lunes, 15 de junio de 2015

PIQUÉ, O LA RESACA TONTA DEL ÉXITO
Dice un aforismo anónimo que el inteligente se recupera fácilmente del fracaso pero que el mediocre nunca lo hace de un éxito. Y tal vez eso explique mejor ‘la broma’ de Piqué, según él, que la euforia de la ‘rúa’ y la copita de más con que Cesc trató de justificar sus palabras en la celebración de la Copa de Europa y el triplete del Barça en un Nou Camp abarrotado de incondicionales. Y es que, el central barcelonista es recalcitrante en la celebración inapropiada de sus triunfos.
Pero el problema de fondo respecto a los pitos al central barcelonista en León no vienen de la tontuna referida al cantante que amenizó la inoportuna fiesta de cumpleaños de su amigo y ahora rival Cristiano Ronaldo, que no olvidemos su amistad desde que compartieron vestuario en el Manchester, sino de lo que comentábamos el otro día sobre la pitada al himno español en la final de la Copa del Rey. Y, francamente, ahora como entonces, algunos preferimos no tomarnos esa gilipollez en serio por la sencilla razón de que quienes deberían hacerlo por encima de los españolitos de a pie, que son los únicos que pueden tomar medidas porque son los responsables del deporte en España y los primeros ofendidos, tampoco lo hacen. La duda razonable es si se inhiben por aparente sensatez, cosa que algunos descartamos, o por falta de ideas inteligentes y valentía para llevarlas a cabo, circunstancia que consideramos más probable.
Quienes conocen bien a Gerard Piqué por haber sido compañeros suyos algunos años, coinciden en que es un buen chico pero un tanto especial. Y yo le valoro igual que ellos en la distancia. Sin embargo, si compartiera vestuario con él en el Barça actual le hubiese dicho en confianza que lleve cuidado porque la inteligencia tiene sus límites pero la tontuna es ilimitada: un tonto nunca reconoce ni aprecia sus limitaciones. Y en realidad, diciendo que con la indiscreción citada empezó todo lo bueno que han conseguido este año menosprecia de un modo flagrante a sus compañeros. No creo que, salvo broma compartida, los Messi, Iniesta, Busquets, Neymar, Suárez, Bravo, Alba, Mascherano y compañía estén contentos con que Piqué menosprecie su esfuerzo y gran juego. En todo caso, la situación en el vestuario blanco es anterior y más grave,  y tiene más que ver con las carencias propias que con la excelencia blaugrana. ¡Ay, ese palco!
Del Bosque señaló acertadamente que en realidad Piqué no había dicho nada del otro jueves, pero le faltó añadir que había tenido una gran ocasión de callarse y de celebrar su temporada sin recurrir a necedades innecesarias, demostrando, además, sus complejos. Alguno de estos chicos que viven en la nube de algodón y miel de su fortuna, a veces no valoran que son referentes sociales para millones de personas. Sobre todo y más lamentable para los más jóvenes y por lo tanto más influenciables. Y su ejemplo, para lo bueno y lo malo, tiene gran trascendencia.
De todos modos, no es el único caso de salida de madre conocido en el fútbol, tanto en el éxito como en el fracaso; Mourinho es un buen ejemplo. Y tampoco en su propio club. Recordemos a Eto’o, tan buen goleador como bocazas. O a Neymar, que algún día se arrepentirá de intentar lujos ridiculizando al contrario en la victoria. O al propio Laporta, que confundió su enorme dimensión directiva futbolera con idénticas perspectivas políticas, dándose un batacazo de época a las segundas de cambio y quedando para la opinión pública como un personaje de opereta bufa.
Como en la vida, yo no recuerdo a alguien importante en el fútbol que haya desertado de la sencillez tras un éxito: Pelé, Di Stéfano, Kubala, Cruyff, Eusebio, Beckenbauer, Boby Charlton; o los nacionales Gento, Amancio, Butragueño, Raúl, Casillas, Luisito Suárez, Guardiola, Pujol, Xavi o Iniesta. Al revés, han sido tan elegantes en el triunfo como en la derrota.
Mención aparte merece Maradona, pero sus excentricidades y escándalos  fueron mayormente extradeportivos.
De los actuales, Cristiano confunde con sus posturitas, y tras aquello de autoproclamarse envidiado por ser guapo, rico y famoso no se le conocen más tontunas de ese calibre. Y el mejor del mundo, Messi, sin embargo, es un personaje cuya timidez habla siempre por él, salvo en sus trajes. Por cierto, el sábado comprobamos una vez más que no es el mismo en el Barça que con Argentina; la Masía es mucha Masía.       


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