viernes, 26 de diciembre de 2014

DEL FÚTBOL COMO OBJETO AL CAMPEÓN DEL MUNDIALITO

Es muy normal que quienes se sientan con condiciones suficientes y les guste intente hacer del fútbol su modo de vida. Jugadores, ante todo; técnicos diversos, entrenadores o directores deportivos se afanan diaria y semanalmente, y año tras año, en ganarse el sustento del mejor modo posible mientras el cuerpo aguante. Unos hasta los treinta y tantos y otros hasta su jubilación. Es lo natural.

Y, también, que los millones de aficionados quieran saber de sus ídolos, o menos tales, clubes, dirigentes, etc., y para eso están los profesionales de la información. He aquí una de las patas secundarias pero fundamentales de este deporte. Sin el soporte de los medios de comunicación el deporte es testimonial. Fijémonos, si no, en aquellas competiciones deportivas que apenas tienen repercusión informativa; terminan siendo irrelevantes. Poco más que para sus familiares cercanos o sus vecinos de puerta con puerta, y, a veces, ni eso.

Pero los profesionales directos actuales del fútbol, los artistas de este circo, tampoco son nadie ahora sin sus representantes. Y es cuando aparecen los comisionistas como otro de los soportes del tinglado futbolístico. Tan importantes son que algunas de estas figuras han sobrepasado el nivel personal y ya son auténticas empresas de servicios, con empleados y especialistas de la más diversa índole.

Y claro,  como cualquier otra actividad, necesita de formación, normas, reglas, organización y representaciones a cualquier nivel. Y aparecen los árbitros, escuelas y profesores para todo, federativos, sindicatos diversos, y, como colofón de todo ello, los directivos y presidentes de clubes.

Todo ello sin contar con la publicidad faraónica que engendra, ropa de todo tipo, enseres y utensilios mil, balones,  recuerdos, seguridades y hasta pitos. Es un fenómeno que traspasa todo tipo de fronteras, desde las sociales y territoriales a las continentales e ideológicas. Un sinfín de intereses de todo tipo solo comparables al interés que despierta en centenares de millones de personas.

En este punto, conviene hacer una pequeña reflexión para analizar la figura de quienes a fin de cuentas tienen en su mano, y demasiadas veces de un modo poco claro o edificante en su cartera, los emblemas de tal fenómeno local, nacional o mundial: los presidentes de los clubes, en primer y relevante lugar, y quienes presiden los máximos órganos organizativos del fútbol.

Para ellos, el fútbol no deja de ser un objeto de deseo para satisfacer sus ambiciones menos confesables: relevancia social, como base, y sus derivado inevitable: el dinero, en la forma que sea. Porque lo que suelen confesar son otras cosas: por simple afición, por amor a unos colores, por mejorar este deporte… En fin, milongas para todos los gustos.

Llegados a este punto hay que hablar de dos auténticos fenómenos nacionales: Villar y Florentino Pérez.

El primero, al frente de la RFEF, va camino de alcanzar la treintena de años en la cima de su pirámide; más del doble de tiempo que estuvo jugando. Si sumáramos los sueldos, dietas y demás gabelas que lleva cobradas y disfrutadas, llegaríamos a la conclusión que lo que ganó como simple futbolistas fue una minucia, y eso que fue de los de la punta ‘adelante’, que decimos por la huerta. Pero en todo caso, hablaríamos de sueldos escandalosos nada más. En su favor hay que decir, sin embargo, que bajo su mandato el fútbol nacional ha alcanzado sus mejores cotas europeas y mundiales. De todos modos, se nos antojan demasiados años presidiendo lo que sea.

El segundo es mucho más. El presidente actual del Madrid es el dirigente deportivo más brillante para su interés personal que ha dado este país. Nunca nadie consiguió que una de las marcas excelentes de España, por no decir la más: el Real Madrid, fuera el mejor departamento de relaciones públicas de sus empresas. No puede haber ninguno mejor en el mundo. Y aquí no  hablamos de bagatelas. Se trata de miles de millones de euros por todo el mundo. En su favor hay que decir dos cosas importantes. Primero que para beneficiarse no necesita recurrir a meter la mano en la caja, y eso es una cuestión muy seria en los tiempos que corren; es demasiado listo y, por otra parte, tampoco fue al Madrid para ello.


Y, finalmente, por fin está consiguiendo hacer un equipo de verdad. El actual y merecidísimo campeón del Mundialito. Los jugadores del Real empiezan a conocerse de memoria. Y sus seguidores. Es un equipo camino de la leyenda. Nuestra enhorabuena.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

DE TÓPICOS A PATRONES

Dice Sacci que Ramos quiere renovar pero que Pérez le ofrece menos dinero. Y, de inmediato, sale el sevillano y asegura que nunca le ha movido el dinero. Es fácil decirlo cuando se es rico.

Como también lo es besarse el escudo de una camiseta en la efervescencia emocional de marcar un gol ante miles de seguidores. O decir que siempre ha sido uno de tal equipo grande, cuestión obligada, al firmar un contrato que te asegura la vejez a poco que seas prudente en el gasto. Y decir que tal o cual buen futbolista nació para jugar en el enorme equipo que presides, el Madrid fundamentalmente, como si sus progenitores hubieran soñado en blanco al jugar al amor. En fin, el mundo del fútbol está lleno de tópicos. Y va por rachas.

Como los que se ponen de moda en boca de los voceros adecuados. Ocurrió hace unos años en el fútbol español cuando se incorporaron muchos términos importados del lenguaje criollo; argentino sobre todo. Aquello de ‘jugar por banda’, olvidando el artículo; o del pivote y la manija, por decir algo, sustituyendo a lo del medio centro y el organizador de juego, aún perviven en la lengua particular de demasiados plumillas futboleros.

Ahora vivimos la explosión de los hat-trick y las estrategias; toda jugada que parte de un balón parado es pura estrategia para demasiados que imparten doctrina desde cualquier medio de comunicación. Dos penas. Y digo tales porque seguramente los que huyen de los tripletes, los tres en uno o, más fácil, los tres o tríos de goles en castellano, jamás han leído a Shakespeare en su idioma; como sería mi caso, aclaro. Ni, por supuesto, ningún manual de estrategia en cualquiera de las ciencias en las que se estudia; y el fútbol no lo es, ni por asomo.

Hace unas semanas le pregunté a un comunicador que sí es periodista y que lleva toda su vida profesional – más de cincuenta años – analizando y comentando fútbol que me explicara qué es un ‘hat-trick’ de estrategia. Y su respuesta fue la normal: “no tengo ni idea”.  Resultaba que en un partido de tercera división un futbolista había metido tres goles; uno de penalti, otro de falta directa y un tercero de rebote tras un saque de esquina. Y, como ya he comentado alguna vez, alguien había escrito en un periódico aquello de que fulanito había conseguido lo que le preguntaba a mi amigo. En resumen, un ejemplo más de la sarta de tópicos que nos asolan.

Harto de tanta tontuna, confieso que paso la página cuando me encuentro con alguna de ellas en un periódico, apago la radio o le quito el volumen a la tele, en su caso.

Lo mismo me ocurre cuando encabezan cualquier entrevista con alguna de las afirmaciones que señalaba al principio; directamente, no sigo leyendo. Hace tiempo que aprendí aquello de que no estoy dispuesto a perder el tiempo escuchando o leyendo tonterías.

También dice el italiano Sacci que espera que el Madrid marque el estilo de una época, tal y como antes hicieron el Ajax, el Milán y el Barça en sus mejores años, pero se olvida que lo mismo hicieron antes el Brasil de Pelé o el propio Madrid de Di Stéfano. Estos equipos, como aquellos, no solo jugaron bien un rato sino que reinaron años en el fútbol mundial basándose en conceptos distintos pero también en lo mismo: el talento de sus grandes futbolistas. Sin el aporte del fútbol total de Cruyff, los goles de Van Basten o el inmenso genio de Messi, ni Michels, ni el mismo Sacci, ni Guardiola, siendo buenos técnicos, hubieran conseguido implantar su estilo y que perdurara durante años, que es lo difícil. El Madrid de Cristiano puede serlo. Siempre con buenos compañeros, claro.

Sin embargo, los actuales ‘doctores’ futboleros, en términos de calificaciones inglesas y de  concienzudas simplificaciones estratégicas, van camino de hacer época sin ninguna figura a su alcance, salvo su ramplona ignorancia; por no usar el calificativo mayor y vulgar que ya les hemos dedicado alguna vez desde este cornijal del periódico.

No ignoro que se puedan ensayar mucho algunos movimientos y que en las escuelas de entrenadores les llaman estrategia, pero repetir hasta la saciedad tal calificación en cualquier jugada se llama de otra manera.

Hay muchos calificativos en el idioma de Cervantes para denominarles, como también para hablar de fútbol. A la riqueza de nuestro idioma le sobran términos para ello.

martes, 16 de diciembre de 2014

VUELVEN LOS RAMONET Y SUS REBAJAS HACIA EL CENTRO

Sí, como en las ferias antiguas, vuelven nuestros Ramonet políticos a sus subastas: “muñequita por aquí, mantica por allá; ¡dos al precio de una!”.

Huelen las urnas. Con ellas, el vaho de los adversarios en la nuca y la adrenalina propia. Y, lo que es peor, la sangre de los votantes, que ahora es mala. ¡Manos a las carteras!


El Partido Popular y el Socialista

Rajoy y sus gentes lo tienen mal por mucho que malprometan. Es el único partido relevante, junto con UP y D, que no ha renovado aún sus caras y eso le pasará una factura tan enorme como de incalculables consecuencias.

Para comprobarlo solo hay que palpar la decepción y desesperanza que han originado a sus votantes y mirar a los juzgados; lo que ya ha salido y lo que queda, que es mayor.

Por cansino, es aburrido incidir en los despropósitos de su gobierno.


Pedro Sánchez, tras la perdición heredada, anda lanzando mensajes a diestro y siniestro para recuperar el voto perdido. El fenómeno Podemos amenaza con agrandar aún más el boquete por su babor, impidiéndole recuperar algunos millones de votantes que se quedaron en casa u optaron por IU en las pasadas elecciones generales, que pasó de dos a nueve diputados con el novedoso liderato de Cayo Lara y ahora dará paso a Alberto Garzón. Y, por su estribor, trata de centrar algunos aspectos de su discurso consciente de que podría aspirar a recoger un millón largo de votos centristas, algunas estimaciones lo cuantifican en dos millones, que optaron por el PP como clavo ardiendo ante la ruina que dejó el infumable Zapatero.

Pero lo tiene crudo. Por eso, lanza hacia su izquierda como un mantra el hallazgo que le han puesto a huevo Iglesias y los suyos con aquello de que no son ni de izquierdas ni de derechas, huyendo de la etiqueta populista bananera que les acompaña con cierta base desde sus orígenes; señalando que antes decían que eran comunistas, después y en ciertos círculos de centro y ahora proclaman que socialdemócratas.

Solo tendría posibilidades reales de recuperar los tres millones de votos que precisa para gobernar, alcanzando un treinta y tantos por ciento de papeletas en las urnas, si fuera capaz de fijar algunas ideas muy claras respecto a los tres asuntos básicos que preocupan a los ciudadanos: la corrupción, el paro y la economía y su idea de España.

Respecto a lo primero tendrá una prueba de fuego en Andalucía. Deberá ser capaz, con la anuencia de Susana Díaz, de lidiar con determinación el morlaco que la admirable jueza Alaya le ha echado a su partido con los escándalos de los ERE y la formación, donde dos ilustres personajes como Chaves y Griñán serán determinantes.

En economía deberá imaginar medidas eficaces que reactiven el mercado laboral sin aumentar la deuda del Estado ni los impuestos para cubrir el desfase del déficit público, incidiendo en medidas fiscales y laborales valientes que favorezcan a las PYME y a los autónomos; las fábricas reales de puestos de trabajo. Ideas hay muchas. Debería preguntarles a ellos y no solo a los representantes de las grandes empresas – esas del eufemismo de la marca España – y a las multinacionales extranjeras. Es decir, lo contrario de lo que ha hecho Rajoy.

En cuanto a su idea de nación lo tiene mal con sus desmarcadas franquicias catalanas –determinante- y vasca. Ha de ser valiente también aquí. Lo del ambiguo e inexplicado federalismo a secas vende poco.


Podemos

Conscientes de que su masa de votantes tendría un techo limitado con sus propuestas iniciales, en torno a los tres o cuatro millones como mucho: los dos tradicionales de IU y otros tantos de la izquierda socialista y de cierto voto emergente juvenil; intentan ocasionalmente centrar su discurso para atraer a los antiguos votantes socialistas y centristas decepcionados del bipartidismo. Su dificultad vendrá por la perplejidad de los votantes claramente de izquierdas que al principio nutrieron sus círculos.
El mercado

Hay 36 millones de votantes de los que ejercen entre 25 y 27. De ellos, 12 son el suelo electoral conjunto de socialistas y populares; otros 3 de comunistas, extrema izquierda y similares; 3 más de opciones que podríamos denominar centristas – UpyD y Cs-;  2 de nacionalistas periféricos, CIU, ER y PNV básicamente, y otras opciones irrelevantes. Y la madre del cordero estará en los cinco, seis o siete millones de personas moderadas sin ideología concreta y abstencionistas, que son quienes dan las mayorías minoritarias para gobernar porque lo normal es que se repartan relativamente; o las mayorías absolutas en casos excepcionales, de las que solo han disfrutado González, Aznar y Rajoy.


A día de hoy, olviden su esperanza los peperos.

La pena son sus desamparados votantes de buena voluntad, que los hay y muchos sin ser forofos.

Porque en España las elecciones no se ganan, se pierden. Las perdió la UCD de Suárez y Calvo Sotelo por su descomposición; las perdió el PSOE de González por cansancio y la incipiente corrupción; las perdió el PP de Aznar y Rajoy por sus clamorosos errores – sus dos últimos años de gobierno- y por el todavía enigmático 11M -; las perdió el PSOE de Zapatero y Rubalcaba por su desastre de gestión; y las perderá el PP de Rajoy por malos gobernantes y la lacra extendida de la corrupción.

Salvo hecatombe o una improbable e imprevista reacción de la derecha y del centro derecha patrio en torno a un renovadísimo PP, o a cualquier otra opción que pudiera surgir, para lo cual ya casi no queda tiempo; solo Iglesias apoyado por Sánchez, o este apoyado por el PP o por aquel como mal menor, optarán a presidente del gobierno. Para Rajoy o algún posible candidato de su entorno es prácticamente imposible.


La clave, en todo caso, estará en esos millones de electores señalados que cada día más se preguntan entre amigos: ¿sí, sí, pero a quien votamos? Y añaden: si es que votamos…  

miércoles, 10 de diciembre de 2014

LOS COBARDES

La tragedia encoge el alma y la indignación que acarrea, cuando es real, ensombrece cualquier perspectiva de creencia en la bondad natural del ser humano. Incluso hay muchas personas que no soportan ver una película violenta.

Confieso que el otro día, viendo las imágenes de la ribera urbanizada del Manzanares ocupada por gentes amenazándose entre carreras con todo tipo de objetos, sentí cómo la sangre se me hacía espesa. Y el cabreo llegó al más absoluto de mis desprecios cuando unos cuantos individuos corrían alejándose del pretil del río al caer al agua el luego fallecido hincha del Coruña. Y se me fue la boca en la intimidad de mi casa. No reproduzco los tremendos epítetos que brotaron de mi garganta por mal sonantes y porque son de lo más habitual y ordinarios en el lenguaje popular, pero se los pueden imaginar.

Ahora bien, sí puedo expresar lo que mejor refleja su trasfondo: la cobardía más ruin. Sí, y lo mantengo sin ninguna duda porque no es otra cosa que eso. Los cobardes se crecen cuando van en manada. En la masa y en el anonimato recargan sus ansias de protagonismo. Y se jalean, y se animan, y se sienten ‘rambos’ o héroes de cualquiera de las falsas grandezas que han imaginado desde el fondo de su asumida cobardía. Porque ellos saben que son unos cobardes. Unos medrosos de la peor especie. Unos mierdas infames, con perdón y mayúsculas, que de uno en uno y de igual a igual no son capaces de alzar ni la voz. Y se levantan cada mañana mirándose al espejo para ver su inexistente fortaleza,  incapaces de decirse la verdad: que hoy son más cobardes que ayer pero menos que mañana. Igual que quienes les animan o amparan desde cualquier posición. Y tienen mal remedio. El que nace cobardica  muere cobardón porque, como se dice en nuestra huerta, “el que nace pa marrano, la estaca le cae del cielo; tire pande tire”.  Y, además, no tienen ni la chispa de humanidad necesaria para socorrer a un ser humano a punto de ahogarse después de recibir una monumental paliza.

Dicen que les van a poner una multa de 60.000 euros a los innombrables sujetos, y la prohibición durante cinco años de asistir a un partido de fútbol. Pero para mis adentros, como supongo que pensarán muchos de ustedes, esa pena se queda tan corta como las lumbreras de sus frentes. Si por mí fuera, como en tantos otros casos de la gentuza que de vez en cuando asoma por las rendijas de esta sociedad nuestra, a ratos tan débil y enferma; los culpables del crimen no podrían repetirlo; ¡seguro! Dejo a la interpretación de cada cual las necesarias medidas oportunas, pero también se las pueden imaginar. Como decía aquel, “leña al mono que es de goma”.

Y no se trata de cogérnosla con papel de fumar, porque quienes llevamos años asistiendo a espectáculos deportivos de competición, en la calidad que sea y sobre todo en el fútbol; hemos dicho, gritado y hasta cometido tontunas o gilipolleces de los calibres más diversos. Pero una cosa es animar al propio, tratar de ganar o recriminar al contrario con palabras demasiadas veces inapropiadas, incluso insultar cuando la sangre se calienta, que pocos están o hemos estado libres por muy reprobable que sea; y otra muy distinta llegar a la agresión física. No digamos nada de la que puede tener consecuencias mortales o incapacitantes. Las palabras pueden tener alguna disculpa porque se las lleva el viento y están dentro de un contexto competitivo, a veces extremo, pero lo último no tiene perdón posible.

Nuestra felicitación al Real Madrid, con don Florentino al frente, así como al Barça de Laporta en su momento, que afrontaron el problema de sus violentos quitándoles el protagonismo y las prebendas de las que disfrutaban.
Recuerdo cuando hace muchos años competíamos con  equipos extranjeros y nos asombrábamos de las diferencias de sus aficiones. Los del este de Europa, de países comunistas, tenían un comportamiento exquisito – como el nuestro de entonces bajo Franco-, y, sin embargo, nos chocaba la mala educación y la agresividad de los seguidores de equipos ingleses y de otros países democráticos occidentales. Y, sin querer defender ningún tipo de dictadura, yo me pregunto: ¿Por qué está reñido el orden con lo que algunos llaman libertad?

Seguramente, pienso entristecido, porque la libertad es otra cosa.

Y, también, qué falta de educación y respeto sufrimos. ¡Y de valentía!    

martes, 2 de diciembre de 2014

LOS OROS DE CRISTIANO

A pesar de que lleva solo tres goles menos que el portugués, el año 2014 no ha sido particularmente bueno para Messi. Suena a disparate decir eso de quien fue nombrado este verano mejor jugador del mundial de Brasil, ¡vaya tela y carita puso!, y lleva superados los 50 goles, además de haber batido dos records para la historia: mayor goleador de la Liga y de la Copa de Europa.  Y no lo ha sido porque comparado con otros años ha tenido ciertas sombras en su rendimiento de la temporada pasada. Tuve la ocasión de hablar con socios catalanes del Barça en su recta final, asistentes habituales al Nou Camp, y alguno de ellos incluso llegó a asegurarme que era el momento idóneo de vender a su estrella. Increíble.

Pero en tales aficionados se daba también el fenómeno de las comparaciones. Y es que, comparado con el juego y el rendimiento del canterano blaugrana argentino en temporadas anteriores, efectivamente ha sido bastante menor. De tal circunstancia da idea el hecho de no haber ganado colectivamente nada en sus dos equipos; el Barça y la selección albiceleste. Y eso, para un jugador de su talla y trascendencia en el último decenio, es tan paradójico como determinante.

Hay quien desde su entorno argumenta que los problemas con el fisco español le han pasado factura, y puede ser, pero sea como fuere Messi está derivando hacia otras funciones en su juego. De ser un goleador sobre todo, que lo sigue siendo – miremos sus últimos deslumbrantes partidos-, ha pasado en ocasiones a desarrollar un papel de distribución de medio campo en adelante dando pases de gol a sus compañeros y completando la madeja de pases en corto y paredes que acostumbra el estilo futbolístico de la Masía. Tal vez tenga que ver con el bajón de juego observado también en sus incomparables compañeros, y artífices en buena medida de sus éxitos anteriores con el Barça, Xavi, Iniesta. ¡Cuántas veces hemos dicho que Messi no era Messi en su selección!

Cristiano, por el contrario, a pesar de que le han cambiado piezas claves en su equipo, sigue reinventándose a sí mismo. Su papel es decisivo juegue con quien juegue y lo entrene quien lo entrene. Y su enormidad de goles, muchos decisivos, lo encumbran a la púrpura aurífera del fútbol mundial. Como hemos reiterado, va camino, si no lo es ya, de ser el mejor goleador de todos los tiempos. Desde luego lo es en la brillante trayectoria histórica del denominado como mejor club del siglo XX, el Real Madrid. Para quien lo dude, miren las estadísticas de partidos jugados y goles conseguidos con la antigua camiseta blanca, ahora caprichosamente multicolor por encuentros, y compárenla con los monstruos merengues; los Pruden, Puskas, Di Stéfano, Hugo Sánchez, Raúl y compañía.

Durante 2014, el Ronaldo luso ha sido campeón de Copa en España y de la de Europa, con un papel preponderante en su equipo a pesar de la merma física que sufrió a final de temporada,  además de mejor y mayor goleador mundial. Es fácil que acabe el año con 60 goles. Esas son buenas razones para que le otorguen el preciado Balón de Oro, tras haberle otorgado la Bota del mismo metal hace unos días.

Otra cosa es que a algunos nos parezca irrelevante el galardón en la medida de que premia como mejor futbolista a quien puede que haya sido el mejor delantero, como antes lo ganaron otros que fueron los mejores defensas o medios, e incluso algún portero. Posiciones tan incomparables en el terreno y en el desarrollo del juego como lo son sus características fundamentales. Quizás sea más justa la distinción cuando se le otorga a un futbolista total, como en su momento el propio Di Stéfano o Cruyff en su etapa de madurez, tanto en la selección holandesa como en el Barça, porque en sus inicios no dejaba de ser solo un magnífico delantero joven.

Dice Platini que debería ser premiado un campeón del mundo, como en su momento dijo, es cierto, cuando España lo fue y se hablaba de Xavi e Iniesta – que se lo merecieron, sin duda, pero ganó Messi-; y todos miran al madridista Kross. Pero, siendo este un jugador extraordinario, aún le faltan años, méritos, triunfos y galones para alcanzar al de Tarrasa o al manchego en merecimientos y distinción de juego.


Si son coherentes, el oro 2014 será de Cristiano, como entonces se lo dieron al argentino.   
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