martes, 25 de agosto de 2015

NUESTRO FÚTBOL, A PARES
El fútbol español se ha movido siempre a ritmo de pares. Madrid y Barcelona, los dos Atléticos, Valencia y Sevilla, han formado parejas de equipos protagonistas en diferentes dimensiones, con el añadido de otros que dinamizaron por épocas nuestra Liga. Y también ha habido y hay parejas de jugadores que en diferentes niveles y cualidades son referentes de su tiempo. Di Stéfano y Kubala son un claro ejemplo de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, como ahora pueden serlo Cristiano y Messi, todos extranjeros aunque aquellos llegaran a formar en la selección española.
De los nuestros, Raúl y Guardiola representan al fútbol español que con grandes jugadores fue incapaz de ganar nada como selección –salvo la medalla de oro olímpica del catalán —, y Xavi y Casillas, tan buenos como ellos, de la España campeona y envidiada por todos.
El de Tarrasa salió del Barça al final de temporada entre glorias y el de Móstoles lo hizo del Madrid entre penas. Es la diferencia que enmarca la trayectoria de estos equipos en el siglo XXI. Hasta el año 2000 el Real era el club más laureado, y desde entonces los culés le han echado el guante y superado en el número de títulos relevantes, aunque los madridistas aún reinen en Europa. Y eso, hablando solo de fútbol y al margen de gustos, preferencias, políticas y pasiones, es una realidad que enmarca otras de distinta índole y relieve que a veces hemos reiterado.
Y llegamos a la temporada 2015/16 con los blaugranas como recientes ganadores de casi todo, y los blancos de aspirantes a torcer esa racha en contra. Volverán a saltar chispas y puede que se les cuele un tercero para espabilarlos; el Atlético pinta bien este año y puede repetir lo de hace poco.
El Madrid ha vuelto a hacerlo: un equipo de medias puntas y con un solo medio centro puro: Casemiro, tal y como empezó el curso pasado, en el que Alonso no llegó ni a comenzar la competición. Y fue un lastre que arrastraron toda la temporada, con el fracaso final como consecuencia lógica de tan clamoroso desequilibrio. Y menos mal que su hombre orquesta, don Florentino: presidente, director deportivo y financiero, secretario técnico, jefe de comunicación —dircom, que dicen los ‘moernos’ — y muñidor de viajes; ha rectificado con Ramos, envainando sus pretensiones, mediante una jugada sabia al agacharse y poner un huevo por muy gallo que sea. De lo contrario, se hubiera unido  el asunto de los centrales al señalado en el medio campo y al de la portería, que aún colea.
El Barça tiene dos puntos débiles: anda justo en el centro de la defensa, como se ha comprobado, con solo dos titulares de solvencia y uno de ellos, Piqué, haciendo las tontería de siempre porque no es más bocazas quien puede sino quien quiere; y la otra amenaza es precisamente su punto fuerte: los tres tenores de arriba. Messi, sobre todo, Neymar y Suárez son tan buenos como insustituibles en el Barça actual. Y el día que falte alguno, no estén acertados o haya desgracia, no le darán ni a una casa con balcones. Y es una pena, porque así como Guardiola se inventó en su día a Pedro a quien deseamos suerte— y a Busquets, reubicando además a Messi, a despecho de las figuras consagradas que heredó; Luis Enrique no ha sabido hacerlo con Munir y Sandro, o quizás no le hayan dejado porque en el inicio de la temporada pasada lo intentó. Y, además, dejaron escapar a Thiago, que podría haber cogido la batuta de Xavi; otra carencia que echarán de menos enseguida. 
Simeone ha mantenido la base de su Atlético y la ha reforzado con un delantero de garantía: Jackson, aparte del retorno de Oliver, que suplirá con eficiencia al turco Arda, tan bueno como irregular — ¿qué le habrá visto el Barça, de vuelta de su mejor versión, teniendo a Rafinha?—, y de Filipe Luis, un lateral que completará con Juanfran  su antaño temible dúo de flechas.
Valencia, con dudas; Sevilla, con el mejor director deportivo histórico español, Monchi;  y Bilbao con tres promesas, Williams, Eraso y Sabín, y Adúriz, el delantero más en forma, animarán la competición. De sorpresa podría repetir el Villarreal, experto en eficiencia; el Málaga, en reinventarse; o el Betis, en resurrecciones.
Ojalá se rompan los pares clásicos: Messi/Cristiano y Barça/Madrid, y haya como mínimo tríos. Como en la Fiesta, ¡que Dios reparta suertes!

   

jueves, 20 de agosto de 2015

IGLESIAS, EL OSO DE SÁNCHEZ

IGLESIAS, EL OSO DE SÁNCHEZ
Como Pedro Sánchez se deje abrazar por Pablo Iglesias está listo. Ahora mismo, es el mayor peligro que se cierne sobre la esperanza blanca socialista. Porque, de rebote, darían a Mariano Rajoy el oxígeno que necesita para que la exigua mayoría del miedo que se le prevé al PP en las próximas generales adquiera relieve de gobierno, con el apoyo puntual, activo o pasivo, de Ciudadanos o de cualquier otra opción periférica no izquierdista.
La realidad de Podemos
Podemos ha alcanzado su adolescencia como partido, y con esa virtud juvenil también han llegado las contradicciones que desde aquí preconizamos hace meses. En cuanto se ha estructurado como un partido político desde sus orígenes asamblearios, la superestructura en torno al líder Iglesias, controla, censura, tacha, discrimina, señala y promociona. Es decir, lo típico de quienes tanto criticaban. La casta podemita es dueña de carreras y haciendas de sus patrocinados. Y todos quienes no se acogen a su sagrado, como el recinto interior amojonado por las cadenas en torno a los antiguos recintos eclesiásticos, quedan expuestos a las turbulencias externas y, normalmente, reducidos a la nada; la vulgaridad partidista española tan denostada.
Los desengañados del partido de los círculos lo definen como modelo leninista, recordando la vieja experiencia bolchevique rusa o los diversos y variados ejemplos que han tratado de imitarla, y desde fuera se ha visto siempre como la consecuencia lógica de un movimiento populista engendrado en torno a un triunvirato, con Iglesias como sumo sacerdote  y Monedero y Errejón de prelados distinguidos, junto al predicador del pueblo desencantado, Echenique, y la consiguiente cohorte de curicas obreros y monaguillos internautas. Lo que pronto derivaría, como sucede, hacia un liderazgo a la vieja usanza con cadáveres entrañables en el armario.
El único que resiste es Errejón, avezado en sueldecicos con la excusa de estudios sociológicos a distancia para universidades afines o infiltradas, y veremos por cuánto tiempo.  Porque el experto en grandes análisis internacionales para países ‘hermanos’, Monedero, hace tiempo que campa a sus anchas como el marrano de San Antón, y por eso da rienda suelta a sus peroratas. Pero igual que le llegaron las vísperas con la ingeniería fiscal que le desbarataron a tiempo, también le llegará el gran día en que sea un proscrito para su íntimo Pablo; y sanseacabó.  En cuanto al heterodoxo líder de Podemos en Aragón, Echenique, ha consolidado su baronía maña con un cargo de elección ciudadana que será difícil de anular por parte de la nomenclatura circuliana.  Ahí tiene Iglesias un callo difícil de limar. Tanto por lo anterior como por su discurso coherente con el espíritu originario de la formación morada, aparte de que ya le ganado algún pulso personal dentro del partido.
Su futuro
Pablo Iglesias se ha percatado de la realidad que le alcanza: el previsible resultado de Podemos en las próximas elecciones. Con el 15% como horizonte máximo de expectativas debería largarse a casa si es coherente con lo que siempre ha dicho: que él está en política para gobernar y no para ser oposición irrelevante. Pero también me temo que tal promesa quedará en el limbo de lo que el viento político se lleva, y optará a mercadear votos con tal de influir en el futuro gobierno y justificarse. Ahí se enmarca su novísima estrategia de acercar posiciones con el PSOE; otrora partido burgués  de casta y trinque.
Es lo que tiene la realidad numérica del voto, que es muy cabezona, y propicia arreglos matrimoniales de difícil previsión. Tanto a priori como a posteriori, en cuanto a relaciones, duración y consecuencias. Salvo en países con cierta madurez democrática, tipo Alemania, lo suyo es acabar en división de opiniones cuando no en bronca o gran bronca, que decían las antiguas crónicas taurinas.
El difícil equilibrio de Sánchez
En fin, que debería Sánchez andarse con mucho cuidado a la hora de elegir a sus colegas afines en el Congreso, más allá de los diputados propios, porque el PSOE solo tampoco podrá gobernar.
Pero antes, habrá de hilar muy fino en los apoyos a futuro que se  visualicen, porque como se deje abrazar por Iglesias, le ocurrirá, seguro, lo que al rey que fue a cazar un oso para hacerse un abrigo con su piel  y acabó siendo él ‘quitafríos’ del plantígrado.
No está el patio español para bollos tras lo de Grecia, y lo caribeño ya descontado, más el propio desbarajuste de los antiguos asamblearios de Iglesias y compañía. El personal quiere estabilidad para entrever un futuro de esperanza después del ‘langosterío zapateril’ y la pertinaz sequía ‘rajoyana’. Dos plagas bíblicas que nos duran ya doce años y hacen odiosa una tercera. Demasiado hasta para las pacientes y poderosas espaldas de los españoles.

Con Podemos rondándole, mal pájaro se le ha puesto al PSOE en la bardiza. Y el PP de Rajoy, mientras tanto, frotándose las manos.  Como repita, vaselina a Rivera y Ciudadanos mediante, habrá que alabar la inteligencia a largo del pontevedrés a pesar de todos los pesares, que no son pocos ni cuestiones menores, que él diría. 

jueves, 13 de agosto de 2015

EL MACHADIANO VOTO DEL MIEDO

EL MACHADIANO VOTO DEL MIEDO
Del miedo a la otra España, aunque ahora no lleguemos a lo que decía don Antonio Machado respecto a que una de las Españas nos helaría el corazón. Pero para algunos, demasiados, España sigue dividida en dos bandos irreconciliables. Y, sin embargo, también muchos estamos hasta los blandos de eso.
Del PP
Estos días, amigos votantes a ultranza del PP me han confesado que aun no estando de acuerdo con el gobierno de Rajoy, y coincidiendo en las críticas incontestables que se le hacen, lo votarán en las próximas generales. Y otros, que no son tan leales a ese partido y censuran sin tasa al Presidente – el que más poder ha tenido y el peor valorado en democracia-, han coincidido en la misma aseveración, porque temen como los anteriores que gobierne el PSOE apoyado por Podemos, o, lo que sería peor y auguran que desastroso, fuera Pablo Iglesias quien lo hiciera con el apoyo de Pedro Sánchez y sus socialistas, reforzados por los grupúsculos antisistema e incluso los independentistas catalanes y vascos, a quienes cuanto peor le vaya a España mejor para ellos. 
Es decir, que salvo los incondicionales conservadores, que también los hay, el granero de votos de Rajoy se nutrirá mayormente del voto del miedo.
El voto del temor a la otra España, representada por quienes hacen de la revisión de la historia y de sus simbolismos más recientes, de la negación de su unidad como nación, o del rechazo a las peculiaridades ancestrales españolas – los toros, por ejemplo-, incluso del seguidismo de ejemplos internacionales con pésima imagen pública —los bolivarianos de Chaves o los extremistas de Siryza y Tsipras —  su clave de bóveda para gobernar. Olvidándose de aplicar algunas de las medidas sociales que enarbolan como fundamentos de su ideario político. Unas veces por imposibles, otras por ilegales, y algunas de ellas por irrealizables económicamente o ser directamente demenciales.
Ciudadanos
Y abundan tales precavidos, unas veces con más razón que otras, en múltiples ejemplos, pero hay algo que debería preocupar a sus destinatarios: Ciudadanos y Rivera. Y es la duda sobre su utilidad como antídoto de todo lo anterior, cuando han posibilitado el gobierno en Andalucía de un PSOE hundido hasta los corvejones en la corrupción más cuantiosa. De ahí seguramente el empeoramiento de sus perspectivas.
Claro que, esa misma crítica, pero focalizada en Madrid, le hacen desde las filas socialistas, por el apoyo a un PP madrileño que tampoco escapa a las malolientes alcantarillas de todas las corruptelas imaginables.
La defensa lógica y coherente que hacen desde Ciudadanos es que han facilitado la gobernación a las formaciones más votadas para evitar males mayores. Y es razonable.
Pero en el caso que nos ocupa con los votantes cautivos del PP por miedo, la cosa se agudiza en contra de los de Rivera por el fenómeno de los vasos comunicantes. Argumentan muchos de los citados al principio que no tienen reparos en apoyar a los socialistas, quienes, a su vez, han posibilitado el poder a Podemos en lugares significativos, cuando el propio Sánchez proclamó a todos los vientos que nunca apoyaría a los de Iglesias.
Del PSOE
En fin, un relato político de las dos Españas, que se podría hacer perfectamente al revés desde la óptica de los votantes socialistas más fieles. Cuando Zapatero gobernaba, recuerdo los comentarios que me hacían algunos amigos de ese bando sobre las críticas que les argumentaba referidas a los desastres de su gestión. La música era muy parecida aunque la letra fuera en otra dirección: hacia los conservadores recalcitrantes, los liberales y neoliberales, las sacristías preconciliares, los bancos y ese todo revuelto de ‘los mercados’, e, incluso, hacia la entonces promesa de regeneración que era Rosa Díez y su UPyD, que calaba sus redes en el caladero del voto socialista; un calco en aquellas circunstancias, aun con mucho menos apoyos sociales, de lo que ahora representa Ciudadanos para el PP.
Enemigos&Rivales
Como resumen, quienes estamos en medio y no somos cautivos de ninguna opción política, tenemos que aguantar el encono de los forofos de cada partido, al considerarnos bultos sospechosos en connivencia con el enemigo.  Esa desafortunada alusión que tanto responde a la idiosincrasia española. El mismo Rajoy ha definido hace poco ante los suyos al PSOE como “el verdadero enemigo del PP”.
No cabe más desacierto en quien tiene la responsabilidad de gobernar una nación que debería abandonar de una vez las tesis de quienes justificaban el breve poema de Machado. Un rival, como debiera ser, no es un enemigo. Con un rival se compite, con un enemigo se lucha. Ante el rival se vence, se pierde o se empata, incluso se llega a acuerdos en beneficio de los ciudadanos. Pero ante un enemigo se mata o se muere, y el único diálogo es el de una rendición más o menos incondicional en función de cómo se llegue de fuerzas al final de la batalla.
En tierra de nadie
Lo peor, aparte de lo penoso que siempre ha sido para los españoles en general, es la situación de quienes no queremos ser azules ni rojos, ni blancos ni negros ni moros ni cristianos; nos llueven los palos de todos sitios. Y, como hemos citado ya alguna vez aquí, nos pasa como al buen periodista sevillano Manuel Chaves Nogales en la Guerra Civil, que tuvo que exiliarse por ser “perfectamente fusilable por los dos bandos”.
La pena es que mientras no seamos capaces de superar esas dos Españas, en la que se es incapaz de ver nada bueno en ‘el enemigo’, estamos condenados a una inmadurez política de consecuencias nefastas.

¿Cuándo olvidaremos aquella simpleza de estar con el amigo con razón o sin ella?  

martes, 4 de agosto de 2015

RIVERA&SÁCNHEZ, EL EQUILIBRIO BLANCO NECESARIO

RIVERA & SÁNCHEZ, EL EQUILIBRIO BLANCO NECESARIO
El equilibrio político puede ser Rivera para unos, o Sánchez para otros, pero una mayoría se inclina por la conjunción de ambos, no necesariamente coaligados, mientras  mantengan el blanco impoluto personal sobre corrupción.
En fuera de juego
Es una lástima que el PP de Rajoy no cuente en esa partida, lo que no invalida su ideario político para España, que es muy diferente a la que le encumbró en 2011 a la mayoría absoluta en las generales y a ostentar el mayor poder democrático en nuestra historia reciente.
Las causas son claras: la corrupción galopante que le ha sobrevenido desde entonces, anclada en vicios antiguos y consentida por la falta de un liderazgo claro y fuerte, además de en otras cuestiones claves como la de no resolver realmente los problemas que originan el desequilibrio en las cuentas públicas; y  su no renovación interna cuando el resto de instituciones han cambiado en este tiempo sus formas y caras más visibles.
Si a esas realidades le sumamos el desprecio por sus votantes en sus primeros tres años,  haciendo huir a muchos de ellos de sus papeletas en las urnas recientes, tendremos el perfil completo que explica su precariedad
Rajoy no quiere aceptar que es una rémora para su partido, y con él sus más conspicuos colaboradores, y ahora tratan de redimirse con bajadas de impuestos, subidas de sueldos públicos y medidas sociales que son a todas luces oportunistas, demagógicas y patadas hacia adelante, cuando no pasos en falso —con España, su empresa o su casa, endeudada hasta las cejas: de seiscientos mil millones a un billón de deuda pública, sube sus gastos fijos en lugar de bajarlos—. No han entendido nada. Por eso pretenden hacerse un lifting, estéril, encerrando el charrán y con cambios periféricos en sus distintas baronías, amén de en las escasas instituciones que aún gobiernan. 
Increíblemente, el Presidente promete ahora llevarnos a un Edén, dibujado como la mejor situación económica y social que hayamos conocido, sin hacerle caso al sentido común ni al sabio refranero. Si en él encontramos aquello de que segundas partes nunca fueron buenas, imagine el de Pontevedra como suena lo de las segundas promesas. Lo lamentable es que se irá a casa cuando su PP se pegue el siguiente batacazo electoral, y serán cinco seguidos tras el 27-S, dejando a su partido en fuera de juego para un tiempo muy largo.
Los titulares
Como consecuencia, Rivera ocupa en progresión geométrica el espacio centrista que disfrutaron los populares. Y se le podrá criticar que pacte con unos u otros abstenciones que permiten gobiernos en minoría, e incluso que sean más o menos acertadas, y en algún extremo de dudosa utilidad para lo que preconiza y para el bien de los ciudadanos, pero por eso precisamente ocupa el centro que decíamos; ser una pieza fundamental para sumar y huir de los extremos.
 También que no sea todo lo liberal que proclama, o que Ciudadanos está libre de corruptos porque aún no ha tocado poder; lo que quieran. Pero nadie puede negarle que ha supuesto un balón de oxígeno en la maltrecha democracia parlamentaria que padecemos. Sobre todo el PP, por ocupar las mayores parcelas de poder, pero también el PSOE, han tenido que renunciar a sus querencias absolutistas anteriores y plegarse a las exigencias regeneradoras de la gente de Rivera. Y eso, en principio ya es bueno.
De cara al futuro ya veremos cómo administra Ciudadanos el poder que logre, pero habrá que darles el mismo margen de confianza que disfrutaron populares y socialistas en su momento.
Y Pedro Sánchez, como dijimos en estas páginas, esta ante su ‘añón’. El que puede elevarle a la presidencia del gobierno tras salvar los muebles en los comicios pasados y consolidar un liderazgo que estaba en entredicho hace solo unos meses.  Para ello deberá seguir remando y pulir las aristas que aún tiene: sus relaciones con los separatistas catalanes, ya definitivamente tirados al monte; con los nacionalistas vascos, que están a la espera de acontecimientos para tomar un camino u otro; y con los extremistas de izquierda que han tocado poder y andan enjugascados con simbolismos tan trasnochados e inútiles como nostálgicos de otras épocas, o empeñados en ganar batallas que sus antepasados perdieron hacer siete décadas.
 No entienden que España hoy no tiene nada que ver con la que anduvo casi tres años matándose, dividida en dos bandos irreconciliables; ni con la anterior a esa locura tampoco. Y el PSOE les otorga demasiadas veces un crédito que les aleja del equilibrio al que debe aspirar para centrar sus mensajes y políticas en la medida que millones de españoles exigen a quien quiera gobernarlos.
Si Sánchez logra que su PSOE discurra por la senda de la modernidad sin anclajes anticuados, y con la suficiente claridad en su programa político, explicando bien, por ejemplo, en qué mejora el estado federal al autonómico; formará con Ciudadanos el eje vertebrador de nuestro futuro, a la espera de que el PP se renueve a fondo.
La incógnita
Iglesias  es ahora mismo una incógnita después de las últimas elecciones y los acontecimientos internos de su formación. Si creemos su proclama máxima: que él solo aspira a gobernar y no a ser comparsa ni oposición de nadie, Podemos puede tener los días contados de no pasar del 20% de los votos en las generales, como parece que sucederá. En tal caso, IU volvería a ocupar el espacio a la izquierda del PSOE que ahora ocupan los anteriores.
La certeza
Mientras, el gobierno de España será cosa de dos: Sánchez y Rivera; PSOE y Ciudadanos. No lo duden, salvo milagrosa caída del caballo de Rajoy, tal que Saulo de Tarso, tan improbable como quizá tardía.

      
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