sábado, 31 de mayo de 2014

Una etapa nueva para una nueva España

Con las recientes elecciones ha empezado el proceso que se veía venir. Y era deseable que llegara porque los responsables políticos de la desesperanza que padecemos no han sido capaces de anticiparse a las consecuencias de su ignominia, que ojalá fuera solo por incompetencia. Los responsables socialistas y populares de la última docena de años y sus homónimos nacionalistas periféricos han cavado el foso que ahora les separa de la sociedad a la que dicen servir y a la que mienten sin pudor ni reparo. Y la mayoría de esa ciudadanía, cansada de sus torpezas, ineficacias, engañifas y corrupciones, ha empezado a enseñarles la puerta de salida. Empieza una nueva etapa.
Personajes para la historia

Una nueva era que debería alumbrar una sociedad, con valores también diferentes, que hiciera posible una nueva España. Una nación donde un personaje con el proceloso pasado político de Rubalcaba sea impensable que llegue a dirigir un partido político. O que, en la acera de enfrente, siga siendo presidente del Gobierno quien estafa a sus votantes, caso de Rajoy, y pueda continuar como si tal cosa con sus responsabilidades porque sus valores éticos no le obligan a lo contrario o porque sus gobernados soporten con una desmoralizante apatía las más evidencias que sospechas de que ha estado cobrando sobresueldos en dinero negro y que su partido, bajo su responsabilidad, ha estado manejando fondos no fiscales de procedencia corrupta.
Ante el desastre obtenido en las urnas uno ha dicho que se larga, ¡alabado sea Dios!, y el otro, fiel a su contumacia diletante, anuncia un plan para reanimar al PP a partir de septiembre. Algunos pensamos que el tándem Zapatero-Rubalcaba pasará a la historia como el liquidador del centenario PSOE, pero Rajoy lo hará él solito –con sus cuates Arenas y Montoro sonriendo en primera fila- como el rompedor de la unión del centro derecha español que tanto esfuerzo y trabajo costó a sus antecesores.

Herederos

A los socialistas ya les han salido varios partidos que aspiran a su herencia social, algunos con éxitos sucesivos en diversas elecciones, como el de Rosa Díez, y otro muy reciente: el de Pablo Iglesias; vaya coincidencia con el histórico tipógrafo fundador. Y a los populares pronto le saldrán opciones ciertas de derecha real –lo de Vox es difícil que permanezca como tal y en solitario pero miremos a Francia- mientras crecerán los más centristas que ya cuentan con cierto bagaje, caso de Ciudadanos de Rivera.

Como aviso a navegantes, sería bueno que el citado exitoso homónimo del histórico Pablo Iglesias aclarara si responden a la realidad sus alabanzas ejemplarizantes al desaparecido Hugo Chaves venezolano. Más que nada para que nadie se llamara a engaño respecto a su verdadera filiación política. Hermana, por otra parte, del núcleo duro de Izquierda Unida que defiende a capa y espada la dictadura castrista de Cuba, entre otras lindezas pseudodemocráticas.

Separatismos

Y lo de los nacionalistas catalanes se parece cada vez más a sus colegas vascos. La burguesía centroderechista de uno y otro lado perderá su hegemonía política a favor de los radicales independentistas de izquierda o su extrema, que reman a favor de los nuevos tiempos. El problema de la unidad de España tiene en esas dos regiones el antiguo problema de siempre y ya no hay lugar a las contemplaciones. Se ha dejado crecer la feria de los despropósitos y no tiene solución fácil; ni difícil tampoco con medidas estrictamente políticas.
Los gobernantes democráticos centrales han ido cediendo atribuciones y dinero a los nacionalistas periféricos porque en el fondo era lo que en realidad venían reclamando, pero ahora es otra cuestión. Ha crecido una especie de dignidad nacionalista catalana de amplio espectro ideológico que ya cuenta con la mayoría minoritaria social de la que antes carecía. Y pronto será mayoría absoluta.
Ese tren, por culpa de las ambiciones nacionalistas y de la miopía de los gobiernos centrales y del enanismo político de quienes los han presidido y de sus partidos, no tiene freno salvo algún improbable milagro de sensatez, hasta que llegue a la estación que se han puesto como meta. Mientras es cuestión de dinero casi todo tiene solución. Pero cuando se entra en el mundo de los sentimientos es difícil vencer al de un pueblo. Y ese ha crecido en Cataluña alimentado por la estulticia de demasiados políticos de pacotilla a ambas orillas de la futura frontera. Esperemos que en ningún caso se parezca a la barbarie sanguinaria sufrida durante demasiados años por el conflicto vasco, cuando no a algo aún peor.

Votar con la cabeza y la cartera

El tiempo nuevo para una nueva España no va a ser fácil tampoco en sus orígenes porque la dispersión política no garantiza paz política precisamente, y sufriremos sus consecuencias, pero nada cambia sin el precio correspondiente. Será necesario para construir una nueva ciudadanía y el pago que habremos de satisfacer por nuestra inmadurez democrática al votar por impulsos, romanticismo, principios trasnochados o costumbre, en lugar de hacerlo con una mano en la cabeza y otra en la cartera. Lugares donde residen nuestro futuro, nuestra vida y el bienestar de quienes queremos.

Afortunadamente, nuestros nietos ya no tendrán que pasar ese sarampión; nuestro tiempo les servirá de vacuna. Agárrense que vienen emociones fuertes.

martes, 27 de mayo de 2014

AL FINAL SE IMPUSO LA LÓGICA

El Atlético llegó exhausto a la final europea. Su plantilla no fue diseñada para una temporada de tanta exigencia por mucho que los catorce jugadores básicos que Simeone ha utilizado merezcan un monumento. Por contra, el Real Madrid viene preparándose para la décima desde hace muchas temporadas sin reparar en gastos ni en medios de todo tipo. Y, además, en  la segunda parte de la final de Lisboa fue claramente mejor; la lógica también ganó a los inventos de última hora del medroso Ancelotti. La titularidad de Kedira no se entiende de otro modo. Ese planteamiento inicial, tirando media parte, estuvo a dos minutos de costarle el título.


Solo la flor que el técnico italiano tiene en salva sea la parte, con el testarazo del omnipresente Ramos cuando el partido agonizaba, y con él la ceniza presidencia del ayer demasiado ufano señor Pérez; hizo que por una vez el fútbol fuera justo con quien más había jugado en un encuentro de fútbol rácano. A la intensidad colchonera, con veinte minutos de juego aceptable dentro de sus evidentes limitaciones físicas y técnicas, los merengues opusieron un juego decepcionante hasta que apareció Isco para desahogar al voluntarioso Modric, que demasiado hace el croata con la desmesurada responsabilidad que le encomiendan, y puso cordura en el medio campo madridista. Y también acertó sacando a Marcelo, que hizo de diez, y quitando después al mingafría Benzema. La lógica que decíamos vino al rescate de la escuadra blanca que inexplicablemente estuvo a punto del naufragio frente a su mermado y ultradefensivo  vecino del Manzanares.  

Y para refrendar aquello de que hasta el mejor escribano echa de vez en cuando un borrón, tampoco se entiende el empeño de Simeone con Costa. Y tal dislate, pretendiendo que una lesión muscular se cure en una semana con un gel de placenta de yegua, lo pagó caro. Perder un cambio con unos jugadores titulares que llegaban tan justos a un partido de la exigencia del que afrontaban, seguramente le costó el título. Cuando marcó Ramos no menos de tres o cuatro de sus futbolistas estaban pidiendo a gritos que les cambiara. No podían dar dos pases seguidos y se echaban continuamente al Madrid encima perdiendo balones que mientras tuvieron fuerzas los defendían bien. Esa fue otra de las claves del partido, una vez que tuvieron la fortuna de aprovechar el inconcebible error de Casillas con la ayuda del reaparecido Kedira, que se dejó ganar de cabeza un balón flojo que le llegó en franquía; Godín tuvo que hacer un salto lateral de más de un metro para bombearlo a la red.

La fortuna también hizo justicia con Casillas, que no merecía ser recordado por tal fallo, aunque me da la impresión de que está más fuera que dentro del Madrid y quizás le pesó esa circunstancia. No recuerdo en toda su trayectoria la desconcentración que demostró en la final, con otro fallo en otra salida que bien pudo costarle un segundo tanto que hubiera supuesto el empate a dos. De ahí sus lágrimas cuando el desangelado árbitro holandés pitó el final y sus comentarios a Ramos y a Marcelo. Quizás era consciente de que estaba escribiendo la última página en el club de su vida. Y  menos mal que dada la flojera atlética no tuvo que atajar ni un solo balón peligroso.

Punto y aparte merecen los figurones blancos; Cristiano y Bale no tuvieron su día. El portugués jugó a medias y renqueante, y el galés estuvo desafortunado salvo en el balón que ganó por alto tras un rechace. Magro balance para quienes mirando su coste tienen la obligación de aparecer en los momentos clave. Ramos, Di María, Isco y Marcelo fueron las figuras reales de la décima. Y con ellos su entrenador, a pesar de lo señalado, que ha  enderezado una plantilla tocada y dividida por la nefasta gestión técnica anterior.


Con la enhorabuena al Real Madrid por tan importante y justo triunfo, y el reconocimiento a su rival y campeón de liga, el Atlético, por su extraordinaria temporada; un recuerdo al  técnico argentino del tercero en discordia por su encomiable educación en un periodo difícil. Martino ha sido en el Barça un señor ante todo, como lo han sido sus rivales Ancelotti y Simeone. Que cunda ese ejemplo y el del magnífico comportamiento de las aficiones madrileñas que llevaron a Lisboa la fiesta europea del fútbol español. Ojalá acierte Del Bosque y continuemos disfrutándola en Brasil.  

lunes, 19 de mayo de 2014

DE PUPAS A CAMPEÓN

Estuvo a punto de ser de nuevo el pupas y darle la razón a la historia. El Atlético, sin embargo, ha tenido que ser campeón hasta el último minuto superando adversidades como que se le lesionen sus dos jugadores más emblemáticos sobre el campo en los primeros minutos. Y que a Alexis, un jugador del Barça más alocado de los últimos diez años, le saliera un golazo irrepetible. O que un otrora aliado del gol como Villa viva ahora un romance estéril con los palos.

Barsa - Atlético


Y menos mal que le pitó un árbitro que deja jugar, porque si lo coge cualquiera de las medianías que sufrimos no le deja pasar del medio campo. Me refiero a quienes confunden el fútbol con otros deportes donde el choque es falta. Matéu Lahoz es un grandísimo árbitro. De los pocos que no pitan en cuanto un delantero acosa a un defensa, como tampoco lo hacen los demás cuando es al contrario. Que parece que los defensas pueden empujar por detrás con el cuerpo y los delanteros ni rozarles a ellos. Y tampoco sanciona los cuentos, de los que algunos jugadores con más nombre que resultados como Neymar son campeones. Y tampoco se deja influir por el ambiente; a cualquier otro se le hubiese visto el plumero enseguida con las noventa mil gargantas contra unos centenares. Le bastó poner orden con varias tarjetas, la primera para Piqué, y ahí se acabó la historia. Y eso que a Messi pudo echarlo por desconsideración si le hubiese sacado una primera, que se ganó con una entrada por detrás impropia de su categoría. Pero en fin, estuvo por encima de los propios jugadores y del partido enarbolando la bandera de la serenidad y el buen juicio en sus decisiones. Enhorabuena al árbitro valenciano.

Pocas veces ocurre que el campeón de liga contenta a las dos mayores aficiones españolas, las merengues y las culés, y esta ha sido una de ellas. El Atlético ha concitado el consenso general de que ha sido el justo campeón de la Liga 2013/14, y como los grandes toreros que ponen a todos de acuerdo con una faena portentosa recibe el aplauso de la afición española. El público del Nou Camp puesto en pie al final del partido aplaudiendo a los colchoneros, disfrazados de amarillo por otra tontuna más de las muchas que abundan en nuestro fútbol, es un ejemplo de esa simpatía que  ha despertado el equipo de Simeone. Un equipo que les apeó de la Copa de Europa y que les ha ganado la Liga en sus barbas. Enhorabuena también a los aficionados blaugranas por esa lección de señorío, o de seny si lo prefieren, que a algunos nos no chirría para nada su lengua materna.

El Atlético de Madrid ha sido el justo campeón sencillamente porque ha sido el más regular y eso es lo que premia una competición liguera. Desde estas páginas hemos analizado muchas veces las razones de su éxito destacando sobre todo su espíritu de equipo y su enorme capacidad de lucha. Esas virtudes y la excelente preparación física demostrada por sus pilares fundamentales, junto con la humildad, son las claves. Y, como adorno final, quizás cabría decir aquello de que ha ganado el Atlético de Hombres. Porque ninguno de sus nombres, con las excepción del técnico, se recordarán cuando pase un tiempo. Este Atleti será siempre el de Simeone. Como el de la final perdida frente al Bayern fue el del gol de Luis más que el del churro a Reina; se recuerdan más las cosas positivas, afortunadamente.

Realmente es difícil destacar a ningún  jugador sobre otros en este equipo. Lo fácil es hacerlo con Costa o con Courtois, pero no podemos olvidarnos de Godín y Miranda, o de los exmadridistas canteranos Filipe y Juanfran, o de Koke y Gabi, o de Tiago y Suárez, o de Arda y Raúl García. Ni de las aportaciones puntuales de Villa, Diego, Adrián o de quienes menos han jugado. Felicidades a todos los colchoneros; se las merecen.

Y el sábado espera el Madrid con todas las velas encendidas a su santuario; si no ganan la décima ha amagado el señor Pérez con dejar el club. Y es que lleva gastados cerca de mil millones de euros para lograrla por fin después de echar a Del Bosque por “antiguo” tras ganar la novena. Sí, sí, ¡ciento sesenta mil millones de pesetas! ¡Qué disparate!

En fin, suerte y que gane el mejor.       

jueves, 15 de mayo de 2014

ESTILOS, VELOCIDAD E INTELIGENCIA

Al fútbol se puede jugar poniendo el acento en características diversas. Los hay que fían sus resultados a jugadores rutilantes y otros al conjunto. De entre los primeros, según sea la especialidad de sus estrellas, lo harán pensando en hacer más goles que el adversario, caso del Real Madrid actual, o en que les hagan los menos posibles, como el Chelsea del luso saltarín. En ninguno de estos casos se puede hablar de estilos de juego sino más bien de estilete en el caso blanco – o de estiletes, hablando de sus portentosos goleadores – o de estilucho para quienes el fútbol con diez entre el balón y la portería propia nos aburre soberanamente.

El Real de Cristiano, Ramos, Alonso y Diego o Casillas, como soportes; más los Bale, Di María, Isco y Benzema, entre los demás, tiene su punto más fuerte en la regularidad de los primeros y su débil en la singularidad de los dos últimos: los artistas. Y eso siempre ha sido así en el fútbol. Pensemos en los casos recientes de Guti y Raul. Arte frente a constancia, como en los toros, porque cuando coinciden hablamos de los realmente superdotados: Pelé, Di Stéfano, Eusebio, Maradona, Cruyff, o los actuales Messi y Cristiano.

Hablar de estilos es referirse a los equipos que marcaron una época por sus triunfos, con una forma de jugar tan característica que iba más allá de sus estrellas. El Brasil de los años cincuenta y sesenta con la velocidad de sus malabaristas; el Madrid de don Alfredo y Gento, uniendo a la velocidad una capacidad de gol infinita; el Ajax y la Holanda de don Johan del fútbol total; el Milán ‘holandés’ de Sacci y Capello del juego compacto; o el Barça de Guardiola y su irrenunciable juego de toque y gol, del que ha bebido la selección española de Luis y Del Bosque, como paradigma del fútbol que todos quieren imitar en los últimos años. Esa capacidad de influencia en las modas del juego haciendo que se analicen sus maneras para tratar de copiarlas es lo que define un fútbol de estilo. Y eso no es hablar de juego de ataque, posesión, contragolpe o defensivo, porque todas esas características se elevan a virtud en un equipo de leyenda. No ha habido equipo que haya defendido mejor que el referido Barça del toque cuando recuperaban el balón enseguida en el propio campo rival para iniciar un nuevo ataque, por poner un ejemplo, que era el mismo modo de hacerlo del llamado Drean Team de Cruyff. Por eso se permitía el lujo de jugar a veces con solo dos o tres defensas.

Ocurre lo mismo con la velocidad. Hay quienes hablan del vistoso juego veloz del Madrid en sus vertiginosos contragolpes. Y llevan razón, pero esa rapidez no es una virtud para una forma de jugar, por muy necesaria que sea en el contraataque. Sin velocidad no se puede jugar a nada. Y al fútbol menos. Precisamente, lo que diferencia a un buen jugador de un jugador bueno es eso. El buen jugador llega a primera división y cuántos jugadores buenos hemos visto quedarse en segunda, en tercera o en juveniles por falta de velocidad en sus piernas o en su cabeza, aparte de por otros temas que no vienen al caso.

La velocidad no solo está en las extremidades sino que mucho antes debe estar en el coco. De críos estudiábamos aquello del cuerpo humano: cabeza, tronco y extremidades, y en el deporte en general es lo mismo; ¡pero por ese orden! Actitud mental, aptitud física y velocidad: cabeza, corazón y piernas.

Otra cosa es el Atlético de Simeone. Por eso, cuando le preguntan al propio técnico argentino qué es el Cholismo se encoge de hombros con una sonrisa. Porque lo de los colchoneros va más allá de un sistema de juego, o más acá, según se mire. Es ante todo una actitud. Es lo que decíamos antes de que la cabeza está antes. Eso es lo que ha conseguido de su equipo: que se lo crean. Que crean que sin ser estrellas pueden hacerles sombra desde la unidad de acción solidaria – aquello del todos para todos-, la intensidad, el esfuerzo al límite y, ojo, la humildad.

Simeone, que jugando era puro nervio, demuestra que su inteligencia es superior a aquello, cualidad que es la base de todo. Por eso, también, prefiere hablar de jugadas a balón parado que de estrategia. Porque tonterías, las justas. Gracias.        

martes, 6 de mayo de 2014

LO QUE EUROPA NOS DEJÓ

No ha podido ser más elocuente el dictamen europeo tras el enfrentamiento de cuatro equipos con estilos muy diferentes: velocidad, toque, intensidad y defensa acumulada.

Al Madrid de la velocidad se le une, como consecuencia, el de la anticipación tanto en defensa como en la media y en ataque. Y, claro, si a ello le unes la efectividad de sus delanteros estamos ante un equipo difícilmente batible. Cuando un defensa es capaz de anticiparse no necesita hacer faltas y, además, sale con el balón jugado y crea superioridad en el medio o arriba. Es lo que le hemos visto en estos dos últimos meses a los Carvajal, Ramos, Pepe (Varane) y Coentrao.

Ancelotti


Ancelotti ha conseguido que sus jugadores mantengan una extraordinaria forma física – de ahí la velocidad y anticipación - y puedan jugar sin balón continuamente, lo que les otorga el plus de la excelencia cuando son capaces de unir esta cualidad a las anteriores. El único punto débil es su excesiva dependencia de un medio centro como Alonso, con sus años y sus heridas de guerra, lo que le hizo perder algunos puntos en la liga en el tiempo que estuvo ausente y hasta que no recuperó la forma, que ahora son determinantes. De no ser por ello tendría la Liga en su mano.

Lo anterior no es quitar méritos al campeón de la intensidad regular, el Atlético, que ha aprovechado al 120 % sus posibilidades. Ahí radica el magnífico trabajo de Simeone y sus ayudantes, junto a la gran entrega y profesionalidad de los componentes de una plantilla donde brillan los hombres por encima de los nombres. En Europa, además, han acrisolado sus virtudes sin perder ni un solo partido en la competición más exigente y se han plantado en la final eliminando al Barça del toque, pero romo, y en semifinales a un zorro especulativo como Mourinho, que no alberga problemas para jugar con siete u ocho defensas tanto dentro como fuera de su estadio. Desde que se le apareció la virgen eliminando al Barça de Guardiola hace años con Eto’o de lateral izquierdo en el Nou Camp, tras una victoria injusta en San Siro con un tercer gol en escandaloso fuera de juego, quiere hacer del autobús bajo el larguero virtud y así le va. Tiene la suerte –bien buscada por él, sin ninguna duda - de entrenar a grandes equipos con enormes jugadores y ello le permite optar siempre a los títulos, pero cuando le ponen en sus manos una plantilla para mayores logros deportivos y espectaculares el asunto se tuerce. Afloran los nervios, las excusas, las disensiones, etc., porque es incapaz de imaginar un fútbol bonito a la par que efectivo. Y mucho menos si no tiene el protagonismo absoluto del invento. En el Chelsea echó a Mata, echará a Torres y a cualquiera que no le haga la ola incondicionalmente.

Simeone, al contrario, felicita efusivamente a sus jugadores en el triunfo y se responsabiliza del fracaso. Como ha hecho Guardiola en la eliminatoria perdida de su Bayern con el Real Madrid. Al término del tsunami blanco del uno cero, cero cuatro – nuevo prefijo para llamar a Alemania, que dirían los cachondos -, y del baño de efectividad no exenta de un gran plasticismo rayano en la belleza eléctrica de un rayo en la noche oscura bávara, el técnico catalán, y por ello tan español como cualquier otro a pesar de tanta tontuna galopante, reconoció que se había equivocado. Algunos, sin ejercer de técnicos, aún no nos explicamos su manía de jugar con el alemán de apellido raro de medio centro, cuando es un volante ofensivo, dejando a un especialista como Javi Martínez en el banquillo.  En cuanto lo puso ahí en la segunda parte de ambos partidos la efectividad del contraataque blanco bajó muchos enteros. Pero él lo ve más como central y así le ha hecho jugar en la liga alemana. Claro que por delante le ponía a un todoterreno como Lahm acompañado de un extraordinario Thiago, que esperemos que se recupere bien para el mundial; ¡vaya un jugadorazo! Pep quiere que su Bayern juegue como su Barça, pero el toque sin gol – le faltan Messi e Iniesta – es como “el don sin din, capullos en latín”, que se dice por nuestra tierra.

En Lisboa puede ocurrir de todo. Además de ser un solo partido, la intensidad y la velocidad serán determinantes. Y en eso los dos madrileños son los campeones indiscutibles. 
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