viernes, 24 de noviembre de 2017

MADRID&BARÇA; LA HEROICA DE DIEZ PUNTOS


Decíamos que las certezas son tan efímeras como engañosas en el fútbol, pero diez puntos de ventaja a estas alturas competitivas para el eficaz Barça del Valverde parecen muchos. Significan cuatro partidos que debería perder y ganarlos el Real o el Atlético, y a la vista de cómo andan unos y otros se antoja una misión muy difícil; heroica si se consiguiera por parte de blancos o colchoneros, con especial fijación para los primeros por su sempiterna  obligación de aspirar a todo, y un derroche catastrófico para los blaugranas que por ahora no se vislumbra.
Sensato y práctico, Valverde ha dotado meritoriamente a su equipo de la eficacia imprescindible para ser campeón de liga; el trofeo de la regularidad se gana contra los modestos. Hay que sacar la renta suficiente para afrontar a los iguales con la calma como bandera. Las prisas, como en los toros, nunca son buenas. Y las urgencias tampoco.
En Madrid se jugaron el sábado algo más que dos partidos. En Leganés, el Barça refrendó su apuesta liguera con más resultadismo que brillo, como acostumbra desde el principio, y sumó tres muescas más a su martillo pilón con un Busquets muy fino.  A este ritmo batirá records y ya pueden echarle un galgo los blancos. Y en el nuevo estadio atlético también quedaron reflejados los porqués de merengues y colchoneros.
Sin ser exhaustivos, Correa confirmó por qué es difícil que pase de buen delantero a figura; no se puede fallar un gol como el que tuvo a los dos minutos de partido. En ese momento recordé al primer Ronaldo, el brasileño, experto en resolver partidos desde el primer instante. Griezmann está más fuera que dentro del Atlético, y eso se manifiesta en su poca determinación desde primero de año, tanto en la Liga como en Europa. Simeone sigue jugado sin delantera, de ahí sus ya viejas frustraciones y la costosa apuesta por los futuros Vitolo y Costa. Marcelo demostró por qué es una caja de bombas en los dos campos: el contrario y el suyo; por muy bien que suba la banda, un lateral no puede regalar tantos balones y tan en franquía a los rivales. Ni tantos espacios. Modric evidenció el tiempo que hace ya que tocó techo; tampoco pasará de ser un muy buen volante, pero nada más. Lo mismo que Kroos. ¿Cuánto hace que no resuelven un partido desde fuera del área? Los laterales blancos centraron veinte o treinta balones hacia atrás y no llegaron a ninguno desde segunda línea. Ni Benzema tampoco, y por muy exquisito futbolista que resulte debería cambiar el número de su camiseta; nunca ha sido un nueve y tal vez su lugar, como han dicho siempre por ahí, sea de nueve y medio, pero en ese puesto hay barullo en el Madrid con tanta clase como la suya y bastante más recorrido. Zidane estará echando de menos a Morata porque el año pasado le resolvió algunas papeletas determinantes jugando mucho menos que su paisano. Incluso a Mariano.  Y Cristiano, pues a lo suyo, buscando el gol desesperadamente; su razón de ser.  Por su profesionalidad y encomiable amor propio caben pocas dudas de que pronto empezará a enchufarlas de nuevo. Es su peor racha goleadora liguera desde que salió de Lisboa, pero en Champions sigue acertado.
Lo más destacable del derbi sabatino fue la intensidad de unos y otros, junto a la fortaleza defensiva grupal atlética y el excelente partido de Isco y Casemiro por los blancos, faros ofensivo y defensivo, que estuvieron en todas. Aparte, hay que señalar a Lucas, que además de lucir tapó una ocasión clara de Cristiano, y a Varane, que redimió su fallo inicial salvando una vaselina de gol de Gameiro sobre Casilla tras un fenomenal pase interior de Torres.
En resumen, la ventaja actual del Barça son diez puntos para la historia. Si la mantienen, Valverde inscribirá su gestión con letras doradas en el palmarés blaugrana. Y si el Madrid remontara sería otra heroica legendaria.

Pero ¡ojo!, que en enero rearman el acorazado de Simeone, y como reverdezcan laureles el artillero Costa y el ingeniero Vitolo y puedan reilusionar a Griezmann, habrá un cuarto en discordia, contando con el Valencia, devuelto por Marcelino a la élite con un fútbol vistoso y una docena de futbolistas recuperados; los canteranos madridistas Rodrigo y Parejo son unos magníficos botones de muestra.  Hay Liga, aunque muchos tengan la engañosa certeza, por azarosa, de darla por liquidada.         

jueves, 16 de noviembre de 2017

DEL BARÇA AL REAL MURCIA


O la invalidez de las certezas. Si dudar es de sensatos y rectificar de sabios, las certezas recalcitrantes desnudan a los estériles. Y en el fútbol, con su mezcla de oportunismos, realidades aparentes y fortuna, mucho más. Como muestras, dos ejemplos. Para su alegría, ¿quién les iba a decir a los culés a finales del verano que entrando el otoño serían líderes destacados en España y en Europa? Y en nuestra Región de Murcia, ¿cómo podían imaginar los pimentoneros que en ese mismo periodo, tras el esperanzador fin de temporada vivido y la apuesta decidida por fichajes costosos para esta, estarían más cerca del fuego purificador que de la gloria?
Valverde, tras el deslumbrante trampantojo merengue en la Supercopa española con Asensio de genio mágico,  y el fracaso descomunal de los dirigentes blaugranas con fichajes y desfichajes más mediáticos que efectivos, ha ido amalgamando una plantilla que a día de hoy, sin jugar todo lo bien que cabe esperar de sus jugadores, parece un equipo imbatible; otra realidad aparente que el propio fútbol se encargará de desmontar. Tiene medio once fijo: Messi, Busquets, Suárez, Piqué, Umtiti y Ter Stegen, que están entre los mejores del mundo; cinco más volátiles: Iniesta, Rákitic, Alba, Paulinho y Sergi Roberto; y juega con otros dos puestos adicionales para darles cancha a futbolistas como Deulofeu, André Gomez, Semedo, Denis Suárez, Alexis y Digné, que como los anteriores podrían ser titulares en cualquier equipo de campanillas. En resumen, los mismos que contra el Real Madrid cantaron la gallina y que su entrenador, desde su también aparente segundo plano y modestia, les ha hecho apretar los dientes para encaramarse al monolito de la victoria permanente. ¿Aprendieron de los errores? Es tan posible como que desde entonces solo saben ganar, con algún empate testimonial de su condición humana. 
Neymar se fue y es historia, a Dembélé se le espera ya con menos ansiedad, y Valverde aparece rutilante en el horizonte de los llamados a la leyenda; otro más, como lo fueron Cruyff y Guardiola. Y lo puede conseguir si en 2018 el Barça se alza con dos títulos tan distintivos como la Liga y la Champions, superando el horrible 2017 con un expresidente cacareando, Laporta; otro encarcelado, Rosell; un presidente en entredicho, Bartomeu, por sus connotaciones con el anterior y la desafortunada gestión tanto en la sonata y fuga de Neymar como en la búsqueda vodevilesca de su recambio; un inicio de temporada catastrófico ante su máximo rival y un entorno político y social enrarecido por la nefasta conversión del Nou Camp en muestrario permanente del catalanismo militante más cavernario.  El vasco-extremeño está  ahora en el banquillo a la altura de Messi en el césped por su relevancia en el éxito blaugrana. Y si persevera en su magnífica trayectoria con la penosa herencia recibida, al contrario de la que halló Luis Enrique, hará historia grande con su Barça.
Por su parte, los actuales gestores del Real Murcia también pueden hacer historia, buena o mala y hasta catastrófica, según les vayan lo deportivo y la economía. Quienes hemos vivido al equipo grana desde dentro somos optimistas por la propia naturaleza milagrosa del club, igual que los miles de entusiastas seguidores con los que respira, al borde de la desaparición varias veces en su centenaria historia. Y ahora no vamos a ser menos. Así, aunque hemos asistido más cerca del aburrimiento que de la alegría a los partidos de este año, el sábado en Cartagena atisbamos un rayo de esperanza. Ante el mejor equipo actual de la categoría, el Efesé, los murcianistas pudieron empatar el derbi, y algunos pensamos que jugando así y con todos sus efectivos incluso hubieran conseguido más. Los blanquinegros ganaron bien aprovechando los detalles de sus distinguidos futbolistas. Jesús Álvaro y Cristo Martín, como Sergio Jiménez, son jugadores de superior categoría, y con el oportunismo de su goleador Aketxe y la colaboración del sobremotivado Chavero, con sus luces y sombras, consiguieron tres puntos que pueden suponer el punto de inflexión que les lleve a no bajarse ya del caballo ganador.   
Con Monteagudo lo tienen claro, y en el Murcia esperemos al Salmerón eficaz del ascenso con el UCAM y no al que el año pasado recomendaba a sus aficionados acostumbrarse a sufrir. Al fútbol no se va a eso, señor mío.
Finalmente, algunos soñamos con cuatro equipos en Segunda, incluyendo al UCAM y al Lorca, y que el otro Lorca y el Jumilla salven la categoría.      

  

miércoles, 8 de noviembre de 2017

EL MAL ROLLO DE ZIDANE


“Ya roncan los rufianes al sonar la despierta, ávidos con sus dagas, torva mirada negra…”. Sí, si no logra enderezar el rumbo a tiempo, se avecina el amanecer en el que Zidane andará su último trecho blanco; en los aledaños del Bernabéu ya se escuchan los trajines de la erección patibular. Después expondrán sus restos en el funesto rollo futbolero de los cesados, como en la Edad Media se exponían los de los malhechores ejecutados en las entradas de los burgos para dar ejemplo, en forma de mil explicaciones tertulianas sobre sus fracasos y carencias.
La memoria del fútbol es corta y en el español aún más efímera. Para muchos madridistas, hasta septiembre era Dios y ahora Lucifer. Ha bastado un mes y  medio de penurias goleadoras para que el aura mesiánica se le haya enroscado al cuello cuan soga patibularia. Un año y medio de triunfos extraordinarios sin precedentes, al albur de media docena de partidos malos. Así es este deporte. Cuanto más te quiero más te mato. Un tobogán de locos. Pero bendita locura para tantos millones de aficionados por todo el mundo.
Zidane cultivó con éxito el jardín que ahora le devora, tras heredar el enésimo erial deportivo de don Florentino. Un equipo plagado de medias puntas, al gusto del amo, que ahormó dotándole con la solidez de Casemiro en el medio centro, su inicial apuesta visionaria, liberando a Kroos y Modric del penúltimo marrón defensivo; circunstancia que esbozó su antecesor Benítez sin perseverancia ni convicción. De esa manera, los laterales Carvajal y Marcelo podían subir al ataque con más libertad y  Ramos ejercer con menos preocupación su tendencia a distribuir juego desde atrás, y acudir con asiduidad al remate, así como Varane, aparte de acercar al alemán y al croata al área contraria con el peligro añadido de su indiscutible clase. Un peón estratégico fue suficiente para encajar los alfiles y caballos propios en el tablero contrario, propiciando de paso más lucimiento a los puntas; ahora tres, ahora dos —incluso hasta el barullo si la necesitad apretaba— en función de las esporádicas disponibilidades de Bale o las irrupciones desde el banquillo de Vázquez, Isco, Asensio y Morata, fundamentalmente, con James, Nacho, Pepe, Kovacic, Mariano y Danilo de bomberos.  Después puso en liza a todos los secundarios, su segundo gran éxito, y ganó partidos claves en un final de temporada catártico, donde afloraron sus enormes cualidades como gestor de recursos y egos, cuidando hasta la delicadeza a los tenores blancos: Cristiano, Benzema y Bale; su tercer acierto enorme. En resumen, una gestión valiosísima con dos Champions consecutivas y una Liga en medio, al margen de otra media docena de trofeos mundiales menores. En menos de dos años es imposible mejorarla.
Pero como en el fútbol el hoy es ya antes de ayer, henos aquí con su cabeza más cerca del mal rollo que del reciente laurel, y en lontananza cabalgan amenazantes los apocalípticos con sus relucientes guadañas en ristre. Incluso ya suena un posible sustituto, al parecer nuevamente del gusto presidencial, Pochettino, que ha podido ser el brazo ejecutor del francés. Sus dos partidos dirigiendo al Tottenham, con un merecido empate en el Bernabéu y una gran victoria en Wembley, pueden pasar a la historia agridulce blanca; descabalgados, pero con el fichaje en ciernes del técnico argentino y el del inglés Kane, que en efecto es bastante más que un eficaz goleador.
Es cierto que Pochettino en Europa y Machín en Liga , el técnico del Girona, le dieron un repaso táctico a Zidane, por encima de la actitud de algunas figuras inapetentes, pero también que el francés suele aprender rápido de los errores. Supongo que no volverá a desarmar al equipo con solo tres defensas, dejando al descubierto tanto las carencias de Casemiro de central único como las del equipo sin él mismo de medio centro, y liberará a Cristiano de jugar encajado entre los centrales rivales sin espacio para explotar su potencia con unos metros de margen de maniobra. Marcará goles siempre, pero los siete u ocho que debería llevar más en esta liga seguramente explican parte de los mismos puntos que el Barça le lleva de ventaja.
Yo no daría por muertos a Zidane ni al Madrid, aparte de la magnífica trayectoria del Barça con el pronto ilustre Valverde al frente. Tan importante como la superación de su fracaso agosteño frente a los blancos y la sordina respecto al enrarecido entorno. ¡Ahí es nada!       

  

miércoles, 1 de noviembre de 2017

LA ESPAÑA TONTA


El fútbol podría ser un espejo social en el que mirarnos para entender lo que sucede en España. El otro día afirmó lúcidamente un periodista catalán veterano que están equivocados o engañan quienes defienden que solo hay dos Cataluñas, la independentista y la españolista; entre otras enumeró la que está harta; y lo asocié con nuestra nación y nuestro fútbol. En efecto, en España hay vida más allá del problema catalán y en el fútbol también disfrutan o sufren otras aficiones aparte de la merengue y culé, porque hay tantas realidades como devociones diversas por los distintos clubes que militan en cualquiera de las divisiones de nuestra competición. Unos más minoritarios que otros, pero no por ello menos importantes para quienes saborean el éxito o sienten las injusticias o escasa fortuna en ocasiones.
Y de esa reflexión pasé a las familias, los amigos, los vecinos, los compañeros, nuestros pueblos, barrios, ciudades o regiones, acabando por repensar la España de nuestra sangre y pesares. En cualquier lugar y situación hay de todo. La mayoría somos tan españoles como de nuestras pequeñas patrias, y a veces nos sentimos injustamente tratados por quienes queremos, conocemos o nos gobiernan; incluso avergonzados en momentos por algunos de ellos. Y es cuando pensamos que nos ha tocado en desgracia el golfo, el inane, el vecino egoistón o el tonto de turno.
Yo también creo que hay muchas Españas. Dando un paseo por nuestra historia, convendríamos que la España heroica o la cobarde, la brillante, la oscura, la solidaria, la cainita, la lúcida, la cerril, la inteligente o la tonta se han sucedido invariablemente a lo largo de los siglos; como en nuestro caminar reciente desde 1978.
Y haciendo un paralelismo, igual sucede con nuestro fútbol.  Volviendo el sábado de la cita anual de entrega de premios del magnífico Club Taurino de Calasparra, con motivo de su exitosa Feria novilleril del Arroz, tuvimos la suerte de compartir el viaje con una amiga, Pepa, viuda de otro entrañable taurino y amigo, Pedro Merenciano. Sevillana y murciana de adopción, se interesó por los sucesos de Cataluña, donde vivieron durante muchos años  y tienen familia, circunstancia coincidente por las raíces familiares maternas de mi esposa. El trayecto se hizo corto dada la cantidad de sensaciones que comentamos, como ocurre ahora en cualquier rincón español, y llegando a Murcia les hice una reflexión futbolera que hace años expuse en prensa. Era también referente a la cuestión catalana y la comparaba con la insistente aspiración vocinglera de antaño sobre selecciones de fútbol en Cataluña y el País Vasco para competir internacionalmente al margen de la española.
Como acostumbran, la respuesta de nuestras autoridades nacionales fue el silencio o un no rotundo. Una actitud cerril por escasa inteligencia al abordar cuestiones superables acudiendo a un manual de estrategia con mayúscula —no esa gilipollez de denominar estratégica cualquier jugada a balón parado—. Se trata de imaginar las consecuencias en el medio y largo plazo de cualquier decisión relevante.
La respuesta debería haber sido entonces un sí rotundo. Un sí comprensivo. Un sí cómplice. Un sí reflexivo. Un sí inequívoco, pero condicionado, claro; un sí que les pusiera ante sus propias contradicciones. Un sí inteligente, en suma. Con el ejemplo del Reino Unido, donde coexisten las selecciones inglesa, escocesa, galesa e irlandesa; hubiera bastado. Hay cuatro selecciones, sí, pero solo una liga relevante con equipos y jugadores importantes, la inglesa. Antes, deberían ponerse de acuerdo los equipos catalanes y vascos para organizar sus propias ligas, como es natural, y aun en el difícil supuesto de que aceptaran la mayoría de ellos, llegaríamos al quid de la cuestión. No es difícil imaginar la respuesta de los socios, directivos y jugadores del Barça, Atletic, Real Sociedad o Español respecto a jugar la liga catalana o vasca. Puestos ante el abismo de ese angosto barranco, ellos mismos verían claras las ruinas deportiva y económica que tal eventualidad supondría, y aquella utopía de los radicales quedaría colgada por los sensatos en la percha de los disparates olvidados.
A los nacionalistas, habría que haberles ayudado a descubrir antes la realidad futura de sus pretensiones, reflexionando juntos sobre la deriva independentista de ya demasiados, y tal vez el Estado también hubiera aprendido algo útil y realizable para todos; en asuntos fiscales, por ejemplo.  Una vertiente de lo que tantos llaman diálogo. Siempre es mejor la inteligencia que el silencio, el cerrilismo o la fuerza. Desgraciadamente, padecemos hace tiempo la ceguera de una España tonta.  


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