lunes, 23 de diciembre de 2019

DEL ZIDANE EJECUTIVO AL PROBO VALVERDE



Zidane se ha reinventado como técnico pasando el enésimo examen de sus detractores. Y lo ha hecho desconcertando a la mayoría porque hace mes y medio se daban pocos duros por él e incluso había relevo en ciernes. No se entendía, y con razones que aquí también compartimos, que hubiera vuelto al Madrid para seguir dando bola a quienes habían derrochado mediocridad tras su marcha. Unos futbolistas con más pasado y saciedad que futuro y ambición. Pero han bastado media docena de partidos buenos para comprender que el Zidane ejecutivo está de vuelta.

Enfrente, Valverde continúa su marcha medio tristona enganchado a la “messidependencia” como norma obligada del Barça “postguardiola”, pero el día que Messi no brilla la luz azulgrana se apaga porque carece de más argumentos. Es la grandeza y la miseria de jugar contra natura por disponer del mejor del mundo. Dualidad que le ha costado al Barça el ocaso en Europa, en contraste con los éxitos domésticos basados en la regularidad.

En el politizado derbi del miércoles, también mediatizado por los llantos culés previos, que ya se vio hasta qué punto influyen; se comprobó la diferencia entre un técnico necesitado de imaginar y otro con el catón dictado por el mejor del mundo. El juego desplegado por merengues y blaugranas fue contradictorio con la historia, y el resultado el equilibrio de sus distintas potencialidades. La solidez madridista se impuso a la filigrana barcelonesa. Y también demostró sus debilidades. Apenas tres detalles de Messi no bastaron al Barça para marcar y el fútbol intenso blanco tampoco fue capaz de ganar el partido. Si los culés hubieran disfrutado de la mitad de balones que tuvieron los merengues cerca del área contraria hacen al menos dos goles. Hasta el sábado, el Barça era superior delante y el Madrid mejor atrás, pero ahora, paradójicamente, lo es también en el medio.  

Casemiro, Valverde, Kroos e Isco dieron un repaso a Rákitic, De Jong y Sergi Roberto, con las ayudas esporádicas de Griezmann y el propio Messi en busca de los balones que sus medios y defensas eran incapaces de servirles, hasta el punto de ningunearles el balón. Ese dominio del centro del campo durante tres cuartas partes del encuentro fue lo más relevante porque refleja el estilo descubierto de Zidane y lo que va del ayer al hoy culé. De su excelso juego de antaño no queda ni la raspa, y menos cuando falta Busquets.  

Los blancos lucieron cabeza, intensidad, colocación, anticipación, velocidad y garra. Una buena parte es atribuible al excelente planteamiento de Zidane y otra a la actitud de sus resurgidos futbolistas, con especial mención al emergente “pajarito” uruguayo; gran acierto también del galo. Por el contrario, el probo técnico Valverde no se salió de su manido guion ni para los cambios; Semedo fuera, Sergi al lateral, el gallo Vidal al centro, Griezmann —el último en llegar— al banquillo y el chaval  Ansu al ruedo.
En resumen, Zidane imagina y ejecuta, dando una muestra palpable de saber lo que quería con la vieja guardia y su necesidad de un Pogba, transmutado en el tan joven como excelente uruguayo que puede convertirle en su estrella, como ya hizo con Casemiro — ¡qué disparo tiene Valverde como adorno de su derroche de facultades y fútbol!—; y el otro Valverde ejerce de funcionario eficiente y, aunque maniatado, también hay que apuntarle el osado invento del adolescente Ansu entre tanta figura. 
Dirección del juego aparte, debemos felicitarles porque además de inventar futbolistas, quizás forzados por ausencias, es admirable la dignidad con que visten sus cargos. La educación, la templanza y la elegancia hacia sus contrarios son patrimonio suyo y de la grandeza exigible a sus clubes. Como ejemplos recientes, Zidane enaltece a Guardiola como el mejor, reconociendo que a él le falta todavía rodaje, y Valverde evidenció que les beneficiaba descansar un día más.

Y también debe alegrarnos la pasión liguera porque los dos grandes no se despegan. Además, a estas alturas, siete u ocho puntos no son definitivos, y tanto el Sevilla como la Real e incluso el Atlético y el Valencia pueden bullir en la conquista de la cumbre.
A ver si ese buen nivel se refrenda también en Europa. El Madrid actual puede eliminar a cualquiera. El tridente culé es superior a la mayoría. Del Atlético de Simeone puede esperarse todo. Y el reciente Valencia de Celades es un tiro.

¡Suerte y goles!, porque trabajo, fuerza, dirección y calidad sobran.

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