miércoles, 25 de marzo de 2015

MADRID Y BARÇA O LA DESIGUALDAD POR LOS DETALLES

Es verdad que cuatro puntos no son demasiados, suponen una derrota y un empate, porque el golaveraje particular es favorable al Rea Madrid. Pero son dos partidos, o mejor, dos pinchazos del Barça y la necesidad blanca de dos victorias; y eso suponiendo que también se gane todo lo demás. Francamente la liga está difícil para el Real, pero aún quedan diez jornadas y en el fútbol hemos visto de todo.

En el peor de los casos, habría perdido la Liga en Bilbao y en el Bernabéu y no en Barcelona. Porque esos mismos cuatro puntos eran la ventaja que tenía antes de esos dos fiascos sobre los blaugranas.

El partido de anoche fue bastante igualado en el juego, con ligera ventaja para el Madrid, y hasta en ocasiones de gol, pero aunque suene a tópico es verdad que decidieron unos pocos detalles. El primero estuvo en los porteros. Sin culpar a Casillas de la derrota, porque sería injusto, sí es verdad que Bravo estuvo más certero que él en una ocasión que pudo cambiar el resultado. Fue cuando desvió en un difícil escorzo, rectificando su primer impulso, un balón que había chutado Benzema y que tras desviar la trayectoria un defensa se iba para dentro. Ese fue su gran detalle, que resultó crucial. Como podía haber sido el de Casillas si hubiese podido desviar el que Suárez le cruzó al segundo palo cuando él se lanzó a cubrir el primero. Luego, también es verdad, ambos guardametas tuvieran intervenciones muy afortunadas, como las dos últimas paradas del madrileño, que evitó así la goleada culé en la última media hora que lució al contraataque.

El Madrid jugó su mejor partido en lo que va de 2015 y por ello pudo ganar en el Nou Camp. Su primer tiempo fue bueno y ahí tuvo las ocasiones para haber casi sentenciado el partido, como ese remate de Cristiano que repelió el larguero o el tiro fuera de Bale con media portería vacía, así como la mala suerte que tuvo en el que le anularon por un ligerísimo fuera de juego del portugués.

Luego, en la segunda parte empezaron bien pero el gol magnífico gol de Suárez les hizo cambiar su buen juego en el medio campo por intentar balones en largo a sus delanteros. Y aún así, pudieron y debieron empatar al menos para que se hubiera hecho justicia en el marcador.

El buen juego blanco durante una hora larga fue por otro detalle, pero este más importante que el de los porteros.  Y es que le ganaron el medio campo a sus rivales. Funcionó el medio centro del dúo Kroos- Modríc y fueron muy superiores al que opusieron Mascherano y Rakitic.  Los madridistas presionaron muy adelantados la salida del balón del Barça e incluso le robaron balones a sus medios al borde del área propia cuando querían salir con el balón jugado. Y es que, como hemos reiterado, el alemán juega más tranquilo con el croata a su lado y, sobre todo, con Ramos detrás haciéndole la cobertura en el centro de su campo.

Pero claro, cuando observamos al campeón del mundo con Alemania jugar tan bien más adelantado, tal y como lo hace con su selección, nos gustaría haberle visto en el Madrid con un medio centro tipo Alonso tras él. ¿Se imaginan al vasco y al teutón con Modric por la derecha e Isco por la izquierda con dos delanteros delante de la categoría que los tiene el Madrid? Seguramente estaríamos ahora hablando de otra cosa.

Y el Barça perdió el control porque no es igual Mascherano que un Busquets en forma; el catalán es más lento con los pies pero mucho más veloz que él con la cabeza. Y en ese otro detalle también está la diferencia. Los blaugranas aguantaron el partido al principio mientras que Iniesta pudo controlar por la izquierda, incluso creando peligro, pero tuvo pocos valores más en medio hasta que Messi, ya muy avanzado el partido, se echó atrás y pudo jugar entre líneas lanzando el contragolpe de su equipo. Y pudo controlar más cuando Busquets y Xavi salieron.

Finalmente, hubo otro detalle decisivo, y fue la superioridad de los centrales barcelonistas sobre los merengues, con mención especial para un espléndido Piqué. Pepe y Ramos dejaron unos huecos por arriba que sus rivales taparon bien.


En definitiva, esos detalles marcaron la desigualdad, al margen del juego general, pero todavía queda liga.  

jueves, 19 de marzo de 2015

ELECCIONES A LA CONTRA

Ni a favor del millón de empleos que se ha sacado Rajoy de la manga para Andalucía, ¡ay las chisteras, don Mariano!, ni de la bandera andaluza con que se ha envuelto Susana Díaz para mimetizarse con su tierra, a falta de mejor programa, ni nada que se le parezca. Los andaluces van a castigar al PP y al PSOE dejándoles en los huesos de sus anteriores resultados electorales. Y es que han hecho innumerables desméritos para ello, allí y en todos sitios.

Falta de ilusión
En el año con más convocatorias electorales en nuestra joven democracia, votar a la contra significa todo menos ilusión. Podría ser incipiente madurez, aunque la ausencia de programas significativos contra los que votar lo desdice, como también lo desmiente la orfandad de ideologías claras. La realidad es una falta de confianza hacia unos y otros que debería hacerles pensar, antes de tomar el olivo.

Que los partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos, hayan hecho de la bandera anticorrupción su eje fundamental abona la tesis de que la ciudadanía española empieza a distinguir el grano de la paja. Y como consecuencia van a votar contra los golfos, aunque la mayoría no se presenten. De todos modos, demasiados votantes van a depositar todavía sus papeletas a favor de los suyos antiguos “porque los otros también han robado”, y eso es, además de triste, desesperanzador para nuestra democracia libre.

Una ligera esperanza
Pero sí hay un hecho que abanica un rayo de luz: en muchos lugares los partidos citados no tienen aún caras conocidas. Eso sería muy bueno si se conocieran de verdad sus programas, pero nos vuelve la inquietud al constatar que solo la solidez o simpatía que se aprecia desde lejos por Pablo Iglesias y Albert Rivera mueve a la gente desde la diversidad a votar a sus partidos. Es decir, en nuestra inexperta democracia seguimos prefiriendo los personalismos a las razones. Cuando dejemos de sentirnos rebaños y aprendamos a analizar propuestas y a no consentirle una mentira clamorosa a los pastores, y mucho menos una corruptela activa o pasiva, habremos alcanzado la madurez democrática.

Los escombros
El derrumbe del PP de Rajoy se ha ido fraguando desde que se dio la vuelta como un calcetín remendado para estafar a millones de sus votantes, haciendo lo contrario de lo prometido. Y, como colofón, estaba cantado desde los célebres mensajitos a Bárcenas cuando ya le habían trincado por corrupción. Esas confianzas con un personaje de oscuras cuentas multimillonarias en Suiza, que ya se conocían entonces, abrió de golpe los ojos a muchos de los que no volverán a votarle ni en pintura. Porque, como hubiera sucedido en un país de verdad maduro democráticamente, debió dar paso a otro liderazgo en su partido y en España. Si no por vergüenza torera, que ha demostrado desconocer, al menos para no perjudicar a su partido; esa entelequia que tantas veces proclaman para que se larguen otros.

La ruina del PSOE viene de lejos. Así, por mucho que Pedro Sánchez se empeñe en ideas y propuestas, si fuera el caso de que cristalice alguna potente y concreta en la memoria ciudadana, la desastrosa gestión de Zapatero aún lastra su presente y su futuro. Tiene, eso sí, la baza con que  desarboló a Rajoy: es un político limpio. Pero eso, siendo una verdad importante a nivel personal, se difumina en la charca de los casos de corrupción de su partido.

Susana Díaz, por equivocado egoísmo también, ha perpetrado la tontuna de no usar la citada importantísima baza de su secretario general en la campaña andaluza. Y tal decisión, con lo que ha caído y cae desde el juzgado de la señora Alaya, es un error de estrategia política solo entendido desde las luchas internas socialistas, que a la postre suponen también su debilidad; hasta Felipe González ha tenido que pontificar que no huirá hacia Madrid.

A cambio, ha optado por seguir la clásica y  reiterada doctrina de Pujol y Mas en Cataluña, haciéndose pasar por la matrona de Andalucía. Cualquier ataque a su partido o a su persona es una afrenta a su tierra, lo que supone una indigencia intelectual que asusta.

Las nuevas construcciones
Por la izquierda, Iglesias está viendo cómo el globo de su Podemos está perdiendo altura porque también tiene puntos débiles relevantes. El primero, el techo que supone su adscripción filocomunista, que él trata de romper intentando colar una inteligente socialdemocracia que pocos creen. Sus inicios y relaciones de todo tipo con los regímenes bolivarianos lo desmienten, así como su equiparación activa a los extremistas del griego Tsipras. Como hemos reiterado, será difícil que pase del veinte por ciento en las elecciones donde se presente. Otra cuestión, ahí sí, es la influencia que tendrá en las distintas componendas postelectorales que se cuezan para formar gobiernos.

Y por la otra banda, Ciudadanos, el partido que tan eficazmente lidera Albert Rivera, también tiene dos debilidades serias. La primera, derivada de su falta de cuadros en los distintos escenarios donde va a competir, porque una cosa es prometer las cuatro cosas claras que tienen los, digamos, social liberales -centristas sin ataduras ideológicas-, defendidas con brillantez por su líder, que inspira a cientos de miles de españoles confianza, honradez y valentía; y otra el día después de su previsible pero insuficiente éxito electoral. Con las alianzas de gobierno que propicien empezarán las contradicciones. Sería muy bueno que se mantuvieran incólumes en una oposición constructiva. Y, la segunda debilidad es la indefinición del propio Rivera sobre si se presentará a las catalanas, a las generales o a ambas, que todo puede ser.

Un voto miope
En todo caso, el voto a la contra, que siempre es a corto, les viene bien a Podemos y a Ciudadanos ahora. Otro tema será el futuro. Y ahí, por el bien común, deberán todos laborar duro además de orar, que ayuda pero no alimenta, como en los viejos conventos.

Ojalá llegue pronto el tiempo en el que se vote con esperanza a largo.       

LAS RACHAS, UNAS VIENEN Y OTRAS VAN.

Como las olas en aquella bonita habanera, desde nuestra barquita futbolera siempre las hemos visto ir y venir, pero su belleza camina sinuosa por barrios.

Ahora le toca la mala al Madrid, como hace dos meses al Barça. Entonces Luis Enrique tenía las horas contadas y Messi ya no era el mismo, y ahora les toca a Ancelotti y Cristiano; el fútbol mismo.

Es cierto que los blancos padecen flojera, pero un buen resultado lo varía todo. Y si es contra los culés mejor. Así que, el próximo domingo puede que cambien de color los llantos. Lo normal sería que ganara el Barça porque están en buen momento, e incluso con suficiencia, pero la historia nos dice que el equipo que llega  peor a estos enfrentamientos suele tocar pelo.

Otra cosa es la movida del gallinero en tales rachas. Hay gallos de todo pelaje defendiendo sus intereses y posiciones oportunistas al margen de la realidad, y hasta mintiendo,  con capones de diversa condición de palanganeros. En el caso del Madrid tenemos ahora un ejemplo de todo ello. Pongan ustedes mismos a cada cual en su palo; no es difícil.

 Y, en esa vorágine emplumada,  no se analiza si en la primera vuelta del gallinero de enfrente,  Busquets, por ejemplo, andaba renqueante de su dolencia de pubis, o Piqué, que suele cubrir bien las espaldas de sus medios centros, parecía ‘enjugascao’ con otras aficiones. Como ahora no se tiene en cuenta, o se hace muy de pasada, cuando es vital, que el Madrid está sin medio centro  adecuado y sin el poderoso Ramos detrás para cubrirle las espaldas, tal y como venimos reiterando. Se dice que el fútbol es una suma de detalles, pero no todos son iguales. El señalado es la base de la columna vertebral de cualquier equipo.  Cuando funciona, la media ocupa bien los espacios,  los delanteros gozan de más ocasiones y las defensas parecen más seguras. Y cuando no, aparecen las dudas atrás, los individualismos ineficaces delante,  la indefinición anárquica en el medio campo y el plomo en las botas.

Ahora resulta que Ancelotti es un blandengue y hay que echarlo, cuando antes del mundialito se pedía a coro su renovación y parecía hecha; que Bale es un bluf, cuando hace bien poco era un fenómeno, incluso decisivo en partidos clave del año pasado; que Cristiano es un engreído, cuando aunque no pueda negarlo es el mejor goleador en la historia madridista, y de los mejores de la historia del fútbol, y a quien le debe su club en gran medida los escasos pero sonados triunfos de las últimas temporadas; o que Casillas es un petardo cuando tantas victorias le debe su equipo, por mucho que los años no pasen en balde.

Por otra parte, Florentino Pérez ha caído en la trampa del protagonismo en lo deportivo. Y es que, al margen de la posición crítica que se pueda mantener con él atendiendo a que gestiona el club según sus intereses empresariales, como es obvio si nos fijamos algo, es un futbolero empedernido que, en sus principios en la sombra, Valdano mediante, y ahora a todas luces, dirige deportivamente el club para lo bueno y para lo malo. Así, salvo el fichaje de Cristiano Ronaldo, que lo hizo Calderón y a punto estuvo él de echarlo para atrás de no ser por el acertado consejo de su paraguas argentino, casi todas las incorporaciones y salidas del equipo han sido cosa suya.

Además, ha cometido otro error de bulto que le puede costar la presidencia, al margen del juicio que deberá afrontar por haber sido elegido con un proceloso cambio de estatutos previo, tras la querella presentada y admitida de unos socios blancos. Y es que la soberbia ciega hasta las mentes más lúcidas. Pérez, a pesar de su indudable brillantez, se equivocó saliendo a la palestra para acusar a la prensa de los males que aquejan al club merengue. De ahí a los pañuelos, su pesadilla insufrible, hay un corto paso. El que media entre un par de malos resultados y sus correspondientes portadas críticas.

Enfrente, la falta de calidad o de planteamientos más atrevidos hace que el Atlético siga jugando a mimetizarse con sus adversarios, y esa falta de personalidad puede liquidar la época de Simeone. Él lo sabe, y ha pedido refuerzos en todas las líneas porque su estilo es innegociable. Ya veremos si el mandamás chino traga con ese fútbol de autor.     

viernes, 13 de marzo de 2015

UN MADRID ABURRIDO

Aunque es un juego, el fútbol tiene sus reglas no escritas y suele ser previsible, al margen del azar y de las genialidades. En semanas pasadas hemos tratado de bajar a sus orígenes: cuando los críos juegan a la pelota sin nadie que los pastoree. Y, decíamos, que lo primero es que alguien vertebre al equipo desde el centro del campo; el que lo hace fácil y desde ahí hace posible el mejor fútbol de sus compañeros. Todo lo demás son cuentos.

Que si las figuras merengues están en crisis o tiene la culpa la mano blanda del técnico, o, como en aquellas ocasiones ‘mourinheras’ felizmente superadas, los malos eran los árbitros influenciados por el llamado ‘villarato’.  Pero es más sencillo. En el fútbol es básico quien juega a uno o dos toques y sabe dónde ponerla antes de que le llegue. Esos privilegiados tienen permanentemente la posición de los jugadores en su cabeza y, además, saben jugar con los tiempos, el resultado, las virtudes propias y las flaquezas ajenas. Se trata del cerebro del equipo y suele ocupar el centro del medio campo.

Pues bien, desde que se marchó Alonso, el Real Madrid está huérfano de una figura tan fundamental. Lo ha podido ser Illarra, que lo ficharon para ese papel, pero la falta de confianza de Ancelotti en sus posibilidades, sobre todo tras un mal partido el año pasado en Alemania, y de ir dándole minutos  fuera de su sitio, como volante, le han diluido. También es cierto que ya su juego equilibrante en la Real Sociedad y en la selección sub 21 española no era tan claro como la de su paisano Xabi, porque conduce más el balón e incluso tiene más llegada, pero ese dinamismo le resta capacidad de juego en largo y del rigor táctico defensivo del ahora jugador del Bayern, aparte de ir peor por arriba. Y, para empeorar el asunto, no parece que el recién incorporado Lucas Silva sea el cinco que los merengues precisan.

De Kroos venimos comentando que su enorme calidad le permite jugar bien en cualquier sitio, pero en el medio centro se precisan otras cualidades: meter la pierna fuerte, jugar entre los centrales, etc.,  cuando se enfrentan a equipos de exigencia.  Y con Ramos detrás y  Modric a su vera se ha disimula algo su debilidad, pero ni Pepe ni Varanne están a la altura del sevillano, ni los otros medios madridistas ocupan los espacios del balcánico.   En fin, que se les agudiza una carencia fundamental hasta el punto de poner en riesgo la temporada. Parecen aburridos de jugar, y realmente aburren. Un detalle: hace poco lidiaron en liga en Getafe y apenas hubo medio graderío ocupado. Penoso.

El otro día le vi a Xabi Alonso un recital contra el Hannover de cómo se juega en su sitio, y hasta se permitió el lujo de marcar un gol de falta. Por cierto, ¿cuánto tiempo hace que Cristiano no convierte un golpe franco? ¿Y dónde anida sus ausencias Benzema o hacia dónde galopa Bale? Porque esa es otra, la falta de gol es una losa que les atenaza, impidiendo jugar con la calma necesaria para intentar un buen fútbol. Mal asunto en un equipo diseñado para ganarlo todo, desde el dineral gastado en su confección.

Para su desgracia y la del Real, Ancelotti tiene mucha tela que cortar ahora que llegamos al tramo decisivo de las competiciones, sintiendo como cuchillos el vaho del presidente y sus palafreneros en la nuca. Malos tiempos en ciernes para el técnico italiano y el club del Bernabéu, si finalmente la impaciencia agosta su destino.  

El Barça sí cuenta con dos medios centros adecuados, Busquets y el comodín Mascherano, y sigue a lo suyo. No lo tuvo fácil Luis Enrique para mantener las rotaciones y encajar al trío de lujo que baraja en sus puntas. Y tampoco le habrá sido fácil tragar con la larga mano de Messi en la realidad blaugrana. Un hombre de su carácter dará un portazo si ha de continuar dirigiendo con mano blanda, como le achacan al transalpino Carletto.


Conociendo la idiosincrasia culé, tampoco tiene un futuro claro si no gana  al menos dos de las tres competiciones a las que aspira, el pastizal que también han gastado así lo demanda. Porque se lo exigirán si Neymar, Suárez y el inigualable Messi siguen enchufándola. Y lo pueden ganar todo. De momento es líder merecido por la citada debilidad blanca, pero ya veremos.     

miércoles, 4 de marzo de 2015

CUATRO JINETES Y UNA AMAZONA, DE MOMENTO.

Rajoy, Sánchez, Díez, Iglesias y Rivera conforman la parrilla de salida para las próximas generales, pero solo de momento. Porque, permítanme, ni son todos los que están ni están todos los que son, como ha quedado claro tras los últimos debates; el oficial y el oficioso.


Rajoy

El presidente estuvo en su línea. Un discurso marmóreo y autocomplaciente para empezar, destacando los datos macro económicos que apuntan en la buena dirección pero silenciando los también ciertos que niegan el buen camino en la solución de los problemas estructurales de nuestra realidad socioeconómica. A quienes claman desde la sensatez que antes de recaudar más hay que gastar menos en improductividades, ni caso. Y sus nuevas promesas quedan en borrajas por sus clamorosos incumplimientos.

Donde sí gana Rajoy es en el cuerpo a cuerpo y ahí tira de dialéctica irónica malintencionada para enervar a los suyos y descalificar al contrario, incluso llegando a los malos modos cuando le nombran a su bicha particular: Bárcenas. En general, nada nuevo bajo el sol, aunque, viendo lo que hay, haya que reconocerle que es un parlamentario aceptable; ¡cómo añoramos a los González, Guerra, Fraga, Carrillo o Herrero de Miñón, e incluso al mismo Suárez en algunos momentos!


Pedro Sánchez

El jefe de la oposición, por el contrario, tenía que empezar por convencerse a sí mismo de que podía ganar, para disipar las dudas en los propios sobre todo, y presentarse ante la nación como un aspirante capaz de gobernar España. Y lo primero lo consiguió, presentándose con una tranquilidad loable, solo traicionada por una cierta aceleración en su discurso inicial. Aunque en la crítica lo tenía más fácil, y de eso se trataba al debatir el estado de la nación, sin embargo, en el aporte de posibles medidas para sacarnos del atolladero le era más complicado. Los nublos de la nefasta gestión de Zapatero y sus gobiernos aún ocultan el sol para el PSOE.

Pero, como epílogo, se zafó del férreo marcaje del Presidente en su cuerpo a cuerpo al enarbolar una mano impoluta en su persona y en el papel que representa: el “¡yo soy un político limpio!” todavía debe resonar en los oídos de Rajoy y de los suyos, como así quedó sin duda en la retina de quienes le califican como ganador del duelo. Hasta el punto de concluyente fue tal afirmación, que renunció seguramente por ello al turno de contrarréplica al ver a su oponente descuadernado.  No cabía mejor alegato final con lo que está cayendo, dentro y fuera de su partido, ¡ojo!


Pablo Iglesias

Fuera del Congreso, Iglesias también ha terciado en el debate hasta autoproclamándose jefe de la oposición. La soberbia ensombrece a veces la virtud. Porque lo que no se le puede negar al líder de Podemos, que ahí sí ejerce como tal, es su buena capacidad comunicativa. Se esté de acuerdo o no con sus planteamientos, es innegable que sabe cómo llegar a la gente, sobre todo a quienes son propicios a su mensaje por diversos motivos.

Otra cosa es el rechazo que produce en demasiados ciudadanos, que ven en él y en su partido nuevo la reencarnación de todos los demonios del fracasado comunismo y similares.  Pero para superarlo tiene una estrategia inteligente, puesta en valor con bastante convencimiento en la entrevista de ‘Tele 5’, que fue el espacio más visto esa noche en la mejor hora: la transversalidad de su proyecto político y de sus seguidores. Habla convincentemente de que en su partido hay y caben antiguos votantes de cualquier partido, de derechas y de izquierdas, situándose en un centro virtual que es el objetivo que debe tener cualquier opción política que aspire a gobernar. La contradicción, y no pequeña, es que las medidas económicas que han anunciado hasta ahora son de una izquierda extrema. Habrá que esperar, en todo caso, a su programa real.

Y tiene un problema añadido: su mimetización con sus homólogos griegos de Tsipras. Esa es y será su prueba del algodón, y no parece que pinten bien las primeras muestras.


Albert Rivera

Albert Rivera es también un magnífico comunicador al que acompaña un buen proyecto para España, que lo ha defendido con valentía, además, desde Cataluña. Declararse de centro social y liberal es un buen marchamo para ocupar las preferencias de millones de españoles, pero tiene un problema serio: su indefinición sobre si será candidato o no al gobierno de la nación. A estas alturas no puede andar en ese espacio grisáceo. Debería lucir mucho más si quiere que las posibilidades de su partido, Ciudadanos, sigan creciendo y cristalicen.

Y recordar el fallido intento de Miguel Roca y su partido Reformista, a mediados de los ochenta, que falló en buena parte por hacer política en España desde Cataluña y ni afiliarse al nuevo partido para no dejar de pertenecer a Convergencia. El caso no es el mismo, pero las consecuencias sí pueden serlo.


Rosa Díez

La líder de UPyD es una política laboriosa y honesta, con propuestas serias para el país – quizás de las mejores-, pero hace tiempo que tocó techo electoral y no sabe verlo. Tal vez el personalismo le impida la generosidad y altura políticas para unir sus fuerzas a Ciudadanos. Junto a Rivera, formaría un dúo excelente con unas expectativas espectaculares.

Si unieran sus destinos quizás estaríamos hablando de que el futuro político se jugaría a cuatro bandas, y no a tres, como finalmente sucederá, en el que las posiciones políticas centradas, y España por ello, tienen un futuro muy preocupante.


Más amazonas

Y galopando en lontananza se perfilan otras féminas. Susana Díaz puede dar el salto a la gran política si gana en Andalucía y el PSOE, como parece, se estrella en las municipales. Y Soraya Sáenz de Santamaría puede ser la baza oculta de un Rajoy y un PP previsiblemente maltrechos en las consultas electorales previas.


El debate pasado ha servido para apuntalar a Sánchez, pero aún no hay foto fija de la línea final de salida.

martes, 3 de marzo de 2015

EL MIMETISMO DEL ATLÉTICO DE MADRID

Ocurre con los equipos que basan su juego en la intensidad al margen de la calidad que tengan, que por eso los hay en todas las categorías.

El Atlético es uno de los seis mejores equipos españoles en la historia de nuestro fútbol, casi siempre en el segundo escalón de ellos, por detrás del Real y del Barça y un poquito por encima del Valencia, del Sevilla o del ahora en horas bajas Atlético de Bilbao. A ese grupo cabecero se les han unido, incluso superándoles en ocasiones, otros como el Español, el Betis, la Real Sociedad y los también históricos Zaragoza y Deportivo de la Coruña en diferentes etapas. Cuestión distinta es el fenómeno coyuntural del Villareal, unido obligatoriamente a su mentor Roig, que ha aprovechado su moderna trayectoria implantando una envidiable política de cantera.

Pero el Atlético es otra historia. Ha alternado plantillas de una enorme calidad con otras, la mayoría, en las que la garra y el juego de guerrillas han sido su santo y seña. De las etapas mejores hay que recordar delanteras como aquella de los Ufarte, Luís, Gárate y Adelardo, con quienes llegó a estar dos temporadas el murciano Juan Antonio a finales de los sesenta del siglo pasado, jugando de extremo izquierdo cuando era diestro, recogiendo el once de un mítico como Enrique Collar. Esos enormes jugadores con otros de menos nombre pero de enorme garra, fueron quienes llegaron a la famosa final de la Copa de Europa contra el Bayern de Munich de Beckenbauer, y que tuvieron ganada hasta segundos antes del final con el espléndido gol de falta directa del mítico Luis.

Hay que recordar también el equipo presidido por el inolvidable Jesús Gil y que entrenó Antic, que ganó el doblete un año con jugadorazos como Pantic, Quico y compañía, aunque después cayeran al pozo de segunda.

Son las luces y sombras del equipo colchonero, en el han lucido jugadores tan dispares en épocas distintas como los exquisitos Ben Barek, Luiz Pereira, Leivinha, Ayala, Manolo o Futre, con otros que basaron su juego en la garra y la pierna dura, como Martínez Ovejero, Goicoechea, Jayo o el lateral Panadero Díaz, por citar ejemplos paradigmáticos.

Sin embargo, si hay un sello característico del Atlético es el de mimetizarse con el contrario. Así, compiten con equipos de la mitad de la tabla o de ahí hacia abajo con sus mismas armas, y con los grandes también. Si vemos un encuentro contra el Elche, el Celta o el Granada este año, tendremos un Atlético corriendo como ellos para ganar el partido por piernas o por algún destello de calidad de los mejores jugadores que tiene, y, sin embargo, si es contra el Barça o el Madrid contemplaremos a un equipo en el que sus jugadores, al margen de correr y meter más la pierna, su identidad fundamental; sacarán sus mejores galas y hasta alguno de ellos le mojará la oreja a las figuras blancas o culés, haciendo alardes de igual o más categoría futbolística. A eso nos referíamos con el mimetismo citado.

Y en Europa les ocurre igual. De tal suerte que parece un Atlético diferente si juegan contra el Chelsea o la Juventus, por decir algo, a que si lo hacen contra el Bayer Leverkusen, tal y como ha ocurrido en su último encuentro de Champions. El miércoles pasado se mimetizaron con los alemanes, que andan por la mitad de su tabla. 

La diferencia con la temporada pasada, aparte de que se le han ido jugadores básicos, es que entonces todavía eran una sorpresa y fueron una apisonadora con los equipos medianos y pequeños. Este año, los de abajo los tienen muy estudiados y ellos siguen empeñados en jugar según sean sus rivales. Por eso, contra los grandes siguen haciendo buenos partidos pero pierden sus opciones con los inferiores. En todo caso, ¡grande el Atlético de Simeone!

Finalmente, nos reafirmamos en que nuestros dos grandes no están inmersos en ninguna crisis, como han demostrado en Europa, y que sufren lo normal de cada temporada: no son máquinas y sus jugadores son tan de carne y hueso que siempre no están igual de bien. A la postre, estarán disputando las dos competiciones fundamentales porque su calidad, y la cantidad de la misma que tienen en sus plantillas, están muy por encima de sus oponentes. Otra cosa es que lo ganen todo, circunstancia que apenas ha ocurrido a lo largo de la historia.  
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