jueves, 5 de noviembre de 2015

AZNAR, EL PÁJARO DEL ALBA

AZNAR, EL PÁJARO DEL ALBA

Ni a la quinta ha ido la vencida. Es el reiterado trino al amanecer y sin recaderos al encantado Rajoy, del ojizaino y antiguo presidente del PP y del Gobierno, padrino suyo y referente onírico de las huestes conservadoras, elevado antaño a sus altares como paradigma de mando y ejemplaridad. Pero tiene tan poca fortuna en sus despertares mañaneros como alabado fuera por quienes deberían reflexionar sobre tan ajustado clarín: con Rajoy y sus viejos olmos de ribera, el bosque pepero acabará en la mar machadiana por ríos y barrancas.
Pregones
Salvo en solemnidades y fiestas de guardar, donde se homenajea a algún personaje haciéndole el honor de pregonar cualquier tradición o ‘fiestorro’, los pregoneros eran unos mandados para esparcir a los cuatro vientos los anuncios, recordatorios o advertencias que la Autoridad tenía a bien comunicar a la ciudadanía.
Nuestro personaje de hoy aúna ambas caras. Con una se hace un auto homenaje, convencido de ser la reserva espiritual del centro derecha español,  y pregona con la cobertura de FAES, o en el evento y medio a los que ‘acepte invitaciones’, lo que considera que deberían tener en cuenta sus ex devotos; hasta hace siete años a pie juntillas y sin pestañear, por la cuenta que les traía.
Por otra se otorga la autoridad —que no poder —de la presidencia honorífica del PP, y sermonea de cosecha propia lo que considera respetable para sus otrora incondicionales, cada vez más díscolos y descreídos.
De mal estratega a estéril remendón.  
Es una pena que quien creó sueños colectivos desde un razonable manejo del timón de las Españas, no sumara a sus demostradas capacidades la de buen estratega a largo. De aquella supuesta primera división mundial, solo queda el remoto reflejo de sus fotos con quienes sí pertenecían a ella.
Declaró su amor por interés a un Pujol lagartón en el Majestic, sirviendo como prenda la inmersión lingüística. Ni su tactismo personal, ni mucho menos ninguna estrategia coyuntural para favorecer la estabilidad nacional, justificaban tal indignidad.  La lluvia del tiempo ha hecho crecer la cizaña en aquella mala siembra: Cataluña hoy.  Por mucho que él apunte remiendos dolidos, triste consecuencia de lo propiciado junto a sus antecesores, y preludio de lo que perpetrarían sus herederos monclovitas.
Gurú ruinoso
Tampoco podría ejercer de pitoniso; si acaso, de echador de cartas trucadas. Lo demuestra su dedocrática apuesta por Rajoy como proyecto de presidente del gobierno, desde la realidad que él debería conocer mejor que nadie: probo militante funcionarial en la nomenclatura de Génova, por muchos cargos electos y de confianza que ostentara. Lo disculpable y más a mano sería que el Señor no lo haya llamado por el camino de la intuición, y, lo imperdonable, que optara ladina aun equivocadamente por un Mariano títere.

La del millón no se la cree nadie, o… sí: que Rajoy fuera más listo, y lo engañara a conciencia durante demasiados años vendiéndole su recauchutada moto como de kilómetro cero. ¡Quién lo iba a decir!  

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