lunes, 13 de mayo de 2019

LA IMPRESIBILIDAD ES SU GRANDEZA



De fútbol no entiende nadie porque nunca puede asegurarse nada. Si no, hacer quinielas sería como ir a la oficina. Y su grandeza nos ha chorreado a la mayoría en esta Champions. Y no solo por ser, como juego, imprevisible.

El gol es de las pocas certezas porque mide exactamente la diferencia entre equipos y es el fielato del triunfo y la derrota. Otra es que el coraje puede sustituir con éxito a la táctica, a la estrategia, a los nombres y hasta a la calidad misma. Y la velocidad, que es básica porque se trata de llegar al balón antes que el contrario.

El Liverpool de Klopp, sin sus figuras, barrió de Anfield al Barça de Messi tras un infructuoso baño de juego una semana antes en Barcelona. Y la remontada fue tan sorpresiva que el propio técnico alemán confesó que no se explicaba cómo lo habían hecho sus jugadores. Sin Salah ni Firminho, Origi, por ejemplo, quien apenas ha jugado esta temporada, se marcó un partidazo con dos goles añadidos. El cuarto de su equipo en un sorprendente saque de esquina, explica por qué el fútbol también es de pillos.

Punto y aparte para Messi. Hace dos semanas dijimos que esta Champions podía refrendar su gloria o sería el inicio del declive, como Cristiano había empezado el suyo. La pasada pronosticábamos su sexto balón de oro, y el fútbol ha puesto las cosas en su sitio tan imprevisible como grandiosamente. Además, reconozco otro error de apreciación. Ensalcé que el Ajax y el Barça representaban las dos escuelas de Cruyff, pero así como los holandeses sí lo representan, los culés no juegan a lo mismo desde que todo gira en torno al argentino sin el abrumador dominio del balón por bandera. Los de Valverde, aguardando solo la genialidad de su líder, fueron incapaces de controlar con posesión ni a las figuras ni a los entusiastas de Liverpool en dos partidos apasionantes. Pero Messi, aun con los lamentables pesares del ridículo mundial por dos escandalosas semifinales seguidas perdidas, sigue siendo un futbolista incomparable. En Barcelona fue el mejor de su desvaído equipo y en Liverpool el único que amenazó. Y llegamos a la suerte, otro imprevisible factor diferencial. El Barça, con su escaso impulso, también es cierto, pudo marcar fácilmente varios goles antes de ser goleado. Con uno de ellos, hablaríamos de otra cosa.

Como le ocurrió al Ajax. Los escasos centímetros que llevaron el remate de Ziyech al palo en lugar de a la red determinaron su derrota. La suerte que precisa todo campeón, esta vez estuvo del lado justo de la balanza. Los ingleses la merecieron en una segunda parte donde la aparición del imán Llorente y el retraso de Erikson al medio centro, aciertos indiscutibles de un meritísimo Pochettino sin Kane, también debería enseñarse en las escuelas de fútbol, aparte del tripletazo con la zurda del diestro Moura.  

La última lección es que el fútbol es un juego de plantilla y equipo. Los gloriosos finalistas jugaron con suplentes por tener indisponibles a sus titulares. A partir de ahora, cualquier técnico que justifique así una derrota quedará en mala evidencia. Klopp y Pochettino lo demostraron.

Así ha quedado Marcelino en Valencia, excusándose en otra media falacia, el dinero, para justificar su impotencia ante el Arsenal de Emery. Ayuda, pero no es suficiente. Les pasaron por encima aquí por calidad, pero sumándole velocidad, coraje y cabeza. El fútbol inglés nos ha destronado en Europa.

LA CALOR MURCIANA

Los calores anticipados nos han  hecho perder la cabeza. Así se explica el  plante contra los jugadores del Murcia por parte de su entorno consejero y peñista. Con todos mis respetos ante el murcianismo en acción, que lo merece, pregunto: ¿tienen la culpa de la nefasta gestión deportiva de directivos pasados o actuales, algunos de los cuales reconocieron el previsible desastre que se avecinaba —¡daba igual quedar décimos!— prescindiendo por caros de los que mejor estaban? ¿Se habían fichado  ellos o puestos los sueldos? ¿Es lo que merecen tras luchar bien hasta diciembre sin cobrar desde agosto, y ahora todavía mal jugando con nóminas atrasadas?  ¿Ustedes trabajarían entusiastamente sin cobrar?

Quienes no metan la pierna, censura, pero a quienes hacen lo que pueden en tan difíciles circunstancias, al menos, respeto.Acabemos la temporada dignamente, y después, cabeza. Y en todo. Que desgraciadamente, las bandas se caracterizan por ser un batiburrillo sin mando. ¿Quién maneja el timón en el Murcia? Empecemos por ahí.
 

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