lunes, 5 de agosto de 2019

VUELTA LA BURRA AL TRIGO




Florentino Pérez, un lince para los negocios, donde se precisa reflexión, audacia y mesura, encarna paradójicamente en fútbol el principio de Peter: ascender sin pausa hasta alcanzar la máxima incompetencia. Ya tiene otra vez al Madrid plagado de medias puntas y solo dos delanteros puros. Jovic, un joven con todo por demostrar en un grande y Mariano, a quien no le da bola Zidane.

Sigue sin apreciar sus dos inmensos golpes de fortuna en su segunda etapa. El primero fue encontrarse a Cristiano camino del Real Madrid por empeño de Ramón Calderón, cuando traía bajo el brazo a Kaká, y el segundo el gol de Ramos en el noventa y tantos de aquella célebre final de Champions lisboeta. Al delantero no lo devolvió al Manchester por consejo de Valdano —¡cuántas carencias y disparates han tapado sus goles!— y el cabezazo del central deshizo las maletas preparadas para una segunda huida por otro desastre deportivo. Ningún media punta le ha resuelto  nada salvo Zidane, pero de entrenador. Tuvo el gran acierto de darle el timón para barajar los egos del vestuario blanco tras Benítez, que es justo reconocérselo, pero ahora se le ha torcido por manejar el gabacho nostalgias en lugar del bisturí esperado tras su vuelta con mando en plaza.

Los jugadores que lo encumbraron están también de vuelta, pero hacia destinos dorados.  Kroos, Marcelo y Modric, que individualmente y rodeados de gente con hambre, pulmones y piernas aún tendrían años buenos, en bloque hubieran tenido un buen final en China o en EEUU. Ramos está ya en otras cosas, Isco es sin remedio el trotón del malo y Varane, física y anímicamente es de cristal. De los otros, Rodrigo debe echar cuerpo para lidiar en Europa, Vinicius es bueno en el desborde por la izquierda, pero nulo ante el gol y previsible por la derecha, Brahim sigue siendo un becario, Valverde es un correcaminos talentoso sin ubicación clara y a Hazard, el único titular fichado, le sobra alguna arroba. Solo el nipón Kubo asoma destellos de figura, pero habría que apostar por él dándole diez partidos seguidos y no los últimos diez minutos, tapado, por muchas trabas que haya con su pasaporte.

Así, esperando que Casemiro ponga orden delante de la defensa, un coladero si no está él y en forma, el Madrid no es fiable porque ningún otro medio defiende. Mientras, Florentino ha largado a Llorente y anda acechando a Pogba, más por deseo de Zidane que por convicción. Quizás piense, como muchos, que el francés traería al Real más jaquecas que alegrías.

El segundo problema se llama gol. Y es difícil entender que un tipo inteligente como Pérez no haya ido de verdad a por un par de delanteros  con potencial para veinticinco goles por temporada. ¿Qué no los hay? Apunten: Kane, Aubameyang, Icardi, Lewandowski, Piatek, Cavani, y hasta los nacionales Aspas y Rodrigo con los compañeros que tendrían de blanco. ¿Que no son exuberantes en su juego o vendedores de camisetas, como le gustan al amo del Madrid, ni jóvenes, que es su última doctrina? ¿Y qué, si marcan goles con regularidad? Cualquiera de ellos es más fiable en esa faceta que Benzema, por muy buen jugador que sea y su viejo capricho, y mucho más si hubieran tenido en el Madrid la infinita confianza que le han dado durante sus diez años de blanco. Pero no le pidamos peras al olmo. A Pérez no le gustan los delanteros centro natos, por eso largó a Morata y solo ha fichado a Jovic  ahora y a Ronaldo Nazario en su primera etapa, y más por márketing que por su indiscutible fútbol.

El tercer punto débil es la transición por esa abundancia de medias puntas, generalmente pausados, y la carencia de centrocampistas rápidos y polivalentes de largo recorrido que lucieron los semifinalistas de la última Champions. ¿Tan difícil era pescar en el Ajax, Tottenham o Liverpool? Tardía y afortunadamente aparece Van de Beek, pero una golondrina no hace verano. 

Así que ya tenemos al jumento de vuelta al trigo. Mal asunto. La duda merengona es si Zidane se comerá el turrón. Y lo peor es que el baranda lleva su suerte aparejada a él. ¿Se imaginan a Mourinho de vuelta en el Bernabéu? ¡Espantoso!, pero camino de ese último conejo florentiniano vamos.

¿Cuándo se convencerá este narciso que como empresario es bueno, y hasta como mero presidente, pero que como director deportivo es más dañino que el baladre?       

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