miércoles, 4 de febrero de 2015

SÁNCHEZ, EL ÁLFIL SACRIFICADO POR PODEMOS

Hay elementos que estorban a grupos de interés. Al PSOE no le salen bien las primarias o las elecciones libres internas, y el PP ni se las plantea porque aquí pintan poco los electores; solo se respeta a quien manda.


La libertad en España

En fin, la historia repetida de todas las nomenclaturas políticas y no que en España han sido y son, cuando la libertad es una estrofa suelta; un adorno solitario sin mucho contenido en el himno uniforme de cualquier sociedad adormecida. Un cuento de truculencias.


En el PSOE

El pecado de Pedro Sánchez es el original: no deberle el puesto a ningún  santón socialista. Y su fallo, aparte de sus inocuas meteduras de pata, ponerse de perfil respecto a las posibles responsabilidades en las tremendas corruptelas andaluzas de sus dos últimos capos: Chaves y Griñán. La vieja guardia socialista, con el omnipresente Felipe al fondo, no se lo perdona y, además, le tienen un miedo cerval a otro “zapateriano”. Como tampoco le han pasado por alto los recientes mandamases, con Zapatero también al fondo, que no haya sacado pecho de los supuestos avances conseguidos durante los mandatos del estulto leonés, que por eso dejó así al PSOE.

Ha querido rectificar en Valencia este fin de semana alabando a unos y otros, pero llega demasiado tarde su amago de vuelta al redil. La suerte del larguirucho madrileño  ya está echada, - una pena-  y salvo un tan milagroso como poco factible éxito en las municipales y autonómicas de mayo, porque el previsible éxito en Andalucía no constará en su haber - es cosa de doña Susana-, será descabalgado antes del verano pare enfilar las generales con otro jinete; amazona más bien. Y ahí la Díaz tendrá todas las posibilidades de encabezar un movimiento aglutinador de las diversas corrientes socialistas.

El clamoroso silencio de los socialistas norteños, con los vascos como mayor exponente; los movimientos hacia el sur de los catalanes, con la Chacón como mascarón de proa surcando las prometedoras aguas andaluzas; la movida ‘podemosa’ del propio Zapatero, con Bono de muñidor y agitador de conciencias – recuerden sus dos pontificadoras y televisivas manos en el fuego por Chaves y Griñán-, contrastan con el poderío y suficiencia de la sultana andaluza convocando elecciones en su feudo dándole un sartenazo a los comunistas de IU, como reto y recado a sus primos de Podemos de lo que les puede esperar con ella enfrente. Tal vez, la única alegría socialista en meses ante al auge de los hasta antes de ayer asamblearios y herederos aspirantes del 15 M. Pablo Iglesias se puede llevar el primer revolcón de su corta y fulgurante carrera.


En el PP

Pero no solo han sido sus colegas de partido quienes le han amortizado, también sus rivales del PP, con el poder de Génova y el de Moncloa unidos en el mismo empeño. Sánchez no es fiable tampoco para ellos porque no tiene puntos débiles visibles ni intereses personales desde donde amarrarlo. No le pueden decir a la cara el …y tú más, sino el genérico vosotros, y se les vuelve en contra; se encoge de hombros y les reprueba que él sí tomaría medidas enérgicas e inmediatas, no como ellos han hecho en clamorosos  casos recientes.  

Consecuencia de todo es la situación de su liderazgo generada en las últimas semanas. Propios y extraños empiezan a llamarle ya ‘el breve’, como al Rey Juan Carlos moteaban unos y otros a la muerte de Franco, aunque ahí se equivocaron.


El acuerdo entre bambalinas

Pero tal circunstancia no es casual ni fortuita. Está orquestada desde el más allá de las salas de máquinas de ambos partidos al constatar que el liderazgo de Sánchez no frena a Iglesias.  A esos poderes fácticos populares y socialistas les ha unido un miedo común: Podemos. Y lo han hecho envueltos en la bandera benéfica del bien de España. En la cuestión de estado; esa falacia que tan extraños compañeros de cama ocasiona.

Y no han enhebrado posibles pastos electorales ni una gran coalición de gobierno posterior, no; sus bases no están preparadas para ello, por mucho que una gran mayoría social de no comprometidos ideológicamente lo pudiera desear. Están llegando a una conclusión pactada de menos riesgo para ambos. Se trata de dejarse gobernar allí donde más votos obtengan porque Podemos les asusta; y es que es para acongojarse. Para muchos millones de españoles, y con todas las razones que ellos mismos airean en cuanto a sus ideales políticos – al margen de sus críticas a la corrupción, compartidas también por quienes les temen-, el panorama de una España gobernada por Monedero, Errejón y compañía es devastador.

El pacto no escrito al que han llegado es claro: si en Andalucía, como es de esperar, el PSOE de Susana Díaz consigue ser el partido más votado, el PP le apoyará en temas puntuales para que pueda gobernar. Y al revés.

Y en coherencia, de momento, estudian hacer lo propio en las generales. Quedan fuera las municipales porque no competirá el rival común, y en las autonómicas se vería caso por caso.


La última bala de Rajoy

Otra cosa serán los carteles para la Moncloa. Es claro quién optará por los socialistas si todo se desarrolla como han previsto: Susana Díaz. Pero en el PP puede haber una gran sorpresa por el mismo miedo que les une. Si los populares no salvan los muebles en las de mayo, que es lo más probable, Rajoy puede y debe dar un paso atrás. Lástima que no lo haya hecho antes. Y ahí aparecería otra mujer. Apunten el nombre de Soraya Sáenz de Santamaría. Por ahí van los tiros, porque ningún otro nombre, ni hombre, podría enfrentarse al reto con ciertas garantías. Aunque no controla el partido - en un partido tan presidencialista tiene relativa importancia- , tiene a su favor una potente hoja de servicios sin corruptelas. Y eso ya es mucho con lo que llueve y se avecina.

Que tengamos suerte.    

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