martes, 27 de diciembre de 2016

A LOS REYES MAGOS


   Nuestros amables lectores permitirán que volvamos a ser niños por un día y pidamos a Sus Majestades lo que pensamos algunos futboleros de esta amada tierra murciana. ¡Ay, la sinceridad de aquellos maravillosos años!
Nos gustaría que sin perder un ápice de competitividad, que es muy diferente a rivalidad por lo que tiene de intentar ser mejores sin quitar nada a nadie, viviéramos apasionadamente los encuentros entre los equipos de nuestras devociones, animando a los nuestros y jaleando su mejor juego, pero sin nada más.
Que la buena actitud de sus profesionales o directivos fuera el ejemplo a seguir. Sería mano de santo ver a Cristiano, Messi,  Griezmann, Adúriz, Vitolo, Illarra y compañía competir a tope y dejar en el terreno de juego las vicisitudes que sus lances generan, para terminar con un apretón de manos y, por qué no,  valorando lo positivo propio y ajeno con la lógica subjetividad, sin menoscabo de la objetividad que todo buen deportista siente hacia sus adentros.  Los aficionados, entonces, serían capaces de comportarse como personas y no como niño mal criados, cuando no incalificables sujetos del disparate.
A partir de ahí, que gane siempre el mejor, o el que más suerte tenga; no olvidemos que el fútbol es un juego, y a la semana siguiente más. Y puestos a pedir, sería agua de mayo que los informadores y comentaristas guardaran el morbo ramplón de las debilidades humanas, o supuestas, de  quienes visten de corto o largo en el fútbol; aspectos que poco tienen que ver con el deporte. Otra cosa son los temas que afectan al decoro social que todo personaje  público, con influencia en tantos millones de personas, debería tener como símbolo a imitar. Y hablando de medios de comunicación y periodistas, algunos soñamos con que algún día usen la  riqueza del idioma español, en lugar de manejar extranjerismos para bobos: hat-trick y similares.
El sumun de nuestros sueños es que los equipos españoles sigan reinando en Europa y en el mundo, y que Lopetegui, o quien fuera, llevara a nuestra selección al nivel que la situó Luis Aragonés o su sucesor, Del Bosque. Lo difícil será hallar otros Xavi, Pujol, Senna, Raúl o Villa, o quitarles kilómetros a Iniesta, Casillas, Silva, Busquets, Torres, Piqué o Ramos, porque a Carvajal, Isco, Thiago, Javi, Asensio, De Gea, Vitolo, Morata, Sergi, Williams y demás, bastaría con hacerles jugar como saben; eso sí, con la intensidad de los que nos llevaron a la cumbre.
A nivel regional, quienes aún creemos en los Reyes Magos, imaginamos al Cartagena con un gran equipo en Segunda y aspiraciones de coronar una trayectoria centenaria; anhelo secular de tantos seguidores albinegros con el Efesé en el altar de sus devociones.
 Otro tanto con los futboleros lorquinos, que ya tuvieron un muy buen equipo en Segunda con aquel Moreno Manzaneque que tanto sabía de fútbol, y que ahora tienen divididos sus amores entre un equipo de Segunda B en manos extranjeras, y con buena marcha con Algar al timón, y otro en Tercera, también con buena pinta, manejado ahora por Pedro Cordero, que cuenta con el apoyo de otros paisanos que  saben de esto como el que más; lo han demostrado. Ojalá aglutinen esfuerzos y aúnen la afición con el éxito para que Lorca vuelva a pisar fuerte en el fútbol profesional.
Que el Jumilla fuera imitado por el Yeclano, el Caravaca o aquel antiguo Alhameño.
Y que volviéramos a disfrutar de otros Sornichero, Juan Antonio, Borja, Macanás, Arango, Angelín, Ruiz Abellán, Añil, Melenchón, García, Vidaña, Pelegrín, Murciano y tantos etcétera legendarios.
Y en  Murcia, que el clásico Real, el equipo más relevante del fútbol murciano,  dejara las incertidumbres. Si es difícil salir del pozo de 2ª B para un equipo de su trayectoria, superar la ruina económica todavía es más complicado. Algunos, entre los que me encuentro, desde el murcianismo más sentido, pensamos que la solución está extramuros, pero muy cerca. Concretamente en Guadalupe.
Soñamos con ver esa gloriosa camiseta roja pimentón ilustrada con un UCAM, no menos grandioso —la referencia del deporte olímpico español—, con el pantalón azul de nuestros ancestros, como las medias azulgranas, y algún ribete amarillo-oro-vaticano, con perdón. En el baloncesto se ha cumplido.
Pensando en dueños, qué mejor que una institución con valores humanísticos y sociales valiosos, antes que cualquier “mercantifle”.

Y que los cainitas se tornaran fraternales. Que otros dejaran los gritos malsonantes  y fueran educados. ¿Mucho soñar? Puede, pero más inteligente y hermoso.

lunes, 19 de diciembre de 2016

BALONES DE ORO


Tras sesenta años de fútbol se me ocurren muchos acreedores a ese galardón, y no todos visten, han vestido o vestirán de corto. Y también balones de hojalata, si es que existiera su contrapartida, que debería.
Entre los primeros están los abuelos o padres, como fue mi caso,  que nos llevan con cinco o seis años a un campo, por modesto que sea.  Debuté en La Condomina, donde vi a Manolet, Mesones, García, Cesar, Bueno, Pepillo, Chancho, Lalo o Marsal, como tantos también añorarán; y luego pude conocer el del Cartagena, Yeclano o Lorca, cuando mi señor padre, taxista, me llevaba con algunos futbolistas que lo contrataban para jugar partidos desde sus poblaciones de origen. Recuerdo con agrado y cariño a Sornichero, de Alcantarilla, del que conservo una foto dedicada vistiendo la equipación del Efesé. Y un campo con árboles grandes que sería Las Colonias de Abarán.
Ese virus, generalmente, te inocula la afición para toda la vida, aunque también hay excepciones. Ocurre igual con otros deportes o con los toros, que también fue el caso con mi abuelo materno, primer taxista de Murcia —coche de punto decía él—, en el espléndido coso murciano; desde las andanadas admiré a Dominguín, Bienvenida, Ordóñez, Cascales, Camino, Puerta o El Viti en todo su esplendor.
Otros merecedores de un Balón de Oro son quienes dedican su tiempo libre a llevar equipos de infantiles o juveniles por esos campos de Dios, haciendo de todo, con merma para su familia, vida privada y cartera. Recuerdo de mis primeros años al Maestro Barça, quien en su propio domicilio tenía la infraestructura para sus equipos; hasta la precaria lavandería, que sería a costa de sus modestas posibilidades y economía familiar, aparte de otras molestias no menos encomiables. Era un verdadero guía y el mejor consejero para quienes le dábamos las primeras patadas a un balón, que entonces llamábamos de reglamento porque lo normal eran los de plástico o badana.
Y, en fin, a los periodistas que desde sus crónicas nos hacían soñar con que alguna vez nuestros nombres estuvieran en sus alineaciones y comentarios, tanto en la prensa como en la radio. Bienvenido Campoy, Antonio Aullón, Manuel Carles, Andrés Ayala, Juan Ignacio de Ibarra, Enrique Llanes, Antonio Montesinos y otros a nivel regional —¡qué delicia la conquista de la cumbre de Baldo!—, junto al insuperable Matías Prats y Enrique Mariñas al nacional. Y tampoco quiero olvidar a hombres como Miguel Hernández, con la Federación de fútbol en sus genes,  haciendo de todo para facilitar las cosas a chavales y menos chavales, polivalentes con los equipos que promovían; también esforzados inoculadores del virus futbolero.
Y llegamos a los artistas; los jugadores y entrenadores profesionales. En ellos cuaja el esfuerzo de todos los anteriores y son quienes entusiasman a los aficionados con sus aciertos, juego, goles, paradas, trabajo, enseñanzas y planteamientos técnicos. Pero hay algo que también habría que tener en cuenta: sus declaraciones y actitudes, tanto dentro como fuera del terreno de juego.
Sin entrar en las trilladas valoraciones de los grandes de la pelota; Pelé, Garrincha, Kubala, Di Stéfano, Puskas, Charlton, Suárez, Eusebio, Gento, Cruyff, Maradona, Romario, Ronaldo, Zidane, Raúl, Casillas, Xavi, Iniesta, Cristiano o Messi; unos con premio dorado y otros sin él, a veces incomprensiblemente como es el caso de los españoles citados, menos el gallego Luis Suárez, que se le dieron en el 60; habría que valorar lo que han supuesto para el fútbol grande. El de verdad. El que hace que miles de niños, e incluso niñas, sueñen con ser deportistas de élite aunque luego se queden en simples jugadores a cualquier nivel, que no es poco. En el camino se habrán dejado otras querencias menos saludables.  Y ahí entra también la educación; la deportiva y la otra. La que les hará gentes de bien, que es lo verdaderamente importante. Pongan ustedes mismos los nombres de quienes serían acreedores a ese Balón de Oro con mayúsculas. Y también al de Hojalata, que tampoco serían pocos, a quienes han embarrado cualquier tipo de distinción con sus malos ejemplos.
No olvido presidentes, como Bernabéu, pero es más justo loar la imprescindible aportación de los forofos para que el fútbol sea el deporte mayoritario a nivel mundial. Sin ellos sería imposible, aunque critique a veces el cerrilismo de algunos.  Merecen homenaje y reconocimiento. En ocasiones producen rechazo, pero en mí, casi siempre, generan ternura;  como admiración quienes serenan pasiones. ¡Abrazos y ánimo!

 Feliz Navidad a todos.     

miércoles, 14 de diciembre de 2016

LOS PEDREROLES Y EL KKK DEL FÚTBOL


Hace años renuncié a los programas basuras de fútbol, y desde el principio a sus inspiradores; patios de porteras, gentuzilla y vecinos lenguaraces mal avenidos, por muchos que desgraciadamente los sigan.  El que hace Josep Pedrerol es el prototipo. Debería llamarlo Lenguones.
En ese bodrio, seudocientíficos futboleros armados de pizarras y pantallas táctiles analizan sin vergüenza circunstancias del juego. En ocasiones aciertan, como cualquier aficionado con experiencia y años de grada, pero reiteran tópicos y tontunas con menos gracia y enjundia que los machacas del chiste pringoso y arreglamundos aburridores hasta el desespero.
Exfutbolistas enganchados al sobrecito fácil, juntaletras de alquiler, técnicos de secano y personajetes de medio pelo; pesebreros agradecidos; juguetean con balones mientras alumbran sus excesos y gilipolleces ante la mirada soberbia de quien los pastorea, censura, jalea, pica, corta y ningunea a placer, con el guión preconcebido  del que mueve sus hilos; la marioneta útil al servicio del amo, rodeado de chismosos, recaderos, bufanderos y forofos propios y ajenos, por aquello de vestir el muñeco, con menos sapiencia que objetividad y lustre.
Vi la temporada pasada el Barça-Madrid en el Nou Camp y el último en televisión. En los dos ocurrió igual. Los blaugranas tuvieron ganado el partido si el coraje y el acierto de jugadores y técnico hubiesen coincidido con su buen juego ocasional, pero ni unos supieron rematar el partido ni el otro acertó con los cambios. Los artistas fallaron con la puntilla y Luis Enrique sacó a Arda Turan para encender las luces características merengues e ir a por el partido. ¿Casualidad? Puede ser; no deja de ser un juego. Pero como decía un antiguo jefe mío respecto de un compañero, “es que son muuchas tooonterías”.
Después, en el telebasura de Pedrerol pusieron a caer de un burro a dos madridistas tan inconfundibles como indudables, Valdano y Raúl, con aquello de que no son de la causa blanca por no cebarse en varios errores del árbitro que supuestamente favorecían al Barça. Quien haya jugado algo, y mucho más si ha intentado arbitrar un partido, o ha visto   suficiente fútbol; sabe que hay jugadas que se valoran de forma distinta desde atrás, de lado o de frente, y el penalti de Mascherano a Lucas Vázquez a los dos minutos es paradigmático. En directo pareció blando, repetido en diagonal en la tele dudoso, y solo cuando lo dieron desde delante se aclaró. Hablamos de tres secuencias de lo mismo. El árbitro seguía la jugada de cerca desde atrás y debía decidir en el acto. Fue la circunstancia sancionadora más discutible, y al inicio. ¿Alguien puede asegurar que resultó decisiva en el resultado? Pues los Pedreroles sí. Según ellos, el Madrid no ganó por eso y achacan tibieza a los referidos exmerengues por no jalearlo. Se puede ser menos tonto, pero más forofo no. 
Desde que tengo memoria, los árbitros protagonizan el entretenimiento de blancos y culés en las barras de bar. Y siempre han cometido errores, beneficiando y perjudicando a unos y otros hasta equipararlos. Nadie, desde la imparcialidad, cree que en la historia lejana o reciente de estos clubes los árbitros hayan tenido significancia, salvo los seguidores de la mayoría de sus rivales, sobre todo los modestos, que hemos asistido reiteradamente a la tendencia generalizada de favorecerles. Pero esto ocurre en todos los órdenes de la vida con los poderosos. Por eso, cuando se duele algún forofo de los equipos privilegiados tengo el ánimo dividido. Me río o sonrío, según el día ¿Qué sabrán los ricos de injusticias sin padecer las de los pobres? En la Condomina hemos sufrido muchas.
Estos aprendices de fantasmas incendiarios con capucha blanca de agujeros, la del Ku Klux Klan, critican la amistad de algunos jugadores madridistas y barcelonistas. ¿Habrá algo más sano y deportivo? Aparte de jugar bien y ganar, no hay nada más satisfactorio para quien compite que el reconocimiento del contrario. Y la amistad es la leche.
Esos valores son los que deberían resaltar, y no la basura que esparcen para ganarse a los que luego critican si se desmandan. Cría cuervos…   El sumun de sus desvaríos es considerar a Del Bosque, Casillas, Raúl o Valdano antimadridistas —vean por donde viene el asunto—. Igual que en la acera contraria tachan a Guardiola, Pujol o  Zubizarreta de anticulés.  Tontarras hay para todos los gustos.

Y, hablando de programas, la objetividad y el análisis sereno de los comentaristas de Bein Sports resulta encomiable. ¡Cunda el ejemplo!

lunes, 5 de diciembre de 2016

COMO EL CORAJE, EL CARÁCTER ES INSUSTITUIBLE



(A Pepe Pardo por su justa distinción municipal, y al Maestro Ibarra, amigos de don Salvador Ripoll. Murcianistas de pro y de carácter)

Ya lo aseguró el doctor. Si la tabla es la que manda y hay que llegar al balón antes que el contrario, decía también el sabio traumatólogo, jugar con la cabeza y correr con los pies es imprescindible, sin olvidar que el fútbol es un juego de choque y hay que disputar la pelota con determinación. Pero hay algo con lo que se nace, más allá de la técnica y la preparación física, que se perfeccionan y fortalecen en el entreno y el aprendizaje: el carácter, que también es previo a la personalidad; producto de aquel, de la formación y de la experiencia.
Hay jugadores que lo llevan en los genes, como Sergio Ramos y Suárez ahora, y antes Pujol y Raúl. Tan distintos como Messi, Modric, Iniesta o Ronaldo, que tampoco andan huérfanos del duende interior que les posibilita ser mejores cada día desde que andaban a gatas. El carácter se manifiesta en función del temperamento y las condiciones de cada cual.  Unos lo basan en la fuerza y otros en la maña; algunos lo exteriorizan y otros  lo mastican. El resultado es idéntico: un espíritu ganador en todo momento.
Y en los técnicos ocurre igual. Los hay que diseñan plantillas, sistemas y planteamientos con el fin de controlar desde el principio, casos de Guardiola, Klopp o Conte, lo que genera en sus equipos un fútbol vistoso, en el que también habría que incluir al novato Zidane, aunque aún ande en la búsqueda de su sello personal; y otros que lo hacen para jugar a la contra o con batallas infinitas en la defensa y en el medio, como Mourinho y Simeone, a quienes siempre justifican los resultados inmediatos por mucho que a medio plazo, especialidad del portugués, sus equipos acaban más sonados que las maracas de Machín. Los vistosos pueden lucir en cualquier equipo, con la incertidumbre que tanto reiteramos de que el fútbol es un juego y el azar influye poderosamente; y los peleones van partido a partido, que dice el argentino, o año a año en busca del título perdido como persigue don Xosé desde su desventura en el Madrid.
 El partido del sábado fue una muestra de lo que decíamos. El Barça de Luis Enrique es un equipo fabuloso con unas enormes diferencias con el resto de la plantilla. Ocho o diez, con otros tantos detrás que les faltan demasiadas cosas para inquietar a sus superiores, y arriba tres intocables. El Madrid de Zidane, por el contrario, aparte de Ramos, Marcelo y Modric, solo tiene a Cristiano y Bale como solistas imprescindibles; todos los demás son intercambiables, por mucho que las influencias presidenciales influyan en Zidane para considerar al guadianesco Benzema entre los indiscutibles. Menos mal que en un arranque de personalidad impuso a Casemiro hace un año en el medio centro, y otorgó papeles protagonistas a Lucas Vázquez y al canterano Carvajal, a quien desde arriba ya habían buscado sustituto en el inquietante Danilo.
En definitiva, solo hay algo que diferencia a los blancos de los culés: el carácter y el coraje. El hecho de que hasta los suplentes atesoren ese inmenso valor, casos de Mariano o Morata, evidencia lo que en el Nou Camp propició un punto importantísimo. Ramos y Modric fueron sus protagonistas, como podían haber sido cualquiera de los compañeros. El Madrid es así desde Di Stéfano.
Y hablando de carácter, en Murcia tenemos otro caso paradigmático. El UCAM no es tan malo como sus resultados manifiestan. El problema es que juegan encerrados atrás y mordiendo a la espera de cualquier patadón para marcar en un descuido. Solo achuchan cuando los de enfrente se repliegan tras ponerse en franquía, y hasta así generan ocasiones. Resultado: ¡sufrimiento!
Eso que tan increíble como desesperanzadamente proclama su entrenador. Mire, Salmerón, ningún seguidor merece que le dicte tamaña condena. Debería intentar que sus muchachos jugaran a algo más que aguantar el cero a cero. Al menos en casa. Después de verles media temporada, tiene mimbres para aspirar a más; la mala suerte que se proclama lo evidencia. Hasta el punto de que algunos piensan, ingenuamente, que se merece más.
Y de sufrir, usted mismo. Hay quienes no vamos al fútbol a pasarlo mal. Feo asunto. Los dirigentes universitarios deberían tomar nota. Como también diría el entrañable Ripoll, olfateo efemérides luctuosas.

       

domingo, 27 de noviembre de 2016

CRISTIANO PRIMERO ELGOLEADOR


Nunca ha sido el mejor jugador del mundo, pero sí el mejor goleador. Y no le pidamos peras al olmo. Cristiano, a diferencia del otro Ronaldo, no es un conductor ni un regateador, ni siquiera un artista del balón aunque coincidan en su efectividad ante el portero que menos conocen, como diría, este sí, quien fue el mejor futbolista del mundo unos años, don Alfredo Di Stéfano. Sin embargo, aventaja al brasileño en su versatilidad goleadora; le pega con la derecha, como Nazario, pero también es un magnífico cabeceador y tampoco le hace ascos a tirar con la izquierda, casi un tercio de goles. Y, además, golea de lejos con frecuencia, cosa que su tocayo no hacía.
Defiendo hace tiempo que es el mejor goleador de la historia del fútbol, por encima de fenómenos como Puskas, Pelé, Eusebio, Seeler, Cruyff, Romario, Müller, Van Basten, Maradona, Raúl o el propio Di Stéfano, a los que he disfrutado viéndoles jugar.  Si acaso, solo hay un futbolista, Messi, que pueda igualar o incluso superar sus registros, pero para este otro hay un calificativo más apropiado: ser el mejor jugador del mundo en la actualidad.
El azulgrana, además de ser un consumado goleador, es uno de los mejores dribladores de la historia, un pasador extraordinario y tiene la enorme capacidad de bajar a la media y echarse al equipo a su insuperable pie izquierdo, sin perder su descomunal llegada al área contraria y al gol.
Cristiano Ronaldo no tiene esa calidad, como también tenían algunos de los que he nombrado, pero en su estricta especialidad es insuperable; sus registros goleadores lo demuestran. Y tiene, además, otra singularidad que le ha posibilitado mantener ese romance permanente con el gol año tras año: su fortaleza física. Es un portento atlético que, unido a su esmerada profesionalidad, le ha permitido mantenerse en su privilegiado rol en cuantos equipos ha jugado desde que empezó, hace ya catorce años. Sporting de Lisboa, Manchester United, Real Madrid y Selección portuguesa lo han tenido y lo tienen como su máxima baza goleadora. Y lo que le queda, porque amenaza con jugar hasta los cuarenta. Si la salud y las lesiones lo respetan, no duden que seguirá inventando bastantes años más celebraciones para sus goles;  imaginación, hedonismo, descaro y amor propio no le faltan.
Perderá velocidad, reflejos, fuerza y flexibilidad, pero mantendrá siempre la portería contraria en el punto de mira. Aunque su posición será más estática con el paso del tiempo, y más centrada probablemente, continuará siendo un goleador legendario. Querrán jubilarlo antes, verán kilos de más, que correrá menos, que se quejará demasiado, que hará teatro, etc. Y que lo único que no perderá será su egoísmo futbolero y la chulería innata que lo afea, pero él hará goles hasta que se retire.
Puskas llegó al Madrid con 31 años y 18 kilos de gordura. El húngaro, considerado el mejor jugador del mundo a mediados del siglo pasado, se exilió, estando fuera del país con el Honved, cuando el levantamiento anticomunista húngaro de 1.956 y la entrada en Budapest de los tanques soviéticos. Y aunque los mejores equipos mundiales quisieron ficharlo, no pudieron debido a una sanción de dos años de la FIFA por desertor. Y ahí empezó el calvario, como años antes le sucedió a su compatriota Kubala.
El final feliz de su trayectoria, por la valentía contra todos de don Santiago Bernabéu para ficharlo al acabar su sanción, supuso la felicidad madridista por disfrutar de sus 242 goles en las ocho temporadas que vistió de blanco, de 1958 a 1966, tres Copas de Europa, una Copa española, una Intercontinental y cinco Ligas incluidas. Se retiró con 39 años y con dos motes para la historia: Pancho, que le decían sus compañeros en alusión a sus curvas, y Cañoncito Pum, que le motejaron los periodistas por su potente pierna izquierda.
El austríaco Bican, con 805 goles, encabeza la lista de los mayores goleadores históricos en partidos oficiales, seguido de Romario (772), Pelé (767), Müller (735), Puskas (576), Seeler y Túlio (575), y Cristiano, que con 565 está a punto de superar a los tres anteriores.  

A Ronaldo todavía no le han rebautizado; todo se andará. De los actuales  es el rey Cristiano Primero, y los 241 que le faltarían para ser coronado oficialmente el mejor de todos los tiempos, los logrará si continúa seis o siete años más. Don Florentino, aunque no lo fichó, ha estado fino al renovarle. Felicidades.                  

lunes, 14 de noviembre de 2016

LA MARCHA ATRÁS


Desde el 2013, adivinar el juego de la selección española es sencillo. Bastan los primeros diez minutos para saber qué va a hacer. Si empiezan sus jugadores con pases horizontales o atrás, habiendo espacio para ponerle el balón al compañero unos metros por delante, ya está todo explicado. Luego viene el no llegar al balón antes que el contrario, perder la mayoría de disputas del balón, fallar en los últimos pases, controlar con el muelle de la bota en lugar de con su cara amable propiciando que el balón se aleje, etc. Es la España de la marcha atrás.
Contra Macedonia se empezó así y solo gracias a la ineficacia de sus delanteros no empezamos perdiendo por dos a cero en la primera media hora. Si tenemos enfrente una selección notable, con muy poco nos hubieran dado un doloroso baño.  Así empezaron los de Del Bosque en el  último Mundial y en el reciente Europeo. El resultado, la mediocridad por bandera y el fracaso de la otrora campeona. El sábado, los de Lopetegui se escaparon del ridículo por chiripa; la suerte que tuvieron con el primer gol, marcado por un defensa macedonio en propia puerta. Luego vino el afortunado tanto de Vitolo, tras un lío en el área contraria después de una buena jugada de Thiago — ¡por fin! —  y los otros dos, de buena factura, como propina ante una selección que ya se había desmadejado buscando el gol.
He remarcado la acción del hijo españolista de Macinho, al que le tengo simpatía y admiración por su preferencia y por su juego, porque muchos pensaban, con Del Bosque al frente y yo también, que podía ser el  sustituto natural de Xavi.  Pero todavía hay demasiada diferencia entre uno y otro. Thiago atesora una calidad comparable sin llegar al manejo ambidiestro del pase en el de Tarrasa. Maneja la pausa y el tiempo en su media vuelta sin alcanzar la ductilidad de Xavi para salir igual de bien por derecha que por izquierda. Conduce con descaro y finura el balón, pero le falta el giro pasmoso de cuello, para orientarse y detectar a los contrarios, del mejor centrocampista que ha dado España; parecía que tenía una elasticidad de 360 grados. En llegada y gol hasta pueden igualarse, pero aun le falta mucho para disputarle la primacía del último pase; el del medio gol. Y le falta, al fin, levantar más la cabeza de verdad y aprovechar el tacto de su bota para conducir la pelota. Así ganaría la décima de segundo necesaria en el juego de toque, en el pase y en el disparo; aunque parece que atesora esa decisiva capacidad, engaña porque tiene la pose de la cabeza elevada sin perder nunca de vista, sin embargo, el esférico. El resultado es un juego más lento por las décimas de segundo perdidas.
Y justo eso es lo que decíamos al principio como diferencia entre un espectáculo de toque excelente, el famoso tikitaka que tanto nos dio, y el juego aburrido de ahora de nuestra selección. Por eso he tratado de especificar, como emblema de lo que sucede, las diferencias entre los dos canteranos culés. ¿Que parecida distancia existía entre el Xavi del 2008 al 12 y el de después?, pues también, porque los años dejan secuelas físicas. Como tantas veces hemos referido, la velocidad es lo que diferencia a un buen jugador de otro extraordinario. Y ese es el problema que tiene actualmente la Selección Española. Ni Thiago es Xavi ni Morata, Costa o Adúriz —meritísimoson Villa. Ni Piqué o Ramos, por buenos que sean, alcanzan la rapidez de Pujol. Y, no nos engañemos, también nos falta un Luis Aragonés que reinvente una selección ganadora. Del Bosque no lo fue, aunque tuviera la sabiduría de aprovechar la herencia alargando el rendimiento del excelente plantel que le dejó dibujado el madrileño, y Lopetegui todavía no ha tenido tiempo ni lugar. Necesita ambas cosas, aparte de vertebrar una columna adecuada, —su pasillo de seguridad, que diría don Luis —que todavía no tiene. De Gea y Busquets, al que también se le nota el paso del tiempo, igual que a Silva, aunque haya ganado en colocación; son tres vértebras básicas, pero le faltan dos existenciales: el organizador y el de los goles, que no es baladí.

El miedo es libre, y la marcha atrás en el fútbol, como en la cama, es una maniobra defensiva cuando no se quiere o no se puede. Dos finales infructuosos.          

martes, 8 de noviembre de 2016

DE ZIDANE A GUARDIOLA


Son dos personajes de época; uno la protagonizó de jugador y otro de entrenador. Zidane es fantasía, modestia y glamur, y Guardiola sencillez,  imaginación y método. El francés fue figura mundial en el césped y el español, habiendo sido un extraordinario jugador de club, alcanzó la gloria en su primera experiencia como técnico de relieve, justo el camino que aquél inicia ahora. Y les une también la emoción, la elegancia personal y la deportiva; ambos fueron y son pasionales, pero prudentes y educados tanto en el triunfo como en el fracaso, esos dos impostores, que escribió el inglés Kipling en su aleccionador poema “If”. Y ahora les vuelve a unir la crítica por estar en primera línea de fuego, aunque haya también claras diferencias entre estos dos fascinantes personajes.
Guardiola tuvo el inmenso mérito de hacer del Barça y su juego la referencia mundial del fútbol durante varias temporadas, basándose en la cantera culé y en la maestría que se imparte en la Masía desde Laureano Ruiz, con fieles remembranzas “kruyffsistas”, hasta cuajar la historia más brillante y difícilmente repetible de los azulgranas y de cualquier otro club. Y ese mismo éxito es el fielato que le pusieron después en Alemania y ahora en Inglaterra para reverdecer los laureles unánimes de todos, salvo los periodistas y aficionados contrarios de bufanda extrema.  
A Zidane, por el contrario, todavía se le espera, a pesar de haber triunfado también a la primera en el club más exigente del mundo, el Real Madrid, ganando su trofeo fetiche en Europa. Y tiene lógica ese compás porque aún no ha encontrado el sistema de juego que identifique a los blancos, más allá de imponer el sentido común con Casemiro en el eje y Kroos y Modric al mando, amén de dar una patente de corso al trío atacante que don Florentino gusta disfrutar en su equipo, por muy discutible que sea en ocasiones. En este sentido, el francés se parece a otro técnico español: Luis Enrique, que empezó a triunfar con idéntica aplicación en el suyo, aparcando su tendencia natural a las rotaciones; otro trío de ases que también es obligado por Can Barça bajo mando argentino. Pero claro, cuando se descose la columna vertebral asoman las vergüenzas. En el Madrid es la ausencia del medio centro brasileño, la de Ramos y la de Modric, al margen de los altibajos del mejor goleador: Cristiano. Y en el Barça la de Piqué e Iniesta, que con Busquets forman el auténtico tridente insustituible blaugrana, más allá de la omnipresencia del mejor del mundo: el mandón Messi. En la reciente jornada de Champions tuvimos la prueba de lo que afirmamos.
 Zidane se dejó llevar por su tendencia al espectáculo y por una sumisión impropia a los criterios “superiores”, que él conoce bien. Las flores presidenciales a su figura en la última asamblea de socios tienen esa contrapartida; ya veremos cómo se marchitan si no endereza esta temporada la nave con solvencia. Y salió en Varsovia con solo dos medios y cuatro delanteros, que además se estorbaban por el centro, para no quitar a Cristiano o Benzema ante la titularidad de Morata. El partido le dio una oportunidad de oro para rectificar cuando se puso en franquía de dos goles, pero no supo rectificar, sustituyendo a un delantero por un medio para amarrar el resultado.
Y en Manchester hubo otro detalle para el recuerdo. Guardiola, perspicaz y con el juego perdido, le hizo el avión a Luis Enrique cambiando las posiciones de Silva y De Bruyne, y el acoso del belga al súper atareado Busquets, metido entre centrales,  aparte de su calidad y rapidez, variaron el panorama. Pero, refrendando que el fútbol es más juego que ciencia, también pudo salirle bien a Zidane y a Luis Enrique. De haber estado fino Cristiano el Madrid hubiera marcado más goles, y el Barça, con Neymar o Suárez más acertados, hubiese puesto una distancia inalcanzable en la primera parte.
En el fútbol hay una explicación para casi todo y, al margen de las características de ciertos personajes, pasamos sin ruborizarnos de unos principios a otros como los hermanos Marx. Y siendo un juego, siempre es mejor sonreír. Si no, recuerden los fallos inusuales de Sergi y Ter Stegen o el balonazo al larguero de Vázquez en el último segundo.  ¡Ay, el azar!

Mientras, el legionario Simeone, el valeroso Emery, el flemático Ancelotti y el innovador Sampaoli caminan firmes. De Mourinho, mejor hablamos otro día.        

lunes, 31 de octubre de 2016

DEL FÚTBOL A LOS RUFIANES DE RUFIÁN


Hoy tocaba hablar de que la columna vertebral del Barça no son Messi, Suárez y Neymar sino Busquets, Iniesta y Rakitic, en su sitio; contra el Granada se evidenció su falta aunque tuvieron en Sergi Roberto su hombre para todo y en Rafinha la solución brillante del problema.
Y del jugadorazo inventado por Simeone en el belga Carrasco, en su tan interminable como brillante labor técnica,  amén de ese dúo ganador que ha amalgamado con Griezman y Gameiro, al que ha sabido gestionar su tiempo.
O de la afortunada vuelta al gol de Cristiano y la insistencia de Morata en hacerse titular con goles, y de la indisimulada alegría que se dibuja en Zidane cuando un joven hace algo grande, como el golazo en Copa de ese suplente de lujo que es el también canterano Nacho.
 Y del error de llamar pinchazo al empate del Sevilla de Sampaoli y Lillo en Gijón ante un excelente Sporting, cuando es un paso más en su envidiable trayectoria, otra vez reinventados por Monchi; el mejor gestor deportivo español en décadas, o desde siempre.
También de reseñar la diarrea mental que asola a ese personajillo en que deviene Tebas cada vez que se sale de su papel institucional y entra en charcos inapropiados. Una vez que los comités correspondientes actúan, el presidente de la Liga estaría callado más bonito que un San Luis. Lo que  piense de las provocaciones de Neymar, en lo que coincidimos muchos, debería ser charla de café en lugar de opinión pública como máximo dirigente de ‘todo’ nuestro fútbol profesional. Así, el victimismo en el que se envuelven los dirigentes culés, tan hipócrita como llorón cada vez que alguien se mete en su patio, con o sin motivos, queda en evidencia como argumento cuando les faltan otros. El falaz “Madrid nos roba” tiene quien le copie.
Igualmente, y  metiéndome donde todos saben que no entro por razones obvias, sería apropiado terciar en la mala gestión que ha hecho alguien del Real Murcia con el derbi del domingo frente al Cartagena. Y miren que lo siento porque valoro mucho los esfuerzos de sus directivos, algunos de los cuales conozco y gozan de mis simpatías personales, para sacar adelante ese difícil barco, por haber afrontado algo por el estilo hace más de veinte años. Pero hay que ser muy torpe para hacer coincidir su horario con el del UCAM-Oviedo en la Condomina, perdiendo quizás la venta de algunos cientos de entradas, cuando no algún millar. Y lo mismo con permitir el enrarecimiento de las buenas relaciones que, al parecer, mantenían los granas con los dirigentes murcianos del “Efesé” hasta pocas horas antes del encuentro, a quienes también aprecio personalmente y pondero por su enorme trabajo.
Pero todo esto, y el propio fútbol, ha quedado disminuido y hasta relativamente lejano en esta sombría tarde del sábado en la que escribo la presente columna, tras escuchar a un impresentable que se sienta en las Cortes de todos los españoles; un tal Rufián —nunca más apropiado un apellido—. Un elemento ruin que avergüenza aún más, si cabe, a la clase política muy a pesar de muchos de ellos. Este individuo, al que llamo desde aquí mal nacido por lo que supone de peligro para la convivencia nacional, y tenemos experiencias sangrientas recientes y lejanas como para que tal calificación no sea nada exagerada, y los otros rufianes que le aplauden y jalean; no merecen estar donde están. Ni la inmensa mayoría de ciudadanos españoles, tanto los que se sienten como tales como los que no y piensen como piensen, merecen tampoco tener que soportar a gentuza de esa calaña en ninguna tribuna pública, y menos cuando, además, viven de nosotros. Deberían estar chapoteando en el estercolero de sus miserias y complejos en lugar de esparciendo los odios, rencores y revanchismos desnortados que anidan en sus almas negras contra una sociedad que les ha posibilitado sus estatus y enormes posibilidades de crecimiento personal y social. Realidad que trajeron muchos miles de ciudadanos en tiempos difíciles, sin arrugarse, cuando hablar de libertad y democracia sí era valiente. Ahora, lo suyo es la cobardía infame del provocador en manada contra pacíficos, cuando no contra fantasmas de los que ya no pueden temer nada.

Viéndolos en la sede de la soberanía nacional cabe preguntarse cómo hemos llegado a esta situación, y, lo que es peor, ¿hasta cuándo durará?  ¡Qué falta de…! (añadan lo que quieran)   

domingo, 23 de octubre de 2016

DON "BILLETINO" PÉREZ


Aquí, los cuartos son los que mandan, vino a decir don Florentino a los socios madridistas para justificar que, según su inapelable y omnímodo criterio, el Real Madrid no necesita un director deportivo. Escuchándole, cualquiera puede entender que son sus billetes los que tienen vara de mando, pero el dinero que maneja este hombre orquesta no es suyo. Y por ahí empiezan los matices y algunos de sus desvaríos. Los suficientes para celebrar el irónico hallazgo de que ha logrado convertirse en el mejor presidente en la historia…del Barcelona.
Bajo la presidencia del señor Pérez el Madrid ha ganado tres Ligas, tres Champions y dos Copas del Rey, aparte de otros ocho títulos de menor enjundia. Y en ese periodo el Barça ha ganado ocho Ligas, cuatro Champions, cuatro Copas del Rey y otros ocho títulos segundarios. Es decir, empatados a ocho en titulillos y goleada de los culés a los merengues, dieciséis a ocho, en los importantes. Ese es el resumen concluyente, por explícito y sin discusión, de la política deportiva de este confeso don “Billetino” durante trece temporadas.
A esa evidencia habría que añadir los más de 1200 millones de euros invertidos en fichajes, los diez entrenadores quemados y que su máxima estrella, Cristiano Ronaldo, se lo dejó fichado Ramón Calderón, quien ganó dos Ligas en dos temporadas por mucho que su gestión institucional fuera poco recomendable.
Además de su alusión al “general dinero”, con lo que conlleva de prepotencia, escaso mérito y valor pagado frente a la inteligencia futbolera, que desprecia; añadió que para fichar a los mejores no hacen falta expertos; él sabe.  Es decir, que siguiendo su dedo, no hace falta entender de fútbol para saber siempre quiénes son los mejores. Y eso hasta podría valer si se tratara de un deporte individual, pero es todo lo contrario. Lo  mejor del juego colectivo no está basado en disponer de los mejores del mundo en cada posición, sino en que se conjuguen y sepan para qué están, a lo que juegan y lo que se espera de ellos para el lucimiento del conjunto. Y para eso, también, deben estar bien dirigidos. En ese aspecto el Real Madrid de Pérez no es un dechado de virtudes. Solo hay que constatar el infumable desfile de técnicos en sus dos etapas, cada cual con criterios distintos, hasta el punto de que todavía no tienen los blancos un estilo de juego definido; carencia generalmente reconocida incluso por los forofos blancos más recalcitrantes. Como botón de muestra, Ancelotti y otros han denunciado que en el Real Madrid el criterio meramente futbolístico es bastante irrelevante y las injerencias presidenciales son constantes y negativas.
El Real se ha convertido con don Florentino en el referente mundial del fútbol de cartera, con todos los aspectos negativos que tal emblema conlleva, como el de la anarquía futbolera y ganarse la antipatía generalizada de clubes y públicos. Esa deriva, no obstante, la comenzó Lorenzo Sanz, quien tampoco fue un ejemplo en lo institucional pero ganó dos Champions y una Liga en tres años de mandato, dejándole una plantilla y un técnico, Del Bosque, campeones de Europa.
Lo más valioso de la presidencia del señor Pérez es el lustre institucional y que ha ahuyentado a arribistas y trincones, lo cual no es poco,  y su aparente gestión económica aun a costa de perpetuarse en el cargo. Pero su verdadero éxito es el personal. En eso es un auténtico fenómeno. A Florentino Pérez no lo conocía nadie en el 2000, más allá de sus amigos, y en el 2006 era el empresario más conocido de España. Y desde su vuelta en 2009, que coincidió con el cuajo de la crisis económica —¡qué vista!—, ha elevado ese halo a nivel mundial. Y es que, hay que ser muy brillante para convertir al Real Madrid, la primera marca española, en su departamento de relaciones públicas.
Lo lamentable es olvidar que Gento, Pirri, Del Bosque, Velázquez, Camacho, Santillana, Butragueño, Sanchís, Raúl o Casillas no llegaron de talonario al Real Madrid, como tampoco los que han hecho al Barça el mejor del siglo XXI. Ojalá acierte Zidane con su mezcla de hombres y nombres para hallar el buen camino; la sombra de Mou sigue alargándose.

Y por Murcia, el UCAM está aprendiendo que sin el de la uña no hay paraíso. Del optimismo a la zozobra median diez goles claros fallados en liga. En el fútbol, el gol sí es el que manda.

lunes, 17 de octubre de 2016

PIQUÉ, EMOCIÓN Y GOLES


Lo de Piqué es pura emoción, pero equivocada. El fútbol ya tiene de por sí un bagaje de emociones para hacerlo el deporte más seguido del mundo, y seguramente el más adictivo aunque a veces, cuando no hay goles ni asomo de ellos, se aburran hasta los que pasean por la puerta del estadio.
Como nos han enseñado los que entienden, el arte bueno no es el  más bonito, ni el más aparente ni el más fiel con la realidad, sino el que emociona, y ese es también el fútbol bueno. Lo que ocurre es que demasiadas veces le echamos condimentos extraños a su salsa y al final nos envenenamos. Mezclar ideología política con deporte es antinatural, y no solo en el Barça y en Cataluña son expertos en tal bodrio; en el resto de España, aunque pongamos la excusa de la reacción, también pintamos bastos cuando deberíamos mostrar oros. Justo el calor que nos calienta a los aficionados al fútbol sin más. 
Como tantas veces reiteramos, Piqué, como antes Guardiola, Pujol, Capdevila o Xavi, y antaño Ricardo Zamora, Rexach y compañía, se han partido siempre el pecho por nuestra selección, la española, la de todos, la que tanto nos ha emocionado en la última década. Como también nos emocionó la final del europeo del 64 contra la URRSS  a los que nos asomábamos al fútbol hace más de cincuenta años, con el inolvidable gol campeón del zaragozista Marcelino, el magisterio del barcelonista Suárez, las internadas del madridista Amancio, los tres gallegos, y las paradas del jovencísimo vasco Iríbar. Así debería ser siempre.
Siempre hay un tonto para cualquier ocasión, y el periodista que se sacó de la manga lo del corte de las mangas de Piqué el otro día, aparte de la demostrada mentira sobre su intencionalidad, y ahí le traicionó el españolismo ramplón que tantos llevan dentro; demostró palmariamente que no solo por el Nou Camp cuecen habas. Y el de Shakira se ha hartado, con toda la razón del mundo. Confundir al Real Madrid y el madridismo con España es otra sinrazón emocional en el fútbol, y por ahí empezaron los pitos absurdos en cualquier estadio español al que seguramente es uno de los tres mejores centrales del mundo. Prescindir de Piqué sería propio de aquella España de charanga y pandereta que cantara don Antonio Machado. Claro que también escribió el enorme poeta sevillano en un mínimo poema, que en España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa. La pena es comprobar cómo de vez en cuando hay que darle la razón.
La vuelta de la Liga nos ha deparado goleadas de los grandes y el afianzamiento del Sevilla de Sampaoli, en busca de su vistoso ideal de juego. Las del Atlético y el Real han sido de escándalo, y el Barça ha vuelto al camino tras el fiasco de Vigo. Luis Enrique ha recuperado a Messi y Zidane el ritmo de su equipo, mientras Simeone empieza a ver los frutos de su apuesta por algunos jugadorazos en ciernes como Carrasco y Gaitán, igual que hizo con Godín, Koke o Juanfran. El ojo del argentino para anticipar talentos es memorable. Y su buena mano para reinventar grandes equipos temporada tras temporada, con mucho menos presupuesto que sus dos grandes rivales, también. Es el entrenador más importante de nuestro fútbol reciente tras la marcha de Guardiola y la triste desaparición de Luis Aragonés. Tiene a los colchoneros en la misma excitación emocional que el catalán tuvo a los culés y el madrileño a los españoles.
Y parecida emoción, aunque a mucha menor escala, de momento, es la que se empieza a sentir en Murcia por el UCAM, tanto en baloncesto como en fútbol, aunque Reverte y Salmerón dispongan de un presupuesto austero. El otro día en Mallorca unos pocos la sentimos en las gradas de Son Moix, y en el Palacio la sintieron miles de murcianos en su debut triunfal  europeo. Esa sanísima emoción deportiva va calando poco a poco en Murcia y al final será diluvio, porque, como decimos en la huerta, el agua siempre va a lo hondo y no pide escrituras. Una institución cuyo patrocinio acapara la mayoría de las medallas olímpicas de España no es flor de un día. Esperemos, y ojalá, que su apuesta por el deporte murciano sea la suerte de tantos miles de aficionados que ayunan en la región, huérfanos de colores con los que emocionarse a goles cada jornada

lunes, 10 de octubre de 2016

ENTRE EL DÍA Y LA NOCHE NO HAY PARED


Y entre la excelencia futbolera y torcer botas, tampoco. Lo primero lo aprendí de un compañero hace muchos años, Domingo, director de una oficina de CajaMurcia en La Palma de Cartagena. Y lo segundo lo vemos partido a partido los aficionados en cualquier campo.
Decía mi colega, cuando fui a visitarle a su oficina recién abierta, que iba a triunfar con toda certeza en su también recién estrenado cargo porque se fe residía en el trabajo sin desmayo y sin horas; ¡qué personaje! Y lo hizo, naturalmente.
El otro día, frente a Italia, España lució un juego extraordinario durante setenta minutos, pero se asemejaba más al fútbol sala que al fútbol grande porque el gol suele ser un pase más, y es lo que intentaron hasta el hastío nuestros internacionales. Nadie se atrevía a tirar desde fuera o al borde del área, y ni siquiera tampoco desde dentro. Y entre exclamaciones de asombro por la exquisitez de sus toques y toques llegábamos a la desesperación. ¿Pero es que ninguno de los seleccionados por Lopetegui tiene fe en su golpeo de balón? ¿Es que no se entrena eso? ¿Ni en sus equipos tampoco? Porque esa es otra. En el Madrid, por ejemplo, solo Cristiano, Bale y James, o Kroos cuando lo liberan de su inapropiado lugar en el medio centro, lo intentan. Y en el Barça, excepto en los golpes francos, ocurre generalmente lo mismo, salvo cuando Messi dispara tras una de sus endiabladas diagonales.
Koke, Silva e Iniesta tienen un excelente tiro desde veinte o venticinco metros, pero tampoco se prodigan en la selección, luego debe ser una instrucción de Lopetegui y  es un error mayúsculo. En el fútbol antiguo, en el que nos criamos algunos, los interiores nutrían de balones a los extremos para que estos centraran balones al delantero centro o a ellos mismos llegando desde atrás, y cuando no veían claro el pase disparaban sin remilgos desde fuera del área. Y hacían goles. Miren, si no, las estadísticas goleadoras de interiores legendarios: Puskas, Pereda, Luisito Suárez, Luis Aragonés, Schuster, Martín Vázquez o Michel, antes de especializarse en lo de falso extremo, y el mismo Hierro en el Valladolid y en el Real antes de bajarse a la defensa. A veces nos encogíamos en la grada al ver enfilarse a esos interiores para chutar desde lejos. Pero ahora todo es lo mismo. Se acorrala al contrario como si de balonmano se tratara, pasando el balón de uno a otro extremo, hasta que alguien pueda entrar hasta casi el área pequeña y la ponga a cualquier compañero. Y así es muy difícil, salvo que alguna vez suene la flauta mágica del artista de turno. Y como tampoco hay ahora grandes rematadores de cabeza con el balón en movimiento, otra especialidad que se ha perdido, pues a intentarlo una y otra vez hasta el aburrimiento del respetable.
Los futbolistas, como decía mi entrañable compañero, deberían dedicar mucho más tiempo, sin horas, a entrenar los tiros desde fuera, que son fuente inagotable de goles extraordinarios. En Murcia, el otro día frente al Mirandés, fue el atrevido Nono quien empató un partido para el UCAM con un sutil disparo al poste contrario desde fuera del área. Y es que, siendo la portería tan grande, cuando se ajusta el balón a un palo los porteros lo tienen complicado.
También  resultan inexplicables ciertas pájaras, traducidas en no llegar al balón antes que el contrario. Ocurre cuando un equipo se pone en franquía y deja de presionar, o si sale dormido del vestuario. Le ocurrió a España en Turín, y nos recordó a esa selección ramplona del mundial de Brasil o de la reciente Eurocopa. Sin tirar a puerta, meter la pierna ni correr no se juega al fútbol. Tomen nota también en el UCAM; en Getafe repitieron el pésimo partido de Zaragoza.

Y llegamos a Ramos. Es increíble la desafección que se le tiene, cuando falla, después de sus logros.  Los años pasan, que se nota para lo malo: la pérdida de la décima de segundo, pero también para lo bueno: la colocación. Y gracias a ello recordamos a centrales legendarios, ya treintones largos, pero sería difícil hallar un defensa con sus títulos y goles. Don Florentino, por ejemplo, sigue en el Real por el gol de Ramos en Lisboa; tenía previsto abandonar si perdía tras batir su propio record de presidencia infructífera en lo deportivo. ¡Ay, la falsa memoria!       

lunes, 3 de octubre de 2016

DE LA BOCA AL PIE


Es lo que vino a explicarle Pedro León al portugués Danilo en el Bernabéu. Con una gran actuación del murciano, el Éibar frenó las ansias expresadas por el madridista de que el modesto conjunto vasco pagara la cuenta de los desvaríos madridistas, versión tres partidos seguidos empatados que  tuvo en su mano. Y es que, de la boca al pie hay mucho trecho. Al final, otro empate, y van cuatro consecutivos con seis puntos desperdiciados en Liga para perder la cabeza de la tabla, que, como decía don Salvador Ripoll, es la que manda. Por eso la música de viento empieza a ser repetitiva en el Paseo de la Castellana.
Ya decíamos que Zidane debería plasmar en el terreno de juego un sistema reconocible, más allá de los clásicos arreones y las jugadas aisladas de sus fenómenos, y está tardando el francés en conseguirlo. Es inconcebible que jugadores con tanta clase no sean capaces de controlar un partido contra equipos notablemente inferiores. Que Casemiro, sobre todo; Modric y Marcelo, aparte de Ramos, no estén disponibles o haya que darles descanso no justifican los bajones que exhiben los pupilos de don Zinedine. Y mucho menos la apatía que aparentan ocasionalmente algunos de ellos. Tal vez por eso, como profeta antes que presidente y director deportivo, don Florentino ofreciera a Mourinho volver al Real Madrid para poner orden. ¡Válgame Dios! El club ha negado que hubiera habido negociaciones al respecto, pero eso no lo dijo el técnico portugués. Habló de una charla con el presidente blanco, con quien le une buena relación, y por eso el señor Pérez no ha desmentido nada. En todo caso, como decíamos, de la boca al pie hay tanta distancia como de las palabras de algunos a los hechos. Menos mal que don Xosé  no aceptó; sería la plaga que faltaba.
El asunto que quita el sueño a los madridistas es mucho más sencillo: además de la ausencia de sistema, falta actitud y doblar algunos puestos clave. Sobre todo el del medio centro, como tanto hemos reiterado. Lo primero tiene arreglo, y está en la mano y la responsabilidad de Zidane corregirlo, y de lo último ya hemos hablado demasiado y no tiene solución a corto, salvo que recuperen a Llorente en Enero. Lo peor sería que el Barça o el Atlético ya estuvieran demasiado lejos.
El Barça, que sí tiene un juego reconocible, debe pasar el Rubicón de la ausencia de Messi para albergar esperanzas, y en ello están los de Luis Enrique. La ventaja blaugrana es que, aparte del argentino insustituible, tienen una columna que vertebra al conjunto con pocas fisuras. Piqué, Busquets, Iniesta, Alba, Rákitic y Suárez, más algunas cositas de Neymar, con el concurso de ese jugadorazo en que se ha convertido Sergio Roberto, y es el mayor mérito de su técnico; sostienen la base  y la estructura del juego culé.
 Simeone ha encontrado esa marcha adicional que necesitaba el Atlético para pasar de aspirante a equipo grande. Tanto en Liga como en Europa ya cuenta como uno más de la élite; el triunfo frente al todopoderoso Bayern lo corrobora. Solo un equipo importante puede hacer un partido para ganar con claridad a los campeones alemanes. Gabi, Juanfran, Filipe, Koke, Griezman, Saúl, Godín, Oblak o Carrasco no tienen nada que envidiar a ningún otro jugador  en su puesto. Ojito con los colchoneros esta temporada, como ya aventuramos, 2017 puede ser su año triunfal.

Y el UCAM a lo suyo. La lástima es que su falta de acierto en la portería rival le haga ir pasito a pasito cuando podía ir de tres en tres. En Mallorca debieron ganar con claridad. Y contra el Mirandés, quizás el mejor equipo enfrentado hasta ahora, pudieron ponerse en franquía de dos o tres goles en los primeros veinte minutos. El domingo vimos un bonito partido mañanero en el que pudo imponerse cualquiera de los dos conjuntos, pero los universitarios murcianos tuvieron más y mejores oportunidades de gol al principio y al final del encuentro. Una pena. Con esos cuatro puntos estaría ahora el UCAM entre los tres primeros de Segunda.  En todo caso, lo positivo es que los de Salmerón progresan, eso sí, a pasos agigantados. Y, también, que el público va animándose. A ver cuando se llena la Condomina. Por cierto, ¡grandes Jona y Nono!, dentro del buen tono general. Ahora, a pasar de ronda en la Copa frente al Mallorca y a mojar en Getafe. 

lunes, 26 de septiembre de 2016

LOS CUENTOS DE NEYMAR Y MODRIC


No se me alarmen culés y merengues, que no va de negar que son grandes jugadores. Se trata de señalar dos lugares comunes recurrentes entre demasiados periodistas deportivos y comentaristas varios. La diferencia entre Messi y Neymar es tan evidente que difícilmente puede suplir el brasileño la importancia del argentino en el Barça, que es el cuento al que aludíamos. No es lo mismo marcar dos o tres goles cuando tu equipo manda y ya gana claramente, como es la casuística mayoritaria del “gambetero” carioca – en Gijón fue la última muestra-, o adornarte con las provocaciones absurdas que decíamos la semana pasada, que echarte el equipo a la espalda desde el principio y abrir el camino de la victoria como suele hacer el  mejor jugador del mundo, o cuando los azulgranas se atascan. Corolario: el Barça puede aspirar a todo con Messi, pero no sin él y con Neymar de estrella. Y eso que ambos tienen una media y una defensa de lujo a su servicio, con Piqué y Busquets al frente, junto a un delantero centro de la excepcionalidad goleadora de Suárez, por muy deslenguado y marrullero que pueda ser a veces.
El cuento de Modric viene por la supuesta insustancialidad del Madrid sin él, según algunos. El excelente jugador croata es un medio importante para cualquier equipo, por descontado, pero no es el eje sobre el que ancla su juego el equipo de Zidane, ni tampoco su selección. Para que este futbolista luzca en todo su esplendor debe tener un guardaespaldas; esto es, un mediocentro de garantías. Y no solo él, sino otro extraordinario volante como Kroos. Y en el Real ese ancla se llama hoy Casemiro, como antes lo fue Xabi Alonso. Esto venimos escribiéndolo aquí,  hasta machaconamente, desde que el donostiarra se fue, con Ancelotti en el banquillo, y hubo que ubicar al teutón de medio centro mermando la capacidad de maniobra de los blancos. Algunos de los opinadores que decíamos se han dado cuenta de esto hace un cuarto de hora, justo desde que Zidane le dio el mando delante de la defensa, que es lo que no tuvo bemoles de hacer Benítez y ahí empezó su despedida; pero a pesar de eso siguen ninguneándolo. Que si no saca el balón jugado, que si solo sirve para aguantar el juego, etc. Y no se dan cuenta de su importancia en el esquema merengue, como es su puesto específico en cualquier equipo. Que aún tiene mucho que mejorar, por supuesto, ni todavía es Mauro Silva, Redondo ni Makelele, pero es el actual medio centro titular de Brasil y del Madrid. Y no hablamos de equipos menores. La falsedad del cuento de que con Modric el Madrid podía respirar tranquilo, que es lo que decían, se vio el sábado en Las Palmas; la manija de Roque Mesa, como aventuramos, y la ausencia de Casemiro, fueron la clave de los amarillos y del partido. La lástima para los blancos es que dejaron ir a Marcos Llorente, que las está dando todas en el Alavés, y no tienen un sustituto de referencia para el brasileño. En el Castilla ya apuntaba las maneras que ahora luce, pero desgraciadamente el director deportivo Pérez necesita que triunfen fuera para dar oportunidades a los canteranos. Una pena grande, por generalizada.
 En Segunda se vio eso mismo en Elche el sábado. El Levante tuvo un medio campo, con Campaña de figura, que pudieron con los ilicitanos comandados por el ex murcianista y ex bético Matilla, un medio centro que juega para atrás. Y desde esa posición clave se llevaron los tres puntos con suficiencia para seguir líderes. El Levante es el mejor segunda que hemos visto hasta ahora.

Si el UCAM mojara en Mallorca, que bien pudiera ser, se colocaría entre los seis primeros. Equipo tiene para eso desde que Salmerón dio con la clave de su medio campo. La dupla TitoJuande manda romana, con Kitoko de comodín, y desde delante de la defensa no solo controlan el juego sino que se proyectan de cara al gol con éxito; Tito ya lleva dos. Si volvieran de las Baleares con los puntos nos van a hacer soñar. He visto todos sus partidos  y la progresión de nuestros universitarios es muy notable. Otra cosa es que las rotaciones mermen la capacidad que apuntan, que también sería normal, aunque hay buenos mimbres en la plantilla: Remón, Basha, Imaz, Nono, Juanma o Morillas lucen cuando juegan.   

martes, 20 de septiembre de 2016

EN EL FÚTBOL CABE TODO

Desde la belleza y la plástica al esperpento o la tontuna, pasando por el esfuerzo, la suerte, la emoción, la generosidad, la economía, el aburrimiento y hasta la lealtad eterna. Es su grandeza. Lo que hace que su popularidad, lejos de menguar por flaquezas y debilidades que también le asolan, se amplíe a escala mundial sin dejar de ser un juego. De ahí los locos horarios que padecemos en la Liga.
Decía la presidenta del Leganés que opinaba con libertad porque de fútbol no entiende nadie. Y no le falta razón a esta señora que presume de un equipo en Primera que lo van  a conocer hasta en la Cochinchina. Y se dio a conocer este club recién ascendido queriendo jugarle al Barça de tú a tú  con solo tres defensas frente al trío diabólico Messi, Suárez y Neymar, que jugaron al futbolín en el justito estadio de Butarque. Un suicidio deportivo con la galanura por bandera, en lo que también supone una ensoñación de grandeza de un pequeño frente a un grandísimo. Y como parte de esa amplitud de registros que antes decíamos, en esa hora impropia para lo que acostumbramos en España también hubo lugar para la tontuna, de la que sin embargo no andamos faltos. Laudrup, aquel elegantísimo jugador que ahora comenta partidos, lo señaló sin ambages: “cuando vas ganando cuatro a cero no es necesario provocar al contrario”. Pero a ese tan buen futbolista como gilipollas esférico – por donde lo mires-  que atiende por Neymar no lo va a cambiar nadie. Ni tampoco su cara sobrada de niño tonto. A más de uno, cuando se pone a dar toquecitos humillantes frente a cualquier rival que ya carga con un saco de goles, le sale aquello de “ a ese imbécil le partía yo el alma”.  Algún día se la partirán, y entonces quizá salgan otros tontos grandiosos inventándose cualquier campaña anticulé, por ejemplo, sin reparar en que seguramente deberían haberle inculcado antes ciertos valores deportivos que otros azulgranas de verdad, como Xavi o Pujol, tanto han lucido por todo el mundo.
Y dentro de ese calidoscopio gigantesco que es el fútbol, hemos podido disfrutar estos días la belleza estética de la sinfonía de goles que le endosó el propio Barça al Celtic de Glascow y de la emoción que supuso el final del partido del Madrid frente al magnífico Sporting de Lisboa. Pero ambas realidades futboleras se superaron en el derbi de Manchester entre los de Guardiola y Mourinho en la Premier. ¡Qué partidazo de fútbol grande!, que vino a ser el preludio de lo que los del City están haciendo también en Europa. Este año hay otro invitado en el exclusivo club de los aspirantes a la corona continental. Al Madrid, Barça y   Bayern, junto al mismo Atleti o a la Juventus,  se les ha colado un quinto en escena; que se aprieten los machos, igual que sus estrellas. Silva, De Bruyne o Agüero pueden ponerles los pavos a la sombra.
A Zidane y Luis Enrique les sobran artistas donde elegir, y Simeone parece que ha encontrado el ungüento para engrasar la mejor plantilla que le ha puesto el Atlético. Este año habrá más competencia en el campeonato doméstico. Y más diferencia entre esos tres grandes y el resto, que puede ser abismal. En realidad, se jugarán dos competiciones. Una por arriba entre ellos  y otra por en medio y abajo con el resto de primeras.
Y en Murcia, por fin el UCAM ganó su primer partido en Segunda. Tan importante victoria en Valladolid, que puede marcar su temporada por lo que supone de afianzamiento, fue en el partido más inesperado por el juego desigual ofrecido dentro de su clara progresión, con algunos jugadores como Tekio, Tito y Juande que lo evidencian.  Dos caras distintas con el mismo fondo lucido hasta ahora. Uno recordando la sobriedad del año anterior, y otro con aisladas jugadas de ataque con la partitura que se estila en la categoría: juego rocoso atrás y en medio y acciones esporádicas arriba con una o dos individualidades que marcan pequeñas diferencias.
Tras ver al meritorio UCAM jugar con el Zaragoza, Córdoba, Elche o Valladolid se evidencia esa falta de calidad generalizada, y uno añora al antiguo Real Murcia, el auténtico, con futbolistas legendarios que hicieron grande La Condomina, llena, mandando en segunda contra equipos más notables ¡Qué tiempos!
¿Cuándo se enterarán algunos murcianos que es hora de sumar y no de restar? 

      

lunes, 12 de septiembre de 2016

DEL BLOQUE Y EL SISTEMA AL DESABORÍO



Hablábamos de la importancia de los conjuntos y de los sistemas de juego por encima de las individualidades, y esta jornada hemos tenido ejemplos en Primera, en Segunda, en la Premier y en la Selección.
El equipo de Lopetegui, aunque ha introducido cambios de seleccionados, mantiene el sistema de juego que tanto nos dio. Ha llamado a algunos jugadores que ya triunfaron con él en la sub 21 y son  compatibles con el toque y el control del balón. Aun no se pueden extraer consecuencias porque no se ha enfrentado a rivales de nivel, pero se intuyen variaciones para mantener la esencia. Un centro del campo con Busquets y Silva en la brújula, y Thiago a la espera de Iniesta, con el apoyo del todoterreno Koque y Javi Martínez, e Isco o Asensio al fondo, son argumentos para la esperanza. Si sumamos la versatilidad de Vitolo y Nolito en las bandas y la garra de Costa o Morata arriba, que también meten la pierna, podemos albergar ilusiones aunque no soñemos, de momento, con llegar a la excelencia de las selecciones de Luis y Del Bosque; pasarán generaciones para ver algo parecido, si es que lo vemos.
Ya dijimos que no nos gustaba el cariz que estaba adquiriendo el Barça de Luis Enrique. En la alineación que presentó el sábado frente al recién ascendido Alavés, muy meritorio en su sistema y en el rendimiento del bloque dirigido por Peregrino, hallamos lo que intuíamos. Hay que remontarse al año 2002 para encontrar un equipo titular con un solo canterano. Y ese desatino supone un juego irreconocible. O vuelve a sus esencias o atravesará un desierto que traerá años oscuros por can Barça, salvo que Messi sea incombustible y resuelva siempre las incontables trabas que encontrará. Sin bloque ni sistema propio no puede haber juego ni resultados acorde con sus exigencias.
Y el Madrid a lo suyo. Su sistema es golear y no le pidamos exquisiteces;  las virtudes que atesoran sus jugadores son de cañón grueso. Por eso, el día que no tienen su día los Cristiano, Bale, Benzema, Morata y compañía, deben acudir los defensas para conseguir margen en el marcador. Y cuando eso no sucede, peligran. Los blancos necesitan espacios para correr como búfalos hacia el portero rival, o machacas como Ramos que atronen las metas  contrarias por las bravas. Un juego espectacular, sin duda, pero con los altibajos que le han ocasionado ganar solo una Liga de las últimas ocho. Su sistema es golear o golear, y ahí debería poner orden Zidane para exhibir también otro tipo de juego, que jugadores de clase contrastada tiene para ello. El modesto Osasuna le hizo dos goles y gracias a su sistema – meter cinco- sacaron adelante el partido. Con otro rival veríamos.  
El Atleti de Simeone, por fin, encontró el ritmo de su bloque, que es el mismo del año pasado también, como el del Real; y ganó con holgura y mando en Vigo, ante un Celta que como no encuentre pronto el suyo las pasará canutas. Y el Sevilla, como también aventuramos, no termina de adaptarse al vistoso sistema del tándem Sampaoli-Lillo y se aferró a la épica para ganar al ordenado Las Palmas de Setién, que tiene en Roque Mesa la brújula del medio campo que todos los equipos desean.  En el Sánchez Pizjuan recordaron al legendario equipo de Germán, Guedes y Tonono que maravillaba hace decenios.
En segunda, el UCAM de Salmerón y Reverte sigue progresando (cuando escribo esto no ha jugado contra el Elche) y tuvo el desahogo de eliminar en la Copa al Oviedo del insigne Fernando Hierro con el internacional Michu de estrella. Y lo hizo con un sistema adaptado a sus posibilidades y jugadores que hasta ahora habían jugado poco.  Pero, por lo visto, tiene  sistema y afina su bloque, en incluso individualidades apreciables, lo que invita al optimismo. Desde la modestia, sin alharacas y en silencio, que más parece conventual que sufrido por las extrañas circunstancias murcianas que denunciábamos, están logrando un digno lugar en el panorama futbolístico nacional.
Con sistema y bloque, ese pasillo de seguridad que defendía Luis Aragonés, llegan los éxitos. El delicioso derbi de Manchester es un ejemplo. El sistema de Guardiola pudo brillantemente con los arreones e individualidades del de Mourinho, que sigue culpando a árbitros y jugadores de sus fracasos. Luis Enrique, por el contrario, apechugó con todas las culpas del sábado. Ese señorío tapa al desaborío.


lunes, 5 de septiembre de 2016

DE JAMES Y ALCÁCER AL UCAM

De James y Alcácer al UCAM

05.09.2016 | 10:17
De James y Alcácer al UCAM
De James y Alcácer al UCAM
Siempre ha habido jugadores y equipos a medio hacer. El colombiano Jameses el caso típico de quien es figura antes de llegar a un gran equipo y le cuesta adaptarse. Para ser titular en el Real Madrid no basta con ser muy bueno. Lo mismo ocurre en el Barcelona. Podemos recordar a multitud de figuras indiscutidas en sus equipos y fracasados en un grande. Didí, por ejemplo y para no ser exhaustivos, había sido campeón del mundo con el Brasil de Pelé y no halló hueco entre Di Stéfano y compañía. Suele ocurrir, además, con futbolistas que ocupan posiciones ambiguas. El media punta es el más común, y en el Real Madrid hay barullo.


James, como algunos de su estilo, puede deslumbrar en momentos y pasar desapercibido el resto del partido. Y eso, en un equipo que tiene la exigencia de ganar siempre porque opta a todos los títulos, con el añadido de tener que ser tan exquisito como deslumbrante y eficaz en todos ellos, es un problema añadido para los jugadores intermitentes. Isco, el propio Benzema y ya veremos si Asensio, tienen idéntico hándicap. Hasta Kroos lo sufre desde que lo retornó Zidane del impropio lugar de medio centro que le encasquetó Ancelotti cuando se marchó Xabi. Muchos opinan que juega porque es alemán, pero olvidan que de interior es como brilló en el Bayern y en su selección, y sigue readaptándose. James tiene sus peores enemigos entre sus cercanos: los que piden a gritos su titularidad, tachando de injusta su suplencia, sin reparar en que tiene la suerte de estar donde está y con quien está. Como dijimos, el Madrid hubiera acertado cambiándolo por un segundo medio centro.

Alcácer ha preferido ser cola de león a cabeza de ratón, aunque nunca llegó a ser indiscutible en el Valencia. Suena a esas eternas promesas que nunca alcanzan el lugar al que parecían predestinados. También podemos recordar multitud de ejemplos. Iván de la Peña o Guti, siendo tan enormes jugadores que apuntaban a figuras mundiales, nunca llegaron a ser indiscutibles en el Barça y en el Real Madrid. Y el valenciano, sin llegar a la extraordinaria clase de los anteriores ni a sus expectativas, me temo que pasará en el Barça con más pena que gloria; máxime siendo delantero y con lo que tiene delante. En el fondo, creo que hay un problema añadido: falta de carácter. Un futbolista de 23 años que tiene la posibilidad, por fin, de ser líder del equipo de toda su vida y la desprecia por ser suplente en otro, apunta en esa dirección. Y más si ya es internacional y se trata del Valencia, que aunque sea desde la tercera línea siempre es un puntero en nuestra Liga. Por otra parte, el delantero valenciano no es un futbolista que destaque por otra cosa que por su oportunismo goleador y por sus buenos desmarques, y eso no es una excepción mundial; cualidad que debe tener quien quiera ser titular en un grande.

Y llegamos al único equipo murciano en segunda división. He visto al UCAM en directo en Zaragoza y en La Condomina y por televisión en Sevilla, y nunca más oportuno el calificativo de que progresa adecuadamente. En la Romareda, aparte de la novatada pagaron el no meter la pierna con determinación, con jugadores como Basha que con la forma precaria apuntaron las buenas formas que empiezan a lucir ahora. El equipo de Cani y Zapater, como el Córdoba que vimos en Murcia, son equipos obligados a ser punteros; otra cosa es que lo consigan. Con todo, lo mejor de los universitarios fueron diez minutos en el Sánchez Pizjuán hasta que echaron al albanés, quien es el llamado a llevar la batuta de los azulones. También gustaron los que salieron en los últimos minutos y quienes mantuvieron durante todo el partido la seriedad táctica y la sobriedad física que debe caracterizar a un equipo que aspira a mantenerse. Además, el gol de Imaz a pase de Remón fue una jugada a primer toque ilusionante. Lo peor: otro gol encajado de chilena en el área pequeña. Y lo raro, la rácana atención mediática que se le presta en Murcia.

Los cainismos son malos, e informar del decano Real Murcia, del Cartagena, el Lorca o el Jumilla no está reñido con hacerlo proporcionalmente sobre quien es hoy el referente profesional del fútbol murciano, y con mucho mérito, aunque tenga menos historia. ¡Mucho ánimo!

martes, 30 de agosto de 2016

UN JUGADOR NO HACE VERANO

UN JUGADOR NO HACE VERANO
Ni una golondrina tampoco. Los calores estivales nos traen cada año la feria de los fichajes. En la noria del dinero fácil, o eso parece, los grandes de nuestro fútbol se empeñan en acabar su álbum de jugadores con fichajes mediáticos de supuestas estrellas. Y es que, o no aprendemos o sus dirigentes necesitan acaparar noticias para justificar sus canonjías. Al fin, el dinero no es suyo y, como diría el personaje más carismático de ese proceder, don Florentino, hay que cebar la bomba cada año.
Si repasamos la historia, ningún equipo hecho a base de talonario ha pasado de la gloria efímera de un título, en el mejor de los casos, a  la leyenda. Sin embargo, los clubes que entendieron que el sistema es antes que los nombres alcanzaron normalmente esa categoría. El Barcelona es el ejemplo. Por sus filas han pasado los mejores jugadores del mundo con escasos resultados históricos, y solo cuando apostaron por el sistema de juego que emanaba de la Masía ascendieron a la gloria futbolística de hacer época. Nunca llegaron más alto que con su extraordinario fútbol de toque. La etapa de Guardiola es el crisol donde ardieron sus mejores esencias para esparcir sus exquisitos aromas por el planeta. Tal vez lo más grande que se haya visto en los últimos decenios en un terreno de juego, hasta el punto de ser el referente de la excelencia en el fútbol tanto para los profesionales como para los aficionados sin orejeras.
Luis Aragonés, el seleccionador español más importante de la historia, lo supo ver antes que los propios culés y apostó por ese estilo para el combinado nacional. Así, jubiló a todo un mito como Raúl, seguramente el futbolista español más relevante, o el mejor, según proclamó en su día el mismísimo Guardiola; y apoyándose en los pequeñitos de mejor toque: Iniesta y Xavi como referentes con el apoyo de los Silva, Villa, Pujol, Cazorla y Senna entre otros, logró cambiar el sino de nuestra selección enfilándola hacia la gloria. Ocho años después todos querían jugar como España.
Esa etapa ya ha pasado porque nada es eterno, y ahora llega Lopetegui con el reto de reverdecer laureles. Lo tiene difícil, porque a pesar de lo que afirmo hay jugadores irremplazables. Pero jugadores, no uno u otro determinado. Futbolistas que hacen brillar más al conjunto que a ellos mismos, y tal vez por ello ninguno alcance los galardones individuales de  UEFA, FIFA o premios mediopensionistas de todo pelaje. Y es que, como tantos aseguramos, tales distinciones son una farsa impresionante. Un cúmulo de vanaglorias que solo sirven a los egos desenfrenados de sus distinguidos.
Los ejemplos paradigmáticos de lo anterior son Messi y Cristiano. El argentino ha sido el indiscutido mejor del mundo desde el Barça y el más discutido con Argentina. Y el portugués ha visto cómo sus compañeros de selección se proclamaban campeones de Europa sin su concurso fundamental. El equipo antes que los figurones; esa es la lección que nos lega la historia.

Viene todo esto a cuento de lo que decíamos la semana pasada. Si un equipo quiere alcanzar el éxito debe empezar por un sistema de juego eficaz que lo distinga, y luego todo lo demás. Otra cosa es que haya que jugar según su plantilla; según las capacidades de la mayoría de los jugadores que tenga. Pero antes incluso que eso debe contar con una dirección técnica adecuada. Por eso no se entiende que muchas veces los clubes fichen a un entrenador con un perfil determinado y a continuación lo echen para traer a otro diametralmente opuesto. Es lo que ha hecho el Madrid desde Del Bosque hasta Zidane. Lo importante, al parecer y según lo visto, era encajar el puzle endiablado de medias puntas y estrellas varias que la presidencia del club barajaba cada año en su plantilla. Decíamos que esta temporada se había impuesto el sentido común al ayunar de grandes fichajes, pero es urgente hallar un estilo de juego. Don Zinedin debe aplicarse en ello porque este año ya es el suyo; ha impuesto sus criterios y ahora se le exigirán resultados. Éxitos que deben venir con su sello, de lo contrario escuchará pronto música de viento en el Bernabéu; ya escuchó sus notas primeras el sábado.  Es difícil que el Real juegue peor que su primera mitad contra el Celta, que tuvo ocasiones para ganar. Al fin hubo que recurrir a la manoseada garra. Mal asunto.   

viernes, 26 de agosto de 2016

COMIENZA LA LIGA 2016/17

CON NOVEDADES EN EL FRENTE LIGUERO
La Liga 2016/2017 parece continuista, pero no lo es: los mismos actores principales bajo criterios distintos.  
En el Barça se van oxidando paulatinamente los antaño relucientes mimbres áuricos de su cantera, sin recambios aparentes a la vista, y se rellenan huecos con futbolistas foráneos que ni son ni tampoco eran indiscutibles en sus anteriores equipos. Quiero pensar que se trata de la falta de un técnico con el prestigio o el valor suficientes para imponer su criterio, y no un acomplejado tic directivo de emulación de lo que ha venido haciendo el de enfrente con dudoso éxito. Está bien repescar a Denis Suárez o el interés mostrado en recuperar a Nolito, pero ni entendí lo de Turán, aunque parezca renacido, ni entiendo lo de Umtiti, Digné o André Gomes, aun siendo buenos futbolistas. Máxime teniendo a Samper y Rafinha, entre otros —¿y Munir?—, o habiendo dejado marchar a su hermano Thiago antes y a Bartra ahora. Veremos en la práctica en qué mejoran  a los que permanecen y a los perdidos, si es que tenemos ocasión; jugarán poquito.
El Real Madrid parece que ha vuelto al sentido común. Y satisface que sea de la mano de un crecido Zidane, que ha sujetado la mano de su glamuroso presidente Pérez. Vislumbro que a poco que los resultados le acompañen se van a cambiar las tornas en el campeonato doméstico y, con permiso de Messi, que sigue siendo el mejor del mundo con mucha diferencia; el blanco irá imponiéndose al azulgrana. Es curioso cómo los humanos nos cansamos del éxito propio antes que los rivales hagan méritos para superarnos, por eso el Barça ha abandonado la senda canterana que tanto le dio. El Madrid, por el contrario, ha apostado por mantener su base e incorporar a jóvenes como Asensio, barato; y Morata, carísimo; aparte de retener al multiusos y eficacísimo Nacho — ¿ y a Mariano?—. No ha habido fichajes de relumbrón,¡alegría!; aunque a estas alturas aun tenga su punto débil en disponer solo de un medio centro auténtico: Casemiro. Si no lo remedia, ahí estará de nuevo su tendón de Aquiles. Y lo tenían fácil reteniendo a Llorente antes de cederlo, lo ideal; o desprendiéndose del tan talentoso como irregular James para fichar a un centrocampista de retención contrastado. En España hay posibles, como el ex atlético Camacho en Málaga, San José en el Atletic o el “muniqués” Javi Martínez, que serían mucho más útiles que mantener al colombiano en contante entredicho porque jugará poco.
En fin, rumbos distintos los abordados a partir de ahora por los dos grandes de nuestro fútbol, que puede suponer un cambio también de realidades; me apena lo del Barça y me alegra lo del Real. Los blancos pueden empezar a ser un equipo de fútbol, que ya era hora,  y fichar con criterios exclusivamente futboleros. Y los culés otra cosa, con Messi de “capo di tutti” en todo, como ya ejerce, y ya veremos cuando falte porque todo depende de él — por eso dio Guardiola su etapa como finalizada—; Suárez de ejecutor, ¡gran fichaje!, y Neymar de vedette en estado gaseoso. En la gloria efímera llevarán la penitencia de mañanas oscuros. No sería el primer caso, sino lo habitual en el planeta fútbol; repasen la historia.
El tercero histórico en discordia, el Atleti, está haciendo de la constancia virtud, lo cual es muy inteligente y de agradecer, y continuará la senda del éxito de la mano de Simeone. Ha mantenido su excelente plantel, ¡enhorabuena por fin!, y ha incorporado jugadores tan interesantes como Gameiro y Gaitán. Decisiones que le harán mucho más competitivo en los momentos cruciales de la temporada. Ojo a este Atlético, que también ha cambiado su trayectoria renunciando al dinero fácil de la venta millonaria de cada año, desprendiéndose, además, de medianías — ¿salvo Oliver?; y remendando con habilidad su descosido goleador.
Finalmente, el Sevilla y el Valencia son dos incógnitas. En los hispalenses sigue Monchi, el verdadero artífice de su éxito, pero ha llegado Sampaoli, un técnico ilusionante que conlleva la ingravidez de un cambio total de sistema de juego. Ojalá tenga suerte su vistosa apuesta, pero temo que se agote la paciencia del Pizjuán antes que lleguen los resultados. Y por el Turia, como antes se decía de Granada, todo es posible.  Veremos si la luminosidad de sus fallas no se torna en escandalosa traca; acecha la fiebre amarilla. Lo de Parejo es un mal augurio.                    


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