miércoles, 30 de septiembre de 2015

GUARDIOLA, EL CIELO PUEDE ESPERAR

GUARDIOLA: EL CIELO PUEDE ESPERAR
Ha optado por la política cuando podía haber liderado una parte del deporte nacional.  En caso de querer una relevancia social al margen de su trabajo, ambición tan noble como legítima aunque deba medir sus repercusiones, así como la de expresar sus opiniones, tenía todas las posibilidades y no se da cuenta. Y ha elegido su querencia aldeana, en lugar de su relevancia nacional, europea y hasta mundial, con lo que supone de minusvaloración de su propia imagen y de su futuro.
Defendí siempre su clarividencia cuando daba la pelota a la primera y podía parecer simpleza, inexperiencia o timidez. Después, alabé su determinación y sapiencia como técnico al apostar por Pedrito, que él había tenido en el filial de tercera, cuando sus directivos había acordado su traspaso al Portuense; y por Busquets, en lugar de vacas sagradas como Deço y Ronaldinho. Además de hacer que Messi entrara por donde quisiera, sacándolo de su inicial banda derecha, aunque le costara largar a Eto’o, a quien mantuvo el primer año hasta sacar lo mejor de él, y luego la enemistad de Ibrahimovic, fichado por él mismo.
También valoré positivamente su elegancia, en detrimento del polémico Mourinho, y disfruté hasta el infinito con el juego de su Barça, origen de la mejor selección española de todos los tiempos, sin menoscabo de mis querencias.
Pero con la misma convicción, deploro su deriva política en versión nacionalista, porque recuerdo otras ideologías de su misma raíz que han ocasionado desastres a la humanidad. Ya sé que alguien me puede decir que la situación actual no es tan grave, pero los españoles sabemos cómo nos arde la sangre en cuestiones políticas, solo hay que poner la oreja en la calle y escuchar lo que se comenta por ahí al respecto de la cuestión catalana. Tenemos la experiencia, que avala cualquier hipótesis, de haber sufrido en España tres guerras civiles en el siglo XIX, las carlistas, y una atroz y generalizada en el XX: la Guerra Civil. Y, no lo olvidemos, aquellas y otras ideologías extremas fueron la semilla de la que vivieron nuestros padres y abuelos, y en buena medida, con otras tampoco lejanas, del enrarecimiento localista que padecemos.
Enmanuelle Petit, el internacional francés que jugó en el Barça a partir del 2000, acaba de declarar en la BBC que el ambiente era irrespirable en aquel vestuario blaugrana entre holandeses y catalanes. Y ha añadido que lo de estos últimos era lo más cercano al racismo. Aunque pueda parecer también exagerado, eso me recuerda otros ejemplos cercanos: el nazismo, el exterminio balcánico en Serbia y Bosnia, o el de los tutsis y hutus en África. La verdad es que nos puede parecer lejano, pero escuchar lo que también suena en ocasiones, como lo de españoles y catalanes de mierda y cosas parecidas, puede ser la semilla de la sangre derramada. Algo parecido sucede en el llamado País Vasco.
Guardiola, con su deriva política catalanista, olvida que el lenguaje del fútbol y el del deporte es bien entendido en el mundo, con todas sus diferencias, al nivel del que se expresa en el arte o la ciencia, en contraposición con el de la política, que no deja de ser un compendio de dialectos hablados por unos pocos interesados, seguidos, aunque no lo entiendan mucho ni lo sepan explicar, por millones de personas que en el fondo los deploran por ser los paganos de sus egoísmos.
Así, en vez de aspirar a conseguir el cielo de un liderazgo deportivo a gran escala, persigue un lugar al sol de su localismo geográfico, que solo debería ser una defensa noble de sus raíces, o, viviendo fuera, un sentimentalismo personal rayano en la nostalgia.
Lo lamentable es que cuando se quiera dar cuenta su tiempo habrá pasado. Una pena que tendrá que sumar a la decepción que le causarán quienes ahora lo utilizan. Mas, Junqueras y compañía, junto al innombrable Pujol de fondo, solo lo quieren de cebo útil, por no decir de tonto, y se lo demostrarán si aspira a sacar la cabeza en la política catalana: le recordarán cuál es su sitio. El mismo que él desprecia ahora.
Gasol, con más imagen y dimensión que él a nivel global, ha sabido estar en su sitio a ese respecto, así como Xavi. Scariolo lo ha defendido ante algunos patéticos franceses: “Dime cómo pierdes y te diré cómo seguirás perdiendo” . ¡Olé!, en lugar de chapeau; suena mejor.
Tome nota Guardiola     


sábado, 26 de septiembre de 2015

SÁNCHEZ, LÍDER Y SENADO DE FERIA

SÁNCHEZ, LÍDER Y SENADO DE FERIA
Pedro Sánchez ha llevado al PSOE a la campa electoral catalana, y subasta promesas de feria desde su caseta. Travestido en charlatán, porque se trata de ofrecer más por menos tal que el recordado Ramonet, se permite jugar al chalaneo con una institución, el Senado, que junto a las Diputaciones —esto lo ofreció Rubalcaba—, entre otras, debería estar en la lista sensata de gastos a eliminar para el necesario ahorro público. Apuesta nunca afrontada con determinación por ningún gobierno de España.
No aprendemos.
Hace unos días, señalábamos desde aquí que los culpables originales de la situación irreversible que padece Cataluña han sido todos los presidentes de gobierno españoles, mendigantes de los votos de Pujol, sobre todo; que han vendido la dignidad nacional de España cediendo competencias, con la educativa a la cabeza, sin ningún tipo de controles para evitar derivas como la que ahora amenaza la convivencia ciudadana en general, y que desde hace tiempo envenena la de los catalanes en particular.
Maragall, Carod, Montilla y Mas, son personajes menores en la demencial deriva, a pesar del que el actual President se ha empeñado en hacer de primer espada, tapado de cuarto por vergüenza, eso sí; cuando en cualquier época pasada no hubiese pasado de becerrista salta tapias; siempre fue un subalterno de poco brillo de su maestro Pujol.
Algunos políticos como el socialista Sánchez no han aprendido nada de las consecuencias de las sucesivas bajadas de pantalones. Prometer a los catalanes que si manda en España trasladaría allí el Senado, es un disparate más en la larga cadena de los que nos han traído el desmadre actual. Y no por el hecho en sí, que tan inútil sería allí esta Cámara como lo es desde el principio en Madrid. Ni porque se radicara en Barcelona, porque tendría tanto derecho como la capital de la nación a albergarla, sino por lo que supone de zanahoria para buscar el voto perdido del PSC, y por ende, del PSOE en las próximas elecciones generales.
Y es un desprecio insensato, otro más, a quienes sostenemos el tinglado público y político español con nuestros impuestos. Como decíamos, en lugar de ver dónde ahorrar para sangrar menos nuestros bolsillos, el líder socialista promete algo que supondría para las arcas del Estado otra millonada estéril. Seguramente estará pensando en consolidar su liderazgo con unos buenos resultados en diciembre, y para ello sabe que es básico sacar a su franquicia catalana del pozo donde se encuentra, después de haber sido primera fuerza en votos en su zona en pasadas elecciones generales, ya muy lejanas por cierto.
La insensatez irresponsable
Es decir, que puede prometer y promete desde su insensatez irresponsable, porque nadie le pediría cuentas por ello ni él pondría un euro de su bolsillo ni del de su partido, un despropósito público a costa de los paganos de siempre: los contribuyentes, que asistimos pasmados a su lenguaraz discurso de feria.
Otra decepción en ciernes
Otro líder demagogo y facilón, otro disparate político español y otra promesa electoral que, de llevarse a cabo, sería otra puñalada trapera a los ya muy esquilmados ciudadanos que dedican más de medio año de trabajo a pagar impuestos.
Fuimos enormemente críticos con Zapatero, lo somos con Rajoy  —los dos peores presidentes de nuestra democracia, con mucha diferencia sobre el siguiente—, y me temo que lo seríamos con Sánchez, si llegara al poder con propuestas políticas como la que ha expresado estos días en Cataluña.
La pena sería que puede desperdiciar el capital político que ha acumulado en los últimos tiempos, y que 2015, en lugar del “añón” que desde aquí le auguramos si superaba con éxito la prueba andaluza y la municipal y autonómica, puede ser el de su entierro político.
Y lo más decepcionante, que su deriva demagógica actual sea un intento de huida de los ruidos de cuchillos a sus espaldas. Eso demostraría dos cosas: que para mantenerse o conseguir el poder es capaz de cualquier indignidad personal y política, y que el PSOE sigue sin tener un discurso homogéneo en toda España, ni es coherente con lo que cabría suponerle como partido vertebrador de la nación. Realidades que se han puesto de manifiesto en diversos territorios españoles y en algunas cuestiones básicas y otras de menor cuantía, defendiendo determinados criterios y sus contrarios, según conviniera a su coyuntura ocasional, para conseguir simpatías, votos y poder. Ahí radica, y aún no se han dado cuenta, su pérdida paulatina de sufragio popular; millones de ciudadanos que antes les votaban y ahora confían sus votos a Podemos, a Ciudadanos, a formaciones diversas o, sencillamente, no votan.
El futuro socialista.
El PSOE volverá a ser fuerte cuando logre estructurar un discurso nacional potente, que aglutine una idea clara de España y defienda lo que debe caracterizar a una formación socialdemócrata cierta.
Y eso no es posible sin un liderazgo que sea capaz de ilusionar desde la claridad de ideas, la honestidad, y la fortaleza personal y política para mantener criterios a costa de dejarse los pelos necesarios en la gatera que sea menester.
Pedro Sánchez, lamentablemente, apunta en la dirección contraria con su chalaneo electoral respecto al Senado y Cataluña.

Enfrente, el soso y ahora callejero Rajoy se frota las manos; ¡si tendrá suerte el tío!    

miércoles, 23 de septiembre de 2015

CATALUÑA, DE XAVI Y GASOL A GUARDIOLA

CATALUÑA, DE XAVI Y GASOL A GUARDIOLA
Desde aquí hemos alabado los criterios futbolísticos de Guardiola, y también se ha censurado su vena política cuando abusa de su situación para apoyar posiciones independentistas catalanas, tan fuera de lugar como discutibles.
Su excompañero Xavi, por el contrario, ha dicho que no se debe politizar al Barça porque es un emblema mundial. Eso se llama sentido común.
Y Gasol, tira de la selección española de baloncesto sintiéndose tan catalán como español. Esto es valentía y claridad.
En medio de la confusión, han pedido en Cataluña registrar la marca Liga Catalana de Fútbol. Y desde la base radical, si se quiere, de creer que por ahí debíamos haber empezado, me pasmo ante la flojera de las autoridades españolas.
En distintos medios de comunicación, he defendido hasta el cansancio que cuando empezaron a pedirse selecciones oficiales de fútbol en Cataluña y en el llamado País Vasco, más allá de la RFEF, debería haber intervenido el pomposo Gobierno de España para invitarlos a que lo hicieran, con el compromiso de apoyarlo en la UEFA y en FIFA. La consecuencia inmediata sería que también organizaran sus propias ligas, tal y como sucede en el Reino Unido. Les ahorro las valoraciones que ya hemos expuesto varias veces, pero el resumen sería que tienen tanto que perder que ellos mismos hubieran dado marcha atrás para evitarse el desastre de ver minusvalorados a sus equipos fundamentales y a su fútbol; solo hay que ver lo que ocurre en Gales y en Escocia.
Ante peticiones extremas, hay que enfrentarlas a sus propias contradicciones, en lugar de ir con paños calientes para calmar las ansias, normalmente egoístas e insolidarias, de quienes las promueven.  Todo lo demás es mal acostumbrar, como a los niños, a que el que no llora no mama. Y eso conlleva agravios comparativos inmensos a los que mantienen el tinglado, desde esa mayoría silenciosa que tanto se ensalza como se le machaca.
La cobardía es patrimonio de quienes no se enfrentan con decisión a los grandes problemas, amparados normalmente en la falsa prudencia, que no es más que falta de agallas y de visión de futuro.
También creo que lo de Cataluña no tiene solución. Son dos generaciones de catalanes educados en las mentiras clamorosas de que no son españoles y que, además, España les roba. Es difícil hallar allí a ciudadanos menores de cuarenta años que conozcan la historia común que les unen al resto de españoles, por no señalar su sangrante falta de conocimiento de la lengua que hablamos más de quinientos millones de personas en el mundo; la tercera lengua más conocida, tras el chino y el inglés.
Volviendo al deporte y al fútbol, no deberíamos escandalizarnos de la realidad catalana, cuando el poder español ha consentido todo tipo de desmanes. Acabando por los pitos e insultos al himno y a la bandera de España en las últimas finales de Copa, deberíamos empezar por el consentimiento que hubo con el Barça cuando se negó a jugar otra final de Copa, hace años, estando incluso los equipos formados en el estadio. Si entonces se hubiera sancionado a los azulgranas con años suficientes de no participación en ninguna competición española, para que reflexionaran, seguramente no estaríamos lamentando ahora las vejaciones a España y a nuestras instituciones en los campos de fútbol.
Ya sé que puede sonar a exagerado, por aquello de equiparar la sanción al hecho punible, pero cuando tampoco se toman otras medidas, como las de la inteligencia que decíamos: la de ponerlos ante sus contradicciones, que siempre es la mejor, algo habría que hacer. Lo que conduce a las posturas de los Guardiola y compañía, es precisamente lo mismo que ha conducido a la lamentable situación política y social de Cataluña; no tiene billete de vuelta, salvo por la fuerza, y eso es, a todas luces, un disparate.
Como disparates sucesivos fueron las reiteradas cesiones políticas por parte de todos los gobiernos españoles, todos, al ahora innombrable Pujol, antes protocolariamente honorable. La peor fue la cesión de competencias en educación; el crisol donde se fundieron los aceros que ahora nos lanzan.
Dice el irresponsable  y ‘tontarrera’ Mas, y no digo más por educación, que la liga española no puede resistir sin los Madrid-Barça. Y yo le digo, que se puede llevar a su equipo, si le sigue, adonde quiera. Ya está tardando.  

Muchos nos acordamos con nostalgia de cuando los españoles éramos de cualquier sitio y compatriotas. ¡Qué lástima, tú!

martes, 15 de septiembre de 2015

De Piqué a don Florentino.

DE PIQUÉ A PÉREZ
A pesar de su brillantez y de las enormes diferencias que les separan, sus flaquezas les acercan.
El defensa barcelonista e internacional español nunca pasará desapercibido. Ha ganado todo lo ganable con el Barça y con España, y eso, unido a la apariencia física y a su insultante juventud, en la que ya amasa millones y fama, le genera envidias. Pero, además, las potencia con su demostrada incontinencia verbal.
Por un lado se podría justificar por su carácter extrovertido y por una inexperiencia vital galopante, que generalmente es larga y con numerosos altibajos para alegrías y penas. Hasta ahora parece que su mundo lo ha sido de rosas y luces; ya le llegarán los días espinosos y las sombras. Pero por otro, demuestra una inteligencia tan básica que, salvo que sus declaraciones encierren solo una pose y una mirada informal y desenfadada ante la vida, le traerá problemas siempre. ¡Con lo fácil que son la generosidad y la elegancia desde el éxito! Pero para ello se requiere madurez  e inteligencia emocional.
Es normal que siendo culé a ultranza le traicione el subconsciente  y  celebre sus éxitos con euforia desmedida; todos lo hemos hecho alguna vez. Pero hasta eso tiene un límite; que es el de faltar al respeto al rival y a sus aficionados. Es más, el disfrute es doble cuando te permites el consuelo hacia ellos y resaltas que han caído con dignidad, aunque hayas sido muy superior, y les felicitas. Llega a ser hasta emocionante, como también hemos sentido y presenciado todos. Y eso no quita para que cuando se trata de rivalidades extremas, como la del Barça y el Madrid, desees que pierdan los contrarios hasta en los entrenamientos. El propio Piqué ha reconocido que Casillas le felicitó un día por una circunstancia familiar, y él le deseó, dentro de la confianza que les une, que le metieran cuatro en su siguiente partido.
Finalmente, y si me permiten la licencia, los amigos, compañeros y allegados del central blaugrana deberían ponerle un bozal, porque asegura que no va a cambiar nunca y que ni se arrepiente ni pedirá perdón. Lamentable. Y lo de menos es que le piten por barcelonista o por política, que en nuestro fútbol ya se mezcla todo; lo peor es que le dediquen música de viento por tonto, para lo que apunta maneras recalcitrantes. ¡Con lo brillante que es como futbolista!
El señor Pérez, don Florentino, sigue en su megalómano empeño de confundir al Real Madrid con su persona. Cada vez que tiene ocasión tacha de anti madridista a cualquiera que ose criticarle. A este hombre también le traiciona el subconsciente, pues es lo más parecido a los dictadorzuelos y a quienes se consideran ungidos por el Cielo para dirigir a los hombres: los mesías de turno que tanto han abundado en la historia y abundan en nuestra sociedad, para la desgracia de tantas personas como ingenuos hay.
Vamos a ver, que él diría, el presidente del Madrid es el dirigente más importante del deporte español. Y desde esa notable atalaya debería llevar las riendas de un club tan importante. Y bajo él y sus directivos, deberían llevar el club los profesionales: gerentes, directores sectoriales, técnicos, jugadores, etc. Y ser responsables cada cual de sus funciones ante la directiva, socios y aficionados merengues. Pero don Florentino, que sin ninguna duda llegó al cargo en el 2000 con ese esquema, como empresario de éxito, ha ido confundiendo su sillón con el banquillo, sobre todo, porque para jugar hace tiempo que se le pasó la edad. Y desde que laminó por segunda vez a Valdano, además de cepillarse a la vieja guardia del Real, hace de todo.
Y como verdadero superdotado, preside, administra, ficha – presume de ello-, echa a técnicos y jugadores, planifica la plantilla y hace de portavoz  bajando a la arena de los medios, a los que también se permite aconsejar. Y en esa polivalencia, ¡ojo!, comete los errores que deberían ser de otros.
Un buen amigo suyo –veterano profesional de éxito en empresas semipúblicas - me aseguró que de lo que de verdad entendía era de fútbol, por encima de su trabajo. Debe ser que Pérez piensa igual de él mismo, además de creerse un experto en cuanto maneja. ¿A qué les suena eso? Pues sí: el Madrid es él. Así que, o estás con él, o eres enemigo.

Como al otro, deberían bajarlo los suyos de la nube, porque el ‘hostión’ será histórico.         

viernes, 11 de septiembre de 2015

LA ESTÉTICA

LA ESTÉTICA
La ética se ilustra y honra a quien la practica, además de mejorar al conjunto del ser humano, y la estética se luce otorgando dignidad plástica a la sociedad y belleza al mundo. Las dos vienen en parte con los genes o la naturaleza, y corren caminos paralelos dentro de sus diferencias a pesar también de sus similitudes. En el fútbol no podía ser diferente.
Lo hemos visto en el Real Madrid, con el disparatado tema de su portería, sobre todo; en el Barça con el tema Neymar y con su instrumentalización  como ariete político; y en la selección con su juego y con lo de Piqué.
Lo de Casillas fue un sainete desafortunado por lo que tuvo de antiético y antiestético. Nació con Mourinho y creció con los forofos del luso ‘metetodo’, y la anuencia del señor Pérez y sus lacayos en los medios de comunicación y en el estado Bernabéu, y ha terminado con el presidente de protagonista y la complicidad del cancerbero, desbordado por la situación. Y como lo que no se cura continúa sangrando, ha tenido una especie de reencarnación con De Gea y Navas.
¿Pero es culpa de los blancos? Evidentemente no. El asunto hunde sus raíces en la informalidad y el disparate que rodea al fútbol. Un jugador ficha por cinco años con un club, por decir algo, y si no destaca cumplirá su contrato, sí o sí, lo haga mejor o peor.  Ahora bien, si por aquellas cosas del destino resulta que pasado un año o los que sean, crece deportivamente hasta superar las expectativas puestas en él, exige una renovación al alza y, si no, se marcha, ‘tristezas’ o rebeldías mediante.
A Casillas quería echarlo don Florentino hace ya tiempo – miren sus intentos con Buffón, entre otros, por ejemplo-, igual que desde el año pasado tenía decidido lo de De Gea. El problema surgió cuando el de Móstoles exigió cobrar los dos años que le quedaban de contrato y el Manchester jugó a la contra en el fichaje del ex atlético. Ahí surgió el fenicio Pérez, que no estaba dispuesto a entrar por los aros que le pusieron delante. Y ahí, dentro de que lo de Casillas y los clubes era ético, todos defendiendo sus intereses aun a costa de lo estético, pues era feo por donde lo miraras; lo de De Gea ha sido igual de antiestético como antiético. El todavía portero del Manchester, si en el fútbol funcionara la ética, debería haber aguantado hasta el final de su contrato para pensar en un cambio de aires.
Al final, en el frustrado fichaje, ha ocurrido aquello de que entre todos lo mataron y él solo se murió. El  Manchester puso todas las pegas posibles y el Madrid esperó hasta el final para ahorrarse dinero, metiendo al sufrido Navas como baratija de cambio.  ¿Culpables?, pues menos el costarricense, todos y ninguno; según se mire.
Lo del Barça es un cúmulo de disparates, lo económico y lo político, bajo el paraguas de sus éxitos deportivos. El fichaje de Neymar fue ejemplo de lo que no se debe hacer contractual ni fiscalmente, igual que la petición de independencia en el Nou Camp o en la simbología ex azulgrana. Cuando pase el tiempo y la pléyade de magníficos futbolistas surgidos de su cantera, en esencia, los culés volverán a lo que siempre fueron: un equipo con los mejores del mundo fichados con el talonario en detrimento de la única política que debería manejar un club de fútbol, la deportiva, y chupando rueda de sus rivales en España y en Europa. Siempre fue así hasta el milagro de Guardiola y los canteranos de la Masía. Con Rosell y Bartomeu han iniciado ese camino cuesta abajo. Al tiempo.
Han logrado conjugar lo antiético con lo antiestético, aunque los resultados deportivos no dejen ver el panorama.

Y en la selección, encontramos la estética cuando su juego actual se asemeja al que nos hizo campeones de todo, como el otro día contra Eslovaquia, pero somos capaces de ensuciarlo, todos, mezclando churras con merinas. Y en la ética, Piqué, tan buen futbolista y defensor de la selección nacional como ‘boqueras irredento’, suscita pitos de los aficionados españoles en recuerdo de algunas declaraciones suyas poco afortunadas. Sin embargo, no se tiene en cuenta cuando dice que Cataluña ha expresado su voluntad treinta y tantas veces en los últimos treinta y tantos años. ¿Tiene varias lecturas? Sí. Y por ello, el beneficio de la duda. 

miércoles, 2 de septiembre de 2015

ASÍ, CATALUÑA SERÁ INDEPENDIENTE.
El problema catalán no es nuevo. Hunde sus raíces en la Historia Moderna y sobre todo en la Contemporánea, mientras que la españolidad catalana se inicia mucho antes como parte del Reino de Aragón, en las postrimerías de la Edad Media, que junto al de Castilla formaron con los Reyes Católicos el Reino de España, al que se sumó pronto el de Navarra.
Cataluña progresó paralelamente a la importancia de Aragón en el Mediterráneo, en primer lugar, y después en todo el mundo como parte del imperio español. Cuestión aparte y  meritoria por la capacidad de emprender fue su revolución industrial, a mediados del siglo XIX, aprovechando las ventajas para el textil de pertenecer a España: materia prima asequible y necesidades perentorias que atender en sus vastos territorios.
Las caras ocultas
La cara oculta del problema catalán es doble: el egoísmo propio y la ceguera y cobardía españolas recientes.
Egoísmo porque se acendra cuando España pasa dificultades, y a partir del Desastre de 1898 el nacionalismo catalán se radicalizó. Había nacido como opción federal dentro de España en la Primera República, con apoyos de la Iglesia y de una parte de la intelectualidad a través de la revista Renaixença, pero aun en la II República, Company proclamó en 1934 la República Catalana dentro del Estado español, que duró horas por la reacción radical del gobierno republicano.
Después, con Franco no hubo devaneos, y a su muerte retornó del exilio el president Tarradellas, personaje de una talla política y honradez reconocidas, para abrazar al Rey Juan Carlos y aceptar la legalidad española, refrendada mayoritariamente también por los catalanes en el referéndum constitucional de 1978. Con el 90,46% de votos favorables fue la cuarta comunidad más entusiasta. ¿Hace 37 años eran españoles, que no castellanos, o tampoco?
Entonces, el ahora innombrable Pujol presumía de haber pisado la cárcel por antifranquista, pero la realidad es que ya apuntaba maneras con su protagonismo deshonesto en el asunto de Banca Catalana.  El propio Tarradellas, de ERC por cierto, ya advertía sobre lo que después hemos ido sabiendo; conocía bien a la saga.
La ineptitud española se ha manifestado desde la Transición con cesiones continuas sin calcular adónde íbamos —Pujol y sus adláteres, como Mas,  ladinos, siempre lo han sabido —, pero a cuentagotas y como contraprestación a los votos de la coalición burguesa catalana, CIU.
Y la torpeza histórica se ha completado por la cobardía de los distintos y sucesivos gobiernos españoles, que no han mostrado la firmeza democrática que permite la Constitución – incluso cambiar la ley electoral –, ni han tenido la valentía inteligente de ponerlos frente a sus contradicciones, yendo también al límite, invitándoles a marcharse con todas sus consecuencias si fuera su deseo mayoritario, pagando antes la cuenta, claro.
Los culpables
Y entre el egoísmo de unos y la ceguera y cobardía de otros, Cataluña se pierde para España con dudosa vuelta atrás. Son varias generaciones de catalanes aleccionados en la falsedad unidireccional del no somos españoles y además nos roban; los más jóvenes.
No será pronto, pero así,  Cataluña será independiente. Y ese camino se anda desde que Pujol le fue ganando la partida a Suárez, González y Aznar; se agudizó con  Maragall, Montilla y Zapatero, y se ha disparatado con Mas y Rajoy.
La penúltima oportunidad
Deberían hablar unos y otros sin prisa ni anteojeras y con todos los datos en la mano. Conozco catalanes con quienes se podía razonar con argumentos, sin pasiones, filias ni fobias; que ahora defienden la independencia como antes estaban en el nacionalismo clásico y en lo del derecho a decidir, y el diálogo es más complicado. Ya no solo es un problema de ‘pelas’.
Y denunciaban la extorsión de pagar siempre en sus autovías; una excepción dentro de España. Y que habían pagado desde el principio el céntimo sanitario en el combustible. Y que pagaban más impuestos y eran tan solidarios como el que más, sufriendo más recortes que nadie. Y que, a su costa, otras regiones españolas se permitían bajar impuestos. Y del agravio comparativo de los conciertos vasco y navarro. Y de la necesidad de defender su idioma minoritario frente al potente llamado español. Y yo los comprendía. Igual que les afeaba la imposibilidad de elección de cualquier contribuyente de que sus hijos estudiaran en castellano, la rotulación comercial obligatoria en catalán, o la manipulación tergiversada de la historia, la Diada por ejemplo, y de las cifras macroeconómicas, incluso con Franco.
Cataluña ha sufrido sus peores gobiernos con los tripartitos de Maragall y Montilla, y con Mas —este, criminal—. Pero es que, además, han sufrido al tiempo los dos peores centrales de Zapatero y Rajoy. Y en esa doble pena radican muchos males, pero deberían mirar primero lo que eligieron antes de llamar ladrones a los españoles, porque mienten y son indignantemente injustos.
El 27 de septiembre será un punto y final, de consecuencias imprevisibles, o un punto y seguido que permita dialogar. Y ese, aunque difícil, sería el mejor camino. Solo la inteligencia, el convencimiento mayoritario o los votos, pueden doblegar en democracia la voluntad de un pueblo. Ni solo la ley, porque al final se cambia, ni la fuerza podrán nunca, y mucho menos, en el otro sentido, la ilegalidad o el chantaje. Vendrían días luctuosos. ¿Pagarían entonces los verdaderos culpables?

Me temo que tras esos lamentos volveríamos a inventar patriotas y héroes anónimos del pueblo llano, que siempre abona las facturas de los egoístas, necios y cobardes de antifaz, mando y prebendas. 

martes, 1 de septiembre de 2015

EL DEBATE FALSO DEL GOL

EL DEBATE FALSO DEL GOL
Sorprende que desde medios de comunicación importantes españoles se proclame, pontificando, que al Madrid de Cristiano o al Barça de Messi les falta gol. Y eso ha ocurrido hasta la semana pasada; y sigue.
Y es que, estamos acostumbrados a que los máximos goleadores de nuestra liga superen últimamente con largueza la treintena de goles, cuando hasta el año 90 solo lo habían hecho Zarra en la 50/51 con 38, Di Stéfano en la 56/67 con 31, Baltazar en la 88/89 con 35 y Hugo Sánchez en la siguiente con 38. Incluso ha habido Pichichis con 14 goles, como Amancio en la 68/69, o con 16, como él mismo y Gárate en la siguiente.
Mientras Cristiano y Messi conserven la forma es absurdo hablar de falta de gol en los merengues y culés. Al margen de quién sean sus entrenadores, el portugués y el argentino superarán los treinta o treinta y cinco goles por temporada, sin contar con sus compañeros de ataque, que aseguran cifras también importantes. Neymar y Suárez andarán cerca de la quincena, cuando no la superen, lo mismo que Bale y Benzema o quienes les sustituyan. Así, aunque será difícil repetir los 50 de Messi en la 2011/12 o los 48 de Cristiano en la pasada, el Madrid y el Barça estarán por el centenar de goles a favor jueguen como jueguen y los dirija quien los dirija. Todo lo demás son cuentos para llenar páginas de prensa y horas de radio o tele. Y para avivar polémicas absurdas, que de ello viven determinados personajes acostumbrados más al infundio, a la palabra facilona y a las tertulias vanas que al análisis sosegado de la realidad futbolística.
El Barça empieza el año repitiendo sistema y jugadores porque sería de locos cambiar lo que ha funcionado bien. Y el Real, por el contrario, apuesta por variar su forma de juego e incluso la posición y nombre de algunos futbolistas porque aspira a destronar a su eterno rival.
Así, fiel a su costumbre, Benítez apuesta por tres medias puntas con un delantero más arriba, surtidos de juego y con el apoyo de dos medios centros y un lateral extremo, alternativamente salvo en casos puntuales, porque el otro suele mantener su posición junto a los centrales. Y en ese esquema, la novedad reside en que Bale ha dejado la banda para jugar por detrás del compañero más en punta y Cristiano tiene barra libre para entrar por donde quiera, a pesar de su querencia manifiesta de hacerlo desde la izquierda. De hecho, una de las inquietudes veraniegas de vestuario ha sido su negativa a jugar de delantero centro y su recelo respecto al papel del galés, posicionado en el imaginario de don Florentino como sustituto estrella del goleador portugués.
Ya veremos cómo lidia el madrileño Benítez tan espinoso asunto, porque a los celos naturales de estos grandes jugadores se suma el singularísimo del presidente blanco, nada acostumbrado ni complaciente con que nadie le reste protagonismo a su papel supremo en la casa blanca. A veces, como se ha comprobado hasta el esperpento, este juego de tronos perjudica el objetivo común que deberían presidir las decisiones deportivas en una institución como el Real Madrid.
Por otra parte, para algunos es una pena que en el once blanco solo jueguen uno o dos españoles, como ocurrió el otro día frente al Betis. Luego llegará el Barça al Bernabéu, con cuatro o cinco internacionales de nuestra selección, y los ingenuos de siempre sacarán banderas patrias para afearles; de risa.
Pero lo peor es que Benítez sigue apostando, como Ancelotti, por colocar a Kroos como medio centro retrasado en detrimento del único especialista que tiene a sus órdenes: Casemiro. Y eso, contra rivales de menor cuantía como Betis—claro aspirante al descenso salvo que refuerce su defensa— o Gijón puede funcionar. Ahora bien, frente a los Atleti, Barça, Manchester City, Chelsea, Bayern, etc., volverá a ser un punto débil. El alemán rinde a medias en esa posición y en inferioridad a los puntales de esos equipos, porque su verdadero sitio es de medio volante o media punta. Comparémoslo con Albelda en el Valencia o el mismo Alonso en el Liverpool de la mejor época de Benítez.
En cuanto a la selección, no le pidamos peras al olmo. Del Bosque, fiel a su norma, confiará el gol a sus leales. Nunca fue un hombre atrevido. El mejor delantero español de hoy, Adúriz, seguirá siendo un extraño.



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