domingo, 23 de septiembre de 2012

MOURINHO, ESE FENÓMENO ... DE FERIA.


Así completaría el titular. Algunos amigos se sorprenden de que no me haya referido al portugués sabiendo lo que pienso, estando en horas bajas. Y no lo he hecho porque mi visión crítica sobre él, y del fútbol, no depende de resultados, ni para lo bueno ni para lo malo. Además, lo del Madrid ahora les pasa a todos los equipos tarde o temprano. Otra cosa es que ocurra lo que anuncié antes de  empezar la liga, advirtiendo sobre la posibilidad del mal de altura degenerando en una catástrofe, como ya paso en 2.006, con fuga presidencial incluida.


El tema del fenómeno luso es mucho más grave que ganar o perder unos partidos o un título. Como he analizado muchas veces su trayectoria con datos, esos que no mienten, simplemente referiré que los mismos hablan de un técnico que asegura títulos a base de talonario pero que no hace equipo. Añadiendo, que eso pasa porque para él lo importante son los cuartos y su currículum y no el club que le paga. Y eso puede estar bien para equipos segundones con un potente ‘pagano’ detrás, pero no para el club más laureado de la  historia. Porque parece que la vena triunfal del Real ha empezado con el narcisista portugués y su clan de mamporreros; esos que lo ponen por las nubes mientras que están chupando a su vera: futbolistas de estómago agradecido, ‘tuercebotas’ diversos, y ‘llevaytraes’’;  ‘jorgemenditos todos, o ‘chupaesquinas’ esperando una oportunidad. Habrá que oír públicamente cuando no haya tetaa algunos de ellos. Coincidirán con lo que relevantes ex profesionales madridistas de siempre hacen en privado, o dejan entrever en los medios.

Cuando afirmo que es un técnico mediocre tengo en cuenta varios clamores. Los primeros derivan de su ceguera recalcitrante, causa de los sucesivos repasos que le dio el Barsa de Guardiola en la mayoría de sus enfrentamientos. Todos sabíamos, sin necesidad de ciencia, que en cuanto dejara a sus extraordinarios futbolistas jugar como ellos saben,  las tornas cambiarían, o se igualarían al menos, como así fue. Empeñarse en poner a Pepe de Di Stéfano, o a Coentrao por la derecha para marcar a Iniesta, ni más ni menos, sólo son dos muestras significativas. En la frustrante pasada semifinal de Copa de Europa con los alemanes, él tuvo la culpa retrasando al equipo cuando adquirió la ventaja inicial, capando el vendaval de juego de sus muchachos que hubieran podido golear fácilmente; echarle la culpa después a la mala suerte de los penaltis es elevar a categoría futbolística lo que es una pura anécdota.  Un buen técnico español como Benítez, calificó el estado de la plantilla que le dejó en el Inter como de catastrófico. Esto puede ser subjetivo, pero lo que no tiene discusión es que ningún equipo que ha dejado levanta cabeza en años. Al contrario, fijémonos en la herencia que dejó Del Bosque al Madrid, Luis a la selección, o Guardiola al Barsa.  Y, finalmente, el espectáculo de sacar a cinco o seis delanteros esta temporada en los partidos que se le tuercen es propio de equipos sin lustre; ‘tos a correr p’lante’, pelotazos a la olla y el que la pille ‘pa’ él. De regional ramplona.

Cuando se gana, la estrella es él;  la derrota es culpa de los árbitros, de sus jugadores, de la prensa, de las instituciones o de gente del club, a los que hay que apestar. Y sólo apuesta por futbolistas que coman en su mano llamándole papaíto. A los internacionales españoles que le pueden mirar pensando que no le deben nada, ni en pintura, máxime si además tienen amigos por ahí u opinan bien de otros técnicos. Y de canteranos para qué hablar. ¿Alguien sabe de algún futbolista que haya sacado,  o reconvertido para mejorarlo? Sólo a Ramos de buen central, si es que le quitó él la manía de ir al suelo enseguida.

Ahora dice que pelear hasta el final y ganar casi siempre,o hacer remontadas legendarias, es el verdadero señorío. Que lo demás es filosofía barata. Los que llevamos 50 años siguiendo al Madrid no hemos conocido otra cosa. Pero, además, saboreando elegancia,  deportividad,  grandeza,  respeto e infinidad de títulos.De señorío no son los llantos indignos, las meteduras de todo, los ‘caballitos’ y demás vulgaridades,  tan reiterativas y variopintas en este sujeto, haciendo antipático al Real; ¡el Madrid contra el mundo!

El fenómeno Mourinho: rascas detrás y sólo hay feria tan carísima como fulera.

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