miércoles, 28 de enero de 2015

LA REBOTICA

Como en antiguas farmacias, en la trastienda del fútbol hay de casi todo. Opiniones para todos los gustos, lo primero. Y no solo de los aficionados, lo cual además de muy natural es la salsa que mantiene el interés general por este deporte, sino que entre los propios profesionales es la moneda común hasta parecer que han visto partidos o jugadas diferentes cuando se refieren a lo mismo. Y no digamos ya de las filias y fobias que cada cual lleva en sus alforjas futboleras. Me refiero no solo a las también muy naturales querencias por unos u otros colores, sino a los intereses poco románticos que les mueven a ello.

Un ejemplo lo hemos tenido esta semana con el tal Pedrerol, dándole caña a Ramos porque ha osado rechazar el primer intento que el Madrid le ha puesto encima de la mesa para renovar. Y es que, ¿cómo osa el sevillano de Camas despreciar al Capo di Tutti blanco? Cuando don Florentino quiere algo solo cabe decirle sí o sí, si estás bajo su nómina, o hacerle la pelota en público para que te mejore algo su oferta. De lo contrario echará mano de sus fieles para hacértela llegar de modo que no la puedas rechazar o te dará puerta. ¿Les suena de alguna película inolvidable? Pues eso. Y es cuando aparece cualquier Luca Brassi a modo – en este caso el periodista citado – para torcerle la voluntad al díscolo. Solo se le pueden resistir dos. Cristiano, que no lo trajo él al Madrid por mucho que quiera subirse a su chepa, o aquel que sea vital para sus intereses particulares en el extranjero en el momento de cualquier controversia. Que desde hace unos meses, como advertimos, ahora están por Centro y Suramérica.  

 Anda Sergio, bonito, firma lo que te pongan porque de lo contrario pasarás de héroe a villano en pocos meses; los que van de la final de Lisboa a que te piten en el Bernabéu los paniaguados del presi. ¿Será listo el tío, como hemos reiterado desde aquí? No solo ha convertido la primera marca de la España deportiva en el dpto. de relaciones públicas de sus intereses económicos, con la aquiescencia de la mayoría de aficionados merengues de siempre, sino que es el presidente de mayor aceptación popular en el madridismo con todo lo que ha llovido en su mandato, que tantas veces también hemos señalado, y lleva camino de convertir su presidencia en vitalicia. Todo un portento, que hasta el mismísimo y  controvertido Berlusconi debería analizar para su provecho.

Enfrente, parecido. Por Barcelona ya andan buscándole recambio a Luis Enrique porque seguramente no es simpático con ciertos estamentos, o dócil con los gerifaltes; si nos fijamos en aspectos meramente deportivos, a estas alturas no hay motivos para ello. El asturiano, que nunca ha sido  simpático, está buscando la forma de superar las carencias de un modelo de juego muy definido desde años pero que hace aguas, hace tiempo también, en cuanto un equipo rival se le encierra descaradamente con acierto; si se le abren un poco lo normal es la goleada. Y también busca oxigenar y nuevos talentos, como otrora hizo Guardiola.

Pero bajan muy revueltas las aguas por can Barça, y quizás el oportunista Bertomeu necesite hacer un fichaje de relumbrón para el banquillo, como modo de revalidarse ante la afición, ya que todo lo que tiene es heredado del fugado Rosell y con lo de la FIFA no tiene margen.  ¿Modo de preparar la coartada? Lo mismo, utilizar los medios de comunicación más afines, por lo que sea – que casi nunca es bueno-, y aprovechar cualquier mal resultado. Aunque haya que echarle la culpa al indiscutible liderazgo de Messi.   

Son solo dos ejemplos de los entresijos que guarda la trastienda de nuestro fútbol. Y de tópicos también está lleno. Algunos son nuevos, como las manías de usar términos ingleses para señalar hechos que tienen denominaciones múltiples en nuestro rico idioma, o echar mano de los manuales militares o empresariales para definir jugadas, que no vamos a repetir por cansino, pero muchas otras cuestiones son las de siempre.
El árbitro no vio agresión en el comportamiento de Cristiano en Córdoba, o le perdonó varias tarjetas a jugadores barcelonistas en Elche. ¿Y por qué? Los viejos aficionados lo sabemos de memoria. El viento siempre ayuda a los barcos de más vela. ¿O no?


Por cierto, qué alegría lo de Torres para Del Bosque. Y para millones de compatriotas. 

viernes, 23 de enero de 2015

EL PROVOCADOR FRANCISCO

La sencillez es la virtud del que no tiene otra; como la humildad. La cercanía es propia de los vulgares; como la mediocridad. Y la elegancia en la discusión es sinónima de debilidad, cuando no de cobardía. El Papa Francisco parece un paradigma de todo ello.

Sus afrentas demagógicas

Porque decir que la pobreza actual en el mundo es producto de la  modernidad es una bofetada a quienes han propiciado la sociedad del bienestar. Y que es necesario denunciar todos los abusos, empezando por los propios sin reparar en sus consecuencias, es de inconscientes. Hablar de caridad es de bajeza de miras. Y de falta de libertad, en los tiempos que corren, de ingenuos.

En definitiva, manifiesta su demagogia cuando se ampara en las desigualdades sociales como causas de los comportamientos indeseables que demasiadas veces sacuden nuestra sociedad; la que de verdad abandera la justicia. Y lo mismo cuando proclama que el paro, y por supuesta la pobreza, preceden a la indignidad personal y social, sin caer en que es algo consustancial e inevitable con el avance tecnológico y con la ausencia real de voluntad de trabajar en muchos, porque el mundo moderno que nos hemos dado conlleva desgraciadamente esos detritus.

Es muy fácil criticar a los poderosos cuando se es también muy poderoso liderando a una institución híper piramidal, como la Iglesia Católica, con dos mil años de historia; la única con esa antigüedad en el mundo. Y se permite la suficiencia, desde tal fortaleza, de permitir cauces de expresión a temas tan cerrados hasta ahora en la misma como el celibato o el acceso de la mujer al orden sacerdotal; pura condescendencia.  

Sus últimas palabras

Por todo ello, es capaz, al mismo tiempo, de condenar los crímenes cometidos bajo determinadas banderías religiosas, exigiendo a sus líderes que hagan le secunden; y de mostrar cierta comprensión con quienes atentan contra la libertad de expresión comparándolos con la de quienes lavan cualquier afrenta a su madre con un puñetazo en el rostro del ofensor, por aquello de que toda libertad tiene un límite. Y se permite hablar, desde tal altivez, de caridad, de justicia, de generosidad, de lucha por las igualdades, de la defensa de la familia, o de respeto a cualquier creencia religiosa como uno de los valores íntimos del género humano etc.; además de criticar cualquier tipo de corrupción y de señalar los escándalos que generan como el peor de los pecados. Y de la mentira. ¡Ay, las mentiras de tantos demonios envueltos en ropajes variopintos! Provocación en estado puro.

Humildad y elegancia

¿Qué se habrá creído?, se preguntan algunos desde alturas parecidas, o asimilables, cuando se sienten aludidos. Como otros muchos desde la calle más ramplona.

Pero en esto, viene alguien y te dice:

  • -         Sí, sí, lo que tú quieras decir y la voluntad que tengas de engañarte, pero reconocer que demasiados mandos intermedios de la inmensa  institución que preside han cometido abusos de todo tipo, sexuales incluidos, consentidos y amparados también en demasiadas ocasiones por altos responsables de la misma; y pedir perdón por ello y por todos ellos, tomando medidas tajantes inmediatas y denunciándolos ante la justicia humana, aparte de ocuparse personalmente de algunos de ellos – lo de Granada es un ejemplo-, denota una valiente humildad institucional, social y personal que tiene escasos parangones en el mundo.


Y te paras a pensar. Y antes de que reacciones, añade:

  • -         Y tener la vergüenza de señalar los errores históricos de su Iglesia a lo largo de los siglos,  con especial mención a las guerras por motivos religiosos que provocaron, amén de denunciar las torturas y los crímenes públicos execrables cometidos en aras de la pureza de la fe de sus fieles; antes de criticar el terrorismo parisino en nombre del Islam, por ejemplo, es de una elegancia también sin parangón en el panorama social y político que nos rodea.


Entonces te caes del burro. Y al principio como encogido, pero luego a todos los vientos, gritas hacia tu alrededor:

  • -         ¡¡ Por qué no habrá más provocadores de este tipo en el mundo!!


La esperanza de su ejemplo

Y quien te escuche desde la decencia; católico o no, cristiano de cualquier creencia, musulmán, judío, budista, ateo, agnóstico, etc., o cuarto y mitad; así como muy de derechas, de derecha simple, de centro, de izquierdas, de extrema izquierda o de medio pensionistas del mundo unidos, pensarán contigo, y muchos lo gritarán también:

  • -         Con provocadores así, al fin del mundo.


Porque con su claridad, cercanía, humildad, elegancia, valentía y sencillez, el jesuita y  Papa Francisco se ha ganado el respeto de casi todos, cuando no el cariño emocionado. Y solo halla incomprensión o beligerancia en unos pocos, los que se sienten aludidos como mayores pecadores, porque para la inmensa mayoría su palabra supone una esperanza ilusionante como oportunidad regeneradora del mundo que nos rodea.

Quizás la mejor para recuperar el espíritu de los valores perdidos. Lo más definitorio de la condición humana.

En la convulsa etapa histórica que nos espera, y ya alcanzados por sus primeras volutas, bienvenidas sean sus palabras y muy largo su pontificado en Roma. Que no cese y cunda el ejemplo.


Pd. Disculpa, Pepe Moreno, por copiarte el chocante inicio argumental de una charla pública tuya hace ya más de treinta años con otros motivos y en otros lares. Agradecido.    

jueves, 22 de enero de 2015

DE MEDIOS CENTROS Y VOCEROS HINCHAS

Los últimos partidos de los tres grandes han dejado detalles relevantes que ponen el contrapunto a lo que no es más que un juego, evidenciando dentro del campo ciertas constantes de siempre, y fuera de la hierba demasiadas bobadas.

Desde que jugábamos al fútbol de críos había tres posiciones básicas. Cuando elegíamos a quienes queríamos que jugaran con nosotros en aquellas elecciones por medidas de pies, solíamos señalar primero a quien mejor jugaba en todo el campo. Eran esos jugadores capaces de llevar la pelota desde una portería a la otra con seguridad, y que solían situarse en el centro en los saques de ambos porteros para hacerse con ella enseguida y organizar el juego. Formaban ellos solos la columna vertebral de su equipo. A continuación se tenía preferencia por el que hacía goles con mayor facilidad por chutar más fuerte que los demás o ser más rápido. Y, cerraba la base del equipo quien mejor lo hacía de portero.

Desde ese punto de vista tan ancestral se ha avanzado bien poco. El medio centro, el organizador y el portero, añadiéndole ahora un buen defensa central y un media punta, o enlace, que desequilibre las líneas defensivas del contrario; son lo que Luis Aragonés llamaba los pasillos de seguridad de un equipo.

Con este recuerdo de viejo aficionado quiero entroncar con lo anterior. El Barcelona le ganó al Atlético en el Nou Camp con cierta facilidad por tres detalles. Primero le superó sin ninguna discusión en el círculo del centro del campo. Busquets, que solo a ratos recuerda su mejor versión de hace años,  se hizo el amo tanto recuperando balones como saliendo jugando los suyos con suficiencia, bien apoyado por los centrales y sus volantes. Los colchoneros empezaron a perder ahí el partido, aparte del acierto de los goleadores culés, con el Suárez más rutilante desde que viste de azulgrana. Pero hubo un detalle adicional que ha pasado desapercibido para la crítica, y fue la errónea decisión de Simeone al colocar a Gámez, un diestro, para cubrir a Messi en la banda derecha barcelonista. Seguramente temía las diagonales del argentino desde la banda hacia la frontal del área, desde donde ha hecho muchos goles, pero el de los cuatro balones de oro superó tal circunstancia haciendo de extremo puro y driblando hacia fuera al ex malaguista, sobre la pierna mala de ambos, para servir varios balones de gol a Neymar y Suárez. Ahí demostró su gran categoría futbolística y una inteligencia de juego admirable.

Sin embargo, en el partido de vuelta de Copa contra el Real Madrid en el Bernabéu, Simeone se dejó de inventos y volvió a colocar a un zurdo, Siqueira, para marcar a Bale, que también suele hacer diagonales como las de Messi. Y esa banda quedó bien cubierta también cuando en la segunda parte fue Cristiano quien la ocupó durante mucho tiempo.

Pero volviendo a lo del medio centro, el rojiblanco Mario Suárez hizo uno de los partidos de su vida y se hizo el dueño y señor de su zona por delante de sus centrales. Aparte de ello, el niño pródigo Torres hizo bueno lo del goleador que decíamos de cuando críos y la enchufó dos veces en momentos clave. Y ahí se acabó la historia.

Hemos señalado alguna vez que el Madrid tiene un problema en su medio campo desde la salida de Alonso. La última en la elogiosa columna que le dedicamos a Ancelotti. Kros es un jugador enorme y su calidad le da para jugar en cualquier sitio de la media, pero en cuanto tiene que apretar como medio centro puro contra equipos rocosos en esa zona, tal que el Atlético, sufre y con él su equipo porque entonces sus centrales, sobre todo Ramos, tienen que suplir sus carencias en ese puesto, flojeando así atrás. ¡Ay, Modric!

Finalmente, es penoso observar ciertos programas de televisión, chiringuito se llama alguno, en el que supuestos periodistas acuden hasta con camisetas de los equipos de su devoción. El tal Roncero es uno de ellos, ejemplo, además, de las bobadas más supinas que se pueden decir hablando de fútbol. Pero, en fin, son reflejo de los especímenes que han acudido como moscas a vivir del fútbol,  echando carnaza a quienes se escandalizan porque a Isco – excelentísimo futbolista, y cómo nos alegramos - le llamen niñato por su entrada contra natura a Gabi.  Que, aunque entiende desde la impotencia,  no deja de ser otra bobada.    

jueves, 15 de enero de 2015

EL TORPEDO MESSI

De crucero acorazado a simple destructor, pero de sí mismo. Así ha pasado el Barça de la época de Guardiola a la actual. Era muy difícil hacerle daño a la larga, ni a la corta salvo accidentes, y ahora navega a la deriva del fuego supuestamente amigo de sus dirigentes,  con un torpedo a la vista, también propio, que amenaza con hundirlo en poco tiempo. Messi puede rubricar la defunción de una época para el recuerdo que ha venido a menos porque en el fútbol, como en tantas cosas, todo tiene un final.  Pero lo peor es que tal deceso se está acelerando por los errores intramuros y se barrunta barriobajero.
Tampoco sería nada extraño en su historia, sobre todo en lo que se refiere a la salida poco elegante de casi todas sus figuras a lo largo de décadas. Desde Kubala y Suárez – el único balón de oro español- a Figo, pasando por Cruyff, Maradona, Schuster, Romario o Ronaldo, por no hablar del propio Guardiola. Es curiosa la confluencia de tanto centrifuguismo en el seno blaugrana en cada una de aquellas situaciones. Pero la de Messi reúne otras características que la hacen singularísima.
Por un lado el sello canterano del argentino y por otro su condición de mejor jugador del mundo durante varias temporadas seguidas, coincidiendo con la mejor época del Barça en su centenaria historia; nunca alcanzó tanta gloria. Unos años en los que junto al menudo argentino pero grandísimo jugador brillaron otros, no menos grandes, como Xavi e Iniesta, junto a los también canteranos Pujol, Busquets, Pedro, Piqué o Valdés, que lo ganaron todo con su club y con la selección española.  Difícilmente se dará una circunstancia similar en un grande en España o en el mundo, llevando a gala, además, deslumbrar con una forma de juego nacida en la Masía, su cuna. Y, como guinda, dirigidos por otro excepcional canterano, Guardiola, ayudado por un cuerpo técnico de la misma condición barcelonista.
El declive comenzó con la marcha de don Pep, que se vio venir el pastel que traían bajo el brazo Rosell y su gente, con el actual presidente, Bertomeu de mano derecha. Y se fue por dos motivos básicos. Por un lado su inteligencia le decía, con toda la razón que el fútbol enseña, que tras ganar todo lo ganable nada podía hacerle crecer ya en el banquillo blaugrana, y aspiraba a ver el fútbol desde la grada con otras responsabilidades dentro del club. Y eso se le antojó inviable por las ansias de protagonismo excesivo de los individuos que sustituyeron a Laporta, además de por las torvas miradas negras de alguno al dinero oscuro, que traían ansias revanchistas con todo lo que oliera a pasado.  Y, por otro lado, sabía muy bien que Messi, a quien él le posibilitó decisivamente la brillantez de estrella desde su grandísima calidad dándole toda la libertad para jugar cómo y donde quisiera, dentro de su intocable esquema; se estaba convirtiendo en un monstruo difícil de gobernar.  Tenía claro que debería tomar medidas desagradables con él que nadie iba a respaldar. Ni la afición, ni la prensa y, peor aún, ni sus propios directivos. Lo conseguido al principio de imponer sus criterios largando a jugadores como Ronaldinho, Deco o Eto’o, con el respaldo de Laporta, dicen que obligado por la falta de dinero para fichar a otro técnico a los dos meses de contratar al de Sanpedor – por los malos resultados iniciales-; y luego con Ibrahimovic, hubiera sido imposible con Rosell y compañía.  
Messi ahora mismo sigue siendo tan buen jugador como hace años, supliendo con versatilidad la pérdida paulatina lógica de velocidad – Di Stéfano llegó al Madrid con 29 años-, pero la compaña ya no es la misma. Xavi ya no es el que era, a Iniesta le han aburrido quitándole de su sitio y, aparte de las ausencias, no hay recambios claros. Además tiene competencia en el vestuario. Neymar y Suárez no son canteranos sumisos a los patrones dictados desde el núcleo duro interno. Y eso, en un vestuario de jugadores que lo han ganado todo y eran una piña, no es cuestión baladí. Tampoco hay un entrenador al que respete todo el mundo.
Messi es un torpedo que dinamitará los restos del gran Barça que tanto admiramos. Y provocará un naufragio desastroso porque sin un presidente de prestigio, además de las carencias señaladas, el fondo será demasiado profundo para ese destructor a la deriva. Solo falta ponerle fecha.     

DE WILLY TOLEDO Y BILDU AL INTEGRISMO MUSULMÁN

Su verdad se sintoniza con el pensamiento único. No hay más frecuencias en el dial de sus razonamientos. Direcciones únicas en sus ideologías y partido único, naturalmente, para materializarlas en cualquier sociedad. No caben idiosincrasias, culturas, matices, costumbres ni diferencias humanas. Ni son aceptables voluntades ajenas. Y la única libertad que aceptan es la derivada de aceptar plenamente sus postulados extremos. Conmigo o contra mí, no caben ni siquiera neutralidades; todo es beligerancia.  Sí, o sí a cuanto crean, digan o exijan. A la democracia libre ni se le espera.
Encabezo la columna con el actor madrileño, el partido vasco y el islamismo radical por resumir, porque cabrían otros muchos ejemplos. Pero ellos son ahora desgraciadamente protagonistas directos e indirectos de la actualidad.
El pensamiento único y su partido
Willy Toledo se ha reafirmado en su idea de culpar a lo que él denomina Occidente, como conglomerado internacional enemigo de sus postulados políticos, de todos los males del mundo. Incluso de que cuatro desalmados asesinen en la capital francesa a sangre fría a personas desarmadas, señaladas o no por algo relativo a su profesión y a su libertad individual desde instancias religioso-políticas islámicas radicales. Unos crímenes abyectos ante los que no caben más consideraciones que la condena total sin paliativos.
 El actor llora por su herida, naturalmente. Con Occidente se refiere en realidad a los países liderados por EEUU, que han cometido el crimen de no dejar crecer el comunismo soviético en Europa, o similares en América y en Asia - la ideología del bien universal que defiende el sudodicho-, porque de no desarrollarse ya se ocupan bien sus dirigentes ante el oprobio de su pueblo, cuya mayoría detesta el partido único, la ausencia de futuro y la falta de libertades. La historia reciente lo ha demostrado y lo sigue demostrando hasta el hastío.
El Berlín oriental hasta los noventa era un paradigma de los logros del llamado socialismo real, comparado con el mundo libre; pobreza grisácea y miedo frente a boyantía y libertad. Esa capital dividida tras el intento nazi de dominar Europa y el mundo, de quien también nos salvó con su dinero y su sangre ese Occidente al que tanto odia el comediante citado. Pero en todos esos casos ha ocurrido lo mismo. Y ocurrirán; lo próximo en Cuba.
Me gustaría que W. Toledo pusiera un solo ejemplo en donde se haya implantado ese comunismo que hayan permitido el libre tránsito de personas, la libertad de crear un partido político de raíces diferentes o la expresión libre de pensamientos y opiniones sociales o ideológicas, por no hablar de consentir críticas al sistema o a sus dirigentes. La plaza de Tiannamen en el Pekín comunista, todavía entonces muy real,  en el que los tanques aplastaron a cientos de jóvenes chinos que protestaban, fue otro ejemplo para el mundo. Por no recordar a la vieja Hungría y a tantos otros ejemplos históricos.
La libertad del tiro en la nuca
De Bildu podríamos hablar largo y tendido, pero con decir que no han condenado nunca el terrorismo ni los crímenes de ETA y que han equiparado, y siguen tratando de hacerlo y lo ejercen, a víctimas con verdugos, es suficiente. También defienden estos el llamado socialismo real. Es decir, el comunismo excluyente. Y claro, han impedido que las instituciones vascas condenen los crímenes en nombre del Islam en Francia porque de alguna manera entienden al terrorismo como lucha legítima para alcanzar objetivos políticos. Muy lógico dentro de sus postulados ideológicos y de sus planteamientos políticos, tan inquietantes como condescendientes con la bomba y el tiro en la nuca, por legítima que sea cualquier opción política que se base, claro, en el respeto a las creencias contrarias y a la libertad de las personas; si es que la suya lo fuera de verdad.
Muerte al infiel
Del islamismo radical, como los abanderados por el llamado Estado Islámico y Al Qaeda, poco hay que señalar que no evidencien las imágenes de los disparatados crímenes que cometen. Y con sus llamamientos a la guerra total contra quienes no abracen sus discutibles creencias musulmanas, según aseguran otros musulmanes que proclaman que el Islam es una religión de paz, amor y concordia. Francamente no lo parece en su generalidad, si nos atenemos a las proclamas extremistas de  muchos de sus dirigentes animando a millones de musulmanes al crimen, quienes nítida y tristemente no se rebelan contra ellos cuando les escuchan, acallando de paso las tímidas voces de sus hermanos moderados en la fe.
Solo se entiende su globalidad criminal pensando en que aún se hallan en la Edad Media de nuestra era; aquella en que otras religiones quemaban a herejes en las plazas públicas después de atormentarles. Siglos de los que no debe sentirse especialmente orgullosa la propia Iglesia de Roma, ni otras primas hermanas suyas, sino todo lo contrario.
Y, desgraciadamente, tendrán que pasar muchas generaciones de musulmanes para que lleguen a la otra orilla. A la ribera de la libertad individual del hombre para vivir su vida como mejor tenga por conveniente en sociedad. Mientras, tendremos que estar muy vigilantes sus infieles.
O espabilamos o nos limpian
En resumen, entendiendo la libertad como uno de los bienes más preciados que puede tener el hombre – para muchos el esencial- , solo se entiende el futuro de la sociedad que libremente nos hemos dado en lo que algunos llaman Occidente, formando didácticamente en ello a las nuevas generaciones, y a las ya ejercientes para que no lo olviden y, en todo caso y siempre, defendiendo nuestras comunidades con uñas y dientes, y si es preciso con acero y fuego de Ley – de legislación con mayúsculas y  sin medias tintas timoratas por aquello de la democracia blandengue por acomplejada -, de quienes traten de hurtárnosla blandiendo sus creencias con fusiles, bombas, pistolas o cuchillos.
Todo lo demás es ceguera política, cobardía suicida, o, sencillamente, hipocresía social, porque para nuestros adentros lo pensamos así la inmensa mayoría.

miércoles, 7 de enero de 2015

EL AÑÓN DE PEDRO SÁNCHEZ

El 2015 va a ser otro año que nos cambiará la piel. Un ‘añón’ más que añadir a nuestra mochila, como aquellos individuales de los primeros recuerdos, el amor, la boda, la paternidad, la muerte materna, el divorcio o cuando perdimos el buen empleo para sumirnos en el desconcierto por el miedo a la indigencia, que de todo hay. Así lo fueron el 1975, el 76, el 78, el 82, el 96, el 2004, y el 11.

Afortunadamente no tenemos hitos teñidos de tragedia nacional, y que sigamos así, como tuvieron los padres y abuelos de quienes hemos pasado  los cincuenta y que tan sucintamente cantara don Antonio Machado en dos versos magistrales: “españolito que vienes al mundo te guarde Dios, que una de las dos Españas ha de helarte el corazón”.


Los precedentes

1975 nos trajo al rey Juan Carlos I, tras un funeral de Estado entre miedos, que enterraba también cuarenta años de cuarentena política. 1976 un presidente atrevido y reformador bajo el brazo real, Suárez, y tanta incertidumbre como esperanzas. 1978 una ilusionante constitución, votada por una mayoría abrumadora en todas las regiones, entre centenares de funerales producto del terrorismo. 1982 un presidente socialista joven para el cambio definitivo, González, que alcanzó el poder con una impresionante mayoría absoluta y gran alborozo popular. 1996 una esperanza de regeneración política y económica, en la figura de Aznar, retornando al poder los conservadores por agotamiento del ‘felipismo’ y los primeros síntomas de corrupción del sistema, que había sustituido en forma personalista a la socialdemocracia reinante durante casi tres quinquenios imprescindibles para entender la España actual. 2004 propició el retorno de los socialistas al gobierno por torpezas  de la última etapa ‘aznarita’- la primera cumplió las expectativas económicas- y, fundamentalmente, como consecuencia del aún no aclarado mayor atentado terrorista sufrido en Europa, empezando el actual decenio negro español con Zapatero de desgraciado protagonista estelar. Y 2011 el acabose del desfallecimiento nacional, con el fraude electoral a millones de ciudadanos por parte del que fue durante ese largo año la gran esperanza blanca de los mismos, el pusilánime Rajoy.    


El año que superará la Transición.

Ya veremos si para bien o para peor, 2015 será otro año para el recuerdo y el análisis tras el 2014, en el que brilló Pablo Iglesias y apareció Felipe VI. En él se romperá el bipartidismo que propiciaban los dos tercios de votos que obtenían los dos grandes partidos homologables con los de los países más avanzados de nuestro entorno democrático parlamentario liberal, pero poco en nuestro caso; el socialdemócrata y el conservador.

Y volverán, como las oscuras golondrinas en el recordado poema del eterno Bécquer, las cosquillas de la incertidumbre a anidar en nuestros estómagos, como en alguno de los ‘añones’ citados; solo que ahora con escasas esperanzas balsámicas para nuestras carteras, ya muy esquilmadas y hechas trizas, tras la debacle heredada por la desastrosa gestión de los gobernantes del último decenio, canten a la luna lo que quieran los mendas actuales en el poder; ‘desahuciocantanos’ sin remedio. ¡Ay!, ¿quién será el heredero de Rajoy?


Sánchez en candelero

Como hemos reiterado, lo previsible es que se produzca el empate técnico de PP, PSOE y Podemos en torno al 25 por ciento de los votos. Y, también como consecuencia lógica atendiendo a nuestra sociología, los socialistas con Pedro Sánchez, si hacen las cosas bien – en lenguaje taurino-  durante este año crucial, serán los beneficiados como el centro entre los extremos, y obtendrán por obligada ‘abstención unánime’, que diría un ilustrado y campechano alcalde socialista de mi tierra, Pepe Méndez, el mando en el gobierno.

Las dudas surgen, sin embargo, en si el PSOE de Sánchez, con Susana Díaz avizor en las municipales, ¡ojo!, será capaz de remontar hasta conseguir uno de cada cuatro votos emitidos, que es el punto de partida hacia la Moncloa. Le bastaría con quedarse entrambos, entendiendo que sus oponentes, el clásico tradicional ‘pepero’ y el emergente ‘circulista coletudo’, pero ya menos, llevan ahora las de ganar. Unos por conservadores, que ya se sabe que el miedo hace de la prudencia virtud, aunque se reconozcan los extravíos de los propios; y otros por aglutinar la natural rebeldía social ante la situación de descrédito político que padece la llamada casta política, antes mayormente poderes fácticos, para los ilustrados, y ‘mangoneantes’ en versión popular.


Los llantos, por las heridas

Hacia el altar de la supuesta mejora de la situación económica dirigen sobrecogidos sus plegarias los del PP, pero se la juegan en las municipales, que harán de criba ante las generales y de primarias para los aspirantes al triunfo personal. Sánchez sobre todo.

Y en la reconducción del reciente decrecimiento de apoyo popular los de Podemos, sus limitadas esperanzas de alcanzar una clara mayoría minoritaria electoral. Como advertimos, en cuanto se han difuminado las decisiones asamblearias y se olvida o matiza la defensa de populismos inaplicables por ruinosos, ante los que ningún grupo humano desesperado diría que no en decisión conjunta, el suflé se desinfla. Es tan lógico como lo fue su crecimiento inicial por la desesperanzadora gestión de la que llaman casta. Esa nomenclatura a la que de una u otra forma pertenecerán siempre quienes manden algo, y ellos mismos muy pronto también; lleven coleta o gomina, traje y corbata, vaqueros, pantalones chinos,  suéter o camisas remangadas, y sean más o menos guapos o simpáticos.

Ojalá, y como menos malos, lleven quienes gobiernen el desbarajuste previsible, además de sus apariencias,  todos sus atributos – todos - con decencia, dignidad, gallardía y afán de servicio público, que se decía antes.
Tristemente, la mayor ausencia será que 2015 arruine también las esperanzas de regeneración democrática liberal para esta España nuestra, tan necesitada de libertades individuales auténticas.

Lo demás son adornos, Sánchez, como hubiera dicho el viejo y lisiado torero Juncal; personaje ideado por el ilustre madrileño Jaime de Armiñán a partir del singular taurinísimo sevillano Enrique Bojilla, en la figura del mejor e inolvidable actor aguileño murciano Paco Rabal.


¡Suerte, maestro!

martes, 6 de enero de 2015

CARLO ANCELOTTI

Es un profesional tranquilo que equilibra la experiencia con sus ansias de futuro. Seguramente será igual en lo personal. Un hombre de su tiempo, fiel al rol que desempeña y aclimatado a la exigencia que cabe exigirle de largo en el banquillo, como antes de corto sobre el césped, atesora una larga trayectoria exitosa sin que le recuerden malos rollos en los momentos oscuros, que los ha tenido y son los menos, ni grandes exaltaciones en los triunfos, que son grandes y los más. Una perfecta imagen para el club que representa en esta etapa de su vida.

Hoy, cuando ha perdido en Valencia la difícilmente mejorable racha que llevaba de veintidós partidos sin que nadie le mojara la oreja, es el momento idóneo de resaltar su mejor personalidad porque será cuando reciba alguna crítica en varios meses. Y también de señalar ciertas debilidades manifiestas, porque como humano las tiene.

En la temporada y media que lleva en el Madrid le ha devuelto el aura de equipo glorioso y educado, tras la nefasta herencia recibida del impresentable – en ese sentido-  Mourinho, y ha conseguido ahormar dos equipos triunfadores con mimbres diferentes en algunos puestos esenciales. Y ese tránsito de imagen merece todos los elogios porque la elegancia en todo momento es propio de un señor en un equipo señorial. Y parecidos elogios merece la efectividad de su trabajo, porque no es lo mismo un equipo con Alonso en el medio centro, arropado por otro gladiador como Khedira o un correcaminos como Modric, por ejemplo, que hacerlo con un estilista como Kros con dos artistas a su lado, tal que Isco y James. Y eso sin contar con el importante cambio afrontado en la portería; ya veremos de todos modos cuando lleguen los equipos difíciles este año, como ayer mismo demostró el Valencia adueñándose del medio campo. Más atrás, Diego López era y es un excelente portero con unas características bien distintas del fenómeno Casillas, de quien no abundaremos ahora en sus grandes virtudes ni en sus carencias. Como antes, veremos qué ocurre cuando lleguemos al último cuarto de la temporada. El ejercicio pasado le acompañó la suerte en su elección final del portero de la selección, con la aparición lisboeta del actual santo madridista, el sevillano todoterreno Ramos, por rocoso defensa y goleador milagroso.

Pero el buen carácter personal y profesional que transmite también encierra sus cantos a la luna, que no todo es en él trabajo callado y efectivo, cuan hormiga laboriosa en pos de la utilidad a la institución de la que cobra. Y entre sus pesares íntimos sentirá lo más probable la sutil obediencia que transmite hacia el mando. Don Florentino estará doblemente contento con él: por buen técnico y por bien ‘mandao’. A nadie se le escapa que el verdadero director técnico del Real Madrid es su presidente. Por eso se fue Valdano, sobre todo. Y que la dirección estratégica de la política de fichajes del club blanco reside en la dirección estratégica y de márketing del conglomerado de empresas del señor Pérez, como llevamos años denunciándolo y ahora lo señalan también importantes medios nacionales. Desde ese punto de vista, Ancelotti le asegura a su presidente dos cosas importantes: la lealtad y el esfuerzo por rentabilizar sus decisiones, al margen de que crea acertados o no los fichajes y descartes que la superioridad decide.  

Sea como fuere, descubrir lo que menos gusta no debe estar reñido con reconocer los méritos; la realidad de sus números es muy cabezona y no engaña. Sus registros son muy buenos, y en eso hay que felicitar a quien decidió su incorporación al Madrid en unos momentos complicados tras la marcha del ‘metededos’, sacando al tiempo la pata que había metido con el bluf lusitano que trajo él también al Bernabéu. Así que enhorabuena a los dos, a don Carlo y a don Floren, por devolver al Madrid al lugar que nunca debió dejar: un equipo indiscutible e importante en todo; el que más para millones de personas y para la mayoría de profesionales, clubes e instituciones que pueblan y rigen el planeta fútbol.

Si asegura lo dicho sobre su medio campo y la portería, 2015 será un año para la historia merengue. Porque la eficacia arriba es segura con su mejor goleador histórico, Ronaldo, y el galgo galés, Bale.


Finalmente, otra alegría: ¡qué satisfacción ver a cuatro titulares de la selección vestidos de blanco! Olé, don Carlo. ¿Lo hará también con Jesé? Ojalá.

viernes, 2 de enero de 2015

ENTRE LA REBELDÍA, EL MIEDO Y EL MAL MENOR

Es el estado en el que se encuentran millones de ciudadanos. Esos que en 2015 decidirán quién tendrá más posibilidades de gobernar España, porque a nadie le van a dar el cheque en blanco de una mayoría electoral.

Serían el mayor partido
Los que más allá de las inclinaciones ideológicas que puedan tener están más cerca del hastío que de la militancia. Los que suelen andar por el centro amplio del espectro político y que en su inmensa mayoría verían con sumo agrado un gran acuerdo entre los dos grandes partidos políticos para recuperar sus esperanzas de futuro. Son quienes contribuyen al mantenimiento básico del país y que formarían desde su indefinición ideológica y padecimientos comunes el mayor conglomerado político y social español, tras una pancarta que dijera a los políticos más significados: “Uníos para barrer toda la porquería y sacarnos adelante”. Millones de personas esperando lo que se les antojaría un milagro. Y se lo merecen, sin ninguna duda, porque lo que no se merecen es a quienes les han gobernado en el último decenio largo por mucho que les hayan votado, y recriminado hacia sus adentros eso mismo tantas veces acordándose ‘de sus familias de ellos’, que se dice por ahí.


Última hora

Según la última encuesta conocida, realizada por Sigma Dos para Mediaset a mediados de este diciembre, Podemos sería la fuerza más votada de celebrarse ahora las elecciones con un 28 % de papeletas. No sé el grado de cocina que tendrá, pero me quedo con que el PP, con el 26, y el PSOE con algo más del 18 estarían en ese entorno del 20 o 25 % que aventurábamos en esas mismas fechas en este rincón.


La rebeldía de Podemos

Más allá de la relatividad de esas cifras, a casi un año de las elecciones y sabiendo que una cosa es responder a un cuestionario y otra muy distinta votar, es evidente que la rebeldía frente al estado de cosas que sufrimos y a los partidos políticos que lo han propiciado tiene una posición firme. Y también está claro que Pablo Iglesias es el político que suscita más ilusión a más gente. Muchos le achacan que sobre todo tiene gancho entre los más jóvenes, pero ojo, se olvidan de que quien no es rebelde a los veinte años es que tiene pocas luces, por no hablar de ilusiones. Y de que el voto de los menores de cuarenta años es decisivo en España. Y razones tienen de sobra para la rebeldía; tantas que es aburrido repetirlas.

Hay otro dato que enarbolan quienes relativizan demasiado el fenómeno Podemos, y es el hecho de que ha menguado la efervescencia de afiliaciones que crecía en progresión geométrica. Pero tanto una realidad como la otra responden a la lógica. El gran crecimiento fue natural debido tanto a la respuesta social de la indignación reinante a un mensaje político bien estructurado para aglutinarla, y a la frescura social de sus representantes, como a que era gratis y muy cómodo hacerlo vía internet, y sin ninguna exigencia, además. Y su freno responde a la propia naturaleza de los orígenes de extrema izquierda de sus líderes, con el propio Iglesias a la cabeza, puesta de manifiesto por la inmensa mayoría de medios de comunicación; que sin ninguna duda le puso un freno a sus expectativas de ser una opción de gobierno y no de simple oposición, como tanto aseguraron. De ahí el inteligente giro estratégico de su discurso hacia la socialdemocracia en octubre y noviembre, bien recibido y con buen eco en el electorado no comunista. Así que cuidadín con el llamado “coletas”, que unos desde el desprecio, otros desde el miedo y muchos coloquialmente, hemos elevado a la categoría de personaje de primerísima fila, aparte de su indudable valía, e influirá poderosamente en el próximo gobierno de España.

A gobernar en solitario no llegará, porque su estigma bolivariano, pro iraní, comunista y hasta pro etarra es demasiado lastre para convencer a la mayoría social española; aparte de alguna de sus enloquecidas propuestas económico políticas como lo de doblar hasta los seis millones el número de funcionarios y empleados públicos, aunque haya moderado otras; pero será determinante en los otros dos escenarios, una vez alcanzado el máximo techo electoral producto de la rebeldía social, que hemos cifrado alguna vez aquí mismo en menos de seis millones de votos. La única posibilidad real que tendría es que el PSOE perdiera los papeles definitivamente y le apoyara en plan suicida.


El miedo y el mal menor

El primero de los escenarios propiciados por su hipotético éxito en las urnas sería el del miedo, que pondría en el tablero la posibilidad de una gran coalición postelectoral de PP y PSOE con la adenda de otros como la alicaída  UPyD  y el creciente Ciudadanos de Albert Rivera, para oprobio de Rosa Díez; deseable para muchos millones de españoles que huyen con mucha razón de experimentos en el gobierno de un país. Y el segundo es el que originaría lo del mal menor en cualquiera de sus variables, mucho más factible en el sentido de los conservadores de Rajoy hacia los socialistas, e incluso de Podemos en último extremo y en plan muy matizado. En ambos casos, Pedro Sánchez tendría muchas opciones de presidir el gobierno si no lo impide quien tutela el PSOE con demasiada ambigüedad desde su feudo andaluz, Susana Díaz, con la anuencia entre bambalinas de sus antiguos líderes, y, pásmense, también de un sobrepasado y sorprendente Rajoy.


Pero los socialistas han de llevar mucho cuidado y elaborar una estrategia más diáfana y uniforme. Para gobernar deben huir de las divisiones internas, en primerísimo lugar, y es fundamental que superen con claridad los últimos resultados electorales de Rubalcaba. El 25 por ciento sería el mínimo exigible de Sánchez - ojo a las municipales- o Díaz  en votos para acariciar el timón de nuestro destino.   
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Web Analytics