viernes, 25 de mayo de 2012

LA REFORMA FINANCIERA O EL DILUVIO QUE VIENE


El 30% de provisión para préstamos del sector inmobiliario que estén al corriente, trasvase de activos tóxicos (lo resultante de los que no hayan pagado o no paguen), interés del 10% para las ayudas públicas a bancos…. ¡Oiga! ¿Y de lo mío qué?

Nubes blancas de fe

Dando por buenas las cifras que maneja De Guindos – toquemos madera- resulta que los Bancos tendrán que añadir 30.000 M de E. adicionales a los supuestos 107.000 que ya tienen provisionados para cubrir los riesgos ya malos, y los por llegar, del crédito global al sector inmobiliario.

Y, también, que con los 184.000 M que traspasarán a la Sociedad de Liquidación de Activos tóxicos – que ahora es obligado- harán hueco en sus maltrechos balances para poder financiar a los clientes que demanden nuevos créditos en el futuro. Aquí lo de la fe.

Las entidades financieras que estén bien – no más de tres o cuatro-, y puedan asumir su parte de aquellos 30.000 M contra sus cuentas de resultados, podrán continuar sin excesivos problemas si también tienen cubierto el capital de máxima calidad exigido por las autoridades europeas y españolas respecto a los riesgos que mantengan en balance.

Las que no puedan provisionar con cargo a sus cuentas de resultados tendrán que acudir a sus recursos propios. Si tienen reservas suficientes adelante y, si no, pues a iniciar la nefasta senda de la reducción de capital, con las pérdidas consiguientes para accionistas y clientes de productos considerados como de recursos propios para el Banco.

El único camino que les han dejado para evitar el desastre de la reducción es el de acudir a papá Estado, que les financiará sus necesidades de recursos para provisionar a un ‘módico’ 10%

Hablando claro

El Gobierno les ha dicho a los bancos: te ayudo aliviándote el balance para que puedas buscar financiación – ahora no les presta nadie en los mercados- y lubriques la economía española abriendo el crédito.

Y, como nada es gratis en esta vida –aunque a veces lo parezca con la Banca- , te obligo a ceder tus activos inmobiliarios tóxicos a una sociedadad hoc, al 50% o menos del valor que tú le dabas, que pueda ponerlos en el mercado a un precio real de venta en las condiciones actuales. Conformen se vayan vendiendo – hasta en diez años o más- irás recuperando lo que pusiste, incluso con  plusvalías sobre el valor de tasación que vamos a encargar a dos sociedades independientes, si hay suerte, cosa harto dudosa. Lo normal es que te cueste, además de lo ya perdido, la comisión  de venta.

¿Y de lo mío qué?

Para el personal de a pie se abren distintos escenarios según su posición. Para los accionistas hay dos noticias, una buena y otra mala. La buena es que previsiblemente, si se cumplen los objetivos de la Reforma, el valor de sus acciones se irá recuperando aunque muy lentamente – olvidémonos durante años de volver a ver el Ibex sobre los 12.000 de hace unos años-. La mala es que los dividendos se resentirán notablemente por todo lo anterior; tanto las nuevas provisiones normativas como las pérdidas por la cesión de activos que ya no estuvieran cubiertas, ambas obligadas con la Reforma, irán contra los beneficios. Claro que, la disminución de ingresos fiscales del Estado por esta merma tampoco  será minina; los bancos están en el 30% impositivo en Sociedades.

Para los clientes habrá dos cantares. Quienes tengan depósitos estarán razonablemente más garantizados, y lo normal es que obtengan intereses decentes ya que la financiación en los mercados de capital para los bancos será costosa. Aunque, por el contrario, con la subida de impuestos del gobierno del PP a las rentas del capital tampoco serán ninguna bicoca.

Los nubarrones amenazantes

Donde estará la cosa más fea será para quienes soliciten un crédito, aunque parezca paradójico conforme están las cosas ahora. Veamos.

El Gobierno debería encargar cartelitos con el texto de “abtenerse promotores,  constructores y españolitos que quieran promover, construir o comprar una vivienda en cuanto escampe”. Y con ellos a toda la industria dependiente. Porque si a la imagen arrastrada y a la inanición actual le sumamos el 30% de provisiones para los préstamos que se pagan o se paguen regularmente en el sector, ¿cuántos préstamos creen ustedes que se darán en este sector clave?

Y los pequeños y medianos emprendedores de otros sectores que quieran ‘tirarse al agua’ y empujar nuestra economía hacia arriba bien pueden ir ajustando con finura sus costes porque los financieros van a ser de aúpa; desde luego notablemente superiores al señalado por el ministro.  Eso de que el Estado prestará a los bancos al 10%, aunque no tenga nada que ver con esta otra película por ser distintos los escenarios, será el banderín de enganche de la Banca en sus nuevas condiciones de tipos de interés en los préstamos y créditos. Que en esas cosas sí que son muy eficientes y rápidos los bancos. En el sector del consumo hace tiempo que andan en esa onda.

Precisamente en el crédito al consumo es donde creo  que el Gobierno ha puesto sus miras. Quien compra un coche o un electrodoméstico no distingue mucho entre pagar un 6 o un 12, siempre ha sido así; no digamos ya en las tarjetas. Se consume, se vende, se contrata personal, se fabrica, se asesora, se sirve, se financia, se anuncia, se cobran comisiones, impuestos, se hacen infraestructuras, etc.  Es decir, empezar el círculo virtuoso económico.

Otro cantar, como decíamos, será el de los  pequeños  y medianos empresarios y los autónomos. Con intereses superiores al 10 % no hay ahora mismos sectores económicos que puedan pagarlos con los márgenes comerciales que circulan.  Aquí estará la piedra angular del remonte de la crisis a expensas de esta Reforma financiera. Y la prueba del algodón de las otras.

Las grandes empresas andan otros caminos y esta movida  les vendrá bien en todo caso.

Lloverá, pero ojo que no será a gusto de todos. Ojalá no sea un diluvio; aunque con la racha que llevamos, ¡lagarto, lagarto!

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