martes, 24 de octubre de 2017

TRISTEZA ERES TÚ, GUARDIOLA


Quiero escribir solo de fútbol, pero como una sustancia pegajosa la tristeza se agarra a mis dedos. Y es que, parece que hasta el verde del césped se haya tintado del gris otoñal que tanto se resiste. 
Esta semana hemos tenido Champions y el Madrid sigue justito, el Barça relativamente romo, dentro de su magnífico inicio de temporada, y el Atlético navega zozobrante entre el pasado guerrillero y el futuro prodigioso que Simeone desea. Nunca son fáciles las mudanzas ni los cambios, y mucho menos los esenciales. De peleón a artista media idéntico trecho que entre ignorancia y sabiduría: errores, inteligencia, coraje y tiempo. Y quizás este año los atléticos deban hacer su travesía desértica, los blancos acostumbrarse a que Ronaldo se acabará algún día y los blaugranas asimilar que sin Messi también cabe la gloria. Solo el Valencia de Marcelino vuela la birlocha imaginativa che con sus gratos recuerdos recientes; de nuevo suena la pólvora festiva en Mestalla.
Pero volviendo al inicio, con la búsqueda de la causa real de su muerte en apogeo, puedo escribir esta noche con Neruda las reflexiones más tristes por uno de los futboleros que admiro: Pep Guardiola, cuando no logro aislarme de cuanto nos rodea por su querida Cataluña. Imagino cómo se sentirán miles de aficionados españoles, muchos nacidos ya tras la democracia conseguida en el 78, que gozaron con su juego y después con su excelsa labor técnica culé, y contrapongo la prudencia de Valverde o la sabiduría de Zidane, quien no carente de ideas manifiesta que solo habla de fútbol en el fútbol.
Hace años que denuncio su deriva política por lo que supone de responsabilidad en lo que sucede y ocurra; en el odio que ya se manifiesta y en la sangre que acarreará. Y no exagero. La historia nos enseña lecciones inolvidables porque nuestras raíces anidan en el pasado; en España hemos tenido muchas desde hace casi doscientos años, y todos esos episodios empiezan ilusionantes y acaban desgarrados. Como decía Maquiavelo, cuando se envenenan las mentes con grandes esperanzas y promesas paradisíacas de los políticos y príncipes de turno, no aciertan a verla hasta que es irremediable la ruina que subyace en su república. Esa que empieza a aflorar en Cataluña.
Anhela Guardiola que el camino emprendido por el PP con el apoyo de PSOE y Ciudadanos no genere violencia, y olvida que una parte alícuota de responsabilidad será suya si tal desgracia ocurriera, precisamente por ser uno de los impulsores mediáticos de la deriva independentista que nos arrastra. Por muy trilladas, no entro en valoraciones de oportunidad, políticas, históricas o simplemente democráticas, que tienen pocos pases cuando se saltan las barreras legales por las bravas, pero sí advierto que eso tiene un nombre: revolución. Y las revoluciones siempre se apoyan en cadáveres. Y no se puede llamar a engaño, ni valen sus pucheros plañideros por tal desgracia, pues añade el de Sanpedor el indudable principio revolucionario de que “la voz del pueblo es más fuerte que cualquier ley”.
Después adorna sus argumentos con la simpleza de que “no hay más civismo que las ideas”. Este absurdo se desmonta con una mirada burda a la historia. El nazismo y el socialismo real o comunismo también eran ideas ilusionantes para millones de ciudadanos alemanes y rusos que suponían en ellas ansiados paraísos terrenales, y generaron decenas de millones de muertos propios y extraños solo en Europa hace menos de un siglo. Como hemos reiterado, en España y en Cataluña tampoco andamos huérfanos de experiencias parecidas. Y las sufrieron antepasados de todas las extracciones sociales e ideológicas: carlistas, republicanos, monárquicos, anarquistas, marxistas de diversas obediencias y credos, derechistas, empresarios, sindicalistas, burgueses, religiosos, intelectuales, universitarios, juristas, militares, periodistas, policías, separatistas y nacionalistas, ricos, pobres, mujeres, hombres, ancianos y niños; los autollamados luchadores por la libertad y sus contrarios, con cuantos muchos matices caben; militantes y voluntarios, llamados obligatoriamente a filas o que pasaban por allí. Todos yacen ahora en la memoria del tiempo. Y sería aleccionador escuchar sus voces sobre aquellas utopías y realidades, o imaginarlas. No es difícil.
Finalmente, mi admirado por tantas razones, Guardiola, asegura que el sábado fue un día triste para Cataluña, para España y el mundo. Y desde mi acongojado cornijal murciano en estas horas inciertas, que tan bien versara nuestro Vicente Medina, y con su cansera, me atrevo a emular al sevillano Bécquer para decirle abonico, por corresponsable y decepcionante para tantos: tristeza eres tú, Guardiola.


lunes, 16 de octubre de 2017

MADRID JUSTITO, BARÇA ROMO Y SIMEONE


Porque sin gol no hay nada. Y tampoco sin liderazgo. Quizá sea el resumen de lo vivido este fin de semana y el mejor epítome de nuestro tiempo.
El Madrid, sin los goles de Ronaldo, navega difuso por esas aguas que siempre le distinguieron: calidad y lucha. El Barça vuela con las alas de su omnisciente posesión, pero cuando le faltan las dianas de Messi lo hace en círculo buitrero y sin ambición tramontana, más allá de los excelsos detalles de sus centrocampistas. Y el Atlético de Simeone debe aprovechar al máximo sus escasas ocasiones de gol, fiel al estilo del gaucho argentino: arrancadas de caballo pampero y redil cubierto. Por eso repescaron a Torres, que evidencia los estragos del paso del tiempo, y no han parada hasta retornar al pistolero Costa, quien después del cañonero Falcao ha sido su mejor delantero en los últimos años; para acompañar al imprescindible artista Griezmann.
Los blancos y culés disfrutan en los últimos diez años de lo mismo que los aficionados: uno de los mejores goleadores históricos: Cristiano, en mi opinión el mejor; y del mejor jugador del mundo, Messi; equiparable a Pelé o Maradona, dejando aparte en ambos casos a los prototipos de futbolistas totales: Di Stéfano y Cruyff. Sin ser comparables, tal vez más los dos argentinos bajitos, son futbolistas cuya aportación cambia radicalmente a sus equipos. El Madrid sin el portugués es un buen equipo sin gol y el Barça sin el rosarino lo mismo. Igual que el Atlético sin Griezmann sería un equipo vulgarote, por muchos detalles asombrosos que alumbren Saúl, Koke y compañía.
Era sintomático ver a Simeone cabrearse hasta el paroxismo cuando cualquiera de sus jugadores perdía un balón dividido, sabedor que ahí radica el espíritu de su equipo. Es su forma de entender el fútbol. Y curioso ver a Zidane patear al aire cuando sus jugadores no acertaban de cara a la portería alguna ocasión manifiesta. También es su carácter competitivo y conocedor de que en la eficacia ante el gol reside la piedra angular de su proyecto. Valverde, al contrario, denota ser un estudioso del juego por el aspecto calmo de su semblante ante cualquier incidencia en el campo. Demuestra ser concienzudo en sus planteamientos aunque a veces despiste con sus decisiones. Sacar el sábado de inicio en el magnífico estadio atlético a André Gomes y mantenerlo hasta el final, cambiándolo de banda cuando decidió percutir por la derecha con Sergi Roberto y Deuloféu, lo que a la postre le dio el empate; denota que más allá de su columna vertebral: Ter Stegen, Piqué, Umtiti, Busquets, Messi y Suárez, no se casa con nadie para superar con evidente éxito la pérdida de Neymar y sus filigranas. Por donde ha pasado dejó buena huella y en el Atletic de Bilbao hizo el doctorado que ahora le encumbra en uno de los cuatro o cinco mejores clubes del mundo. Sin lugar a dudas Valverde es un excelente técnico, y a poco que le deje trabajar en paz el siempre convulso entorno blaugrana puede marcar época. De hecho, pocos apostábamos por la marcha actual en la Liga de su equipo tras la debacle de este verano ante el Real Madrid y los acontecimientos del primer process que puso a Barcelona en el mapa del mundo: el vodevil Neymar.
Aunque todavía genera dudas en algunos, pienso que Zidane es un técnico tan valeroso como metódico, y todo un líder; la alineación en Getafe lo manifiesta. Estar a siete puntos del Barça y dejarse en casa o en el banquillo a Casemiro, Modric e Isco,  supone que es el primer convencido de que sus rotaciones son la clave del éxito que le acompaña, y que no va a renunciar a ellas por muchas urgencias que le asedien. Y hace bien, pues no hay otro camino para mantener enchufados a todos los componentes de la joven plantilla que atesora; tan jóvenes como ya figuras. Quien desea ejercer su liderazgo en cualquier actividad muere con sus ideas si es necesario. Y el francés, más allá de la elegancia en todo, quiere ser incontestable en sus planteamientos competitivos.
Igual que Simeone y lo mismo que apunta Valverde desde un perfil más bajo, de momento. En el fútbol, goles y liderazgo van de la mano. Simeone consiguió desde el principio bajar el foco de su club al césped, Zidane enseguida con mucho mérito y Valverde ahora. Ánimo, porque su suerte será la nuestra.    

  

martes, 10 de octubre de 2017

DE LA ÉPICA A LA PATÉTICA


Pasando por la estética y por la antitética. Algo de todo eso se mueve en torno a la Selección de Lopetegui. Los futbolistas españoles que ha seleccionado son muy buenos; parejos a su criterio y dirección técnica, y a la vista están sus resultados. De nueve partidos oficiales, ocho victorias y un empate, precisamente a domicilio ante Italia, la segunda selección más galardonada a nivel mundial tras Brasil, y el objetivo de ir a Rusia cumplido.
Una estética también similar al juego que han ido mostrando en la  mayoría de esos partidos. Tanto que nos hace recordar los mejores momentos de nuestra selección de hace unos años, cuando por fin nos quitamos las telarañas históricas que empobrecían nuestras vitrinas desde aquel lejano triunfo en la Eurocopa del 64 ante Rusia en el Bernabéu, con el celebrado gol cabecero del zaragocista Marcelina a Yashin, o la Araña Negra; el único portero que ha conseguido un Balón de Oro. El sistema de juego implementado por Luis Aragonés y continuado por Del Bosque, el del toque de los pequeños o tikitaka, asombró al mundo futbolero hasta convertirse en un referente a imitar por los otrora tan envidiados por triunfadores, con Alemania a la cabeza.
Lopetegui ha recuperado el nivel conservando una columna vertebral veterana de aquellos laureles, con Ramos, Busquets, Piqué, Silva, Iniesta, Alba y Reina en el banquillo, y poniendo a su misma altura a otros que promocionó en las inferiores como Isco, Thiago, De Gea, Sergi, Illarra, Deulofeu, Morata, Saúl —ojo al atlético, Carvajal, Azpilicueta, Viera, Rodrigo, Monreal, Kepa y Koke, más las refrescantes aportaciones de los Costa, Aduriz, Asensio, Aspas o el novísimo descubrimiento Odriozola. Una selección con infinidad de posibles combinaciones, como hemos visto, para volver a asombrar al mundo; la eficacia general, la goleada a Italia y los primeros treinta minutos contra Albania son las muestras que nos hacen soñar. Práctica y estéticamente insuperables.
Y pasamos a la ética. El seleccionador lo ha sido en forma de dedicatoria y agradecimiento público a quien lo nombró tan acertadamente, el ahora ensombrecido Villar, cosa que no ha gustado en muchos ámbitos. Pero a él, como ya dijimos, le honra, por mucho que don Ángel María se haya ganado a pulso su esquinada situación. Y se la ha labrado porque permanecer tantos años en cualquier cargo de representación es antitético con la ética; la historia nos demuestra que de ahí a la golfería hay poco trecho. Y mucho más cuando se hace de tal puesto una profesión o modo de vida. Asistimos al derrumbamiento de una maraña vergonzosa de favores debidos, nepotismo, venganzas barriobajeras y trinques generalizados en torno a la Federación Española de Fútbol y a varias de sus delegaciones territoriales. Y es que, llegar a puestos de tal envergadura con lo puesto, permítanme la licencia, hace que nadie quiera irse de ellos ni con agua hirviendo. Y  menos aún cuando las compensaciones económicas que perciben sobrepasan en mucho las que serían apropiadas a los currículum de muchos de ellos. Y si además se padece orfandad ética, el inimaginable sueldo se queda hasta corto y hay que sisar más de donde sea con tanto descaro como osadía civil o criminal, que glosaría el llorado Luis.
Y la patética llega cuando el defenestrado Villar suplica desde su todavía purgatorio que no le quiten el sueldo aunque le hayan quitado las funciones, porque increíblemente parece que anda justito después de casi treinta años de sueldazos y mamandurrias diversas. Como decía un viejo amigo, “Señor, si me has quitado la fuerza, quítame también las ganas…”. Como patéticos parecerán sus émulos regionales, si le imitan también en eso, que se vean imprevisoramente sin los remedios económicos que les hacían ir de potentados y hayan de volver a sus anteriores desiertos. De mis soledades vengo y a mis soledades voy, que versaba el sin par Machado; llegar a ciertas edades tan ligeros de equipaje debe ser tan tristón como el poema del genial sevillano.

Esperemos, y sería lo deseable, que cuanto cuentan y se va sabiendo de las corruptelas federativas sean las menos —personalmente nada me agradaría más, por la Murciana—, pero que a su cuenta cambien tanto esas estructuras futboleras como el modo de acceder y permanecer en ellas. A ver si tales carguicos fueran por menos tiempo y limitados, y se ejercieran con transparencia, limpieza y verdadera democracia participativa de sus estamentos. La ética y estética del fútbol lo agradecerían.       

lunes, 2 de octubre de 2017

EL REFERÉNDUM ANARQUIZANTE DE GUARDIOLA Y PIQUÉ


Supongo que nuestros lectores disculparán que hoy no hablemos de fútbol. Jugar a la pelota es una cuestión menor comparada con el compendio de disparates que la pretendida consulta popular nos endilga. 
Contemplando el panorama sería fácil pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero no es así.  Es cierto que ni Puigdemont y sus secuaces podían aspirar a más, con la mano corrupta de Pujol meciendo la cuna vía Mas, ni el dontancredismo de Rajoy y los suyos a menos, pero el virus independentista empezó a incubarse muchos años antes con la insensata cesión de las políticas educativas a los diversos reinos de taifas que nuestra Constitución instituyó. Y ahí están todos nuestros gobernantes desde la Transición; ¡todos! Las Autonomías son buenas para acercar las decisiones a los ciudadanos, pero dejarles tergiversar la historia y encumbrar los costumbrismos, la cultural local y los hechos diferenciadores, como la lengua,  sobre todo lo que une a los españoles se ha revelado rematadamente malo. Ahora hay varias generaciones de catalanes y vascos, por citar las más extremistas, educadas en lo que se denomina hispanofobia. Y para esos millones de ciudadanos menores de cuarenta años, o mayores radicalizados, no hay vuelta atrás. Es más, con cada paso que dan sus enloquecidos dirigentes hacia el señuelo separatista la fobia antiespañola da lugar al odio. Y claro, se está generando el movimiento pendular contrario entre extensas capas de españoles de los demás territorios. Eso es lo preocupante. Y el fútbol no es una excepción.  
El problema no está, por citar a personajes señalados, entre Piqué y Ramos, que fuera de los focos se las toman sin tensiones, ni entre el barcelonista Guardiola con su independentismo en ristre y el merengue Nadal con su españolismo a flor de piel, que también se aprecian y admiran mutuamente, sino que trasciende a miles de aficionados que acabarán a palos por la calle.  Y al final, un buen número de desgraciados pagarán las culpas de unos y otros. Eso es lo que no miden, o les da igual, los cantamañanas que encienden la mecha de los despropósitos que lloraremos.
Los culés citados y otros como Xavi y Pujol ocultan que el derecho a decidir que reclaman está contemplado en el Estatuto catalán y en la Constitución española, que votaron el noventa y tantos por ciento de catalanes, o quizás les hayan engañado. Deberían aprobarlo dos terceras partes de sus parlamentarios autonómicos y llevarlo al Congreso para que otros dos tercios de los diputados nacionales aprobaran un cambio en la Constitución que posibilitara sus anhelos. Eso se llama democracia y lo que ellos plantean es tan ilegal como disparatado; un golpe de estado popular. Ninguna nación seria contempla un mecanismo tan simple para romper su unidad porque, llevado al extremo de que cualquier parte pudiera hacerlo cuando y como quisiera, sería el camino más directo hacia la anarquía y la desaparición del concepto de Estado de Derecho. Nadie estaría seguro nunca de nada porque desde las leyes a los municipios, las regiones o la propia nación, hasta los derechos más elementales de cualquier persona o sociedad estarían siempre al desamparo de los deseos que en cualquier momento se le antojara a un grupo determinado con poder de agitación; la anarquía.  Para contrarrestar tal disparate existe el poder legislativo que votamos libremente cuando toca; la democracia. Esa hermosa bandera que desde la ignorancia, la maldad o procelosas intenciones enarbolan los Piqués y Guardiolas irresponsables, con los Oteguis terroristas al acecho. Porque en Cataluña, salvo los de la CUP, que lo son y no lo esconden, nadie se proclama anarquista. Ya provocaron los radicales de entonces una guerra dentro de la Guerra Civil con miles de asesinados, torturados y desaparecidos, sobre todo en Barcelona.
Así que aun comprendiendo ciertas razones básicamente económicas, comentadas con respetables amigos catalanes partidarios del malhadado referéndum,  para cuya solución existen cauces democráticos indudables; que no le extrañen a Piqué los pitos. Habiendo defendido siempre que mezclar el fútbol con la política es absurdo, llamando inoportunos al excelente central de la selección y al extraordinario técnico Guardiola por lo que representan; ahora manifiesto apenado que por coherencia deberían abandonar la camiseta de España uno, y el deseo expreso de entrenar algún día a nuestra selección, el otro. Y no por falta de capacidades, que les sobran, sino por irresponsabilidad manifiesta rayana en la criminalidad.
La semana que viene solo fútbol; esta, por hartazgo, tocaba un desahogo.

   
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