lunes, 16 de abril de 2018

DE INDOLENCIA Y DE PENALTI



Los penaltis discutidos son parte de la historia del fútbol. Como los arbitrajes polémicos, la mala suerte, los fallos inexplicables, los jugadores legendarios, los casi goles, las jugadas extraordinarias y los golazos; la desidia no. El Madrid y el Barça han acaparado los mayores escaparates del fútbol mundial y coleccionan experiencias de todo tipo.
Nos equivocamos al augurar que  Real, Barça o Bayern protagonizarían la final de Champions; solo uno de ellos lo hará porque los blaugranas cayeron de indolencia. Por eso dicen Iniesta y Busquets, quien tuvo una mala noche, que fue una de sus mayores decepciones. Es incomprensible que solo tuvieran una oportunidad clara de gol, la de trancas y barrancas de Messi. Antes, pierna floja, lentitud y suficiencia indolente.
La semifinal entre madridistas y bávaros será complicada, pero mucho más la de romanos e ingleses. El Liverpool es tan imprevisible como la Roma, con media docena de futbolistas en cada escuadra que desde su segunda fila son capaces de achantar a cualquiera. Salah y Dzeko se han llevado los honores, sin olvidar a De Rossi y a técnico Kloop, que  empujaron a sus equipos a la gloria de una semifinal de Champions con la que seguramente no contaban.
Pero la polémica estuvo en el último suspiro del Bernabéu, cuando el seguro Benatia arrolló por detrás al listillo Lucas Vázquez, quien hizo más por esa posibilidad que por buscar el balón de gol que le puso el omnipresente Cristiano. ¿Penalti o no? Lo fue por dos cosas: porque lo pitó el árbitro inglés y porque tuvo motivos; el galo marroquí no tocó balón aunque lo pareciera. ¿Si no lo hubiera pitado? Pues tampoco hubiese sido raro. La polémica sería al revés si la prórroga clasifica a los turineses. Cosas del fútbol.
El partido se recordará por ese penalti, magníficamente lanzado por Cristiano al hierro, recordando a Puskas; pero también hubo otras claves que no pasarán a la historia. Como el oscurecido juego de Casemiro, al que tanto ponderamos aquí, aunque no solo él estuvo desdibujado. Pjanic, Douglas Costa, Sandro y Khedira se comieron al medio campo madridista, cuyos centrocampistas se dejaban sobrepasar por unos rivales en plan guerrillero que parecían jugar en moto, como hubiera dicho el añorado Mesones. Aparte, Marcelo volvió a dar la de arena y a Carvajal le puso Mandzukic un sombrero cada vez que disputaban balones por alto, con la palpable consecuencia de dos goles casi calcados, aunque el segundo no sabe todavía el croata si lo remató de cabeza o de chepa. Y hubo otro aspecto que remarca el partido: Ramos todavía es insustituible en el Madrid de Zidane, tanto por su juego aéreo como por la infinidad de cortes eficaces en el flanco izquierdo — el del peligro Marcelo— y por la personalidad que infunde al equipo, además de su buena salida de balón.
Ramos, Cristiano y Casemiro y Modric son la columna vertebral de los blancos, como en el Barça Ter Stegen, Piqué, Busquets y Messi. Si fallan más de uno de ese póker de futbolistas decisivos el desparrame está servido. El Barça lo pagó caro en Roma y el Real estuvo a punto en Madrid, con dos resultados en la ida que daban más que para el simple optimismo.
Finalmente, el colofón lo pusieron sus máximas estrellas. Cristiano acudió a su cita con la gloria y Messi no. En esto recuerdan a los otros dos referentes antiguos de merengues y culés. Di Stéfano siempre estaba, cinco Copas de Europa, y Kubala no; solo consiguió dos Latinas y una de Ferias. Messi sí ha ganado cuatro Champions, pero en un pasado reciente que parece lejano. Una sola en siete años, en la cumbre de su carrera, es algo para hacérselo mirar, que dirán por Can Barça. Le sucede igual con Argentina, aunque menos acompañado. Últimamente, el sin embargo mejor jugador del mundo y sus cuates, recuerdan a los celebérrimos lebreles del tío Alegria, histórico huertano de la Arboleja: ejemplares siguiendo la pieza, pero cuando la tenían a tiro levantaban la patita para mear.
Los atléticos y Simeone también sudaron letra parda pelotera en Lisboa para pasar ronda. Y ahora se las verán con el Ársenal de Wenger en otra semifinal de dudoso pronóstico; magia parpadeante contra reciedumbre.
En todo caso, si sus artistas y la suerte quieren, merengues y colchoneros  superarán a los del viejo zorro Heynkes y a los artilleros londinenses. Así, seguiremos disfrutando de nuestra España cañí futbolera en Europa.

lunes, 2 de abril de 2018

ISCO Y MESSI O LA IMPORTANCIA DEL MEJOR



Decíamos que contra Alemania nuestra selección tuvo luces y ciertas sombras, y ahora añadimos que contra Argentina reiteramos alguna, aunque corregimos otras. El tema del medio centro, con Thiago, continuó flojeando, de ahí que en la primera parte nos llegaran con excesiva facilidad por el centro, y de haber contado con alguien resolutivo al borde del área quizás ahora estaríamos hablando de otras cosas.
Sí, no nos engañemos, con Messi hubieran hecho algún gol más y entonces no habrían entrado los de Lopetegui en la segunda parte con la facilidad con que lo hicieron; ellos se hubiesen cerrado para esperarnos a la contra. Es la decisiva importancia de que juegue o no el mejor del mundo. Esto no es restar brillantez a la goleada de Isco y compañía, que hicieron méritos sobrados, sino tratar con cierta objetividad lo engañoso que puede ser un resultado en el fútbol.
En la cara buena de la moneda nos encontramos con la corrección del juego horizontal y de ronditos. España fue más vertical y el marcador reflejó tal circunstancia. Isco, como ejemplo, halló la excelencia jugando de media punta —casi de segundo delantero—, que es donde mejor partido puede sacar a sus amagos, caños y excelsa clase. Y de ahí deriva la pregunta de la mayoría como consecuencia de sus tres goles: ¿Por qué no es titular en el Madrid? No es muy complicado deducirlo.
En primer lugar están los sistemas competitivos tan diferentes de la selección y de su equipo. Nuestros seleccionados se asocian continuamente hasta encontrar un hueco preciso, como vienen haciendo desde Luis Aragonés. En el Madrid los huecos se buscan a base de velocidad, arreones y ‘cristianazos’. Y en esa diferencia hallamos la segunda explicación. Isco requiere pausa para su juego y eso lo encuentra con jugadores tipo Busquets o Iniesta.
De ahí, y en segundo lugar, encontramos la idiosincrasia de sus compañeros. Su puesto ideal en el Madrid sería jugar cerca de Cristiano para combinar, filtrarle balones y habilitarle espacios, pero para eso cuenta Zidane con Benzema, que además hace tan bien ese papel que hasta se está olvidando de golear. Por otra parte, un jugador como Isco requiere que el equipo juegue casi para él, y eso en su club es un imposible.
Finalmente, está lo que tanto hemos comentado: sus propias características. Alguna vez recordamos a Guti, afirmando que tenía tanta clase como él, si no más, y nunca fue titular indiscutible en el Madrid de Raúl y de los galácticos Coinciden también en el protagonismo personal. Ni el madrileño entonces ni el malagueño ahora representan al futbolista gregario porque respiran por sus egos. Y así llegamos a la complicación de liderar cualquier club grande. Para ello se requiere ser uno de los mejores del mundo, casos de Messi, por encima de todos, y de Cristiano, que a goles no le gana nadie.  El Barça puede jugar en torno al argentino y el Madrid para el portugués, y en esas categorías Isco ni está ni se le espera.  Todo lo demás es darle vueltas retóricas a lo mismo: es un extraordinario futbolista, sin ninguna duda, pero si aquellos son la primera fila él estaría en la segunda cuando luce sus mejores destellos y claramente en la tercera si se empeña en marear la pelota.
Como colofón, Cristiano es capaz de llevar en volandas a su equipo en la Champions, ahí están sus registros goleadores, y  Messi, como en Sevilla y tantas otras veces, se basta para levantar un partido en pocos minutos perdiendo de dos o más. Por eso, afirmo sin reparos que si hubiese estado contra España el resultado del pasado martes sería otro.
Cuestión distinta es cómo les irá a unos y otros en el próximo mundial. Argentina, de llegar a Rusia su media docena de puntales en buena forma, como la que exhiben ahora Banega, Agüero y Messi, será una de las mejores selecciones. Portugal dependerá básicamente de Cristiano, aunque dada su soledad será difícil que tenga un papel relevante. Isco, sin embargo, sí puede llegar a cotas muy altas porque en la selección está rodeado de una docena de futbolistas que son y serían titulares en las mejores selecciones del mundo: Busquets, Ramos, Piqué, Alba, Iniesta, Carvajal, De Gea o Silva, por citar a los fijos, o son los mejores en sus puestos o lo comparten favorablemente en el peor de los casos. Pocos combinados pueden decir lo mismo.     

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