando su segunda Copa de Europa con triplete incluido. Y de Lombardía al corazón de España.

Llegó al Madrid con la aureola de quien es capaz de hacer un equipo campeón a poco que le den libertad para hacer y deshacer a su antojo. Y, además, con el plus para el madridismo de haber eliminado al Barsa de Guardiola en las semifinales europeas el año anterior, aunque fuera como fue: gracias a un gol de Milito descaradamente en fuera de juego en S. Siro y a que en el Nou Camp, con Eto’o de lateral izquierdo, se le aparecieron todos los santos del calendario.

Y hete aquí que a los mandos del mejor equipo del Siglo XX se dedicó el primer año a echarle la culpa a todo lo que se movía por su incapacidad para frenar la hegemonía de los azulgranas. Y tuvo éxito en su cruzada. Secuestró el tradicional buen criterio del Bernabéu para saber cuándo se juega bien o no e hizo “mourinhistas” acérrimos a la inmensa mayoría de los seguidores blancos. Y no sólo eso, sino que hasta hizo acólito de su fe al mismísimo Florentino, hombre prudente y moderado en sus manifestaciones y ahora un ‘hooligans’ más; casi podría enfundarse una camiseta y enarbolar banderas con los ‘ultrasur’. Su frase de que “Mourinho nos ha señalado lo que es el señorío del Madrid” se podría poner en el Museo de los Despropósitos del fútbol. Ni el luso podía llegar a más ni un presidente del Madrid a menos.

¿ Y qué ha ocurrido para llegar estos extremos? Pues que Mourinho no sólo es un buen entrenador, cuestión ésta que está fuera de toda duda, sino que es, ante todo, un líder. Su capacidad de liderazgo es también sin margen para el error su principal virtud como entrenador. Sus jugadores le defienden siempre aun cuando no le duelen prendas para echar a la hoguera al que no ejerce en el campo y fuera de él como les dicta. Lo prueba que  le añoran en los equipos por donde ha pasado. Y no sólo ocurre esa rareza en sus jugadores, sino que su enorme capacidad de influencia secuestra también la voluntad de sus dirigentes. En el Madrid, sin ir más lejos, ha logrado que los directivos e incluso los periodistas afines se aprendan su catecismo y lo repitan con gran aplicación y esmero. Es un hombre orquesta; se ha quedado con todo el poder.

Y ahora estamos en su segunda temporada, la de los éxitos, según él mismo pontifica, y en verdad que lleva camino de demostrarlo. El Real hace un juego primoroso apretando de un modo descomunal desde el principio de los partidos, es líder destacado en la Liga y asusta a todos con su enorme eficacia. Este año el Madrid lo puede ganar todo. Pocos dudan de que es el máximo favorito en todas las competiciones, máxime cuando el Barsa anda en horas bajas.

Mourinho es un gran líder, otra cosa es lo que ocurre cuando deja un equipo. Normalmente no levanta cabeza. Esa es la otra cara de la moneda.   

DON JOSÉ GUARDIOLA

Será difícil encontrar en el futuro un técnico que consiga alcanzar sus éxitos al frente de un equipo de fútbol español; y en nuestro pasado no existe.

Y será difícil aglutinar en la misma figura, dentro y fuera de nuestras fronteras como entrenador y antes de jugador, a un hombre que eleve la caballerosidad a su máxima expresión sobre la base del triunfo con mayúscula. Guardiola lo ganó todo con su equipo en el terreno de juego con el 4 a la espalda dentro y fuera de España. Y lo ha vuelto a hacer, superándose extraordinariamente, como técnico. Y en la selección nacional ganó el oro olímpico en su ciudad, ¡qué suerte!, y no alcanzó mayores cotas porque le tocó vivir una de las muchas etapas futboleras en las que nuestro equipo de todos sucumbió ante el infortunio. La selección en la que él jugaba era un equipazo pero le faltaba eso que ahora sí nos ha acompañado, la suerte, porque mimbres tenía, como la actual, para haber hecho historia en el fútbol mundial.

Recuerdo sus gestos y gritos de satisfacción enormes cuando en compañía de Quico, Ferrer, Alfonso y demás, ganaron la final de las Olimpíadas de Barcelona. Y, por el contrario, la tristeza de su rostro, junto a la de Hierro y otros, en tantas frustraciones compartidas en Eurocopas y Mundiales por nuestros internacionales.

Jugador  tesonero, de calidad y nervio, jugando normalmente a un toque, sin rehuir el choque, pero sin una entrada alevosa, que yo recuerde. De morro caliente cuando se trataba de defender a sus compañeros y, paradójicamente, el primero en felicitar al contrario por su victoria. Capaz de pararse a aplaudir a un compañero cuando hacía algo inaudito, como Ronaldo, y capaz, también, de cultivar y mantener grandes amistades personales con sus rivales más directos, como en el caso de Raúl.

Capaz de irse de su equipo de siempre a jugar al extranjero cuando sintió que no tenía el cariño de sus dirigentes, sin un mal reproche, y de volver después a empezar desde lo más bajo entrenando al filiar de 3ª división.

Aprendió mucho de D. Johan, como él mismo dice, y de tantos otros buenos entrenadores de categoría mundial que le dirigieron, y no tuvo tampoco el menor empacho en vestirse de humildad, un traje que nunca le falta en su armario, y pasarse varios meses en Murcia viendo como entrenaba Lillo al Ciudad para seguir formándose.

Y con el valor suficiente para debutar en el Barsa, siendo de la casa y viniendo de ascender al filiar de 3ª a 2ª B, para dejar en el banquillo a Messi, a Touré Yayá y a Keita, después de haber largado a Ronaldinho y a Deco, y sacar de titulares a Busquet, Pedrito y a Piqué, dos que subió del tercera división y uno que siendo de la cantera venía del segundo equipo del Manchester U. Y los bemoles de aguantarlos perdiendo el primer partido en Soria y empatando el segundo con el Racing en casa; hasta que no ganó en Gijón, en la siguiente jornada, no cambió esa situación. Claro que, a esas alturas, ya todos sabían quien mandaba en un vestuario que se había convertido en una casa de fulanas sin amo en los últimos tiempos.

Esta misma temporada, con un Madrid por delante asustando con su espléndido juego, ha tenido los redaños de empatar dentro con el Sevilla e ir a Granada a muerte dejando en el banquillo a Villa y a otros, y repitiendo a Cuenca, otro chaval de la cantera. ¿ Se imagina alguien a otro entrenador- sin señalar- que tenga el valor de dejar a una figura en el banquillo, Benzema o Higuaín, por ejemplo, para sacar a Morata en esas circunstancias? ¡ Ni loco!.  Y le salió bien. Algunos achacan esas cosas a la suerte o a los árbitros, pero las cosas son más sencillas. Simplemente se trata de tres atributos: vista, valor y ‘buevos’.

Lo ha ganado todo con su equipo y sigue con la humildad de alabar a sus máximos rivales y de reconocer a otros técnicos, entre ellos al del ‘caballito’ en Valencia, como los mejores del mundo. Aún no se le ha escuchado una arrogancia en sus horas de triunfo. Dice que gana porque sus jugadores son muy buenos.

Pero todavía en muchos foros se le sigue llamando de todo menos bonito. Dicen que finge humildad. ¿ Qué dirían de D. Xosé, si vistiera de azulgrana?  

EL FUTBOL EN LA ECONOMÍA ACTUAL

Parece que determinados sectores  del panorama futbolístico español quisieran vivir ajenos a cuanto sucede a su alrededor. Nuestro deporte es permeable a las circunstancias sociales y económicas que le rodean, y no verlo así es empecinarse en cometer errores de gestión y de análisis.

Veamos el ejemplo de la Selección cuando se le critica por acudir a jugar partidos amistosos con el acicate de jugosos contratos. Es verdad que se podrían planificar mejor cuando los equipos que la surten andan inmersos en varias competiciones coincidentes, con partidos entre semana y compromisos serios a la vista, pero también es cierto que  se podrían jugar esos encuentros con jugadores menos cargados de partidos. Se podría objetar que la Selección se juega su honra y debe ir con los mejores, pero que pruebes en primera línea a algunos de los que habitualmente son suplentes o están en las quinielas de siguientes convocatorias  tendría un doble valor. Por un lado se pueden ir viendo opciones de futuro y, por otro, siempre habría alguna justificación real a que el juego de la campeona del mundo no fuera todo lo brillante que se le exige; circunstancia que ocurre, de todos modos, cuando la motivación de los titulares no es la idónea, como ocurrió en Costa Rica. No nos engañemos, el dinero que la Federación Española obtiene en esos encuentros es importante y sería de tontos no aprovechar el momento, como importante también sería aclarar su buen uso.

Otro ejemplo son los criticados nuevos horarios de la Liga y el afán por el dinero. La mayoría de los clubes de primera división están en suspensión de pagos cuando no en quiebra técnica. Si se desmaquillaran algunos balances se vería lo anterior en toda su crudeza. Fijémonos en los grandes. El Madrid anda en más de 600 M de euros de deuda reconocida, siendo quien más ingresa del mundo; pero claro, también es el que más gasta. El Barsa anda en una situación parecida, pero con unas perspectivas mucho mejores. Tiene a favor que su fábrica de materia prima, La Masía, está en disposición de generarle cada año dos o tres buenos jugadores para el primer equipo y eso supone, a la larga, como mínimo un ahorro medio de unos cien millones de euros por temporada en fichajes. El Madrid, por el contrario, tiene que prever ese gasto para seguir ‘cebando la bomba’, en términos de su presidente. Y claro, por ello, D. Florentino tiene que echar mano de su capacidad de gestión e inventarse algún que otro pelotazo económico como el que se avecina en la próxima remodelación del Bernabéu en connivencia con los poderes públicos. Ya lo hizo una vez con la vieja Ciudad Deportiva para salvar al equipo blanco de la ruina, lo que ocurre es que varios años después la deuda es otra vez de pasmo. Añadiendo que su política deportiva es lo más lejano a basarse en el producto propio tiene que preparar en cada presupuesto un dineral escandaloso para fichajes. Y se va quedando sin conejos que sacar.

Y para qué hablar de otros equipos como el Valencia, Español, Zaragoza o Atlético de Madrid. Todos sabemos las telarañas y trampas que agujerean sus alforjas.

El Betis vivió muchos años de la cartera y las ocurrencias de ‘D. Manué’ ,y ahora vaga a la deriva. El Sevilla del acierto de su Secretaría Técnica en  fichajes y cantera; ahora ordeña de nuevo vacas flacas, por eso Del Nido, su singular presidente, tiene el grito en el cielo con la pasta de la tele. El Villarreal, mientras el Sr. Roig las ponía y gestionó bien lo deportivo iba de gloria, ahora, cuando se trata de vivir de lo que se genera, resulta que las ratas no son conejos y también andan exaltados; algo les salva  el haber hecho una buena política de cantera. Del ‘Depor’ no hablemos, y de los norteños, salvando al Bilbao por su envidiable singularidad, la misma ruina.

En Murcia y Cartagena, mientras las pongan el Sr. Samper y el Sr. Gómez habrá fútbol profesional. Pero aquí hace tiempo que nos cargamos las canteras y así nos luce el pelo. Cuando se ha querido vivir de nuevos ricos hemos arruinado los clubes sin pasar de la mediocridad.

En resumen, que el fútbol, tal y como está montado, o mira hacia el dinero de la publicidad de los países emergentes y hacia la cantera o a medio plazo será insostenible. Al tiempo.

RODRIGO

¡Cómo juegan estos chicos! El otro día tuve la enorme fortuna de ver jugar a la Selección sub 21 de España. Como soy un vicioso del fútbol disfruté como un cerdo en un charco. Qué manera de jugar; qué forma de pasarse la pelota, de desmarcarse, de hacer paredes, de dar el balón en ventaja para el compañero, de llevar la pelota cosida al pie con la vista levantada, de aprovechar las ocasiones, de hacerlo fácil o de lujo, según el momento, en definitiva, qué forma tan sencilla de interpretar este juego que otros hacen tan complicado. Y es que, cuando se sabe qué hacer con la pelota y a lo que se juega, todo es más fácil. La cosa se complica cuando en lugar de tocar el balón se le maltrata, o cuando para dar el balón de cara o con ventaja se prefiere el arabesco, en el caso de los ‘figuritas’, o, sencillamente, no se sabe hacer. Es decir, cuando no se sabe jugar o cuando por muchas capacidades físicas y técnicas que se tengan nunca se llegará a nada porque quizás se olvida que el fútbol, como cualquier otro deporte de competición, requiere de cabeza, tronco y extremidades, pero, ¡ojo!, por ese orden.

Y disfruté viendo a varios futbolistas jóvenes en nuestra selección que están llamados, sin duda, a ser grandes figuras a nivel mundial a poco que la suerte les acompañe, que ésta también juega. Y de entre ellos, no porque jugaran mucho mejor que sus compañeros sino por lo que tienen de vidas paralelas, me fijé especialmente en dos, en Rodrigo y en Thiago.

Ambos tuvieron una infancia común en Vigo, por la gran relación que había entre sus padres, y jugaron mucho a la pelota juntos. Después tuvieron la enorme fortuna de formarse en las canteras de los dos mejores equipos españoles, Rodrigo en el Real Madrid y Thiago en el Barcelona. Viéndoles jugar empecé a imaginar la de veces que de niños se pasarían el balón en la húmeda Galicia, y la de discusiones y alegrías que tendrían con un balón de por medio. Y, también, la de veces que seguramente juntos soñarían despiertos con llegar a ser alguien en esto del fútbol. Después, por los avatares de la vida, sus caminos tomaron rutas diferentes y acabaron siendo máximos rivales luciendo colores enfrentados. Pero afortunadamente, para quienes nos gusta el fútbol con mayúscula, la selección española los ha vuelto a unir.

Mientras veía a Rodrigo meter un tres en uno – qué manía con usar el inglés para decir que fulanito ha marcado tres goles en un partido-, y a Thiago hartarse de recitar fútbol como si se tratase de poesía, seguí pensando en la distinta suerte de ambos siendo los dos tan grandes. El hijo de Macinho jugador del primer equipo del Barsa, y ya jugador de la selección campeona del mundo, y Rodrigo marcando goles en el Benfica portugués porque en ‘su Madrid’ ni flores; no llegó a debutar.

Y claro, me puse en el lugar del delantero centro de la Sub 21 y en lo que pensará cuando vea a su íntimo amigo jugando al máximo nivel tanto en el club de sus sueños como en la selección que es envidia de todo el mundo. Y no me costó mucho trabajo pensar, como seguramente él, que en su día tomo la decisión equivocada, que en lugar de irse al Madrid debió marcharse con su amigo Thiago a la Masía. Quizás hoy jugaría con seis o siete de los mejores jugadores del mundo, todos ellos canteranos del Barsa.

Y puesto a seguir pensando me vinieron varios interrogantes que hace tiempo contemplo. ¿Tiene mucho que envidiarle Javi García a Khedira? ¿ Y Mata a Ozil? ¿ Qué hubieran hecho en el Madrid Negredo o Soldado si les hubieron dado las mismas oportunidades que a Higuaín, por ejemplo? Recordemos que al argentino, buen jugador sin duda sobre todo en el desmarque, le dieron toda la confianza durante dos temporadas seguidas cuando necesitaba de diez oportunidades para hacer un gol. Y así podríamos poner varios ejemplos más en el último decenio.

Rodrigo, cuando se vuelva para Lisboa, irá soñando caminos de la luna pero ninguno de ellos será blanco. Rodrigo, gran delantero, siempre pensará que una vez equivocó sus pasos. Y con él, cuantos canteranos madridistas siguen o no en Madrid. Todo lo contrario de sus colegas del Barsa, para quienes sus sueños lucen orgullosos de azul y grana.   

UN GRAN ESPECTÁCULO Y LAS TONTUNAS DE RIGOR

El partido entre el Cartagena y el Murcia fue, ante todo, una gran fiesta del fútbol. Con dos aficiones entregadas a sus colores animando  y abucheando las celebraciones de las contrarias, como debe ser, que esto es un poco la salsa del fútbol, y sin ninguna alteración mencionable en las gradas. Así da gusto. Y es que, cuando se plantea el fútbol como una fiesta alcanza tales cotas que lo hace el mayor espectáculo deportivo.

Asistí al partido acompañado de mis hijos y mi nieto, junto a mis entrañables amigos María y Antonio con sus respectivos hijos, gracias a las  entradas correlativas que pude conseguir por la mediación de mi colega de mesa y mantel Ángel García, de la peña de los miércoles, y su eficiente Milagros. Nosotros pimentoneros y ellos muy del Efesé, con sus camisetas y banderitas blanquinegras animando a su equipo; ellos disfrutaron en la primera parte y nosotros en la segunda. Después, comida de confraternización y un garbeo por el precioso puerto que cantara Cervantes, que estaba atestado y parecía una feria. Por cierto, felicidades a los cartageneros por su nuevo y magnífico Auditorio. Cartagena estaba el domingo preciosa y en sus muelles había dos trasatlánticos, uno de ellos tan enorme que es el segundo mayor del mundo. Viendo esas cosas se aprecia el enorme salto cualitativo que ha dado la ciudad en los últimos lustros.

Volviendo al partido de la máxima rivalidad regional, tuve ocasión de saludar a muchos amigos de Murcia y Cartagena que andaban mezclados por el graderío y disfrutando, como todos, de una buena mañana futbolera. Repito, qué gran espectáculo y qué ejemplo tan estupendo de madurez y educación dieron unos y otros festejando cada cual el buen juego de sus equipos en sana paz y armonía. Dos equipos en los que se adivinan   mimbres suficientes para hacer una buena temporada si la suerte acompaña. Al final de la contienda me acordaba de las veces que en la vieja y en la nueva Condomina nos visitaban equipos grandes que llegaban tres veces a puerta y nos hacían dos goles dejándonos con cara de pardillos. El Murcia había tirado quince córner y un sinfín de faltas, dominando durante casi todo el partido  y jugando mejor, pero al final los puntos se iban para Madrid o Barcelona, por ejemplo. Porque eso fue lo que pasó en el Cartagonova. Y no digo con ello que haya tanta diferencia entre uno y otro, pero eso es lo que pareció. El Cartagena dominó durante muchos minutos, es verdad que con más corazón que cabeza, y marcó primero, pero el Murcia en dos jugadas a balón parado se llevó los tres puntos. El Real Murcia fue, en esta ocasión, el equipo grande. Así es el fútbol muchas veces.

Y, finalmente, llegamos a las irremediables tontunas que también se vivieron en torno a este partido. Podríamos recordar el título de aquella película de pistoleros: “El bueno, el feo y el malo”. El lado bueno sería lo  comentado sobre el ambiente que se vivió dentro y fuera del estadio, y la docena larga de jugadas de calidad que se vieron en el partido por parte de los dos conjuntos; el feo fue, sin duda, el culo que un seguidor murcianista enseñó por la ventanilla de uno de los autobuses que llevaron a los peñistas al llegar a las inmediaciones del campo, a cuyo escatológico propietario habría que decirle aquello que de tal culo tal carita; y el malo, también sin discusión, el ‘figura’ del Murcia que se vanaglorió de haberse reído de los contrarios y de su afición de parte de los aficionados propios. Pero en este caso con un añadido de tontuna galopante, pues se trata de un profesional que debería de cuidar más sus expresiones. Habría que recordarle a este jugador, a quien su carrera no le dará para jugar la Champions, que es preferible hablar poco y pasar por tonto que hablar demasiado y confirmarlo. Lo peor es que días después unos dirigentes de peñistas granas hablan de homenajearle. Desgraciadamente los descerebrados abundan. Imaginemos que un día algún inocente pagara por ello sin merecerlo. Entonces lamentaríamos estas gilipolleces y, claro, nadie se responsabilizaría de ellas.

 Y también estuvieron los de la pancarta de que Cartagena no es Murcia. Seguramente, a estos lumbreras les caerá mal cuando algunos barcelonistas, por comparar, dicen que Cataluña no es España. Pues eso, que la estulticia va por barrios.

LA FAUNA DEL FÚTBOL

En un deporte profesionalizado como es el balompié, donde abundan quienes se arriman a él con el afán de levantar unos duros, nos encontramos con una fauna variopinta que hallan en cualquier tema, o mejor, en cualquier asunto trivial, por generalizado, causas para subrayar su supuesta mayor enjundia.

 Por ejemplo, cuando Jorge Valdano, que fue tan buen jugador como técnico, alumbró su famoso aserto de que “el fútbol es un estado de ánimo”. Toma claro, como en cualquier otra cosa de la vida; cuando venimos de una serie de cuestiones favorables parece que la siguiente la abordamos con tanta seguridad que tenemos la mitad del éxito conseguido. Pero esta frase ha pasado de comentario anecdótico a categoría filosófica, y tras él la han repetido hasta la saciedad muchos componentes de esa fauna a la que antes me refería.

Al contrario del anterior, alguien como Di Stéfano, mejor jugador y técnico, hizo fácil de palabra lo que también hiciera fácil jugando: “ el fútbol es un juego donde compiten once contra once y se trata de meter la ‘vieja’ en el arco del portero que menos conozcas”. Cortitas y al pie –como también diría- en lo referente a hacer filosofía con los simples avatares de un juego.

Otra evidencia la tenemos con determinados conceptos que ahora se repiten cansinamente en cualquier retransmisión o crónica futbolera; verbigracia: “jugada de estrategia”. Oiga, mire, la estrategia no se ensaya, se planifica. Usted podrá ensayar la táctica y su despliegue en el campo, las jugadas a balón parado y el movimiento y situación de sus jugadores en estas ocasiones, pero difícilmente lo que planificó a principio de temporada contando con los medios de que disponía: jugadores, presupuesto, objetivos, etc. Es decir, de dónde parte, con qué medios cuenta, dónde quiere llegar y alternativas para corregir desviaciones de sus propósitos. Y a muchos especímenes de la fauna aludida se les llena la boca hablando de jugadas de estrategia en lo que simplemente son el saque de un córner, de banda o un golpe franco. Ya me dirán ustedes qué estrategia supone disponer de un futbolista que le pegue bien al balón en estas circunstancias. Pero es que, en el paroxismo del absurdo,  hasta un gol de penalti lo elevan a la categoría de estrategia. Y en esa fauna hay desde antiguos futbolistas a técnicos devenidos en comentaristas y periodistas por doquier.

Podríamos poner múltiples ejemplos, pero la grandeza del fútbol está en su simpleza y en la enorme influencia que el azar tiene en su desarrollo. Luego, hay peculiaridades generalistas que se repiten temporada tras temporada. Como diría el inolvidable Dr. Ripoll, la tabla es la que manda, hay que llegar al balón antes que el contrario, el coraje no tiene sustitutivo, y si no te meten ningún gol normalmente debes puntuar. Así de fácil.

Pero claro, la sencillez es característica esencial de los genios, y en la fauna aludida no abundan. Recuerdo la anécdota que refería el admirado maestro Ibarra, respecto a la pregunta que le hacía un ‘intrépido’ periodista a un entrenador del Murcia después de ganar por siete a cero en la vieja Condomina: “ ¿ Eusebio, contento?”. Lo más lamentable es que al corral futbolero han acudido gentes supuestamente ilustradas y en general no han traído más que tópicos, irrelevantes evidencias técnicas y conceptos terminológicos rayanos en la ramplonería desinformativa.

Cuando se publiquen estas líneas habrá transcurrido otra jornada de liga y las certidumbres estarán en lo de siempre. Habrá media docena de entrenadores en la cuerda floja por las urgencias y la montaraz memoria reciente que lo rige; se habrá jugado el Cartagena-Murcia y otros partidos, y los medios repetirán lo consabido, que si uno jugó mejor pero no tuvo fortuna, que si el otro ganó con justicia, y que si el de más allá por tal camino se encamina hacia la gloria o el abismo. Pero los de la fauna se empeñarán en evangelizarnos con sus ‘sagaces’ hallazgos.

Escucharemos que Guardiola le dio caña a Mourinho porque dijo que el Madrid ya jugaba de escándalo el año pasado, y que con Pellegrini también lo hacía bien; los sacapuntas de siempre tornando un halago en rejón.

Esto del fútbol es como cuando en los toros escuchamos que al toro hay que hacerle las cosas bien. ¡Joder!, pues claro. Los ‘genios’ deberían traducir en fácil lo que es sencillo. Y más quienes en esta fauna han vivido, viven o pretende vivir de él. 

DEDINHO, O LA DUCHA ESCOCESA

Quien iba a refundar el Real Madrid y como ‘vacuna antibarsa’ encandiló a todo el madridismo ya está asomando la patita del agua fría  diciendo que pronto se largará. Después abre la caliente con que se queda. Al pronto otra vez fría pidiendo fichajes y abroncando a jugadores, sobre todo si son españoles, y el acabose si canteranos, y después la caliente dándole besitos a los chicos con cara de bueno y asegurando que no vendrá nadie ‘nhuevo’. Ingratitud mercenaria.

Ingratitud de quien “señalaba dónde estaba el señorío del Madrid a los madridistas”, en nefanda afirmación de su Presidente; el que pasó de “Ser Superior” –  Butragueño dixit- a “D. Tancredo”, como peaje del nefasto tránsito desde las alturas del mando apoyado por su guardia pretoriana: Valdano y Cía., a un indolente dejar hacer, cuan rey bobo, con un valido estilo Antiguo Régimen ostentando el bastón de mando: Mourinho.

¿Qué pensarán cuando se vaya las docenas de miles de abducidos seguidores blancos? ¿Habrá rincones suficientes en el Bernabéu y en  miles de barrios y pueblos para que esa multitud de irreflexivos forofos clonados, otrora entendidos aficionados,  se arrebujen para llorar sus penas?  ¿Qué ocurrirá cuando vuelva a Chamartín  “ o fenómeno” portugués al frente de otros colores luciendo gestos narcisistas, corriendo desaforadamente la banda,  haciendo el caballito o tirando de dedito? Porque no olvidemos que cosas por el estilo ha hecho en el Nou Camp mordiendo  la mano que un día le dio de comer. Y me temo que su salida del Real no va a ser tan calladita como fue la del Barsa, porque allí nunca dejó de ser un segundón y aquí vino de superestrella. Ni la del Inter; allí lo ganó todo y aquí parece que el Señor no le ha llamado por ese camino. Ni siquiera la del Chelsea, porque allí le hizo ganar cosas a un club que no acostumbraba. Ni por supuesto la del Oporto; de su tierra salió en figura.  No, del Madrid saldrá ‘escocío’ porque vino como redentor al mejor club del mundo, que ya había ganado todo antes de él, y se irá con más pena que gloria a pesar de haber disfrutado de más poder y medios que ningún otro técnico en la gloriosa historia blanca. Y claro, lo hará dejando en la estacada a miles y miles de cándidos  aficionados a los que increíblemente ha hipnotizado, y a un presidente, que también es un mesías para esos mismos aficionados, que cometió  el enorme e irreparable error de poner  el club a sus pies.

Y cuando eso ocurra, D. Tancredo, si no se ha ido antes y vuelve a ser D. Florentino, sacará a pasear su previsible otro yo, el de la  justificada soberbia en este caso, y le dará algún sartenazo gordo, eso sí, con florentinas palabras. Y el primer atisbo de ello se puede leer entre líneas, ante su asomo de tocata y fuga,  con el reciente y fulgurante anuncio de que el actual seleccionador alemán,  Low, está en el punto de mira blanco. ¿Casualidad? Más bien suena a choque de egos, que  son tremendos por cierto.

El afán de protagonismo de Mourinho es asombroso. Ahora que ha endulzado el comportamiento y que sus jugadores se han conjurado para encarar el futuro superando  el frustrante complejo blaugrana, que no es poco, y que el Madrid este año es notoriamente superior al del año pasado gracias a su plausible trabajo como buen técnico que es, resulta que hay que enredar anunciando en la BBC su deseo de estar en la Premier  pronto o  trasluciendo que gana él y pierden los jugadores. Ya son ganas de liarla. ¿O tampoco será casualidad? Ahora que empieza la recta final de los títulos en juego sus palabras no han podido ser más inoportunas ¿Qué influencia tendrán en su plantilla? Veremos.

Ah¡ y ya sabemos que  ni Granero ni Arbeloa ni canterano alguno sirven y que Albiol deberá hacer las maletas; hay que fichar  brasileñitos o hacer a Coentrao ambidiestro ¿Y si probara a trabajar de verdad  haciendo futbolistas de abajo, o reconvirtiendo otros, en lugar de fichar figurines, tullidos y representados de amiguetes? Creo que ni él ni nadie del Madrid se han enterado de que hoy los mejores están en España: los galardones internacionales de nuestras selecciones y jugadores lo magnifican.

Sin ‘dedinhos’ ni peteneras, los sabios dedos de algunos técnicos españoles muestran a menudo el verdadero  señorío; “repasinhos”  puntuales de Pep aparte.
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