sábado, 23 de junio de 2012

D. MARIANO, MÁS QUE GARLOPA, SERRUCHO.


Ya sé que es mucho pedirle porque usted está hecho de otra madera. Aquella tan enjabonada por tantos años de política que resbalan en su epidermis todas las utilidades que ha conocido hasta ahora.

Pero mire, hay momentos en los que hay que jugársela contra natura. Eso lo sabemos muy bien quienes andamos ya muchos años en el mundo real – léase economía real- sin haber recibido jamás una subvención pública. Ni para su asombro, seguramente, haber aspirado nunca a vivir de los impuestos de los demás. A unos nos ha ido regular y a otros muchos bien o mal. Es la vida, señor presidente, ése aprendizaje continuo que es nuestra existencia.

Hace algún tiempo le sugerí en mi modestísimo blog que, como los toreros que debutan en Madrid, en estas circunstancias usted no tenía más salida que el hule o la puerta grande; y en esas estamos.

La confianza

Le podría hablar mucho de que lo más importante en cualquier negocio es la confianza. En ella están basados todos los acuerdos importantes entre personas. Y usted vive de un contrato hecho con sus correligionarios y con los españoles. También de que la gloria no está hecha  para los pusilánimes ni para los cobardes y usted me podría responder que los cementerios están llenos de osados y valientes; pero al final todos nos pudrimos. Nos diferencia el hecho de que su puesto es voluntario y yo, con muchos millones de españoles, le pagamos a usted y a sus colegas políticos de todos los colores sus sueldos. No sé si me explico.

Por ello estamos en disposición de exigirle. Mucho más en el caso de quienes le votaron en la confianza de que usted era de fiar y de que tenía las ideas claras. Por eso no se entiende que esté  más cerca del silencio o de la chufla que de la apoteosis. Está perdiendo la confianza de todos.

Algunas cosas que ha hecho

Hasta ahora ha pretendido manejar el bisturí en lugar de la sierra, esperando, creo, que esto era un pasar el tiempo y que más pronto que tarde el disparate económico en el que flotamos a la deriva volvería a la mansedumbre conocida. Y ha confundido el diagnóstico, la ruta, el tiempo y los remedios. Por eso debutó rompiendo promesas subiendo impuestos directos, eso sí, a quienes no queman contenedores en la calle – mayoritariamente votantes suyos-; y retrasó la presentación de los presupuestos tres meses para ganar en Andalucía - ¡Ay! del señor Arenas, ahora de nuevo inconcebiblemente a su vera-; e hizo una tímida reforma laboral que realmente sólo beneficia a los grandes, olvidando en buena medida a las PYMES y a los Autónomos que son quienes de verdad galvanizan la creación de empleo en España. También trató de embridar a las CCAA legislando en pos de su equilibrio presupuestario, y a las pocas semanas hizo de bombero con alguna de ellas – a las que más teme- transfiriéndoles fondos para que pudieran pagar sus nóminas; y le dio vara alta a su ministro de economía para hacer dos reformas financieras consecutivas, con el consiguiente desmadre en la ruta pre establecida de regulación del sistema; en la última llegó el infeliz hallazgo de hacer provisionar a los bancos los riesgos de quienes cumplen sus compromisos de pago. Lo de Bankia ha sido una muestra decisiva.

Los funcionarios

Ahora suenan tambores de guerra nuevamente para los funcionarios, confundiendo, por cierto, galgos con podencos. Sr. Presidente, hasta para quienes tenemos en el liberalismo una forma de ser el problema no está en los funcionarios de carrera sino en los cientos de miles – superan ampliamente el millón- de amiguetes que ustedes,  los socialistas y demás partidos han ido enchufando en las Administraciones Públicas en forma de asesorías, personal contratado, etc.; por no hablar del resto de entramados en torno al Estado. Deberían estar los mejores médicos, profesores, técnicos muy cualificados, policías, fiscales y jueces, por ejemplo, y muy bien pagados, pero todo lo demás subcontratado a empresas privadas y que espabilen.  En poco más de treinta años hemos pasado de 750.000 a 3.200.000 empleados públicos. Y eso no hay impuestos que lo aguanten.

La clase política

Y no se atisban, por el contrario, reformas en profundidad en el tinglado de la representación política que nos asola. Saque el oído a la calle y escuchará en lo que estamos de acuerdo la mayoría de españoles: sobran, como poco, la mitad de políticos y de instituciones. Ahí también tiene usted leña. Porque no sólo es lo que cobran, sino  lo que gastan en ayudantes de todo tipo y secretarias, locales y despachos,  coches, desplazamientos, comidas, dietas y cia.

Lo que necesita

Le he puesto unos ejemplos, seguramente los que están más a la vista, pero hay muchos más. Y para ellos necesita usted serrucho – sierra con mango para podar árboles- y no garlopa – utensilio carpintero para cepillar madera- . De lo contrario no recuperará la confianza perdida. Ya sabemos que recibió usted la calamitosa herencia del peor presidente que ha conocido la historia moderna española, pero actúe de verdad no sea que pase a ser su segundo, o le desbanque, en tan ignominiosa lista. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Web Analytics