miércoles, 28 de agosto de 2013

DE DEBATES PELOTEROS Y FICHAJES ESTRELLA

El debate en torno a Casillas en el madridismo ha pasado con mucha lógica a un asunto pelotero nacional. Siempre ha pasado así cuando la polémica se centra en grandes jugadores.


La única diferencia entre éste y otros debates históricos ha sido su origen. Es normal que los deportistas tengan sus altos y bajos en el rendimiento, y todos quienes han practicado cualquier deporte al nivel que sea saben que hay días en los que el cuerpo ‘te pilla la vez’, que se dice. Por eso, la admiración que despiertan los profesionales del máximo nivel teniendo que estar al cien por cien en cada embate. Si este asunto tan claro hubiera estado en el origen de la suplencia de Casillas cualquiera podría entenderlo, y quizás la polémica hubiera pasado como uno de los azares del fútbol, pero el tema se caldeó porque no fue así.

El técnico luso que lo propició se empeñó en cobrarse la pieza del portero campeón del mundo y bicampeón de Europa con España porque no le dio hilo a su lamentable y ridícula birlocha; esa ‘culipava’ manía de ver enemigos por todas aquellas partes que no le hicieran la ola a su megalomanía. Los motivos deportivos que dio fueron, como él mismo, una estafa barriobajera. Adán, que también apuntaba alto desde las bases, no puede compararse, todavía, con Iker, por mucho que el citado narcisista se empeñe.  

Iker Casillas ha sido y es un gran  portero que ha tenido la suerte de estar bien en el lugar adecuado en el momento oportuno. Aparte de que tenga sus defectos, como todos, y que encadene rachas de más o menos acierto y fortuna,  nadie puede negarle su categoría y el palmarés que atesora. Y otra cosa también importante: tiene ese punto de fortuna que siempre necesita un campeón.

Otro asunto será, según me llega de buenas fuentes,  que haya problemas personales que le estén afectando. De ser así, ojalá los supere pronto.

Diego López es otro grandísimo portero que a algunos ya nos gustaba casi más que el anterior cuando jugaba en el Castilla; dominaba mejor el juego aéreo y era sobrio y seguro a media altura y por abajo, aunque, como ahora, las salidas en los uno contra uno fueran su punto débil. Ese detalle estuvo a punto de darle el otro día contra los veloces puntas del Betis más de un disgusto, como pude comprobar personalmente viendo el partido muy cerca de su portería.

Así que el asunto de Casillas ha devenido en un debate absurdo que sólo puede perjudicarle a él aparte del daño que ya le ha hecho a Adán y el que le puede hacer a Diego López. Y es una pena porque se trata del  considerado por muchos el mejor portero del mundo, justificadamente, y de un magnífico profesional, como el gallego, que ha llegado por méritos propios a seguir manteniendo la titularidad blanca con un técnico distinto al que originó el desaguisado. Y también por el buen portero que es Adán, que de momento ha pagado los primeros platos rotos.

Y por si éramos pocos, ahora llega Bale, ese galés que al decir de casi todos está llamado a recordar en el Bernabéu a los grandes galopantes de banda que tantas veces lo han puesto de pie. Ojalá sea así, aunque se me antoja que llegará exigido por demasiados extremos. Uno de ellos, y no el menor de cara a la galería, será el de su desorbitado precio. Y otro, y tampoco minino respecto al vestuario, será el de sus emolumentos. Llega como el jugador más caro de la historia y situado al nivel salarial de un ídolo  como Cristiano, el gran fichaje que hizo Calderón, y de un ex crack, Kaká,  todavía ignoto por Chamartín; fichaje estrella de Pérez, por cierto. Dos detalles problemáticos para el Real.

Mientras, la deuda blanca ya supera los 600 millones de euros. Sí, sí, mucha riqueza blanca, dicen, pero la deuda se incrementa cada año. Ya veremos al final del ‘florentiniato’.       

Por enfrente, parece que la dupla Messi-Neymar todavía no ha dado problemas. Esperemos que siga sin darlos, aunque algo me dice que por su vestuario tampoco florecen rosas. Como tampoco escampa para Rosell, que con ese fichaje tiene otro nubarrón brasileño judicial encima, aunque los tiros le vengan aparentemente de otros temas. También veremos.


Suerte a los medianos y pequeños, porque de ellos podrá venirnos la emoción a esta Liga devaluada.

EL MONO GIBRALTAREÑO Y LO DE SIEMPRE

Recuerdo cuando se criticaba del Régimen de Franco que sacara el tema de Gibraltar a pasear para taparse de algunos toros ‘pertinaces’ por encastados y astifinos para lo políticamente correcto entonces.

PEÑON DE GIBRALTAR


La actualidad de Pérez Galdós

Poco ha cambiado en el tiempo. Y sólo hay que leer para comprobarlo un artículo de prensa que me envió una buena amiga y que circula por las redes escrito en 1.912 por el inigualado observador social y gran maestro de la escritura, D. Benito Pérez Galdós. En él dibuja una panorámica de España y de los dos partidos que entonces se turnaban en el poder, los conservadores  y los liberales que inspiraran y lideraran en sus inicios respectivamente Cánovas y  Sagasta,  protagonistas de la célebre y mejorable Restauración borbónica reiniciada con Alfonso XII tras la Primera República y el fiasco anterior de Amadeo de Saboya, en el último tercio del siglo XIX.

Si se lee con detalle el mencionado artículo, se podrían intercambiar nombres, siglas y problemas de fondo con los actuales, aparte de las particularidades diferentes de cada época, claro.  Conservadurismo extremo de los políticos de todo signo para preservar sus canonjías, desinterés por los problemas reales que acucian a la ciudadanía, relevos sistemáticos de los mandamases, prebendas para los cesantes y ruina moral y económica generalizada de los españoles.   

Mucho ha llovido desde entonces, sí, pero en lo tocante a nuestros gobernantes parece que apenas hubiera sido un chaparrón veraniego. Como el asunto actual de Gibraltar.

El truco británico

Y entrando en él, no puedo menos que aplaudir la claridad de los ingleses cuando proclaman que siguiendo un acuerdo de su Parlamento soberano defenderán siempre lo que quieran hacer los gibraltareños en su conjunto, como súbditos que son de su Corona. Es decir que, salvo que se pronunciaran democráticamente los llamados llanitos por incorporarse a España, seguirán siendo ingleses de por vida.

Pero tan loable distinción de dignidad nacional esconde truco, claro, como casi todo lo que concierne a la política exterior secular que han seguido los británicos desde que alcanzaron la categoría de Imperio sustituyendo hace ya varias centurias al español de los Austrias y primeros Borbones.

Sin entrar en otros grandes episodios históricos: la India, Canadá, EEUU, Sudáfrica, Oriente Medio, etc., de donde salieron de diferentes maneras, nunca por las buenas, pero casi siempre con beneficiosos acuerdos comerciales que han sabido mantener en gran medida con un Mercado Común ex británico singularísimo: la Commonwealth; nos encontramos con la última salida colonial que  protagonizaron en Hong Kong. Y aquí, a pesar de sus dignas proclamas parlamentarias, no hubo nunca un referéndum por el cual sus habitantes decidieran unirse a China en menoscabo de la soberanía británica. Fue, como suele suceder en estos casos, la presión del coloso militar y económico asiático lo que hizo a los ingleses arriar su bandera. El miedo, en el fondo, y la salvaguarda de ciertos intereses económicos futuros suelen hacer buenos maridajes dentro de la cobardía de uso común en las relaciones diplomáticas. Pero en nuestro caso, desgraciadamente, España no es China, ni lo podrá ser ya nunca. Y en esa diferencia radican la tan cacareada soberanía y la dignidad británicas.

Nuestra vergüenza saharaui

Otra cosa es que a muchos españoles nos hubiera gustado que España se hubiera portado igual de bien en su momento con  el pueblo saharaui, que tenía hasta representantes oficiales en las Cortes del Régimen como ciudadanos españoles que eran de pleno derecho. Nos fuimos del Sáhara por la puerta de atrás y con el rabo entre las piernas, empujados por una muchedumbre marroquí bien pastoreada y jaleada por el ínclito Hassan II. La heroica para ellos y vergonzante para nosotros Marcha Verde.

El astuto y taimado rey alauita se aprovechó de la situación agónica del general Franco para sacar pecho perpetrando una supuesta invasión pacífica del protectorado español. Otro gallo le hubiera cantado, sin ninguna duda ni entusiasmos de ningún tipo, si el entonces Caudillo de España hubiera gozado de buena salud y de los agarres internacionales que en su tiempo tuvo. Pero ya se sabe, cuando un país se muestra débil todo son parásitos insalubres. Y los otrora aliados, si además tienen algo que pillar en la nueva situación, se ponen del lado del que puede tener  posibles, como también es moneda corriente en las relaciones diplomáticas internacionales.

En todo caso, por dignidad nacional, repito, muchos españoles sentimos vergüenza de tal cobardía histórica. Y es más, nos fuimos diciendo que en el futuro defenderíamos el acordado  referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui, cosa que ni ha sucedido ni sucederá nunca libremente. Y es que la debilidad es mala cosa para defender hasta las situaciones más dignas.

Así que ahora, como antes y como siempre pasará, dejémonos de reclamaciones territoriales gibraltareñas no sea que ‘el primo moro de turno’ de nuestro Rey, con inquietantes méritos  para tan incierto parentesco, tenga la ocurrencia de montar otra marcha del color que sea hacia Ceuta y Melilla.

Primos de otro tiempo

Cuando Aznar exhibía músculo internacional y era también ‘primo’ de Busch,  España jugaba en el equipo ‘estrellibarrado’ con relativa fuerza y ocurrió el asuntito de Perejil;  el desenlace nos fue propicio. Pero ahora, con la mediocridad galopante que nos asola se mire por donde se mire, un asunto así, por nimio que pareciera, tendría quizás un resultado diferente.

 Un buen bozal y el missing Trillo

Así que, aun aplaudiendo la gallardía del ministro Margallo, tengamos cuidado con algunos monos domésticos. Sin menoscabo, eso sí, de poner las cosas en su sitio a los simios y similares que se aprovechan de la situación gibraltareña para reírse de los españoles y hacer su agosto con todo tipo de negocios ilícitos.

Y hay muchos modos de ponerles bozal a los monos para que no muerdan. ¡Oído, Picardo!               


Por cierto, ¿dónde estará el oportunista ‘sirvoparatodo’ y ‘sobretodopalomio’ Trillo a todo esto? ¿Estará nuestro  embajador en los mismos michirones  de cuando los diarios económicos ingleses nos arrean interesadamente? Conteste, please.  

miércoles, 21 de agosto de 2013

EL DUOPOLIO, LA PEDREAY LOS BOQUERAS DEL VERANO

Cuando esta columna vea la luz ya habrá comenzado la Liga del duopolio, la pedrea y la tragedia. El duopolio del Madrid y Barça por el campeonato, la pedrea de los medianos por ver quien ocupa del tercer al sexto puesto que den opciones a jugar algo en Europa el año que viene, y la tragedia de ver quien pierde la categoría ocupando las últimas plazas. Así, el Atlético en mejor posición, Valencia, Real Sociedad, Sevilla y la agradable sorpresa de siempre, serán quienes opten a la pedrea.  Los demás navegarán entre calmas chichas y tormentas descendentes.

Y si eso ocurre en primera, con el interés añadido de ver cómo funcionan los culés con nuevo técnico y fichaje de relumbrón, y los blancos con un retorno a los jóvenes valores españoles y canteranos más un entrenador de categoría personal y técnica indiscutibles; en segunda para qué vamos a contar. Será malo que  veamos unas plantillas con jugadores veteranos llegados de la categoría de bronce o venidos a menos de la de oro, más los sempiternos inquilinos de la de plata, y poca atención, paradójicamente, a los jugadores jóvenes de sus canteras. Lucirán más éstos en los equipos de primera división que en los otros porque suelen tener mejores bases. Y también veremos en una y otra categoría una vuelta a los fichajes de medianías de allende nuestras fronteras por aquello de que serán baratos, sin percatarse de que las mejores inversiones son las derivadas de apostar por los jóvenes valores propios.

Pero, en fin, esto es lo que da la mata de nuestra reglamentación futbolística. ¡Que ganas tenemos algunos de que haya pocas normas pero radicales! Por decir algunas cabrían esas de que no se pudiera jugar en tercera por encima de los veinte años, en segunda ‘b’ con más de veintitrés y en la de plata superando los veintiocho; salvo, por méritos adquiridos en el propio club con algún campeonato o trayectoria ejemplar que lucir, o la circunstancia de haber sido internacional con España o cualquier otra selección. Y, es que, exceptuando a quienes tengan algo que enseñar, ya me dirán ustedes qué puede aportar al deporte rey un treintañero en las divisiones inferiores si no ha sido capaz de hacerlo hasta entonces con sus coetáneos. Al final son sacaperras, extiende vicios y arruinadores del esfuerzo de muchos entusiastas que con su trabajo y dinero mantienen equipos heroicamente en las categorías inferiores de nuestro fútbol. Lo que señalo supondría de inmediato un abaratamiento general del fútbol español con efectos tan beneficiosos en lo económico como higiénico en lo deportivo.

Y llegamos a los bocas, bocazas, boquerones y vocerillas del verano.

Mourinho ha dicho que el Madrid es política más que fútbol y que él ha entrenado al verdadero Ronaldo. Seguramente sueña con haber sido algo relevante  en  nuestra desvalorizada democracia,  aunque no pasara en tal alegoría de sereno barriobajero de turuta y boina capona. En cuanto a lo de Cristiano, gracias debería dar de haberlo tenido pues de lo contrario no habría ganado nada y probablemente hubiera durado menos aún en el Real. Este mete dedos lunático va a soñar con el Bernabéu toda su vida porque no se verá en otra igual, y con el fútbol español por sus frustraciones narcisistas.  

Arbeloa ha hecho protestas de agradecimiento infinito al anterior, seguramente por haberle inculcado el freno y marcha atrás en cuanto le dan el balón, porque antes de él algunas veces se atrevía a pisar el área contraria recordando sus tiempos delanteros juveniles. ¡Que pena!

Pérez ha proclamado respecto a Bale que 100 millones le parecen mucho para todo. Otro con amnesia, porque no recuerda los ochenta que pagó por un tal Kaká al que todavía se le espera por Chamartín. Ni los treinta por Coentrao o los cerca de mil en su paupérrima andadura presidencial. Y sí luce, sin embargo, a Cristiano, que también costó lo suyo gracias a Calderón, que fue quien lo fichó.     

Y a nivel local, quedémonos con una  desgraciada medianía que atiende por Sutil, que, al parecer, alguna  vez jugó a la pelota. Ahora, a falta de equipo a quien engañar, se dedica a insultar a algunos aficionados murcianos. Ya dijimos cuando menospreció a los cartageneros hace un par de años que con bozal luciría mejor que con borceguíes; ¡un zurrón y con las ovejas!, que es su sitio.


Ojalá, reiteramos, que los obligados canteranos aporten interés a nuestro fútbol.       

LA TERCERA VIA EN ESPAÑA

Estamos acuciados por varias crisis superpuestas en una situación verdaderamente alarmante por varios rotos en nuestras estructuras sociales.

Asoman más sus  sucios bolsillos la crisis económica y la política, con los seis millones de parados como blasón de la primera y la corrupción y el descrédito  más ruin  la segunda. Y no sólo los políticos son los culpables, porque no hay corrompidos sin corruptores ni gobernantes malos sin seguidores  con orejeras. Y tampoco sin cómplices. Sindicatos, empresarios, instituciones y hasta universidades y medios de comunicación; la sociedad civil en su conjunto como caldo de cultivo de tanto desmán.  ¿Excepciones? Claro que las hay, y en todos los sectores señalados, lo que ocurre es que deslucen más los oscuros de las desvergüenzas que las luces de la honestidad.

La crisis original

Pero no olvidemos que  esas crisis son consecuencia de la previa: la moral, por una generalizada pérdida de valores tanto en los individuos como en la sociedad.

Desde que arribaron a las playas de la normalidad las ilusionantes olas que originó la Transición política, con toda su carga ideológica y de ansias democráticas  de millones de españoles de todo signo, empezó a crecer el becerro de oro bíblico en torno a la cultura exclusiva del dinero. Y esa enfermedad del alma, cuando se olvidan los valores que todos sabemos, ha devenido en pandemia corrompiendo los cimientos  de una sociedad ideal basada en el compromiso,  el esfuerzo,  la honestidad,  la justicia,  la solidaridad,  la igualdad de oportunidades y en la libertad individual responsable.

Recuerdo cuando un magnífico profesor nos aclaraba que ganar dinero no era el fin de ninguna empresa, que eso era como respirar para el ser humano, y que nunca se deberían confundir los objetivos con los fines. Por poner un ejemplo, cuando las Cajas generalizadamente y algunos Bancos  confundieron ambos conceptos en estos últimos decenios y sólo miraron la cuenta de resultados como la Tabla de su Ley, pasó lo que pasó.

Lo mismo que ocurrió a los partidos políticos que han gobernado el país en cualquiera de sus épocas y geografías. Cuando olvidaron que sus fines no eran colocar a los propios en cualquier lugar al sol de los presupuestos generales del estado o de los propios, engrasados también por aquellos y por diversas corruptelas demostradas, olvidando que sus objetivos deberían ser aplicar sus programas ideológicos para alcanzar el fin del mayor bienestar posible de la sociedad a la que dicen servir, ha pasado lo que pasado.

Igual se puede decir de sindicatos, instituciones empresariales y de todo tipo, destacadas empresas, demasiadas personas físicas y muchas organizaciones que forman eso que se dio en llamar sociedad civil.

Y en el origen de todo ello está la ciudadanía española en su conjunto, pues todo el entramado anterior está formado por personas de carne y hueso y no por arcanos venidos de no se sabe dónde.

La tercera vía

Pero superar lo anterior sería necesario acometer la verdadera tercera vía como desencadenante de la regeneración total del país y de sus ciudadanos.

Y pasaría por un  consenso estadista entre los partidos políticos moderados que hicieran posible los cambios necesariosEn la Constitución para la democrática separación real de poderes. En las leyes electorales para que fuera realidad lo de una persona un voto con el mismo peso final independientemente de dónde se produzca y la implantación de listas abiertas para que nuestros representantes tuvieran total libertad  sin dependencias partidistas que la capan. Eliminación de todo tipo de subvenciones públicas salvo las destinadas a la asistencia social a los real y demostrablemente necesitados. Reducción notable de instituciones públicas ineficaces e ineficientes: senado, diputaciones, mancomunidades, mini ayuntamientos, empresas y empleados públicos, etc. Reforma del código penal y otros. Delimitación clara y definitiva entre atribuciones autonómicas y estatales. Balance fiscal anual comprobable de las Autonomías. Establecimiento  del mercado único para todo el territorio nacional y eliminación radical de las miles de normativas que lo impiden. Y lo mismo para cualquier expresión  nacional formativa, cultural o lingüística.

Y una novedad que ya sé que levantará ampollas: reconocimiento explícito para que cualquier parte del territorio pudiera plantear una cuestión de autodeterminación con todos sus requisitos y consecuencias – T O D O S       Y    T O D A S -, salvaguardando los derechos de quienes no lo quieran: personas, pueblos, ciudades, etc. Así como borrón y cuenta nueva y a partir de cero sin el paraguas del Estado, ni de Europa de momento. De cero para pensiones,  sanidad, educación, seguridad, etc. Es decir, contribuciones anteriores para derechos actuales por inversiones recibidas del resto del Estado secularmente. Como se diría en el pueblo,  lo comido por lo servido. Que ya está bien de provocaciones con tanto independentismo de salón o  criminal con el de pistola. Y aranceles inmediatos para todo comercio con esas partes separadas, claro. Teta o sopas, pero dos chupes no.

Y tras ese consenso entre los políticos  y su ejecución, un generoso e higiénico pase a la reserva inmediato de  quienes han colaborado activa o pasivamente en  la debacle.

No puede ser que España viva instalada en una mentira galopante  como algo normal. ¡No señor!   Embusteros ilustres ha habido y los hay   en todos los partidos y demás instituciones públicas, produciendo nauseas desde sus groseros rostros: teles, periódicos, puertas de cárceles o juzgados y ruedas de prensa; ahora y antes.

Una segunda Transición

Imaginación, honestidad, valentía, gente nueva, responsabilidad y libertad al poder. Esa es la única tercera vía que nos llevaría al  país deseado mayoritariamente: eficaz, moderno, serio, responsable, libre y comprometido con el progreso real de todos sus ciudadanos.

Y no el procurado por toda esta pandilla de políticos conservadores de todos los colores a derecha e izquierda, en infame coyunda a veces, y de instituciones retrógradas que han demostrado  alevosamente su ineficacia y maldad subjetiva y objetiva.


¡Puerta a todo lo malo comprobado y savia nueva! ¿Es que no habrá quien levante esta bandera desde el sistema? ¿Tendrá que venir de fuera? Pues mal asunto.

miércoles, 14 de agosto de 2013

DEL DERROCHE AL VIVERO

Cuando los afanes desmedidos se desbocan aparece la ruina. Y éste es el lastimoso y merecido estado en el que se encuentran la mayoría de los clubes de fútbol españoles.

Todo empezó con el despelote de los dineros de las televisiones, que hizo perder el sentido de la realidad a demasiados dirigentes que creyeron en el infinito de tal circunstancia económica. Así, equipos de medio pelo soñaron con grandes hazañas fichando  jugadores de primer y segundo nivel mundial con el fin de competir de igual a igual con los grandes.

Si a ello le sumamos el afán de notoriedad social de algunos personajes venidos a más por su fortuna en los negocios tendremos el cuadro final de actores que han protagonizado los últimos veinte años de nuestro fútbol.

Como consecuencia de todo ello engordaron las ansias de docenas de miles de aficionados que pudieron disfrutar de notables equipos en estadios pequeños o medianos con escasas masas sociales y sin ver aumentados en igual medida los precios de sus cuotas anuales. Conclusión: que acostumbrados a soñar con verdaderas posibilidades de triunfo ante los poderosos ahora se desfondan cuando llega un Real o un Barça y le endosan cuatro o cinco a domicilio. Y es que no hay cosa peor que acostumbrar a la gente al buen jamón ‘avirutado’ y luego dejarles con un trozo del hueso para hacerse un caldo viudo en el mejor de los casos.

Recuerdo un partido que presencié en Jerez contra todo un Real Madrid hace apenas tres años y mi sorpresa al comprobar la animosidad de la grada contra las estrellas blancas.  Y la enorme impotencia rayana en la histeria que les produjo a los socios jerezanos su clara y lógica derrota. Entorné los ojos y me pareció estar en el Nou Camp o en el Calderón entre aficionados culés o colchoneros acostumbrados a jugarles tradicionalmente  de igual a igual a los merengues. En ese momento me percaté de la gran mentira en que por unas cosas y otras se había instalado en el fútbol patrio. Y recordaba en el viaje de vuelta cuando hace muchos años los antiguos aficionados y socios del Murcia, e incluso de otros clubes cercanos, iban a la Condomina a ver jugar a los granas contra el Madrid, el Barça o el Atlético de Bilbao, por hablar de tres clásicos, y al margen de que el resultado fuera normalmente adverso se divertían respetuosamente saboreando el juego de las figuras que traían esos equipos. Todo eso se ha terminado. Y se ha acabado lamentablemente no por la cuestión puramente deportiva, sino por las ensoñaciones de grandeza que les han inoculado a los socios y seguidores de los clubes modestos desde sus dirigencias, aparte de las cuestiones políticas identitarias que también han colaborado lo suyo en la creación de injustificados complejos de igualdad en cuestiones tan azarosas como el fútbol.

Pensar que un equipo con pocos miles de socios y un estadio para un par de docenas de miles de espectadores como mucho pueda competir de igual a igual con otros que les quintuplican, como poco, es un espejismo que suele tener finales desastrosos. Una cosa es que en un partido pueda darse cualquier resultado, y ahí la grandeza de este deporte, y otra que se espere con desesperación la victoria propia como algo natural ante quien es notable y notoriamente muy superior. Ahí están la engañifla y el mal subsiguiente que han ocasionado algunos mandarines de pueblo a sus fieles. La ruina final de tan descabellados proyectos es el colofón natural de tanta tontuna. En la vida diaria ocurre lo mismo en casi todos los aspectos humanos. Un ejemplo es  el consabido drama de los nuevos ricos en cuanto se les tuercen los vientos.

Este año las diferencias se agrandarán en nuestra Liga. Desgraciadamente nos pareceremos más a la escocesa que a cualquier otra europea. Dos grandes y dieciocho comparsas. Es el resultado, también, de la pésima gestión hecha desde la Liga de Fútbol Profesional permitiendo, cuando no alentando, el injusto reparto de los dineros de la tele. En el desmadre señalado de los filibusteros regionales han sacado partido los caciques de los dos grandes y beben por la parte ancha del embudo.

El resultado final es que los otrora derrochadores serán viveros o granjas de engorde y la hegemonía de los dos grandes acabará con el interés de la Liga. El aburrimiento está servido. Ojalá que la obligada  irrupción canterana lo arregle.            

martes, 13 de agosto de 2013

DE LA INDIGNACIÓN A LA INDIFERENCIA

Hace unos meses tuve la fortuna de poder charlar unos minutos con un gran humanista entre candilejas: el inigualado artista Pedro Ruiz. Fue  en el antiguo cine de Callao tras acabar su actuación. Y realmente mereció la pena.

pedro ruiz

Yo le recordaba, y así se lo indiqué, de cuando se presentó ante el gran público en el Madrid de la Transición, a finales de los 70 y primeros de los 80, haciendo unas interpretaciones personales, que no imitaciones, llenas de sentido de los políticos del momento y criticando con un humor pleno de profundidad las debilidades sociales españolas y las humanas de todos en aquel tiempo de convulsión y esperanza. Y hacía reír y pensar sin complejos de ningún tipo a los tirios y troyanos que tenían el buen gusto de ir a verle y a escucharle sin distinción de ideologías ni condición social alguna. También comentamos su gran programa de entrevistas años después en televisión donde desnudaba también con mucho sentido en primera persona a cuantos personajes de diversa condición se prestaron a ellas. Todo un fenómeno del espectáculo con humor y mensaje.

Aburrimiento

Pero lo que más me impactó, aparte de su aclaración sobre las íntimas y respetabilísimas circunstancias personales y familiares que habían motivado su desaparición pública en los últimos doce años, fue su respuesta a mi pregunta sobre por qué no incluía las parodias a los políticos del momento en su nuevo espectáculo. Y es que me dijo que no contaba con ellos porque sencillamente le aburrían hasta la indiferencia.

Y lo cuento porque se parece bastante a lo que ahora mismo nos ocurre a la inmensa mayoría de los ciudadanos españoles. La diferencia tal vez sea que Pedro Ruiz haya llegado a esa situación desde la contemplación de la gran mediocridad que agujerea las alforjas de quienes dicen representarnos, como también algunos de nosotros, y la gran mayoría hemos llegado desde la indignación desesperante sobre el futuro que nos aguarda con semejante banda de inapropiados, por no decir indeseables, para los puestos que desempeñan.

Espectáculo lamentable

El lamentable espectáculo del debate pasado en el Senado sobre el papelón de Rajoy en el deprimente asunto de los papeles de su hasta anteayer protegido de confianza Bárcenas, abona lo anterior.

Que unos señores teóricos diputados representantes de la soberanía popular, ‘ocupalistas’ de ocasión en realidad por la deferencia del jefe político de turno, se levanten en volandas para aplaudir al Presidente del Gobierno por reconocer que se había equivocado confiando en quien manejaba los dineros de todos los colores de su partido, es una señal inequívoca de todo lo que ustedes quieran menos de honestidad y responsabilidad. Porque de lo confesado por el jefe de los populares no se desprende en ningún momento que se refiriera al manejo de un dinero cuando menos sospechoso de desvergüenza en todas sus variantes, ni a preguntarse públicamente por su origen y génesis, sino a que su error había sido el de confiar en su discreción y espíritu de sacrificio personal en aras de la salvaguarda pública del partido que a todos ellos les mantiene en sus prebendas. Seguramente don Mariano confiaba en lo que su números dos y ahora también en entredicho esta vez por vía marital, la señora Cospedal, había proclamado al destaparse el escándalo: “que cada palo aguante su vela”. Es decir, que el antiguo tesorero se comiera solo el marrón de su desdicha al haber sido pillado con las manos puestas en demasiados millones de euros de cada vez menos dudosa procedencia. El pueblo soberano a quienes los señores palmeros ‘ocupalistas’ dicen representar, si algo tiene claro en todo este lío de corrupción es que esa pasta es una realidad tan oscura como delictiva; con pocas dudas, además.

La irreverente ‘ley’ de Mahoma

Y ha sacado una acertada conclusión desde el más castizo acerbo popular. Como en aquella jocosa ley de Mahoma respecto a otro tema, “tan chorizo es el que da como el que toma”. Empresarios indignos vestidos de ventajistas, tesoreros de partidos devenidos en corruptos, comisionistas golfos varios, políticos pluriempleados o trincones y desvergonzados, etc. Pocos notables se escapan a lo largo y ancho de la sufrida geografía patria. Tal vez los políticos y empleados de los partidos que aún no han tocado pelo, con todas las excepciones que se quieran, o los empresarios que no tienen el relieve suficiente para poder lubricar la máquina de las adjudicaciones públicas; salvando también a quienes sigan teniendo la honestidad por bandera, que  los hay.

Los otros

Pero no sólo era vergonzante ver aplaudir a los sumisos del gobierno, sino que además de ello producía risa lo de los irredentos opositores. Que otros ‘ocupalistas’ se dediquen a aplaudir las intervenciones del señor Rubalcaba, que ha estado en todos los asuntos turbios del PSOE desde aquellos lejanos pero no por ello menos corruptos temas de Filesa, ‘roldanes’, etc, cuando intentaba darle lecciones de honestidad a Rajoy pidiéndole que por tal virtud debía de marcharse, no sólo es cómico sino de vergüenza ajena.

Aparte de regocijarse indignantemente en otro mundo, tienen por tonto al conjunto del pueblo español que los mantiene. Ese pueblo que como decíamos ha pasado de la indignación a una peligrosa indiferencia  con poca marcha atrás que, ¡ojo!, debería preocuparles.

Cómo estará el patio que algunos políticos tienen reparos de acudir a espacios públicos notorios por pura vergüenza o miedo. Y es que no es para menos. Tal es su descrédito que son señalados despectivamente.

Lo positivo

La parte positiva sería que en el futuro se tuviera la noción general de que un político es un servidor público y no un figurón de nada; las figuras deben reconocerse en el sector privado, que es el productivo.  Y como tal debería ser tenido en cuenta, exigiéndole honestidad como primer valor considerable. Y espíritu de sacrificio el segundo, aparte de valía demostrada e imaginación en otras cosas.  

Después, mandatos limitados, al sol si mete la pata y a la sombra si alarga la mano.     

martes, 6 de agosto de 2013

LA LIGA DE LOS DESTAPES

Dentro de unos días empieza la liga en la que se verán muchas de las vergüenzas que acogotan a nuestro fútbol doméstico. Salvo los dos grandes, Madrid y Barça, y la incógnita del Atlético de Simeone con Villa pero sin Falcao, todos los demás intentarán salvar los desvencijados muebles en que han devenido sus estructuras tras años de vino y rosas tratando desmedidamente de emular a los ricos desde su medianía social y mediática. Los Sevilla, Valencia, etc., han pasado de ser compradores compulsivos para igualarse a los dos primeros espadas a tornarse  en vendedores por la necesidad de cuadrar algo sus paupérrimas cuentas. Y todos, como el recién ascendido Villarreal, tendrán que buscar en sus canteras las piezas para hacer unas plantillas competitivas dentro de lo que cabe.

Simeone


Lo de mirar en sus bases es la buena noticia, porque la ruina que asola a la mayoría de nuestros clubes es la palmariamente mala. Otra cosa será lo que piensen sus aficiones y cómo respondan, acostumbrados como han estado a creerse mucho más de lo que son. Ahí tenemos el ejemplo del Valencia, que ha sido una trituradora de buenos entrenadores desde la grada porque no le ganaban la Liga a los dos grandes. Y es que, sus sucesivos dirigentes  han malacostumbrado a unos aficionados para los que las cuentas era lo de menos. Se trataba de vestir el muñeco con fichajes de relumbrón para emular a quienes como el Barça o el Madrid tienen cola de aspirantes a socios además de llevarse más de la mitad de los dineros de la tele.

La grandeza secular del fútbol ha estado en que cualquier equipo podía en un partido ganarle al notoriamente superior, incluso en que se podía ganar una Liga a los dos gigantes si cuajaba una pléyade de buenos canteranos como ocurrió con el Bilbao o la Real hace varias décadas. O hacer grandes temporadas con una base de cantera y algunos fichajes baratos afortunados, casos de los equipos sevillanos o del Español. Ahora bien, cuando se ha tratado de hacer la competencia a los blancos o blaugranas por el dinero de algunos mecenas o de ciertas instituciones, como el mismo Betis o el Valencia, el Coruña o el Villarreal en diferentes etapas y temporadas,  el final siempre es el mismo: la ruina más o menos inminente en cuanto falla el ponedor. Y eso por no hablar de otros equipos de menor cuantía que han pululado por doquier tanto en primera como en segunda división. Estos cuentos de cenicientas siempre acaban igual.

El problema es lo que antes comentaba; los socios y aficionados se han acostumbrado a que venga alguien con los billetes y les haga un equipo al que puedan jalear con aires de suficiencia para que gane a los grandes. Y  traer a esa buena gente a la realidad será duro. Venderles ahora que el dinero siempre es de alguien y que si quieren grandes fichajes deberán pagar los abonos y entradas a precios prohibitivos no me parece una tarea fácil. Decirles que hay que apoyar a los chavales de la cantera para que reforzados por algún descarte de los grandes, como ha sido siempre, es la asignatura que toca estudiar será arduo y bastante complicado. Pero eso es lo que toca ahora por las circunstancias. Y yo añado que afortunadamente, aunque no por la ruina que nos obliga sino por mi creencia en que es lo mejor para todo. Tanto para el espectáculo del fútbol en sí mismo  como para su bien como deporte de referencia para tantos jóvenes. En esta aseveración reconozco que me puede mi querencia por el fútbol joven. Prefiero aplaudir el intento de un chaval con entusiasmo y clase que el logro de una figura en su mejor estado, y no digamos nada del de una mula ‘cansá’ de las muchas que vienen demasiadas veces a los equipos modestos a ganar sus últimos duros engañando a bobos.


Así que esta temporada, junto con las incógnitas de cómo resultarán los dos nuevos proyectos de merengues y culés, el ver cómo andan de vergüenzas canteranas los demás equipos obligados a un destape público por sus malas cabezas anteriores será lo que de verdad le dará interés al campeonato de liga. Ojalá que salgan muchos y buenos chicos de las bases, como ya lo vienen haciendo en los últimos años para el bien de nuestras selecciones, y podamos seguir disfrutando de nuestro deporte  más seguido.             
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