jueves, 25 de enero de 2018

DON GOL DE LOS GOLES GOLEROS


Por su ausencia, ese es el verdadero responsable de la ruina blanca. Todo lo demás son cuentos y cuentas mal hechas. Veamos algunas evidencias.
Zidane está en el inicio de su carrera a pesar de los relevantes éxitos en los últimos dos años con el Real, y por lo tanto comete más errores que si fuera un consagrado, pero ni era tan excelente antes ni es tan torpe ahora. Es el mismo buen gestor, con las consecuencias negativas de su cuestionable planificación de la plantilla; tan débil como negativos son sus resultados. Otra cosa es si fue el arquitecto o si solo tuvo el amén como última palabra ante poderes superiores. Y en ambos casos la pérdida de su puesto estaría justificada. En el primero por errónea y en el segundo por calzonazos. Al gerente de una empresa se le mide por sus resultados y cualquier otra explicación es inútil si el final es ruinoso.
El principio del fin del elegante técnico —loable dar la cara ayer por el equipo— fue su malhadado partido contra el Barça, en vísperas de  Nochebuena, que resumimos con que el Barça se llevó, refiriéndonos básicamente al Madrid de Zidane.
En todo caso, aún le queda el cartucho de la Champions por muy negra que pinte la cuestión. Como bien dice Cristiano, y le honra como apoyo complicado y valiente a los suyos, aún les quedan batallas por dar y ganar. Si lograra ganarla por tercera vez consecutiva hablaríamos en mayo de que habría hecho época en el Madrid, y la crisis que ahora le agarrota quedaría olvidada o aparcada hasta el inicio del siguiente ejercicio.
La segunda evidencia es la falta de confianza que atenaza a los futbolistas blancos. Y volvemos a lo mismo. Ni eran tan fenómenos hasta final de agosto ni son tan petardos ahora. En unos meses ningún futbolista pasa de muy bueno a pésimo ni al revés.  
Asensio, por ejemplo, ni estaba para el balón de oro por los dos golazos que le hizo al Barça, como algunos decían y escribían, ni ahora para darle la baja. Isco, caso diferente al balear, ni era el sucesor de Iniesta antes, por decir algo, ni es una rémora ahora. Anoche decía Valdano que era quien se  salvaba de la debacle, y aunque se puede estar de acuerdo en muchos de sus análisis, en este es fácil discrepar. Que la pida siempre no significa que haya superado su gran hándicap. Hace tiempo que lo catalogamos como un jugador de mucha clase, pero no más que la de Guti, quien nunca fue titular indiscutible en el Real y mucho menos en nuestra selección. Y ambos carecían de lo mismo: jugar al primer o segundo toque tras controlar orientado porque no son delanteros sino interiores. Tampoco representan pulmones insustituibles que empujen al equipo ni esos medios que con pierna fuerte lo soportan. Y ni siquiera — ni Modric, Kroos, Asensio o Kovacic— centrocampistas con un radar en la cabeza para ver hasta por detrás. Son futbolistas con la categoría de internacionales, pero sin la de auténticos fenómenos mundiales que se requiere para ser guías de un equipo con las exigencias de todo un Real Madrid. Buenos complementos, que no faros que alumbren a un equipo de tal relevancia.
Bale y Benzema tienen sus puntos fuertes, pero tampoco suficientes para considerar que han marcado o marcarán la historia blanca. El primero por estructura corporal de vidrio y el segundo por intermitente consumado. Ambos son prescindibles, y mucho más cuando la falta de gol ahoga hasta la asfixia a su equipo.
Urge recuperar al mejor Cristiano, que ya no será el de hace unos años, la edad manda; pero sí un goleador imprescindible todavía para cualquier equipo de élite.
Por eso, teniendo a Don gol —Cristiano—, Florentino debería pensar en dos goleadores contrastados, reiteramos, y traer a toda costa a un De los goles y a otro Golero que ayuden a recuperar el crédito perdido.
Los goles, y no los nombres — dudosamente Neymar—, harían que la orquesta sonara de nuevo. Los jugadores citados y los demás volverían a ser tan buenos como en el pasado reciente. No los mejores, pero sí suficientes.

Finalmente, a pesar del empeño de la mayoría —¿qué decían o pensaban y dónde se escondían los dos últimos años?—, Zidane merece decidir si dentro o fuera, salvo que no haya aprendido de sus errores. Florentino debería saberlo y obrar en consecuencia.

jueves, 18 de enero de 2018

LA SAETA DE ZIDANE


Reitero a don Antonio Machado para referirme al balompié porque también luce lírica. Y parafraseo facilonamente la esencia de la copla popular que encabeza su emocionante saeta, pidiendo un goleador para subir al madero y quitarle los clavos al Madrid ‘zidanero’, porque yo sí creo que esto es solo fútbol.
Ante el Villarreal mejoró en actitud, sobre todo, aunque sin gol cualquier planteamiento es estéril. Si juegas bien, el acierto goleador parece consecuencia, salvo mala suerte, que también cuenta. Si lo haces regular, enchufarla luce la parte buena de tu juego; lo que más se canta. Y si lo haces mal, el gol ganador cubre con su benéfico manto tus carencias.
Zidane tiene parte de razón al no hallar explicaciones más allá de la carestía goleadora, pero deberá componer una saeta, aunque me temo que la imaginación no es su fuerte, y cantarla antes del cruce con el PSG para motivar las emociones y salvar su cabeza y la de algunos de los suyos en llegando la calor huertana.
Es difícil reconocer al Real en el equipo ramplón que precisa tantas ocasiones para hacer gol, cuan equipo de inferior categoría frente a grandes, medianos o pequeños.
Y para renacer, en jerga poética, deberá rimar a sus delanteros con los centros laterales; demasiados a la olla porque los pases al pie o al hueco suenan mejor. Y musicar sus remates con las mallas rivales. Y medir los toques de sus interiores y defensas en corto o en largo con los desmarques de aquellos. Y así alternativamente, porque los cambios de juego y ritmo también son poesía.
Como referencias destacadas, Marcelo debe sufrir cataratas y reuma porque no ve huecos claros desde hace mucho ni desborda hasta la raya para dar pases mortales hacia atrás —no los simplones que algunos indocumentados llaman así—, aparte de bajar al trote borriquero. Modric y Kroos hace tiempo también que no lucen ni son decisivos. A Cristiano parece que le hubieran echado mal de ojo. Isco, que prefiere sobar a jugar rápido al toque, y Asensio, cuando lo saca; juegan más al veo y no te veo que a la pelota. Bale continúa empeñado en reivindicarse hacia el palco con escasa fortuna ante su cada más desencantado Florentino. Y Benzema sigue sin estar por mucho que aún lo espere su técnico.
Zidane deberá hacer lírica de la buena, la emocionante, tanto culta como popular, de ahí la saeta; para rearmar la fe parroquiana y salvarse de la quema que les aguarda a él y a algunos de sus trece, con los que se ha empecinado y solo en parte le honra, al final de esta probable luctuosa procesión merengue.
Mientras, el Atlético ha vuelto a la fe cuasi religiosa de Simeone, la que le hizo grande: si marcan primero normalmente puntúan. Como ejemplo palmario, el cambio tempranero del goleador Gameiro por Fernández en Éibar. Los colchoneros, con Koke, Oblak y Thomas espectaculares, además de Saúl, Griezmann y sus fichajes Costa y Vitolo, sí pueden dar alguna emoción a esta liga de estelar tinte blaugrana. Aunque el Barça, si continua su extraordinaria trayectoria —están haciendo todo lo posible—puede batir  record de diferencias con el segundo, amén de la brecha histórica con el Madrid. Juegan bien, asombran a propios y rivales y golean fácil con Messi y ¡Alba! deslumbrantes; ¿dónde está Neymar, Luis Enrique?
Valverde escribe uno de los romances futboleros más bellos, porque además será histórico, y enderezará la humorada del genial Marx, el del puro, de alcanzar las cotas más altas desde la más absoluta de sus miserias veraniegas.
¡Qué poco conocen al omnímodo Pérez quienes afirman que, debacle blanca mediante, y los hay muy ilustres juntaletras y voceros; Pochettino sería el sustituto de Zidane! Al presidente orquesta, en su absoluta soberbia, solo le valen los números uno, y el argentino todavía no ha ganado nada. Benítez era más y recuerden. Hay mundial, Alemania y Brasil son favoritas —junto con España—, y lucen dos ases rutilantes, uno de largo y otro de corto. Blanco y en botella.
Al calculador presidente, sin embargo, puede asomarle un forúnculo si Zidane toma del olivo antes. El Bernabéu tiene buena acústica y la música de viento acojona. Y más si se acompaña de pañuelos hacia el palco. Tan vistoso escaparate su sobrada señoría no lo aguanta y, a las malas, tratará de sostenerlo hasta junio. Además, todavía es Zidane; su apuesta más personal. Cualquier otro, hoy sería historia

jueves, 11 de enero de 2018

LA BARAJA DE CRISTIANO


Desde su iconográfica muestra como rey de copas sonreía, pero el rictus y la ostentación ocultaban su desengaño. Ser la sota de oros le atormenta; Messi es el rey áureo y Neymar el caballo. Y por eso pretende que don Florentino le baraje de nuevo, sabiendo que el baranda merengue, aparte de andar siempre tras los ases y disponer de un mono sempiterno en la manga, nunca lo ha considerado caballo de su hierro aunque sea el más lucido de su cuadra. No es baladí el hecho de haberle recomendado un pienso hasta junio, cuando podría haberlo enjugascado hasta ese momento con halagos y algunas cartas menores; furufalla y glea, como decimos por aquí.
Cristiano Ronaldo puede presumir de corona de copas, y hasta de bastos por la contundencia primaria de su juego, aparte de la de espadas por su espíritu luchador, pero la de oros se la tiene merecida Messi. Otra cosa es que le hayan arrebatado el caballo, que siempre ha ido alternando con las otras figuras mayores con su tan glorioso como menudo rival. Él sabe que se queda sin tiempo para estirar la disputa, porque tanto Messi, por su polivalencia, como Neymar por edad, quizás le hayan ganado ya la mano. Para un goleador el físico es más importante que para cualquier otro futbolista, y hace algún tiempo que los años frenan al portugués. Marcará goles mientras juegue, pero una cosa es hacer varias docenas al año y otra muy distinta mantener solamente la dignidad. Del mejor a gran goleador o a buen delantero se mueve también la horquilla salarial futbolera. Y, además, sus rivales, en especial Messi, pueden bajar el pistón goleador y seguir siendo los mejores del mundo en su puesto; el argentino ya lo hace.
Así que se avecinan tiempos complicados por Concha Espina. A la tormenta Zidane se le acerca el tifón Cristiano. Y juntos, como es muy posible que ocurra en el primer semestre del 18, pueden ocasionar un huracán desastroso. Pero ahí estará la ambiciosa mano de don Florentino. Tiene varias opciones, dentro de lo azaroso del fútbol, pues un tercer triunfo consecutivo en Champions puede ser el mejor pararrayos, cosa difícil, aunque más real que la finiquitada Liga. La inferior Copa del Rey tampoco arreglaría nada.  Si se acaba en secano, como es muy posible tal y como está ahora el Real, dejaremos el ojo y entraremos antes del Mundial en pleno huracán. El mandamás blanco barajaría de nuevo, pero sin Zidane ni Cristiano en su mesa. Sus cartas las pintarán otros. Ya anticipamos lo de Löw y Neymar.      
Y ahí aparece el PSG; tercero en discordia. Un cambio de cromos es tan irreal ahora como realidad palmaria puede que ya masticada. El jeque blanco y los auténticos quizás estén barajando la próxima partida.  Un acuerdo de intereses.
Febrero, primero, según les vaya el cruce, y junio después, según acabe la  Champións, determinarán los cambalaches. Dos clubes en idéntica encrucijada. Cristiano ya lo ha ganado todo en el Madrid y un año de sequía sería demasiado tanto para sus ambiciones como para las de su presidente. Y otro año irrelevante en Europa supondría despertar del enésimo sueño frustrante para los qataríes.  Habría que cebar la bomba, siguiendo el prontuario de Pérez, y tanto a él como al Fondo Soberano árabe del PSG les sobra capacidad y atrevimiento para hacerlo.
Así, Ronaldo recuperaría el rey de oros que tanto le obsesiona; Pérez mostraría en el Bernabéu otro trofeo de tropecientas puntas, el deseado Neymar, aparte de su sueño húmedo alemán, Lów; y los árabes franchutes ganarían otro periodo de ilusiones europeas. Seguramente, ¡ojo!, con el propio Zidane a los mandos. ¡Ahí es nada!
¿Les extraña? Pues no se asusten, no, y agárrense que arrecia el viento.
Mientras, el Barça acelera con la culminación del fichaje interruptus de Coutinho del pasado verano. ¿Otro gatillazo? Ya veremos. Con Valverde barajando hay muchas posibilidades de que el brasileño menudo ligue bien con su fenotipo argentino. De nuevo el fantasma blaugrana amargaría los sueños de don Florentino, porque, así como Cristiano no arreglaría las carencias de los jeques, Neymar tampoco haría olvidar al portugués.
Una sombra culé haciendo pipí hacia el Sena y el Manzanares sería el sórdido cartel de esta insospechada película.
Y Ronaldo pidiendo cartas nuevas mientras su presi se reconcome con el Barça y sus records monetarios futboleros en pocos meses. Vaya tela… ¡A que le tira el mazo a los blandos!

                
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