miércoles, 6 de diciembre de 2017

PINTAN LUTOS POR EL BERNABÉU


El fútbol es un calidoscopio de sensaciones. El Barça lo hizo de cine casi todo el partido y el Celta le empató en dos chispazos de calidad de Aspas; buena noticia para Lopetegui, si es que tenía alguna duda sobre el gallego, aunque no vaya a ser titular en Rusia. Como también lo es que cinco canteranos nacionales culés continúen formando parte de la columna vertebral del líder de la Liga. Piqué, Alba, Busquets e Iniesta serán lo mismo en la Selección, e incluso el polivalente Sergi Roberto podría tener opciones.
La primera parte en el Nou Camp fue una delicia de fútbol de calidad. Cuando Messi toma la batuta todo es posible, sobre todo si le acompaña la magia de los internacionales españoles citados. Con su Argentina, como interpreta Maradona, no suena igual su sinfonía porque le faltan solistas de cuerda, percusión y viento; esos que por sí solos llenan el escenario. Con la calidad clásica de los  jugadores argentinos, efectivamente no se puede jugar tan mal disponiendo del mejor del mundo; Sampaoli tiene mucho que hacer.
Pero la calidad abundante no le sirvió al Barça para ganar, mientras al Celta le bastaron pocos detalles para amarrar un punto de prestigio. Cosas de la suerte y de Unzúe; dos palos, un gol mal anulado y el acierto de atacar los puntos débiles culés: la banda del extremo permanente Alba y el hueco del desubicado Paulinho, le daban aire al campeonato liguero. Luego, el Atlético pudo recortarle dos de los ocho puntos conjugando calidad, cabeza, corazón y suerte. Koque, Filipe, Saúl y Griezmann aportaron las tres ces fundamentales, y la fortuna se sumó al espectáculo como postre dulzón para los colchoneros.
Sin embargo, a la calidad del Madrid le sobró corazón y le faltó cabeza, templanza y suerte. Un equipo con jugadores tan distinguidos no puede dedicarse a colgar balones en el área faltando más de media hora de partido con tablas en el marcador, por mucho que la necesidad apretara tanto como la cortina de agua que nubló el nuevo San Mamés. También es cierto que llegaban  tan fácilmente a las cercanías del protagonista Kepa como desacertados estuvieron en las líneas de la verdad, hasta parecer torpes en su interior. Y, faltos de fe, enseguida recurrieron a la mediocridad como bandera: balones a la olla en busca de un cabezazo afortunado o cualquier rechace propicio. Olvidó el Real Madrid que la suerte es tan caprichosa como absurdo resulta buscarla desesperadamente. Suele sonreírle al sobrado, la del campeón, y es miserable con el menesteroso; la vida misma.
Tras la miel, Zidane está degustando la hiel de los banquillos. Ya no es el técnico de las mil flores, que decían, y empieza a ensombrecerse la buena gestión del vestuario que también se le reconoció. Ahora, a esa cualidad tiene que echarle el lenguaje pardo del fútbol. Ese que según sus críticos aún no maneja. Yo creo que de eso sabe lo suficiente, pero me asalta una duda escabrosa: ¿fue el planificador de la actual plantilla? Aunque me ilusionó la apuesta por el producto español, si fuera así lo bajaría del pedestal ganado por la sola razón de dejar ir a Morata y no tanto a Mariano, al que ahora tanto alaban, apostando por mantener a Bale; hubiera bastado con prescindir del galés para que el madrileño se quedase. Y si no fuera el responsable de tan funesta decisión, también le censuraría por dejarse manejar tan burdamente con la misma rotundidad con que le ensalcé cuando apostó por Casemiro, seguramente en contra del palco porque el brasileño no vendía camisetas. Dos decisiones estratégicas.
Decíamos que los goles marcan las diferencias, y aunque es verdad que están faltando los de Ronaldo, sobre todo, aparte de las de los medios,  medias puntas y defensas atacantes, albergo pocas dudas respecto a los que hubiera hecho Morata con la cantidad de ocasiones que el Madrid genera incluso en los partidos infructuosos que lo condenan.

Remar con prisas y agobio nunca es bueno, y seguramente será tarde porque el Barça, aunque tenga una tarde de calidad insuficiente, juega con cabeza y corazón y la suerte le puede acompañar. Además, el Atlético y el prometedor  Valencia del excelente Marcelino no se lo pondrán fácil tampoco. Temo que la espada flamígera de don Florentino cebará la bomba blanca. El dinero se desbocará de nuevo por el Bernabéu y ya veremos si Zidane lo cabalga. Los augures blancos pintan lutos.  

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