martes, 30 de octubre de 2018

¿ANDE VAS, PÉREZ?



Ese quo vadis huertano habría que preguntarle al hombre orquesta del Real Madrid tras la deriva calamitosa del que es su equipo más que nunca, sin Cristiano, y el colofón de la debacle en el Camp Nou.
Algunos queríamos albergar al principio de temporada la esperanza de que el capo de tutti blanco hubiera reconvertido su vieja afición galáctica multinacional hacia el romanticismo de la juventud y los de casa. No traer figuras extranjeras para dar opciones a los Asensio, Isco, Ceballos y compañía nos hacía ensoñar tal anhelo. Pero no es así.  Para hacer creíble tan loable estrategia debería haber explicado a sus devotos madridistas que les aguardaba un desierto hasta conseguir un equipo aspirante de nuevo a todo tras la marcha de su mejor goleador histórico. Y no hubiera sido difícil, pues la historia le hubiese dado la razón con lo que hizo en 1963 don Santiago Bernabéu cuando invitó al primer monstruo merengue, Di Stéfano, a dejar el club. Tres años después, en el 66, conquistó su sexta copa de Europa con un equipo de jugadores españoles, la mayoría jovencísimos salvo el veterano capitán Gento. Cuando se va el figurón que ha guiado a un equipo muchos años no tiene sustituto. Hay que reinventarse. 
Pero no nos engañemos, en el fondo subyace la misma realidad del antiestético fichaje de Lopetegui. El ex seleccionador fue el postre desesperado de una empachosa comida de cinco indigestos platos; los que le dijeron que no antes de sacar el antitanques y cargarse a la selección española. Y si no es así, aún está a tiempo de explicarlo. De ahí el ¿ande vas, Pérez?
La tozuda realidad es que no ha traído unas cuantas figuras porque le costaban demasiado, en un periodo en el que remodelar el estadio es su obsesión, o porque le han dicho también que no, como Mbappé antes de irse del Mónaco al PSG.  Una verdad tan tozuda como don Florentino, que tiene ya tantos años como soberbia, prepotencia y vanidad para cambiar el paso, por mucho que saque la vocecilla de humilde curica cuando se enfrenta a foráneos y a la prensa.  Ahora tiene la ocasión de demostrar su peregrina creencia de saber más de fútbol que de otra cosa — es lo que confía a sus más cercanos—. El Real Madrid está a la deriva sin timonel y sin velas, veremos si también sin gobierno.
En lo  meramente deportivo, el Barça goleó con justicia por su gran partido sin Messi. ¡Chapeau! Y Lopetegui se irá derrotado por una serie de circunstancias adversas, además de por la mala planificación crónica reciente. No recuerdo que los blancos hayan jugado tanto con los palos contrarios en lugar de con las redes. ¿Alguien recuerda otra racha semejante de casi goles en su historia? Incluso en Barcelona se puso de manifiesto con el tiro al palo de Modric que hubiera sido el empate. El Madrid jugó unos esperanzadores quince minutos y de tener fortuna en ese lance el partido hubiese sido distinto. El estado de ánimo juega demasiado en el fútbol, los culés se hubieran ido hacia arriba y el Madrid, crecido y a la contra, hubiese tenido opciones de ganar, que no de golear, porque carece de matadores.
EL QUO VADIS MURCIANO
El UCAM de Munitis —¡qué gran labor está haciendo el cántabro con sus esforzados  jugadores!— ha encontrado con los buenos resultados el buen juego. El domingo hicieron un partido espléndido ante el filial sevillista, con fases de superior categoría y media docena de canteranos en liza, lo cual tiene un mérito extraordinario. Parecía un duelo de filiales de calidad. Pero la veteranía de Isi Ros y Onwu inclinó el partido hacia los universitarios, ahora líderes y con renovadas expectativas. Pinta muy bien el austero invento de este año.
¿Y el Murcia qué?, se preguntan miles de aficionados. Lo comentábamos el otro día en Radio Marca con Cascales y en Onda Regional con Gregorio León, y con Faustino, Carlos, Antonio y el maestro Ibarra el jueves, y ayer mañana en la Condomina con excelentes socios veteranos del UCAM y murcianistas todos, no obstante. Incluso el pasado miércoles en Cartagena en mi comida con un grupo de entrañables amigos caballistas. 
Pues lo primero es saber quién es el dueño. Es una SAD y se rige por legalidades societarias. Así que al margen de los encomiables intentos de un grupo de entusiastas aficionados, lo primero es saber a quién preguntarle: ¿acho, ande vas? 

lunes, 22 de octubre de 2018

SAN QUIEN SEA, ORA PRO NOBIS



Cuando la desesperación atenaza es fácil implorar al cielo y hasta al infierno mismo. Es lo que sucede en el Madrid y, en otras circunstancias, lo que les ocurriría a los barcelonistas si la inminente ausencia de Messi descubre sus carencias como a los merengues la de Cristiano. Contra el Sevilla se vio. Los de Machín quizá habrían ganado el partido si el mejor del mundo no hubiera jugado los primeros dieciséis minutos. Porque de juego anduvieron tan sobrados como Ter Stegen en varias paradas antológicas. Por momentos, le dieron un baño al Barça en el mismísimo Camp Nou.
Lopetegui tiene poca culpa de la sequía goleadora de los merengues; hay que mirar más arriba. Y sustituirlo tampoco sería mano de santo. Con él o sin él las penurias acabarán cuando lleguen los goles; racha buena que podría amanecer en cualquier jornada. De los encuentros perdidos podrían haber ganado varios con el mismo juego; palos, porteros en su día prodigioso y fallos increíbles que afloran lo peor de un futbolista: la falta de confianza. Y si esa flojera acogota a los defensas y delanteros de un equipo el desastre está servido. Porque el desertor de España —¡cuánta ganas le tienen muchos!— ha probado con todo y con todos. El Levante, por ejemplo, ganó en el Bernabéu y bien pudo salir goleado. Dos fallos atrás, magníficamente aprovechados por los de Paco López, e innumerables ocasiones malogradas delante fueron una colección muy aproximada de los males que aquejan a los blancos. Madres detrás y gafes arriba, con los medios sin arriesgar tiros y pases profundos por inseguridad.
Unos añoran la supuesta flor de Zidane y otros dicen que les faltan hervores a quienes iban para balón de oro; Asensio, por ejemplo. Pero dejémonos de simplezas, lo que está faltando es el mejor goleador de su historia o sus alternativas. Era previsible que ni Benzema ni Bale ni ninguno de los delanteros que estaban, y mucho menos Mariano, el postre elegido in extremis, un jugador normalito; garantizan ni juntos ni individualmente los cuarenta y tantos goles de Cristiano. Si acaso, marcarán sus habituales treinta y pocos entre todos, pero seguirán faltando otros tantos como mínimo para ganar algo relevante; los que deberían haber hecho los sustitutos que nunca vinieron, y aun así faltarían otra docena. Y la madre de ese cordero no es Lopetegui, que bastante tiene con la previsión que hicimos algunos en junio de que no se comería el turrón.
Al margen de la mala suerte ocasional, que también juega, ese cordero tiene padre reconocido: Florentino Pérez. Porque es él quien desde su paradójica creencia de que si sabe de algo es de fútbol, como la de algunos de los que le acompañan sin voz ni voto en su directiva, hace y deshace desde siempre en lo deportivo, hasta propiciar la marcha de Cristiano. Por eso ha ido echando a quienes le llevaban la contraria; las verdades molestan a los soberbios cuando ejercen de tiranos.
¿Qué Pérez ha tenido aciertos? Claro, faltaría más que no hubiera dado una en quince años; Figo, Zidane, Ramos, Isco, Modric o Kroos, pero aparte de una decena de buenos fichajes entre el centenar largo que ha hecho y el éxito en lo institucional y económico, indiscutible aunque haya sido a rebufo de la rutilante trayectoria del fútbol español en este tiempo— ver los éxitos, la economía y el saneamiento de la mayoría de clubes— lo demás es campo yermo y mustio, que diría el poeta. Mérito grande tienen en Villarreal, Éibar, Leganés, Getafe o Vitoria.
Ahora hablan de Guti, Laudrup, Michel, Solari , Roberto Martínez o Conte —el San quien sea—, pero ni con alas arreglarían algo sin goles. Como en Murcia sin dinero.
EL SANTO DE MURCIA
Cuentan que años después de la guerra, ante la pertinaz sequía, los huertanos fueron a pedirle al obispo Sanahuja sacar en rogativa a la Virgen de la Fuensanta para que lloviese. Y el personaje,  socarrón, descorrió los visillos de su despacho en la plaza de Belluga y ante el sol espléndido que lucía el cielo azulísimo de esta bendita tierra, les dijo: hijos míos, haced lo que queráis, pero el tiempo no está para llover.
Y desde la esperanzada aun realista perspectiva de un pimentonero incondicional, imagino a los bienintencionados murcianistas que se han unido para salvar al Real Murcia en trance semejante.
Ojalá ocurriera, pero para un milagro, aparte de un santo, se necesitan circunstancias propicias. ¡Mucho ánimo! 
      

jueves, 18 de octubre de 2018

DE VALDANO A ROBLES, AL MURCIA Y A MARADONA



Admirador del argentino futbolero de discurso barroco, no tengo menos que afearle su concepto de tragedia. Trágico es lo ocurrido cerca de Manacor y hace años en Lorca, y no en el Madrid de Pérez y Lopetegui. O lo que sucede cada día en el Mediterráneo occidental con tantas almas desesperadas en tanta patera. Lo del Madrid es puro juego deportivo, monetarista y de azar, que nada tiene que ver siquiera con el teatro griego, donde se representaban pasiones dramáticas y ejemplos de vida.
Tampoco lo afirmado por la ministra Robles es homologable a un insulto a España. Que abucheen al presidente del Gobierno va en su sueldo, que también pagamos los españoles; como el suyo y las mamandurrias de esa lumbrera llamada Zapatero que ansiaba conocer a Otegui y al fin lo  consiguió. Otro insigne patriota, ¡válgame Dios!, regado con el sudor de los paganos patrios.
Vamos a dejarnos de gilipolleces. El fútbol nunca tiene nada de trágico ni de patriota; si acaso de sentimental. Como tampoco las vicisitudes de quienes eligen dedicarse a lo público en detrimento de lo privado; en demasiados casos por pura incapacidad de hacerlo o por sacar la cabeza sobre sus colegas, que sería el caso del estulto licenciado leonés que sufrimos —no todos, claro, que de todo hay y es respetable— y de la juez. Sucedió igual con Rajoy, que ahora culpa a izquierdosos extremos e independentistas de su cese, sin calcular qué hubiera sucedido de pasar antes la poltrona a  alguien de los suyos. ¡Ay, los mediocres, los dogmáticos y los don Tancredos!
Que el Madrid no marque goles es mera consecuencia de la imprevisión, de los fallos, del azar y las circunstancias, que muchas veces se conjuran para que todo venga mal. Como ocurre con la política. En España, por ejemplo, no levantamos cabeza desde el 2004, y si me apuran, desde dos años antes; los que les sobraron al estirado del bigote. Qué pena que él mismo y González, al que también le sobraron años, no vuelvan para poner cierto orden en España; algo habrán aprendido de sus errores. Tras ellos navegamos las turbulencias del mundo cambiante gobernados por iluminados, tontarras y fanáticos; ¡qué peligro!
El paralelismo futbolero y político es paradigmático. Antes de la generalizada globalización, aleccionadora y mejorable, existían el sacrificio, los afectos y la fidelidad a los colores. Y figuras señeras como guías del pueblo: los de la Transición. Ahora nos quedan los intereses y  mangoneos y los dictadorzuelos. Aprendices de futbolistas que tienen agentes desde infantiles, o antes; clubes que demasiadas veces no sabes de quiénes son, aunque sus socios y aficionados parezcan vibrar como antaño; gobernantes que en poco se diferencian de los aspirantes, por estupidez insuperable o porque las economías domésticas están tan supeditadas a las supranacionales que dejan escaso margen para las particularidades; líderes políticos que parecen sacados de los viejos tebeos por lo que tienen de caricaturescos; y pueblos y aficionados inanes y entretenidos, si no alienados, por  redes sociales que dejan en mantillas las manipulaciones ocasionales de  antiguos medios de comunicación.  Todo mera fachada y, lo que es peor, trampantojos de realidades obscenas que poco o nada tienen que ver con aquellas que antaño se idealizaban.
Al hilo de lo anterior, ahora sale el otrora figurón futbolero y actual momia viva, Maradona, culpando a Messi, el mejor del mundo sin ninguna duda, de que necesita ir al baño veinte veces antes de los partidos. Como si esas incontinencias fueran nuevas entre deportistas. Si acaso, excepcionales por la cantidad, pero habituales. Y todo por ningunearlo. Y algunos se ríen desapegados.  La risa de lo morboso, lo ignorante y lo estúpido. Cada cual  pone el listón a su altura.
AGONIA GRANA
Donde hay pelo hay alegría, y donde no hay harina —dinero— todo es mohína. Desgraciadamente, Gálvez tiene las horas contadas y se nos avecina De la Vega, que tampoco parece nadar en posibles. Me filtran, no obstante, que tiene detrás a un murciano de aparente relumbrón, aunque tampoco aseguran que ate perros con longaniza. Ojalá funcione el invento y se ascienda con solidez.
Mientras, los casi once mil abonados murcianistas y los muchos más que lo sienten se preguntarán: ¿más promesas? Absténganse cantamañanas, cabría pedir.
Un duelo digno es mejor que un arrastre vergonzoso. Y resurgir de las cenizas tampoco es tan complicado. Otros lo han hecho con menos apoyo social que el Real Murcia. ¡Arriba los corazones!
  

jueves, 11 de octubre de 2018

¿PA QUÉ QUIES QUE VAYA?



“Pa ver cuatro espigas arruyás y pegás a la tierra…”  Eso escribía nuestro Vicente Medina en su Cansera; un precioso e intimista poema en murciano dando voz al alma vieja de un huertano depresivo. Como ahora están los madridistas: esmirriaos y mustios.
Pero no hay que desesperar. Tampoco es el momento de añoranzas ni  lamentos por lo que Pérez no previó en su día, al decidir que el malestar de Cristiano siguiera su curso cuando aún estaba a tiempo de reconducirlo. Y es que, las promesas hay que cumplirlas o, si se consideran inapropiadas por inmerecidas, explicarlo y tener una alternativa sólida; exceso de confianza o un asomo insensato de prepotencia. Otro más. Este con visos de llanto y crujir de dientes.
Empezó ilusionante la apuesta de Lopetegui; enganchaba. Pero en el fútbol no funciona nada sin goles. Ahora hay que seguir a Kipling y reedificar un club desde sus brasas, camino de una travesía desértica como advertimos hace tiempo. Ocurrió igual cuando se marchó Di Stéfano, el primer monstruo, a primeros de los sesenta del siglo pasado. Tres años en blanco hasta que un Madrid reconvertido ganó su sexta copa de Europa con aquel equipo ye-ye del 66 y solo el vestigio de Gento respecto a las cinco primeras. Es difícil inventar nada en un juego más que centenario. Ni siquiera para una mente tan prodigiosa en los negocios como ramplona en lo deportivo. Don Florentino, siguiendo a Homero, debería explicar a los suyos que el gozo debe estar en el camino más que en la meta. Aunque sea zozobroso y estéril y otros ocupen el lugar señero acostumbrado. Como la vida misma.
En todo caso, es difícil entender que alguien ducho en estrategia empresarial no previera con tiempo las consecuencias de dejar el cuerpo muerto. Benzema y Bale, sus apuestas, no eran alternativas para cincuenta goles. Como tampoco ganar cuatro Champions de cinco debería tapar las evidentes carencias que reflejaban en liga; los goles de Cristiano tapaban algunas. Y también cuesta comprender cómo se obnubiló tanto con sus dos éxitos consecutivos, los de Figo y Zidane, y, sin embargo, no aprendió nada de sus subsiguientes fracasos, que es el pozo de sabiduría de los sabios, según Goethe. Ya le costó irse en el 2006 y a punto estuvo antes de la pírrica décima Champions. Lo impidió el celebérrimo cabezazo de Ramos en Lisboa.
Ahora toca levantar los ánimos y reinventar un equipo bajo mínimos. No creo que sea problema de entrenador, por mucho que a Lopetegui le tengan ganas tantos por su deserción de España. Jugadores tiene para pelear por todo. E ideas futbolísticas también; hemos visto fases brillantes de juego. Solo falta que lo dejen hacer con confianza y muchos ánimos. Pero temo que la guadaña de su soberbia majestad no soporte una pañuelada en Chamartín. Los brillos madrileños sugieren que la torva guadaña presidencial siegue de nuevo. Una lástima, porque hay mimbres para enhebrar un equipo de futuro brillante.
¡TENGO UNA CANSERA…!
Y así acababa el insigne lírico archenero su poema.  Esa misma que rumian los murcianistas por lo institucional y económico, ahora que lo deportivo ilusiona.
Y vuelvo a la misma pregunta de hace unas semanas. ¿Qué hacen dos personas aparentemente lúcidas peleándose por una ruina? ¿Tan listo fue Moro para liarlos a los dos y largarse de fiesta? Más pronto que tarde saldremos de dudas; lo que hoy no se sabe por dinero, mañana se conoce gratis. Y entonces sabremos quién fue el ingenuo, el tonto y el golfo.  
Gálvez y De la Vega deberían sentarse y mostrar sus cartas antes de que diluvie. No atisbo otra solución que negociar hasta el límite de la honra del Real Murcia. Ese club tan grande, capaz de superar los diez mil abonados en una categoría impropia con todos sus pesares, que ha resurgido de sus cenizas demasiadas veces. O tal vez sea el momento de que alguien venga con el mazo y separe el grano de la paja para garbillar después los restos, si es que queda algo tras la tragicomedia que nos deprime.
¿Y por Cartagena? Pues que no es el momento de alardear de dinero y sí de rearmar morales desde la humildad. No sea que se oscurezca la excelente gestión de Belmonte y Breis y al final no haya ni estaca.
Mientras, el UCAM de Mendoza, de austero a sencillo, haciendo camino como Machado; con palos y cañicas sigue encumbrando. Y que dure.     
  


martes, 2 de octubre de 2018

ALGO SE MUERE EN EL ALMA



Cuando un goleador se va...  Es lo que asoma en el Real Madrid tras marcar un solo gol en sus últimos tres partidos de Liga. Y esto no es el tópico de añorar ausentes. Los blancos iniciaron la temporada con la piel mudada. Jugaban distinto de cuando estaba Cristiano, asociándose rápidos a uno o dos toques, imprimiendo velocidad a sus transiciones con todos en la misma partitura, sin solistas estrella, con pases espectaculares en largo para cambiar el juego de banda a banda y presionando solidariamente a una cuando se perdía el balón, incluso muy arriba. Y, muy importante, tirando a puerta desde fuera con acierto y siendo efectivos dentro. Pero todo eso también se ha perdido en esos mismos tres partidos. Luego, si se trata de volver a lo de antes, que es lo más parecido a lo visto en esos casi trescientos minutos de liga, nos falta el artillero mayor del reino. Y acompaña otra circunstancia determinante. Ha sido contra los tres equipos de más fuste de los enfrentados hasta ahora: el Atletic, el Sevilla y el Atlético; justamente contra los grandes era cuando aparecía el zapatazo del ausente para, al menos, salvar los muebles.
Este verano comentaba con algunos madridistas que la muy posible orfandad de goles no sería contra los equipos pequeños sino contra los grandes. En esas citas no solía fallar el tan legendario como egoísta portugués.
El Barça tampoco anda muy allá, y cuando no golea Messi todo son murrias. Los culés no han variado su juego, pero este año andan más que los anteriores. Y cuando no se corre o se hace sin cabeza normalmente pierdes. El problema de Valverde es tan complicado como el de Lopetegui, al margen de aciertos o errores propios, porque depender tanto del pie izquierdo de Messi como de sus diagonales supersónicas y de su cabeza pensante puede ser ruinoso. Me decía con razón Quique López, gran aficionado blanco, que el Barça sin el genio argentino sería un equipo vulgar, pero lo peor es que lo sea también con él. Y eso es lo que le ha ocurrido, como al Madrid, en sus últimos tres partidos ligueros.
Minutos antes del partido contra el Atlético, mi colega en el Real Murcia y futbolero de pro Faustino Cano me escribía premonitoriamente: “no me gusta eso de los tres de arriba del Madrid. El Atlético tiene mucha fuerza en el centro del campo. Ya veremos. Me huele mal”. Eso mismo pensaba yo, hasta el punto de comentar que veía favorito al Atlético.  Y la lesión de Bale  creo que salvó a Lopetegui de un desastre al sacar a Ceballos para arreglar su medio campo.
De todos modos, siguen encabezando la tabla y esto acaba de empezar, aunque me temo que las ausencias, las querencias y los amaneramientos serán difíciles de soslayar. El turrón se acerca y ya veremos quién se lo come en el banquillo.
Igual que se les acercan el Sevilla y el Atlético, con el Valencia también despertado de su letargo inicial; los tres con plantillas muy estimables y jugadores que podrían ser titulares en cualquier equipo del mundo, incluidos Madrid y Barça. Así que ojo al parche. Se intuye una Liga apasionante.
EL AGUJERO NEGRO DEL MURCIA
Al margen de lo deportivo, hay algo que debería preocupar y mucho a la ejemplar afición murcianista. Al parecer, los empleados llevan cinco meses sin cobrar y los jugadores esperan recibir pronto el mes de agosto. Y esto, a final de septiembre y con presumiblemente un millón largo de euros recién cogido por abonos, es tan sospechoso como insólito. Los problemas económicos solían aparecer cerca de la Navidad, cuando se acababa el dinero de los abonados, por lo que alguien debería aclarar y pronto qué se ha hecho con ese dinero.
Si todo se fía a la ampliación de capital en marcha, mal asunto, porque salvo que Gálvez cumpla con lo prometido es una quimera que otros vayan a acudir a la misma.
Si al final llevara razón el ‘experto financiero y de eventos varios’, De la Vega, y los oriolanos tampoco aportan nada, sería para echarse a temblar. Y mucho más si no explican qué han hecho con ese dinero. Porque no hay noticias de que se hayan pagado deudas. ¿O sí? Tal vez alguien haya recogido velas. O varios. ¿Será que de unos a otros hay el mismo trecho que de lunes a martes? ¡No den lugar, señores!

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