martes, 30 de octubre de 2012

LOS MERCENARIOS Y LOS NUESTROS


Decía el otro día Schuster que ganar es más importante  que pensar en la cantera. Y se quedó tan pancho el rubio hombretón germano.

Bernd Schuster

Y es lógico que piense así quien no ha sido mas que un mercenario en su larga e irregular trayectoria futbolística. Buen futbolista sí, y tal vez un apreciable entrenador, pero con dudoso futuro como técnico. Y rarito como él solo desde sus comienzos en cuanto al trato humano allá por donde ha ido y algo escaso de ciertos valores como el de la solidaridad con sus compañeros, o la soberbia con casi todos. Como muestras dos botones: con veintipocos años y siendo una figura emergente del panorama futbolístico mundial, estando ya en el Barcelona, renunció a volver a jugar con su selección por un enfrentamiento con el seleccionador alemán de la época. Y cumplió su palabra hasta el final de su carrera aunque pudo hacerlo cuando ya no estaba el sudo dicho técnico. Después, al ser sustituido en el descanso en la final de la Copa de Europa que el Barsa perdió en Sevilla con el Steaua de Bucarest en la tanda de penaltis,  tras empatar a cero durante el partido, se marchó al hotel sin ver el segundo tiempo ni, lógicamente, el tan emocionante como triste final para sus compañeros.

No es, por lo tanto, un ejemplo muy a seguir. Aunque sus palabras, por su relativa importancia como jugador y técnico que fue del Real Madrid, ganando varios campeonatos y trofeos menores jugando, y una liga como técnico, tienen relevancia. En esta ocasión no ha estado muy afortunado por la obviedad de sus declaraciones citadas y porque, en todo caso, el aprovechamiento de la cantera no está reñido con el triunfo. Otros jugadores y entrenadores de mayor y menor importancia que la suya en el fútbol lo han demostrado con creces. Entre otras cosas avalan lo contrario de lo que dice tanto la propia historia madridista como muchos de los futbolistas blancos más emblemáticos. Desde aquel Madrid ‘ye-yé’ de la segunda década de los sesenta de Pirri,  De Felipe, Groso, Velázquez, Sanchís – padre-  y compañía con Amancio y el gran Paco Gento a la cabeza, todos españoles y la mayoría canteranos, que además de varias ligas ganaron la copa de Europa del 66 ante el Partizán de Belgrado; hasta los más recientes y actuales como Benito, Camacho, García Remón o Miguel Ángel y la quinta del Buitre, o los Raúl, Guti  y Casillas, por ejemplo. Indudablemente que con entrenadores como el alemán o el actual portugués Mourinho quizá ninguno de ellos o muy pocos hubieran salido. Y es que, tanto aquél como éste, nunca se han identificado de verdad con ningunos colores. Son, sencillamente, unos mercenarios del fútbol por muy respetables que sean sus trayectorias.

Caso bien distinto es el de jugadores y técnicos que a lo largo de su carrera sí se les identifica con sus clubes de casi siempre aunque también hayan defendido otras camisetas. Sería el caso de Di Stéfano, el propio Valdano, Amancio o Del Bosque  que, valiente e inteligentemente, sí les dieron en su día oportunidades a chicos de la cantera inventando grandes jugadores y haciendo que muchos de ellos llegasen a la cima del fútbol.

Es la diferencia entre ser un mercenario o uno de los nuestros. Mourinho y Schuster podrán tener algún día  jugadores que coman en su mano, tan mercenarios como ellos, porque sólo buscan el dinero que haya detrás de sus supuestas lealtades a determinados clubes. Pero nunca podrán decir que han imaginado el futuro exitoso de un chaval en edad juvenil o de pocos más años. Y, para mí, eso tiene mucho más mérito que hacer alineaciones con figuras mundiales por muy difícil que sea a veces manejar todos esos egos en un vestuario ganándose el respeto fugaz de veintitantas estrellas durante un tiempo. Porque el dinero, en definitiva, puede comprar engañosas lealtades pero nunca el corazón de nadie. Y el fútbol, como cualquier actividad humana, tiene un gran fondo sentimental aunque algunos se empeñen en pontificar lo contrario. Es más, el día que se pierda ese valor seguramente este deporte perderá muchos de sus atractivos.

Y camino de eso lleva con dirigentes como D. Florentino Pérez y otros, quienes en definitiva consienten y alientan demasiadas veces el reino de los mercenarios por su propio interés económico o social. Sus intereses por permanecer en el cargo son demasiado serios como para pensar en fútbol. 

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