martes, 30 de agosto de 2016

UN JUGADOR NO HACE VERANO

UN JUGADOR NO HACE VERANO
Ni una golondrina tampoco. Los calores estivales nos traen cada año la feria de los fichajes. En la noria del dinero fácil, o eso parece, los grandes de nuestro fútbol se empeñan en acabar su álbum de jugadores con fichajes mediáticos de supuestas estrellas. Y es que, o no aprendemos o sus dirigentes necesitan acaparar noticias para justificar sus canonjías. Al fin, el dinero no es suyo y, como diría el personaje más carismático de ese proceder, don Florentino, hay que cebar la bomba cada año.
Si repasamos la historia, ningún equipo hecho a base de talonario ha pasado de la gloria efímera de un título, en el mejor de los casos, a  la leyenda. Sin embargo, los clubes que entendieron que el sistema es antes que los nombres alcanzaron normalmente esa categoría. El Barcelona es el ejemplo. Por sus filas han pasado los mejores jugadores del mundo con escasos resultados históricos, y solo cuando apostaron por el sistema de juego que emanaba de la Masía ascendieron a la gloria futbolística de hacer época. Nunca llegaron más alto que con su extraordinario fútbol de toque. La etapa de Guardiola es el crisol donde ardieron sus mejores esencias para esparcir sus exquisitos aromas por el planeta. Tal vez lo más grande que se haya visto en los últimos decenios en un terreno de juego, hasta el punto de ser el referente de la excelencia en el fútbol tanto para los profesionales como para los aficionados sin orejeras.
Luis Aragonés, el seleccionador español más importante de la historia, lo supo ver antes que los propios culés y apostó por ese estilo para el combinado nacional. Así, jubiló a todo un mito como Raúl, seguramente el futbolista español más relevante, o el mejor, según proclamó en su día el mismísimo Guardiola; y apoyándose en los pequeñitos de mejor toque: Iniesta y Xavi como referentes con el apoyo de los Silva, Villa, Pujol, Cazorla y Senna entre otros, logró cambiar el sino de nuestra selección enfilándola hacia la gloria. Ocho años después todos querían jugar como España.
Esa etapa ya ha pasado porque nada es eterno, y ahora llega Lopetegui con el reto de reverdecer laureles. Lo tiene difícil, porque a pesar de lo que afirmo hay jugadores irremplazables. Pero jugadores, no uno u otro determinado. Futbolistas que hacen brillar más al conjunto que a ellos mismos, y tal vez por ello ninguno alcance los galardones individuales de  UEFA, FIFA o premios mediopensionistas de todo pelaje. Y es que, como tantos aseguramos, tales distinciones son una farsa impresionante. Un cúmulo de vanaglorias que solo sirven a los egos desenfrenados de sus distinguidos.
Los ejemplos paradigmáticos de lo anterior son Messi y Cristiano. El argentino ha sido el indiscutido mejor del mundo desde el Barça y el más discutido con Argentina. Y el portugués ha visto cómo sus compañeros de selección se proclamaban campeones de Europa sin su concurso fundamental. El equipo antes que los figurones; esa es la lección que nos lega la historia.

Viene todo esto a cuento de lo que decíamos la semana pasada. Si un equipo quiere alcanzar el éxito debe empezar por un sistema de juego eficaz que lo distinga, y luego todo lo demás. Otra cosa es que haya que jugar según su plantilla; según las capacidades de la mayoría de los jugadores que tenga. Pero antes incluso que eso debe contar con una dirección técnica adecuada. Por eso no se entiende que muchas veces los clubes fichen a un entrenador con un perfil determinado y a continuación lo echen para traer a otro diametralmente opuesto. Es lo que ha hecho el Madrid desde Del Bosque hasta Zidane. Lo importante, al parecer y según lo visto, era encajar el puzle endiablado de medias puntas y estrellas varias que la presidencia del club barajaba cada año en su plantilla. Decíamos que esta temporada se había impuesto el sentido común al ayunar de grandes fichajes, pero es urgente hallar un estilo de juego. Don Zinedin debe aplicarse en ello porque este año ya es el suyo; ha impuesto sus criterios y ahora se le exigirán resultados. Éxitos que deben venir con su sello, de lo contrario escuchará pronto música de viento en el Bernabéu; ya escuchó sus notas primeras el sábado.  Es difícil que el Real juegue peor que su primera mitad contra el Celta, que tuvo ocasiones para ganar. Al fin hubo que recurrir a la manoseada garra. Mal asunto.   

viernes, 26 de agosto de 2016

COMIENZA LA LIGA 2016/17

CON NOVEDADES EN EL FRENTE LIGUERO
La Liga 2016/2017 parece continuista, pero no lo es: los mismos actores principales bajo criterios distintos.  
En el Barça se van oxidando paulatinamente los antaño relucientes mimbres áuricos de su cantera, sin recambios aparentes a la vista, y se rellenan huecos con futbolistas foráneos que ni son ni tampoco eran indiscutibles en sus anteriores equipos. Quiero pensar que se trata de la falta de un técnico con el prestigio o el valor suficientes para imponer su criterio, y no un acomplejado tic directivo de emulación de lo que ha venido haciendo el de enfrente con dudoso éxito. Está bien repescar a Denis Suárez o el interés mostrado en recuperar a Nolito, pero ni entendí lo de Turán, aunque parezca renacido, ni entiendo lo de Umtiti, Digné o André Gomes, aun siendo buenos futbolistas. Máxime teniendo a Samper y Rafinha, entre otros —¿y Munir?—, o habiendo dejado marchar a su hermano Thiago antes y a Bartra ahora. Veremos en la práctica en qué mejoran  a los que permanecen y a los perdidos, si es que tenemos ocasión; jugarán poquito.
El Real Madrid parece que ha vuelto al sentido común. Y satisface que sea de la mano de un crecido Zidane, que ha sujetado la mano de su glamuroso presidente Pérez. Vislumbro que a poco que los resultados le acompañen se van a cambiar las tornas en el campeonato doméstico y, con permiso de Messi, que sigue siendo el mejor del mundo con mucha diferencia; el blanco irá imponiéndose al azulgrana. Es curioso cómo los humanos nos cansamos del éxito propio antes que los rivales hagan méritos para superarnos, por eso el Barça ha abandonado la senda canterana que tanto le dio. El Madrid, por el contrario, ha apostado por mantener su base e incorporar a jóvenes como Asensio, barato; y Morata, carísimo; aparte de retener al multiusos y eficacísimo Nacho — ¿ y a Mariano?—. No ha habido fichajes de relumbrón,¡alegría!; aunque a estas alturas aun tenga su punto débil en disponer solo de un medio centro auténtico: Casemiro. Si no lo remedia, ahí estará de nuevo su tendón de Aquiles. Y lo tenían fácil reteniendo a Llorente antes de cederlo, lo ideal; o desprendiéndose del tan talentoso como irregular James para fichar a un centrocampista de retención contrastado. En España hay posibles, como el ex atlético Camacho en Málaga, San José en el Atletic o el “muniqués” Javi Martínez, que serían mucho más útiles que mantener al colombiano en contante entredicho porque jugará poco.
En fin, rumbos distintos los abordados a partir de ahora por los dos grandes de nuestro fútbol, que puede suponer un cambio también de realidades; me apena lo del Barça y me alegra lo del Real. Los blancos pueden empezar a ser un equipo de fútbol, que ya era hora,  y fichar con criterios exclusivamente futboleros. Y los culés otra cosa, con Messi de “capo di tutti” en todo, como ya ejerce, y ya veremos cuando falte porque todo depende de él — por eso dio Guardiola su etapa como finalizada—; Suárez de ejecutor, ¡gran fichaje!, y Neymar de vedette en estado gaseoso. En la gloria efímera llevarán la penitencia de mañanas oscuros. No sería el primer caso, sino lo habitual en el planeta fútbol; repasen la historia.
El tercero histórico en discordia, el Atleti, está haciendo de la constancia virtud, lo cual es muy inteligente y de agradecer, y continuará la senda del éxito de la mano de Simeone. Ha mantenido su excelente plantel, ¡enhorabuena por fin!, y ha incorporado jugadores tan interesantes como Gameiro y Gaitán. Decisiones que le harán mucho más competitivo en los momentos cruciales de la temporada. Ojo a este Atlético, que también ha cambiado su trayectoria renunciando al dinero fácil de la venta millonaria de cada año, desprendiéndose, además, de medianías — ¿salvo Oliver?; y remendando con habilidad su descosido goleador.
Finalmente, el Sevilla y el Valencia son dos incógnitas. En los hispalenses sigue Monchi, el verdadero artífice de su éxito, pero ha llegado Sampaoli, un técnico ilusionante que conlleva la ingravidez de un cambio total de sistema de juego. Ojalá tenga suerte su vistosa apuesta, pero temo que se agote la paciencia del Pizjuán antes que lleguen los resultados. Y por el Turia, como antes se decía de Granada, todo es posible.  Veremos si la luminosidad de sus fallas no se torna en escandalosa traca; acecha la fiebre amarilla. Lo de Parejo es un mal augurio.                    


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