martes, 31 de enero de 2017

PALOS AL BURRO DE ZIDANE


Se decía por la huerta que los palos hay que dárselos al burro cuando se cae. Y ni con los palos ni con este supuesto burro ni con aprovechar su caída concuerdo. Me gusta más prevenir y, en su caso, analizar después los porqués.
Estrategia, que estudiábamos, y no la gilipollez de llamar así a un córner, a una falta o cualquier otra jugada ensayada, por mucho que se enseñe tal disparate en las escuelas de entrenadores. Decía un viejo profesor de planificación que la estrategia está reñida con el corto plazo, como ocurre en la estrategia militar, donde nació el sentido del término; “el arte de la guerra”, de Sun Tzu. 
Ahora, en el caso del Real Madrid todo son palos al burro caído. Sin embargo, el sentido común y la experiencia futbolera nos muestran que los baches son una casuística habitual a lo largo de la temporada de cualquier equipo. Entre otros temas, el problema es más profundo: en ninguna otra plantilla de los clubes europeos con aspiraciones hay tanto  mediapunta por metro cuadrado. Y claro, si la manta es corta en otros puestos, como en el del medio centro o en el lateral izquierdo, y tiramos de ella para cubrirnos la cabeza, se nos ve el culo.
El asunto ha funcionado gracias al trabajo de Zidane y al entusiasmo contagiado a sus jugadores, no a ninguna flor, como se empeñan quienes le niegan el mérito, Sin  embargo, él y su Madrid suspendieron este verano el examen de estrategia cuando dejaron solo a Casemiro y cedieron a Marcos Llorente sin buscar un recambio de garantías, que los hay cercanos, como reiteramos aquí.
En Vigo se vio el desaguisado en cuanto las lesiones de algún básico los  dejó con las vergüenzas al aire. Y a pesar de todo pudieron pasar la eliminatoria a poco que a Cristiano no le hubieran traicionado los palos, a Ramos el remate —tuvo varias; una muy clara— o que la mala suerte no continuara siendo la compañera de juego del nuevo todocampista Danilo; ¡vaya tela! ¿Qué don Zinedine también se equivocó?, pues claro, eso pensamos algunos; jugó con cinco medias puntas cuando no eran para tanto dos goles, como se evidenció, y no se entienden las suplencias de Lucas Vázquez o Morata ni la posición de central de Casemiro. Benzema tiene querencia a la media punta  y el brasileño no tiene cintura ni oficio para jugar ahí; lo hace muy bien con los centrales por detrás —la corona del área blanca era una autopista— y  el francés precisa balones templados desde las bandas cuando su equipo necesita que deprede. Mucho más cuando está en la racha de secano que los goleadores también sufren ocasionalmente. Ahora, Zidane tiene que trabajar esencialmente las cabezas de todos.
A pesar del bache que sin duda atraviesan los blancos, sigo pensando que no llega a crisis. Y auguro que ni llegará, por mucho que escribir para el lunes con algún día de antelación tenga riesgos. Sin ser adivinos, hace tiempo dijimos que el Barça ganaría la Copa y que el Madrid levantaría la Liga, con la Champions como posibilidad complicada para ambos. Y en esa línea transcurre la temporada.
Y pasando del barro llegamos a los laudes, que también merecen atención. Es el momento de felicitar a personajes que no cuentan normalmente con el halago en esta modesta columna. Don Florentino Pérez ha estado oportunísimo recordando al Sevilla con el tema de Ramos que en el Bernabéu les levantaron el sitio a los ultras; como Bertomeú y el Barça. Con un par, ¡sí señor! El culpable, si se pudiera llamar así, de que el utrerano levante trofeos reiteradamente en el Madrid es el señorito del Nido.
Esa frase suya de que “en su equipo nunca ganaría dinero un canterano”, es para enmarcarla como ejemplo de la mayor estulticia de nuestro fútbol. En Nervión tienen una inmensa suerte llamada Monchi, que viene haciendo virguerías desde que el Sevilla buceaba por Segunda en la ruina. En otro caso, el ahora oscurecido no luciría los laureles conseguidos con su Sevilla. Es justo reconocérselos. A veces, apostar por alguien — Laporta con Guardiola— supone la gloria.
Y el otro a felicitar es Luis Enrique. Le preguntaron con guasa por la eliminación del Madrid  y respondió que solo le importa su Barça. ¡Olé! Cunda el ejemplo.
Los  extremos vergonzantes son ciertos periodistas bufanderos madrileños y similares de la catalana RAC1. ¡Estos sí que son burros!


lunes, 23 de enero de 2017

¡VIVAN ESTAS CRISIS!


Gracias a ellas el fútbol es un juego diferente. Si no fuera así, el Real Madrid o el Barça lo hubieran ganado todo siempre. La historia demuestra lo contrario, por mucho que sean hegemónicos en España, y en buena medida en Europa y el mundo.
Sin entrar en títulos aislados,  que hacen a los clubes grandes, el marchamo de grandes entre los grandes son sus dobletes, tripletes o “muchospletes”. El  Real ha conseguido ocho triunfos dobles en su historia si miramos los  de más lustre: Liga, Copa, Copa de Europa, Europa Ligue o las antiguas Uefa y de Ferias, y la extinta Recopa; en las temporadas 1957, 58 y 62 (las de Di Stéfano y Gento) y en la más espaciadas de 1975, 80,86,89 y 2014; sin ningún triplete en sus alforjas. El Barça ha conseguido nueve dobletes: 1952,53 y 59 y 60 (los años de Kubala) y en 1992, 97, 98, 2011 y 2016 (estos dos últimos con Messi), a los que suma los tripletes del 2009 con Guardiola y 2015 con Luis Enrique, también con Messi de estrella fundamental.
Los Bilbao, Zaragoza, Sevilla y Atlético de Gil también tienen algún doblete histórico, aunque excepcionales.
En resumen, ocho dobletes merengues contra nueve culés y dos a cero para los blaugranas en tripletes. Y como dato singular, el Barça le ha dado la vuelta a la historia coincidiendo con la presidencia de Pérez en el Madrid. En su etapa ha conseguido un doblete  mientras que sus rivales por antonomasia han ganado dos, además de los dos únicos tripletes del fútbol español.  Datos son amores: antes de él, el Real reinaba en títulos oficiales y con él, el Barça lo ha rebasado. Pero es que, hasta en la intrahistoria blanca le gana Bernabéu, su referente, con quien intenta compararse. Con don Santiago el Madrid ganó cuatro dobletes y con don Florentino solo uno, sin entrar en comparaciones monetarias. Si bien es cierto que estuvo treinta y seis temporadas y el “ser superior” no llega a la mitad; pero al tiempo, con sus estatutos busca eternizarse. Y aún le falta su franquicia, porque a Cristiano lo fichó Calderón, aunque lo soba arteramente, y hace bien.
Hablan de crisis en el Madrid por perder dos partidos seguidos tras cuarenta sin conocer la derrota; ¡bendita crisis! Sigue liderando la Liga con un partido menos y está en octavos de la Champions, aunque tenga un problema en la Copa — yo del Celta no estaría tranquilo—.  Aparte de ser el máximo goleador y el cuarto menos goleado, y ahí tiene un problema; empatado con el Barça en 17 encajados, tres más que el Atlético y el Villareal. 
Por la Liga han pasado los mejores, salvo Pelé, y ahora disfrutamos del mejor del mundo y de quien puede llegar a máximo goleador de la historia; Messi y Cristiano, y mientras que el argentino será legendario, como en su día lo fueron en mayor o menor medida Kubala,  Di Stéfano, Gento, Puskas, Butragueño, Raúl, Xavi Guardiola o Cruyff —estos últimos por distintos motivos— el portugués no  pasará de ser el mejor goleador en la historia blanca, salvo que en sus últimos años madridistas logre remontar los laureles del club del último decenio.
A los goleadores da pena verlos en sus rachas ciegas, como ahora le ocurre a Cristiano; parecen torpes. Ahí y en la aparente orfandad de sistema está la clave de la falsa crisis blanca, pero no es solo eso.  Ramos es su segundo goleador, y eso indica que los demás delanteros no la enchufan.  En un equipo que aspire a todo, es un bache.  Si el luso hubiera estado acertado en Sevilla, o Keylor, probablemente hablaríamos de Zidane y el récord de imbatibilidad europea.
En la portería los fallos cuentan más que los aciertos.  La trayectoria de Casillas evidencia que es la posición más desaboría. Keylor nunca pasó de ser un buen porterico, en expresión futbolera, y tiene sus glorias contadas.
Recuerdo al Madrid campeonísimo perder en Elche contra un novato en los años cincuenta en el viejo Altabix. Chancho, ex murcianista, hizo ese día un marcaje extraordinario al mejor Di Stéfano.
Y al Barça palmar en la Condomina contra el Murcia de Kubala con el recordado gol del “negro” Sánchez a Zubizarreta por entre las piernas, en la portería del sector B. 
Crisis en un grande es cuando no gana nada un año, ni se le acerca, o  cuando se interesa en broncas algún cantamañanas mediático… 


martes, 17 de enero de 2017

Y ZIDANE CANTÓ LAS CUARENTA



En el fútbol, como en la fábula, unos cantan y otros laboran. Las chicharras brindan al sol y las hormigas llenan graneros. Ocurre igual en la vida. Mientras algunos airean su tiempo ocioso y otros se lamentan, hay quienes labran su futuro a base de esfuerzo; estudien,  trabajen, o ambas cosas, y hasta se permiten ahorrar para el día de mañana.
Zidane, en el año que lleva al frente del Madrid, ha estudiado y trabajado, y ahora puede ahorrar esfuerzos a su plantilla repartiendo minutos entre los jugadores. Y además, le echa lo que hay que echarle a cualquier asunto serio: cabeza, corazón y coraje. El orden es lo de menos, pero es preferible hacerlo por el que nos enseñaban de niños: cabeza, tronco y extremidades. En  cualquier deporte es así, con la velocidad  como diferencia. Si acaso, al ser el fútbol un juego, es imprescindible que la suerte acompañe, pero suele darse la mano con el trabajo; pensar en loterías sin comprar es un sueño estéril y gratis que después suele pesar.
Cuarenta partidos sin perder no es producto de la suerte, por mucho que haya acompañado en momentos puntuales. En el fútbol siempre hemos hablado de la suerte de los campeones, que es oportuna y adorna, pero nunca básica. El fundamento de un éxito así, record en España, es más complejo y meritorio que un balón al palo, un gol de rebote, un remate de última hora o cualquier arbitraje afortunado. Si hubiera que sintetizarlo, sería el resumen de un trabajo mayúsculo; la punta del iceberg. Debajo de tan imponente laurel hay infinidad de detalles, amalgamados por la responsabilidad primera de un técnico que quiera triunfar en un club grande, y más si hablamos del más laureado en la historia: gestionar talento.
Miguel Muñoz  no enseñó a Di Stéfano, Gento y compañía a controlar, correr o darle al balón. Don Zinedine tampoco a Cristiano, Ramos y demás astros, aunque le pegue todavía mejor que la mayoría de ellos. El madrileño bonancible lo ganó todo de corto y de largo en su época blanca. El hombre que contó con la confianza máxima de Bernabéu, detalle esencial, triunfó gestionando estrellas y también ahormando a sustitutos —el Madrid yeyé —. Y el protegido de Pérez va camino de emularlo. La diferencia, en este fútbol tan globalizado, mediático y deslumbrante, es que a Zidane le acompaña el glamour de ser un futbolista legendario. Y eso, en estos tiempos, sí es una suerte que lo acompaña.
Seguramente, su antecesor Benítez quería gestionar la plantilla merengue de un modo parecido, pero su crédito personal no le alcanzaba. Sus primeros movimientos renovadores iban por ese camino: Casemiro como eje central, adelantando a Kroos y Modric,  y Lucas Vázquez de primer recambio y revulsivo oportunísimo, pero le faltó tanto valor como tacto con Cristiano. Bale, apuesta estratégica del presidente para socavar la omnipresencia del portugués, aún está en los albores de lo que puede llegar a ser, y don Rafa quemó demasiado pronto esa baza; tal vez en un guiño hacia el palco y una parte del vestuario para ganar respaldo y autoridad. Pero como les ocurrió a los asesinos de Viriato con Roma, ni la planta noble ni los pesos pesados pagan a traidores.
Zidane demuestra ser un excelente gestor del infinito talento acumulado entre los merengues, tanto de los consagrados como de los aspirantes, teniéndolos a todos enchufados; ahora recoge réditos. Cuando un equipo está bien, cualquiera que salga destaca; Isco, James, Asensio, Morata, Nacho, Casilla, Kovacic y hasta Mariano. Y en tan magnífica dinámica está el Real Madrid. Ese es el enorme mérito de quien va camino de batir otros records, aunque aún echemos en falta un sistema definido más allá de lucir la emblemática brega corajuda blanca. Y tiene el valor añadido de aportar buena imagen al Real; cuestión importante tras lo visto en el pasado reciente.
Lo hemos criticado mucho, pero hay que reconocerle a don Florentino el acierto de apostar por él. Puede ser su talismán, como don Alfredo lo fue para don Santiago.
Mientras, los grillos siguen cantando a la luna sin vergüenza. Piqué, tan lenguaraz y divertido a ratos como buen futbolista, es el paradigma. ¿Cuándo deslumbraba el Barça era por los árbitros? ¡Anda y anda, que no andas na, mojarra! Como él diría, sabemos de qué va esto, pero con humildad.

Y si estuviera ya en precampaña presidencial, que se guarde de los navajeros. Tiran a dar.      

viernes, 13 de enero de 2017

LOS IDUS DE GUARDIOLA


Cuenta el griego Plutarco que un vidente advirtió a  Cesar  del atentado que sufriría el 15 de Marzo, que era el primer mes del antiguo calendario romano.  Ese día se lo encontró camino del Senado y el emperador le dijo con ironía que los idus de marzo ya habían llegado, a lo que aquel le respondió que sí, pero que aún no habían acabado. Y lo mataron.
Guardiola fue a Inglaterra buscando un nuevo reto, que venía a ser también como la luna llena de un nuevo periodo. Y allí leería el “guárdate de los idus de marzo” de Shakespeare, en su obra Julio Cesar. Quizá anuncie por eso su retirada. O será su propio vidente, que cuadra más, y haya interiorizado la brevedad del fútbol; uno de los juegos más imprevisibles, asegura con razón.
Cruyff, su referente —¡cómo le añoramos!—,colgó la pizarra demasiado joven para todo, cuando aún le querían clubes poderosos y selecciones de postín. Y yo me inclino porque quiere emularle, en un afán de mimetizarse con quien le dio la oportunidad en el Barça muy joven, en contra de la opinión de algunos técnicos de la casa que querían largarlo porque era debilucho para la responsabilidad de un medio centro; estaba hecho un tirillas. Esas visiones discriminan a los buenos técnicos de los mediocres y malos.
Pero Guardiola se equivoca, salvo respetable apetencia personal. Nunca será Cruyff, aunque sea lo más parecido como técnico e incluso pudiera superarle con el tiempo que ahora se niega; como tampoco lo fue de jugador, donde las diferencias fueron abismales. El  holandés marcó el inicio del fútbol moderno; fútbol total, se decía, siguiendo el camino de Di Stéfano, para quien tampoco había posiciones fijas en el campo. Dos grandes del fútbol que siempre aparecen entre los cinco mejores de la historia.
Capello no ha descubierto nada anticipando la querencia de Guardiola por el Barça. Pero sería otro error mayúsculo optar a algo que no tuviera que ver directamente con el deporte.  Seguramente, el técnico italiano ha conjugado su barcelonismo con la deriva política, que es una debilidad manifiesta de don Pep.
En Munich habrá palpado la relevancia que mantienen viejos futbolistas como Beckenbauer, Hoennes y Rummenigge, que siguen en candelero desde los despachos y los palcos, opinando con autoridad por su prestigio y con poderío por sus cargos, haciendo y deshaciendo en el legendario Bayern. Pero ni Alemania es España ni su afición acuna la impaciencia de la nuestra. En Barcelona, por muy catalana e independentista que él la sienta, maman la misma leche que en Madrid o cualquier otra ciudad española, y no suele ser buena ante la derrota. Y eso él debería saberlo, por mucho que las pulsiones políticas le pongan una venda, como a tantos, y no le dejen ver la realidad.
Yo creo que lo mejor para el fútbol sería que personas entendidas, como sus ex profesionales, llevaran la batuta, pero no deja de ser otra utopía. Demasiadas veces, las filias y fobias suelen arrastrarse y al final, salvo gran inteligencia, tienden a formar camarillas tan irresolutas como cainitas. Y tampoco hay en el mundillo de los antiguos futbolistas querencia por arriesgar su dinero para que otros jueguen. Más bien al contrario, suelen acercarse a los clubes para seguir viviendo del fútbol. Y tal evidencia, que no es mala por sí, casa mal con los aficionados y la prensa deportiva; la mezcla de intereses económicos y deportivos es explosiva, y más aún cuando pintan bastos. Se da más leña a los ilustres, como en los toros.
A los españoles nos calienta la sangre el mismo genio que a los taurinos, y pedimos cabezas de dirigentes, como hacemos con los pañuelos para pedir orejas y rabos en la plaza. Incluso utilizamos idéntica música de viento y damos las mismas patadas al diccionario y a la mesura cuando se suelta la lengua. A las buenas, también ligeros de memoria, entonamos alegres olés y “con flores a María”.
Guardiola sabe que duraría en el palco lo que los buenos resultados; el calendario del fútbol español, al contrario del inglés o el alemán, es de hoja caduca. Debería seguir entrenando, que aún tiene mucho que aprender, como confiesa, y satisfacciones que dar a los futboleros de gusto, que son legión, y a los guardiolistas devocionarios, como es mi caso.

Murcianista y regionalista, con tinte merengón, ¡cómo disfruté con su Barça!  La mayoría canteranos y haciendo el mejor fútbol del mundo.  

jueves, 5 de enero de 2017

2017 SERÁ MEJOR



No hay que recurrir a las cábalas para augurar un 2017 bueno. Ni ciencia. Solo pensamiento positivo y voluntad. Nosotros mismos nos encargaremos de que así sea. Para los cenizos, subrayar que acaba en siete y sus números suman diez; la suerte y una cifra redonda.
El año nuevo nos traerá también nuevas realidades. El Madrid ganará la Liga y el Barça la Champions, con el Atlético volviendo por sus fueros recientes y apretando a los campeones. Llegará su año, pero este le traerá un nuevo estadio, que tampoco es moco de pavo.  Simeone levantará en La Peineta rebautizada el Trofeo con mayúscula, que coronará su magnífico trabajo del quinquenio, dando inicio a la época brillante de los colchoneros. Lo del Pupas se quedará para siempre en el Calderón, como antes quedó la nostalgia del Atlético Aviación en el viejo Metropolitano.
Cristiano será en 2017 el goleador imparable que lo ha distinguido desde sus comienzos en el Sporting de Lisboa, con su eclosión definitiva en Manchester y la coronación mundial en el Real Madrid. Calderón tuvo la culpa de su fichaje por los merengues, ¡bendita responsabilidad, y Pérez la recondujo tras un mes de dudas. Afortunadamente, la calavera  shakespeariana de su ser o no ser particular le guiñó el ojo afirmativo del optimismo, Valdano mediante, en lugar del rancio egoísta por no haber sido él quien lo pensara. Y después todo vino sobre las ruedas del mejor goleador de los últimos cincuenta años. Y tal vez de siempre.
Messi, descubrimiento de Rexach, verá en 2017 la culminación de su decenio mágico con su enésimo Balón de Oro. Su deriva desde un punta sorprendente al jugadorazo que ahora es se lo debe básicamente, al margen de que sobre todo a su categoría y voluntad, a Guardiola, que lo sacó de la estrechez del extremo derecho al centro del ataque con libertad para moverse entre líneas. Y ese salto fue una de sus mágicas innovaciones tácticas. En un partido contra el Real Madrid destiló las gotas de grandeza que luego ha consolidado. ¿El mejor de la historia? Xavi dice que sí.
La Selección volverá a ser grande, Lopetegui obrará, con Iniesta haciendo de Xavi y de sí mismo, en un juego malabarista tan singular como su infinita calidad. Será otra reinvención de un jugador diferente, como ya hicieron algunos. Y es que, cuando se pierde la décima de segundo porque los años pesan más que los kilos, salen a relucir la inteligencia y la experiencia de mili; al manchego áureo le sobran esos valores en la misma medida que clase y ganas.
Finalmente, el Sevilla, Bilbao y la Real, y los amarillos villarrealenses de Roig, cuajarán una temporada para soñar con la siguiente, en la que partirán como serias amenazas de los tres grandes. Y el Valencia, ¡ay los chinos ches!, aunque sean de Singapur; salvará el pellejo a costa de algún damnificado modesto, que siempre los hay en esta Liga de nuestros pecados y alegrías. Parejo es el paradigma de sus pesares. De soñar en el verano con un cambio de aires sevillanos a verse envuelto en líos, con la sempiterna música de viento en las gradas cuando el carro se tuerce. 
Y en llegando a nuestra tierra, que se dice por la huerta, en Jumilla y Lorca recogerán cosecha y el Cartagena subirá a Segunda. El Murcia, pobrecico mío, enderezará su destino sobre la campana, si la suerte y los idus de los meses venideros, los buenos, se conjuran. Sueño con que sube y empieza a solucionar su ruina, para formar un tridente apasionante, con los del efesé y los universitarios del UCAM, en el hermoso intento de subir a Primera, donde los granas deberían estar siempre por historia, afición, estadio y categoría de ciudad; la séptima de España.
Para eso deberían los de Guadalupe y Sangonera mantener el tipo en Segunda, empalmando unos cuantos resultados positivos. Y en eso están Mendoza y compañía. Los veremos en Alcorcón. El problema del fondo de la sartén clasificatoria es que están calentitos y todos quieren meter la cuchara en su boyantía; en el fútbol, como en tantas cosas, se precisa imaginación, perseverancia, paciencia y santa mala leche, que decía un tío mío.  

¿Que sigo soñando? Claro, es lo que toca ahora. Y  siempre. Si no alumbras  proyectos nuevos estás muerto, que dice mi amigo José Ignacio Gras. Optimismo, cabeza y voluntad. Los pesimistas, un zurrón y al campo, a echarse un pienso. ¡Feliz Año!
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