lunes, 16 de noviembre de 2015

ESPAÑA ANTE SU ESPEJO

ESPAÑA ANTE SU ESPEJO
Si hacemos una fusión de la primera con la segunda parte contra Inglaterra, y recordamos lo de Ucrania, la selección nos retrotraería a la España campeona de todo hasta hace dos años. Hay varias imágenes de las constantes de seguridad de Luis Aragonés, que nos catapultaron a la cabeza del concierto futbolístico mundial hasta el punto de ser objeto del deseo émulo de todos.
Empezando por atrás, la portería española está más que garantizada con dos porteros de enorme nivel. Casillas y De Gea, o viceversa, aúnan distintas condiciones y primaveras contrapuestas en su idéntica solidez: juventud y experiencia. El exatlético y futuro merengue reposa en sus alámbricas extremidades unos reflejos solo al alcance de los mejores, que nacen en un corazón explosivo bajo un cerebro rebosante de intuición. Casillas, que tenía esas mismas cualidades hace unos años, aunque fuera peor por alto en los balones cruzados, ha suplido el paso del calendario por el poso de la sabiduría. Antes llegaba en plan gatuno a cualquier balón sobre la raya de la verdad y salía a por el contrario en ventaja con idéntica rapidez, y ahora suple la décima de los reflejos por la calma y la colocación.
De laterales muy bien, con el goleador Mario recordándonos al sobrio Capdevila y al oportunista Alba, que continúa con Juanfran,  Carvajal, Azpilicueta y Bernat; y por el centro amanece otra estrella. Bartra dio en Alicante un recital de gran futbolista —cómo recuerda a los mejores Sanchís  y Pujol en su juego de anticipación —, y es el asegurador del candado que suponen Ramos y Piqué, todavía titulares indiscutibles en cualquier equipo del mundo; con Nacho en la recámara.
Y en la media seguimos sobrados. Aún no hay en el panorama mundial  unos centrocampistas, ni en calidad ni en calidad, que igualen a nuestros Iniesta, Busquets, Cesc, Silva, Cazorla o Mata, como veteranos en plenitud, y muy pocos equiparables a sus recambios coyunturales: Navas, Thiago, Koke, Isco, Javi Martínez, Muniaín, Sergi Roberto, San José o Bruno, más los que vienen apretando desde la sub 21. España, como entonces, se puede permitir jugar con tres, cuatro o hasta cinco medios, sacrificando a un delantero, porque cualquiera de los que jugaran más adelantados tiene tanto gol como los mejores puntas, salvando, claro está, a los especialistas consumados de los que España carece. Si Cristiano o Messi fueran españoles, o Raúl tuviera doce años menos, el ahora reinado español seguiría siendo el imperio que instituyó Luis hace ocho. Y eso que ya no está el mejor medio español de la historia, Xavi —con el balón de oro Luisito Suárez— tan indiscutido como insustituible.
Y llegamos a la delantera, nuestro único punto flaco. Desde que se fue el Villa eléctrico todavía no ha aparecido un punta de su efectividad: el máximo goleador histórico. Han pasado algunos pero ninguno con la necesaria regularidad y esa chispa que distingue a los delanteros imprescindibles. Llorente, Soldado o Negredo, por ejemplo, como Costa o Alcácer  y tantos otros, son delanteros de club, en el mejor de los casos, pero carecen del marchamo de los elegidos.  Antes hemos nombrado a cuatro que le darían a nuestra selección actual el aura suficiente para afrontar el futuro con las máximas garantías, pero dos de ellos nunca hubieran podido, por ser extranjeros, y los dos mejores goleadores españoles de los últimos veinticinco años ya no están para estos trotes. Habrá que buscar en los jóvenes como Morata o Nolito — ¡qué calidad atesora y en qué forma se halla el celtiña exblaugrana! —, o tal vez en los veteranos como Adúriz, que lleva unos años en estado de gracia; o en los que están llamando a la puerta desde la citada Sub 21  —Munir, Williams, Deulofeu, Asensio— aunque no sean puntas puros, quien bata con regularidad al portero que menos conozca, como decía Di Stéfano.
Finalmente, no podemos obviar la lacra sempiterna de nuestro combinado: el calendario de las competiciones nacionales. La selección nunca ha podido preparar con tiempo suficiente un campeonato. Si a ello le unimos que los jugadores básicos juegan en los equipos que disputan las semifinales y finales de Europa, tendremos la mezcla tóxica que debilita sus fuerzas. El Mundial de Brasil fue un ejemplo. Además de falta de imaginación táctica, jugaron andando por carencia de reservas.
En todo caso, debemos ser optimistas si juegan como saben. ¿Del Bosque? Merece el máximo respeto pero da para otro capítulo. De momento, como él, todos tranquilos.         

    

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