sábado, 14 de enero de 2012

RODRIGO

¡Cómo juegan estos chicos! El otro día tuve la enorme fortuna de ver jugar a la Selección sub 21 de España. Como soy un vicioso del fútbol disfruté como un cerdo en un charco. Qué manera de jugar; qué forma de pasarse la pelota, de desmarcarse, de hacer paredes, de dar el balón en ventaja para el compañero, de llevar la pelota cosida al pie con la vista levantada, de aprovechar las ocasiones, de hacerlo fácil o de lujo, según el momento, en definitiva, qué forma tan sencilla de interpretar este juego que otros hacen tan complicado. Y es que, cuando se sabe qué hacer con la pelota y a lo que se juega, todo es más fácil. La cosa se complica cuando en lugar de tocar el balón se le maltrata, o cuando para dar el balón de cara o con ventaja se prefiere el arabesco, en el caso de los ‘figuritas’, o, sencillamente, no se sabe hacer. Es decir, cuando no se sabe jugar o cuando por muchas capacidades físicas y técnicas que se tengan nunca se llegará a nada porque quizás se olvida que el fútbol, como cualquier otro deporte de competición, requiere de cabeza, tronco y extremidades, pero, ¡ojo!, por ese orden.

Y disfruté viendo a varios futbolistas jóvenes en nuestra selección que están llamados, sin duda, a ser grandes figuras a nivel mundial a poco que la suerte les acompañe, que ésta también juega. Y de entre ellos, no porque jugaran mucho mejor que sus compañeros sino por lo que tienen de vidas paralelas, me fijé especialmente en dos, en Rodrigo y en Thiago.

Ambos tuvieron una infancia común en Vigo, por la gran relación que había entre sus padres, y jugaron mucho a la pelota juntos. Después tuvieron la enorme fortuna de formarse en las canteras de los dos mejores equipos españoles, Rodrigo en el Real Madrid y Thiago en el Barcelona. Viéndoles jugar empecé a imaginar la de veces que de niños se pasarían el balón en la húmeda Galicia, y la de discusiones y alegrías que tendrían con un balón de por medio. Y, también, la de veces que seguramente juntos soñarían despiertos con llegar a ser alguien en esto del fútbol. Después, por los avatares de la vida, sus caminos tomaron rutas diferentes y acabaron siendo máximos rivales luciendo colores enfrentados. Pero afortunadamente, para quienes nos gusta el fútbol con mayúscula, la selección española los ha vuelto a unir.

Mientras veía a Rodrigo meter un tres en uno – qué manía con usar el inglés para decir que fulanito ha marcado tres goles en un partido-, y a Thiago hartarse de recitar fútbol como si se tratase de poesía, seguí pensando en la distinta suerte de ambos siendo los dos tan grandes. El hijo de Macinho jugador del primer equipo del Barsa, y ya jugador de la selección campeona del mundo, y Rodrigo marcando goles en el Benfica portugués porque en ‘su Madrid’ ni flores; no llegó a debutar.

Y claro, me puse en el lugar del delantero centro de la Sub 21 y en lo que pensará cuando vea a su íntimo amigo jugando al máximo nivel tanto en el club de sus sueños como en la selección que es envidia de todo el mundo. Y no me costó mucho trabajo pensar, como seguramente él, que en su día tomo la decisión equivocada, que en lugar de irse al Madrid debió marcharse con su amigo Thiago a la Masía. Quizás hoy jugaría con seis o siete de los mejores jugadores del mundo, todos ellos canteranos del Barsa.

Y puesto a seguir pensando me vinieron varios interrogantes que hace tiempo contemplo. ¿Tiene mucho que envidiarle Javi García a Khedira? ¿ Y Mata a Ozil? ¿ Qué hubieran hecho en el Madrid Negredo o Soldado si les hubieron dado las mismas oportunidades que a Higuaín, por ejemplo? Recordemos que al argentino, buen jugador sin duda sobre todo en el desmarque, le dieron toda la confianza durante dos temporadas seguidas cuando necesitaba de diez oportunidades para hacer un gol. Y así podríamos poner varios ejemplos más en el último decenio.

Rodrigo, cuando se vuelva para Lisboa, irá soñando caminos de la luna pero ninguno de ellos será blanco. Rodrigo, gran delantero, siempre pensará que una vez equivocó sus pasos. Y con él, cuantos canteranos madridistas siguen o no en Madrid. Todo lo contrario de sus colegas del Barsa, para quienes sus sueños lucen orgullosos de azul y grana.   

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