lunes, 31 de octubre de 2016

DEL FÚTBOL A LOS RUFIANES DE RUFIÁN


Hoy tocaba hablar de que la columna vertebral del Barça no son Messi, Suárez y Neymar sino Busquets, Iniesta y Rakitic, en su sitio; contra el Granada se evidenció su falta aunque tuvieron en Sergi Roberto su hombre para todo y en Rafinha la solución brillante del problema.
Y del jugadorazo inventado por Simeone en el belga Carrasco, en su tan interminable como brillante labor técnica,  amén de ese dúo ganador que ha amalgamado con Griezman y Gameiro, al que ha sabido gestionar su tiempo.
O de la afortunada vuelta al gol de Cristiano y la insistencia de Morata en hacerse titular con goles, y de la indisimulada alegría que se dibuja en Zidane cuando un joven hace algo grande, como el golazo en Copa de ese suplente de lujo que es el también canterano Nacho.
 Y del error de llamar pinchazo al empate del Sevilla de Sampaoli y Lillo en Gijón ante un excelente Sporting, cuando es un paso más en su envidiable trayectoria, otra vez reinventados por Monchi; el mejor gestor deportivo español en décadas, o desde siempre.
También de reseñar la diarrea mental que asola a ese personajillo en que deviene Tebas cada vez que se sale de su papel institucional y entra en charcos inapropiados. Una vez que los comités correspondientes actúan, el presidente de la Liga estaría callado más bonito que un San Luis. Lo que  piense de las provocaciones de Neymar, en lo que coincidimos muchos, debería ser charla de café en lugar de opinión pública como máximo dirigente de ‘todo’ nuestro fútbol profesional. Así, el victimismo en el que se envuelven los dirigentes culés, tan hipócrita como llorón cada vez que alguien se mete en su patio, con o sin motivos, queda en evidencia como argumento cuando les faltan otros. El falaz “Madrid nos roba” tiene quien le copie.
Igualmente, y  metiéndome donde todos saben que no entro por razones obvias, sería apropiado terciar en la mala gestión que ha hecho alguien del Real Murcia con el derbi del domingo frente al Cartagena. Y miren que lo siento porque valoro mucho los esfuerzos de sus directivos, algunos de los cuales conozco y gozan de mis simpatías personales, para sacar adelante ese difícil barco, por haber afrontado algo por el estilo hace más de veinte años. Pero hay que ser muy torpe para hacer coincidir su horario con el del UCAM-Oviedo en la Condomina, perdiendo quizás la venta de algunos cientos de entradas, cuando no algún millar. Y lo mismo con permitir el enrarecimiento de las buenas relaciones que, al parecer, mantenían los granas con los dirigentes murcianos del “Efesé” hasta pocas horas antes del encuentro, a quienes también aprecio personalmente y pondero por su enorme trabajo.
Pero todo esto, y el propio fútbol, ha quedado disminuido y hasta relativamente lejano en esta sombría tarde del sábado en la que escribo la presente columna, tras escuchar a un impresentable que se sienta en las Cortes de todos los españoles; un tal Rufián —nunca más apropiado un apellido—. Un elemento ruin que avergüenza aún más, si cabe, a la clase política muy a pesar de muchos de ellos. Este individuo, al que llamo desde aquí mal nacido por lo que supone de peligro para la convivencia nacional, y tenemos experiencias sangrientas recientes y lejanas como para que tal calificación no sea nada exagerada, y los otros rufianes que le aplauden y jalean; no merecen estar donde están. Ni la inmensa mayoría de ciudadanos españoles, tanto los que se sienten como tales como los que no y piensen como piensen, merecen tampoco tener que soportar a gentuza de esa calaña en ninguna tribuna pública, y menos cuando, además, viven de nosotros. Deberían estar chapoteando en el estercolero de sus miserias y complejos en lugar de esparciendo los odios, rencores y revanchismos desnortados que anidan en sus almas negras contra una sociedad que les ha posibilitado sus estatus y enormes posibilidades de crecimiento personal y social. Realidad que trajeron muchos miles de ciudadanos en tiempos difíciles, sin arrugarse, cuando hablar de libertad y democracia sí era valiente. Ahora, lo suyo es la cobardía infame del provocador en manada contra pacíficos, cuando no contra fantasmas de los que ya no pueden temer nada.

Viéndolos en la sede de la soberanía nacional cabe preguntarse cómo hemos llegado a esta situación, y, lo que es peor, ¿hasta cuándo durará?  ¡Qué falta de…! (añadan lo que quieran)   

domingo, 23 de octubre de 2016

DON "BILLETINO" PÉREZ


Aquí, los cuartos son los que mandan, vino a decir don Florentino a los socios madridistas para justificar que, según su inapelable y omnímodo criterio, el Real Madrid no necesita un director deportivo. Escuchándole, cualquiera puede entender que son sus billetes los que tienen vara de mando, pero el dinero que maneja este hombre orquesta no es suyo. Y por ahí empiezan los matices y algunos de sus desvaríos. Los suficientes para celebrar el irónico hallazgo de que ha logrado convertirse en el mejor presidente en la historia…del Barcelona.
Bajo la presidencia del señor Pérez el Madrid ha ganado tres Ligas, tres Champions y dos Copas del Rey, aparte de otros ocho títulos de menor enjundia. Y en ese periodo el Barça ha ganado ocho Ligas, cuatro Champions, cuatro Copas del Rey y otros ocho títulos segundarios. Es decir, empatados a ocho en titulillos y goleada de los culés a los merengues, dieciséis a ocho, en los importantes. Ese es el resumen concluyente, por explícito y sin discusión, de la política deportiva de este confeso don “Billetino” durante trece temporadas.
A esa evidencia habría que añadir los más de 1200 millones de euros invertidos en fichajes, los diez entrenadores quemados y que su máxima estrella, Cristiano Ronaldo, se lo dejó fichado Ramón Calderón, quien ganó dos Ligas en dos temporadas por mucho que su gestión institucional fuera poco recomendable.
Además de su alusión al “general dinero”, con lo que conlleva de prepotencia, escaso mérito y valor pagado frente a la inteligencia futbolera, que desprecia; añadió que para fichar a los mejores no hacen falta expertos; él sabe.  Es decir, que siguiendo su dedo, no hace falta entender de fútbol para saber siempre quiénes son los mejores. Y eso hasta podría valer si se tratara de un deporte individual, pero es todo lo contrario. Lo  mejor del juego colectivo no está basado en disponer de los mejores del mundo en cada posición, sino en que se conjuguen y sepan para qué están, a lo que juegan y lo que se espera de ellos para el lucimiento del conjunto. Y para eso, también, deben estar bien dirigidos. En ese aspecto el Real Madrid de Pérez no es un dechado de virtudes. Solo hay que constatar el infumable desfile de técnicos en sus dos etapas, cada cual con criterios distintos, hasta el punto de que todavía no tienen los blancos un estilo de juego definido; carencia generalmente reconocida incluso por los forofos blancos más recalcitrantes. Como botón de muestra, Ancelotti y otros han denunciado que en el Real Madrid el criterio meramente futbolístico es bastante irrelevante y las injerencias presidenciales son constantes y negativas.
El Real se ha convertido con don Florentino en el referente mundial del fútbol de cartera, con todos los aspectos negativos que tal emblema conlleva, como el de la anarquía futbolera y ganarse la antipatía generalizada de clubes y públicos. Esa deriva, no obstante, la comenzó Lorenzo Sanz, quien tampoco fue un ejemplo en lo institucional pero ganó dos Champions y una Liga en tres años de mandato, dejándole una plantilla y un técnico, Del Bosque, campeones de Europa.
Lo más valioso de la presidencia del señor Pérez es el lustre institucional y que ha ahuyentado a arribistas y trincones, lo cual no es poco,  y su aparente gestión económica aun a costa de perpetuarse en el cargo. Pero su verdadero éxito es el personal. En eso es un auténtico fenómeno. A Florentino Pérez no lo conocía nadie en el 2000, más allá de sus amigos, y en el 2006 era el empresario más conocido de España. Y desde su vuelta en 2009, que coincidió con el cuajo de la crisis económica —¡qué vista!—, ha elevado ese halo a nivel mundial. Y es que, hay que ser muy brillante para convertir al Real Madrid, la primera marca española, en su departamento de relaciones públicas.
Lo lamentable es olvidar que Gento, Pirri, Del Bosque, Velázquez, Camacho, Santillana, Butragueño, Sanchís, Raúl o Casillas no llegaron de talonario al Real Madrid, como tampoco los que han hecho al Barça el mejor del siglo XXI. Ojalá acierte Zidane con su mezcla de hombres y nombres para hallar el buen camino; la sombra de Mou sigue alargándose.

Y por Murcia, el UCAM está aprendiendo que sin el de la uña no hay paraíso. Del optimismo a la zozobra median diez goles claros fallados en liga. En el fútbol, el gol sí es el que manda.

lunes, 17 de octubre de 2016

PIQUÉ, EMOCIÓN Y GOLES


Lo de Piqué es pura emoción, pero equivocada. El fútbol ya tiene de por sí un bagaje de emociones para hacerlo el deporte más seguido del mundo, y seguramente el más adictivo aunque a veces, cuando no hay goles ni asomo de ellos, se aburran hasta los que pasean por la puerta del estadio.
Como nos han enseñado los que entienden, el arte bueno no es el  más bonito, ni el más aparente ni el más fiel con la realidad, sino el que emociona, y ese es también el fútbol bueno. Lo que ocurre es que demasiadas veces le echamos condimentos extraños a su salsa y al final nos envenenamos. Mezclar ideología política con deporte es antinatural, y no solo en el Barça y en Cataluña son expertos en tal bodrio; en el resto de España, aunque pongamos la excusa de la reacción, también pintamos bastos cuando deberíamos mostrar oros. Justo el calor que nos calienta a los aficionados al fútbol sin más. 
Como tantas veces reiteramos, Piqué, como antes Guardiola, Pujol, Capdevila o Xavi, y antaño Ricardo Zamora, Rexach y compañía, se han partido siempre el pecho por nuestra selección, la española, la de todos, la que tanto nos ha emocionado en la última década. Como también nos emocionó la final del europeo del 64 contra la URRSS  a los que nos asomábamos al fútbol hace más de cincuenta años, con el inolvidable gol campeón del zaragozista Marcelino, el magisterio del barcelonista Suárez, las internadas del madridista Amancio, los tres gallegos, y las paradas del jovencísimo vasco Iríbar. Así debería ser siempre.
Siempre hay un tonto para cualquier ocasión, y el periodista que se sacó de la manga lo del corte de las mangas de Piqué el otro día, aparte de la demostrada mentira sobre su intencionalidad, y ahí le traicionó el españolismo ramplón que tantos llevan dentro; demostró palmariamente que no solo por el Nou Camp cuecen habas. Y el de Shakira se ha hartado, con toda la razón del mundo. Confundir al Real Madrid y el madridismo con España es otra sinrazón emocional en el fútbol, y por ahí empezaron los pitos absurdos en cualquier estadio español al que seguramente es uno de los tres mejores centrales del mundo. Prescindir de Piqué sería propio de aquella España de charanga y pandereta que cantara don Antonio Machado. Claro que también escribió el enorme poeta sevillano en un mínimo poema, que en España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa. La pena es comprobar cómo de vez en cuando hay que darle la razón.
La vuelta de la Liga nos ha deparado goleadas de los grandes y el afianzamiento del Sevilla de Sampaoli, en busca de su vistoso ideal de juego. Las del Atlético y el Real han sido de escándalo, y el Barça ha vuelto al camino tras el fiasco de Vigo. Luis Enrique ha recuperado a Messi y Zidane el ritmo de su equipo, mientras Simeone empieza a ver los frutos de su apuesta por algunos jugadorazos en ciernes como Carrasco y Gaitán, igual que hizo con Godín, Koke o Juanfran. El ojo del argentino para anticipar talentos es memorable. Y su buena mano para reinventar grandes equipos temporada tras temporada, con mucho menos presupuesto que sus dos grandes rivales, también. Es el entrenador más importante de nuestro fútbol reciente tras la marcha de Guardiola y la triste desaparición de Luis Aragonés. Tiene a los colchoneros en la misma excitación emocional que el catalán tuvo a los culés y el madrileño a los españoles.
Y parecida emoción, aunque a mucha menor escala, de momento, es la que se empieza a sentir en Murcia por el UCAM, tanto en baloncesto como en fútbol, aunque Reverte y Salmerón dispongan de un presupuesto austero. El otro día en Mallorca unos pocos la sentimos en las gradas de Son Moix, y en el Palacio la sintieron miles de murcianos en su debut triunfal  europeo. Esa sanísima emoción deportiva va calando poco a poco en Murcia y al final será diluvio, porque, como decimos en la huerta, el agua siempre va a lo hondo y no pide escrituras. Una institución cuyo patrocinio acapara la mayoría de las medallas olímpicas de España no es flor de un día. Esperemos, y ojalá, que su apuesta por el deporte murciano sea la suerte de tantos miles de aficionados que ayunan en la región, huérfanos de colores con los que emocionarse a goles cada jornada

lunes, 10 de octubre de 2016

ENTRE EL DÍA Y LA NOCHE NO HAY PARED


Y entre la excelencia futbolera y torcer botas, tampoco. Lo primero lo aprendí de un compañero hace muchos años, Domingo, director de una oficina de CajaMurcia en La Palma de Cartagena. Y lo segundo lo vemos partido a partido los aficionados en cualquier campo.
Decía mi colega, cuando fui a visitarle a su oficina recién abierta, que iba a triunfar con toda certeza en su también recién estrenado cargo porque se fe residía en el trabajo sin desmayo y sin horas; ¡qué personaje! Y lo hizo, naturalmente.
El otro día, frente a Italia, España lució un juego extraordinario durante setenta minutos, pero se asemejaba más al fútbol sala que al fútbol grande porque el gol suele ser un pase más, y es lo que intentaron hasta el hastío nuestros internacionales. Nadie se atrevía a tirar desde fuera o al borde del área, y ni siquiera tampoco desde dentro. Y entre exclamaciones de asombro por la exquisitez de sus toques y toques llegábamos a la desesperación. ¿Pero es que ninguno de los seleccionados por Lopetegui tiene fe en su golpeo de balón? ¿Es que no se entrena eso? ¿Ni en sus equipos tampoco? Porque esa es otra. En el Madrid, por ejemplo, solo Cristiano, Bale y James, o Kroos cuando lo liberan de su inapropiado lugar en el medio centro, lo intentan. Y en el Barça, excepto en los golpes francos, ocurre generalmente lo mismo, salvo cuando Messi dispara tras una de sus endiabladas diagonales.
Koke, Silva e Iniesta tienen un excelente tiro desde veinte o venticinco metros, pero tampoco se prodigan en la selección, luego debe ser una instrucción de Lopetegui y  es un error mayúsculo. En el fútbol antiguo, en el que nos criamos algunos, los interiores nutrían de balones a los extremos para que estos centraran balones al delantero centro o a ellos mismos llegando desde atrás, y cuando no veían claro el pase disparaban sin remilgos desde fuera del área. Y hacían goles. Miren, si no, las estadísticas goleadoras de interiores legendarios: Puskas, Pereda, Luisito Suárez, Luis Aragonés, Schuster, Martín Vázquez o Michel, antes de especializarse en lo de falso extremo, y el mismo Hierro en el Valladolid y en el Real antes de bajarse a la defensa. A veces nos encogíamos en la grada al ver enfilarse a esos interiores para chutar desde lejos. Pero ahora todo es lo mismo. Se acorrala al contrario como si de balonmano se tratara, pasando el balón de uno a otro extremo, hasta que alguien pueda entrar hasta casi el área pequeña y la ponga a cualquier compañero. Y así es muy difícil, salvo que alguna vez suene la flauta mágica del artista de turno. Y como tampoco hay ahora grandes rematadores de cabeza con el balón en movimiento, otra especialidad que se ha perdido, pues a intentarlo una y otra vez hasta el aburrimiento del respetable.
Los futbolistas, como decía mi entrañable compañero, deberían dedicar mucho más tiempo, sin horas, a entrenar los tiros desde fuera, que son fuente inagotable de goles extraordinarios. En Murcia, el otro día frente al Mirandés, fue el atrevido Nono quien empató un partido para el UCAM con un sutil disparo al poste contrario desde fuera del área. Y es que, siendo la portería tan grande, cuando se ajusta el balón a un palo los porteros lo tienen complicado.
También  resultan inexplicables ciertas pájaras, traducidas en no llegar al balón antes que el contrario. Ocurre cuando un equipo se pone en franquía y deja de presionar, o si sale dormido del vestuario. Le ocurrió a España en Turín, y nos recordó a esa selección ramplona del mundial de Brasil o de la reciente Eurocopa. Sin tirar a puerta, meter la pierna ni correr no se juega al fútbol. Tomen nota también en el UCAM; en Getafe repitieron el pésimo partido de Zaragoza.

Y llegamos a Ramos. Es increíble la desafección que se le tiene, cuando falla, después de sus logros.  Los años pasan, que se nota para lo malo: la pérdida de la décima de segundo, pero también para lo bueno: la colocación. Y gracias a ello recordamos a centrales legendarios, ya treintones largos, pero sería difícil hallar un defensa con sus títulos y goles. Don Florentino, por ejemplo, sigue en el Real por el gol de Ramos en Lisboa; tenía previsto abandonar si perdía tras batir su propio record de presidencia infructífera en lo deportivo. ¡Ay, la falsa memoria!       

lunes, 3 de octubre de 2016

DE LA BOCA AL PIE


Es lo que vino a explicarle Pedro León al portugués Danilo en el Bernabéu. Con una gran actuación del murciano, el Éibar frenó las ansias expresadas por el madridista de que el modesto conjunto vasco pagara la cuenta de los desvaríos madridistas, versión tres partidos seguidos empatados que  tuvo en su mano. Y es que, de la boca al pie hay mucho trecho. Al final, otro empate, y van cuatro consecutivos con seis puntos desperdiciados en Liga para perder la cabeza de la tabla, que, como decía don Salvador Ripoll, es la que manda. Por eso la música de viento empieza a ser repetitiva en el Paseo de la Castellana.
Ya decíamos que Zidane debería plasmar en el terreno de juego un sistema reconocible, más allá de los clásicos arreones y las jugadas aisladas de sus fenómenos, y está tardando el francés en conseguirlo. Es inconcebible que jugadores con tanta clase no sean capaces de controlar un partido contra equipos notablemente inferiores. Que Casemiro, sobre todo; Modric y Marcelo, aparte de Ramos, no estén disponibles o haya que darles descanso no justifican los bajones que exhiben los pupilos de don Zinedine. Y mucho menos la apatía que aparentan ocasionalmente algunos de ellos. Tal vez por eso, como profeta antes que presidente y director deportivo, don Florentino ofreciera a Mourinho volver al Real Madrid para poner orden. ¡Válgame Dios! El club ha negado que hubiera habido negociaciones al respecto, pero eso no lo dijo el técnico portugués. Habló de una charla con el presidente blanco, con quien le une buena relación, y por eso el señor Pérez no ha desmentido nada. En todo caso, como decíamos, de la boca al pie hay tanta distancia como de las palabras de algunos a los hechos. Menos mal que don Xosé  no aceptó; sería la plaga que faltaba.
El asunto que quita el sueño a los madridistas es mucho más sencillo: además de la ausencia de sistema, falta actitud y doblar algunos puestos clave. Sobre todo el del medio centro, como tanto hemos reiterado. Lo primero tiene arreglo, y está en la mano y la responsabilidad de Zidane corregirlo, y de lo último ya hemos hablado demasiado y no tiene solución a corto, salvo que recuperen a Llorente en Enero. Lo peor sería que el Barça o el Atlético ya estuvieran demasiado lejos.
El Barça, que sí tiene un juego reconocible, debe pasar el Rubicón de la ausencia de Messi para albergar esperanzas, y en ello están los de Luis Enrique. La ventaja blaugrana es que, aparte del argentino insustituible, tienen una columna que vertebra al conjunto con pocas fisuras. Piqué, Busquets, Iniesta, Alba, Rákitic y Suárez, más algunas cositas de Neymar, con el concurso de ese jugadorazo en que se ha convertido Sergio Roberto, y es el mayor mérito de su técnico; sostienen la base  y la estructura del juego culé.
 Simeone ha encontrado esa marcha adicional que necesitaba el Atlético para pasar de aspirante a equipo grande. Tanto en Liga como en Europa ya cuenta como uno más de la élite; el triunfo frente al todopoderoso Bayern lo corrobora. Solo un equipo importante puede hacer un partido para ganar con claridad a los campeones alemanes. Gabi, Juanfran, Filipe, Koke, Griezman, Saúl, Godín, Oblak o Carrasco no tienen nada que envidiar a ningún otro jugador  en su puesto. Ojito con los colchoneros esta temporada, como ya aventuramos, 2017 puede ser su año triunfal.

Y el UCAM a lo suyo. La lástima es que su falta de acierto en la portería rival le haga ir pasito a pasito cuando podía ir de tres en tres. En Mallorca debieron ganar con claridad. Y contra el Mirandés, quizás el mejor equipo enfrentado hasta ahora, pudieron ponerse en franquía de dos o tres goles en los primeros veinte minutos. El domingo vimos un bonito partido mañanero en el que pudo imponerse cualquiera de los dos conjuntos, pero los universitarios murcianos tuvieron más y mejores oportunidades de gol al principio y al final del encuentro. Una pena. Con esos cuatro puntos estaría ahora el UCAM entre los tres primeros de Segunda.  En todo caso, lo positivo es que los de Salmerón progresan, eso sí, a pasos agigantados. Y, también, que el público va animándose. A ver cuando se llena la Condomina. Por cierto, ¡grandes Jona y Nono!, dentro del buen tono general. Ahora, a pasar de ronda en la Copa frente al Mallorca y a mojar en Getafe. 
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