lunes, 30 de mayo de 2016

DE CASEMIRO Y DE PENALTY
Antiguamente se moría en la huerta de cinco causas diferentes: de repente, de trastorno, de dolor miserere o de paparajote, cuando no te apagabas como una velica; ahora, ventajas de la globalidad, solo de dos: de que fumaba o de ¡qué raro! Y al Atlético de Madrid se le han juntado dos plagas para morir con crueldad en Milán: Casemiro, y dos penaltis, al margen de su mala suerte habitual. Y lo más preocupante es que sus sufridos aficionados piensan que son portadores de la enfermedad del pupas: mala suerte congénita, como apuntó mi primo José María; mientras que Pepe Cuenca acertó la necesidad de cambiar a Benzema y nuestro ilustre y baloncestista Gras, con quienes vi el partido, se  asombraba de la rapidez con que jugaban ambos equipos dentro de su intensidad.
Lo de padecer a Casemiro es algo que engrandece a Zidane. Desde hace dos años venimos reiterando que el Madrid jugaba sin medio centro porque Kroos, buen jugador, no ejerce de tal. Y por fin, tras el amago infructuoso de Benítez de apostar por el brasileño, don Zinedine ha impuesto su prestigio para hacerle titular indiscutible. ¿Dónde se meterán ahora quienes lo ninguneaban con descaro: Maldini, Robinson y su monaguillo narrador del Plus, entre otros?  El resultado ha sido la undécima Copa de Europa y el nacimiento de una estrella. Si sigue apostando por él y sin ser un dechado de virtudes, que adquirirá con continuidad,  Casemiro será el medio centro del  Madrid y de la selección brasileña, ¡ahí es nada!, por muchos fichajes que hagan los blancos para reforzar esa estratégica posición. El cuasi canterano merengue –vino jovencísimo para el Castilla desde el Santos, donde había sido ya internacional- dio un recital en la ajustadísima final: anticipación, visión de juego, pierna fuerte, cabeza, colocación y hasta llegada; suyo fue el primer casi gol madridista a los pocos minutos de juego y se atrevió a tirar a puerta desde lejos, amén de llevar siempre peligro en las jugadas a balón parado. El joven brasileño se ha convertido en el seguro del Real Madrid. Y enfrente tuvo en Gabi otro jugadorazo, que llevó en volandas el juego rojiblanco, por el que no parecen pasar los años. Su enésima demostración de gran nivel, al que bien haría  Del Bosque en seleccionar; lleva cuatro años siendo el referente del fenómeno atlético con Simeone.
El penalti fallado por Griezmann, así como el malogrado por Juanfran, se sumarán a los recuerdos luctuosos de los atléticos, junto al gol que se tragó desde lejísimos Reina en la final del 74 frente al Bayern y el que le marcó Ramos en Lisboa a pocos segundos de poder levantar su primera  Copa de Europa. El central madridista, por cierto, protagonizó también la tercera pata de la mala suerte congénita del Atlético el sábado. Su gol fue un fuera de juego que se tragaron los excelentes árbitros ingleses, pero el sevillano hizo otro extraordinario partido en Milán. Junto al nobel Casemiro, se echó en su veterana espalda al equipo cuando peor lo pasó, en un verdadero ejercicio de líder sobre el terreno de juego. Destacar también la sorprendente facilidad  de los jugadores de ambos equipos para marcar sus penaltis en la fatídica tanda decisiva tras la prórroga, y la curiosa intranscendencia de los excelentes porteros, Navas y Oblak, que no vieron ni uno; solo el costarricense adivinó por dónde iba el que estrelló en el palo Juanfran, antiguo extremo que el eficientísimo Simeone ha reconvertido en lateral internacional, igual que ha recuperado dos veces a Filipe Luis y ha hecho figura a Saúl; los tres, por cierto, canteranos madridistas.  
Los llamados a ser estrellas del partido, Ronaldo, Bale, Griezmann y Torres, pasaron también con poca gloria. Si acaso los primeros veinte minutos del galés y los ratos en que el francés bajaba al medio campo para poder tocar algún balón. A Cristiano, sin embargo, le cupo la gloria de marcar el penalti decisivo y poner rúbrica a una extraordinaria temporada que le llevará, salvo sorpresas en la Eurocopa, a ganar el inminente balón de oro del año 2016.
Zidane se ha ganado a pulso su continuidad, afortunadamente para el Madrid, y disipa de momento las maniobras presidenciales que ya tejían la trama de un posible sustituto.

Y Simeone, triste y sincero, deshoja una inesperada margarita para seguir o marcharse. Una lástima porque, junto al justo campeón, en la intensa noche primaveral lombarda brilló un injusto perdedor.           

lunes, 23 de mayo de 2016

APOTEOSIS DE LA INDIGNIDAD
Escribo estas líneas antes de que se juegue la final de la Copa del Rey, por obligaciones del horario de cierre y encaje de las páginas del periódico, como todas las semanas; y supongo que se pitará a Felipe VI y al himno nacional, y que el estadio se llenará de esteladas en la ubicación de los barcelonistas, propiciando – y que quede solo ahí- una guerra de banderas. Nadie del Barça llamará al respeto institucional, aunque sí se dieron prisa  en denunciar en el juzgado la desafortunada prohibición de la señora Dancausa, delegada del gobierno en Madrid. Así como también, en una tan hipócrita como cobarde interpretación partidista de la libertad de expresión, desalojaron del Nou Camp a un aficionado madridista que osó, legítimamente, ir al estadio con una camiseta merengue. Si en Barcelona exigen, y con razón, que se defienda la libertad, con la misma fuerza deberían haber defendido en su propia casa al aficionado que pagaría su entrada. Pero claro, lo facilón es ir a favor de la corriente propia aun a costa de la dignidad. Esa atributo de bien que los cobardes olvidan cuando van en manada o defienden sus desvergüenzas.  
Estoy en contra de cualquier prohibición de las libertades públicas e individuales, por eso creo que fue un error clamoroso la prohibición gubernamental de las esteladas, pero con la misma claridad argumento que es inadmisible la impune falta de respeto a las instituciones nacionales por parte de nadie. Ahora bien, otra cosa es la flagrante irresponsabilidad de unos: los que nos insultan a casi todos con su actitud provocativa;  y de otros, más grave aún: los que teniendo el poder legítimo no lo ejercen para evitar tales situaciones. El asunto no debe ir de prohibiciones coyunturales, sino de reglamentaciones estructurales. Si se tipificara en la normativa de la RFEF que cualquier acto en contra de la soberanía nacional tendría determinadas consecuencias, bastaría con aplicar lo establecido sin que a nadie le temblara la mano y sin contemplaciones.
El año pasado escribimos aquí, con motivo de lo mismo, que debería sancionarse con firmeza al club que consintiera actos por el estilo. Si al Barça y al Atletic de Bilbao se les hubiera impuesto varios años sin jugar la Copa del Rey, en la que se participa libremente; porque desprecian al Jefe del Estado y a España como nación, por lo que desprecian a treinta y tantos millones de españoles, nos ahorraríamos espectáculos como el que vivimos entonces y como se habrá vivido este domingo en el Calderón. Quizá les parezca exagerado a algunos, pero hay cosas con las que no se debe consentir que juegue nadie, sea quien sea, de donde sea y se llame como se llame. Pero claro, el estilo pastelero de la federación de fútbol, que ya se vio cuando el mismo Barça se negó a jugar una final de esta misma competición hace tiempo y no pasó nada, igual que cuando lanzaron objetos de todo tipo – botellas y hasta cabezas de cochinillo- y tampoco ocurrió nada, acarrea estos desmanes. ¿Qué hubiera sucedido con cualquier otro equipo o estadio de menor importancia? Ustedes mismos. Y es indignante por injusto, desigual y caciquil.
Los lectores de esta columna saben que no somos partidistas, y que no hemos regateado elogios al Barça año tras año en base a su magnífica trayectoria, y a sus profesionales; igual que a la propia Federación por sus éxitos internacionales, incluso uniendo ambas entidades en un estilo de juego diferenciador y  grandioso, pero hay situaciones bochornosas ante los que es inevitable rebelarse por su indignidad, en la que nos sumen a los aficionados que vemos el fútbol exclusivamente como es: un espectáculo deportivo que concita emociones.
La politización del Barça es un ejemplo paradigmático de lo que nunca debió ser, consentida y propiciada por sus dirigentes, cuando no alentada; y la política de compadreo y clientelismo que Ángel María Villar lleva decenios imponiendo en la Federación es tan lamentable como vergonzante, si es que hubiera dignidad en sus mandos.
A muchos se les llena la boca de libertad e igualdad, pero el problema está en lo mucho que mienten, en los estropicios que generan, en lo que se aprovechan para sus egoísmos, en los enfrentamientos que originan entre demasiados inocentes y en la peste de su aliento.

Quienes amamos la libertad propia, debemos defender con idéntica fuerza, ¡y sin complejos!, el respeto a la ajena y la inflexibilidad con quienes la violan.

martes, 17 de mayo de 2016



Y ESTE CUENTO SE ACABÓ

Todos los relatos que cuentan historias humanas se parecen; tienen principio, desarrollo y final, y algunas, las que aspiran a ser constructivas, contienen mensajes diferentes que desembocan en un corolario a modo de resumen edificante.
En el fútbol se concitan aspectos  tremendamente humanos, como en todo deporte o actividad que implique superación personal, junto a singularidades sociales y económicas al margen de las individualidades.  Y desde tales realidades podemos hilar un relato amalgamador de la Liga 2015/16.
El Barcelona es el campeón porque aprovechó con más regularidad  sus buenos momentos y esquivó con eficacia los malos. Ha sido más eficiente, en definitiva. Luis Enrique, seguramente en su última temporada como técnico barcelonista de esta época, que se refrendará con la Copa del Rey para conseguir un doblete menor viniendo de donde viene, ha jugado bien sus bazas también menores porque todos sabemos quién manda en realidad. Y así, mediante un pacto tácito con el capo Messi y su entorno, donde también han tenido cabida Neymar y Suárez, ha ido dosificando al resto de la plantilla como verdaderos actores de reparto de la obra culé. Ver a Messi hacer lo que le ha dado la gana en el campo durante toda la temporada es apto para un técnico menor, cosa que no casa con el carácter volcánico del asturiano. Ni con su aspiración de que le respeten tanto los futbolistas a sus órdenes como sus dirigentes institucionales. Eso es lo que consiguió su líder Guardiola, que también dejó el carro cuando se percató de que el mejor futbolista del mundo, Messi, que él ayudó a crear, se había encaramado a la burra y ya nadie podría bajarle de ahí, para menoscabo de su autoridad como técnico del Barcelona. Así que punto y final también para Luis Enrique. Y se irá con un doblete nacional ganándole al Sevilla el próximo domingo, para dejar el pabellón a la altura de sus ambiciones, en busca de otro lugar en El Dorado del mejor fútbol mundial. Allí donde pueda ejercer con prestigio – un grande europeo-, sin nadie que ose discutir sus rotaciones, por ejemplo. El ejemplo de su admirado Guardiola es emblemático para él. Ha mandado en el Bayern con notable éxito por encima de todo y de todos, dejando atrás al Barça de sus amores, aunque no haya reinado en Europa.
En el Atlético pintan oros para Simeone. Todo pasa por él y su continuidad, porque es de reconocimiento general que es el verdadero artífice del mejor Atlético de la historia. Y si ganara la Champions al Real pasaría por encima de Luis Aragonés en el imaginario colectivo más icónico de la afición colchonera. Otro ejemplo para el fútbol, como lo es Cruyff para el barcelonismo o Di Stéfano para el madridismo. Y a su mismo nivel, no como el rey menor que es Luis en la historia de las monarquías de los clubes patrios, quien sin embargo si es un rey mayor en la de la selección: siempre se dirá que la mejor historia nacional empezó con el de Hortaleza a los mandos.
En el Madrid todo es diferente. Sobre los blancos brilla ahora un astro que ha tratado por todos los medios de nublar a los históricos: Santiago Bernabéu y Alfredo Di Stéfano. Y lo ha hecho haciendo gala de su incuestionable inteligencia: haciéndoles brillar desde su verbo reverencial, al primero, y mostrándo a su lado al segundo, con el rango honorífico que más lustre le daba a su presidencial figura. Grande don Florentino, que además se hacía aparentemente  pequeño, engrandeciéndolos, incluso desde su voz de curica aplicado en humilde parroquia. Ni el Real Madrid es pequeño ni su ambición tampoco. Corren paralelas las dos imágenes en la nube futbolera mundial; ahí está su brillante estrategia.
Y ahora, siguiendo el discurso en el que alberga sus objetivos, se ha rodeado de otros dos iconos blancos: el inigualable Gento y Zidane. El primero fue ídolo de generaciones de madridistas y futboleros de la más diversa devoción, entre quienes me incluyo, y el segundo es sinónimo de excelencia y elegancia. Ambas figuras son tan incontestables como el actual presidente blanco anhela.
Con la final de la Champions se cerrará la temporada de clubes en Europa, de la que ya hemos escrito y pronosticado, y enseguida empezará la planificación de la próxima. Zidane y Simeone continuarán y Messi seguirá mandando en el Barça.

Ahora toca Del Bosque. Ojalá pueda continuar; significará buenas noticias desde Francia.

viernes, 13 de mayo de 2016

LOS PRONÓSTICOS TIENDEN A CUMPLIRSE
Aventuramos que los dos equipos madrileños estarían en la final de Milán, incluso la forma en que se podría producir tal eventualidad, y en San Siro estarán ambos con la orejona como objetivo. El fútbol le debe una al Atlético y es muy posible que a la tercera vaya la vencida para su primera; otro pronóstico.
El partido de Munich entre los de Simeone y los de Guardiola  fue digno de una semifinal de Champions. Intensidad, anticipación, juego, rapidez, táctica y suerte fueron los ingredientes. El Bayern dispuso del balón y del dominio pero le faltó suerte; que Müller falle un penalti que hubiera puesto a su equipo en franquía lo demuestra. Y que Griezmann aproveche la única ocasión clara de su equipo, aparte del penalti postrero fallado por Torres, es la muestra de lo que decíamos la semana pasada: es tan difícil hacerle dos goles al Atleti como que ellos no hagan uno. Y el guión lo fueron desarrollando los gladiadores colchoneros de Simeone tal y como era previsible. Igual que hicieron los metódicos alemanes de Guardiola. Un partido con muchísimos méritos del Bayern para pasar, pero con el más que previsible corolario del pase a la final de los de la ribera del Manzanares. Un equipo que anda ahora el camino de los desquites –Valdano dixit- mucho más fuerte que hace dos años, cuando pudo y debió ganar la final de Lisboa aunque llegó agotado, y que llegará a Milán, salvo accidente, sin novedad en cuanto a lesiones.
El Real hizo un partido flojo contra los ingleses de Pellegrini, que parecían un equipo de casados de las fiestas de los pueblos, como bien definió mi amigo y “Pavo de pro” Carlos Peñalver. Con Touré pasado de kilos en el eje, el chileno no se atrevió a meterle mano a los blancos colocando al belga De Bruyne por el centro por detrás de Agüero, que desesperado de no tocar balón bajaba al medio campo para intentar algo de provecho. Sin Casemiro, la ocasión era clara para hacerlo, aparte de sacar antes a Sterrling por la banda de Carvajal y desequilibrar a un muy entonado Kroos, además de descentrar a los centrales blancos, que taparon al delantero argentino sin otras tareas que hacer; Marcelo no subió como acostumbra para sujetar bien al sevillano Navas, el único que logró desbordar por su banda un par de veces. Y así, el juego de veteranos, que fue lo que pareció el partido, se fue consumiendo entre los nervios de los aficionados blancos, que empezaron a pedir la hora cuando faltaba casi toda la segunda parte. Un espectáculo penoso.
Por eso, de no cambiar mucho las cosas, llevará razón Valdano cuando habla de que el Atlético acabará su temporada de desquites ganando su primera Copa de Europa, por mucho que le pese a un sujeto que se auto titula  “el penúltimo Raulista vivo” y atiende por Juanma Rodríguez en algún medio de comunicación. Presume de “mourinhista” y “antivaldanista”, y no es más que un vocero de lo más rancio del forofismo blanco con tintes “florentinianos”, entre Roncero y Pedrerol; lamentable.
¿Qué el Real Madrid siempre es favorito? ¡Pues claro, faltaría más! ¿Y que desde que Zidane – excelente apuesta de don Florentino- ha equilibrado al equipo con un medio centro lo es aún más? Sin ninguna duda, pero se me antoja que los atléticos llegan en mejor forma y a los merengues les lastran las preocupaciones de Cristiano, sobre todo, y de Benzema. Es lo mismo que les ocurrió en Lisboa a los de Simeone con Diego Costa. Ojalá no suceda lo mismo y puedan disputar el grandioso duelo todos los futbolistas de las dos escuadras madrileñas. El fútbol lo agradecerá, así como el fútbol español presume de tener a tres de los cuatro mejores equipos de Europa disputando las finales continentales.
En cuanto a la Liga, el Barça, que tuvo una pájara peligrosa tras perder con el Madrid junto a la Diagonal, ha enderezado el rumbo y ya solo le queda una visita turística a la Alhambra para ser campeón merecidamente, que será lo más probable, una vez que los granadinos no se juegan nada; una vez más, milagroso Quique Pina, y enhorabuena por ello.
El Atlético perdió contra el Levante, contra pronóstico, y el Madrid ganó con muchos apuros al Valencia; demasiados, y gracias a un espectacular  Casilla. La mejor noticia para los blancos, en todo caso, es la aparente recuperación de Cristiano.            


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Web Analytics