lunes, 1 de septiembre de 2014

MERCENARIOS Y OLÉ

No sé de qué se extrañan los madridistas porque Di María, como tantos otros antes, hayan elegido el dinero a los colores. Bueno, sí que lo sé. Es el fenómeno de la hipocresía social frente al poder del dinero en manos ajenas. La mayoría de los que echan sapos y culebras por sus bocas ante tal hecho harían lo mismo. El fútbol de los que llegan lejos es profesional y nadie tiene vocación de trabajar sin incentivación económica. Otra cosa es la voluntariedad por causas sociales.

El Madrid es precisamente una de los clubes que tiene el marchamo del vil metal desde que cayó en manos de quien está. Todo por y para el dinero. Por eso no importa que el técnico de turno tenga que hacer un cesto nuevo con los nuevos mimbres que le traen cada año, como vulgar equipo de tercera malo. Porque no se trata de que incorporen a jugadores de la cantera para ganarse un puesto en el equipo titular, sino que fichan jugadores titulares por chequera. El señor Pérez habla de publicidad y camisetas - merchandising, que diría un tontarra de esos que usan términos anglosajones como sinónimo de distinción o cultura cuando no es más que ignorancia extrema -, pero oculta sus verdaderas motivaciones. Como hemos reiterado, es tan listo que tiene a la primera marca española, el Real Madrid, como su departamento de relaciones públicas. Claro que, en todo caso, es preferible eso a otros que se las llevan directamente cuando hay traspasos por medio.

Volviendo al principio, nadie debe extrañarse de que los que llegan a futbolistas profesionales miren ante todo su cuenta corriente. Es lo natural. Ahora bien, otro tema es el de los gustos personales, y en esto cada cual es muy libre de tener sus inclinaciones. Tan válido es preferir el fútbol del dinero, el Madrid, Barça, etc., que el de cantera, aunque también sean  profesionales; el Bilbao, por ejemplo. Quienes siguen esta columna saben que el que suscribe es un amante del fútbol base, por eso disfruté tanto con los blaugranas de Guardiola. Como antes me ocurrió con el Madrid de Sanchís, Michel, Butragueño, Martín Vázquez y Pardeza, que sin ganar nada relevante en Europa jugaban de maravilla y sin mirarse. Claro que ahí tuvieron a un técnico que amaba el fútbol: Di Stéfano, que tuvo los bemoles de pasarlos de golpe desde el Castilla. Y antes de ese equipo tuve la fortuna de ver al jovencísimo Madrid ye-yé ganar la sexta Copa de Europa en el 66; ese de los Pirri, Velázquez, Groso, Zoco, Pachín, De Felipe, y compañía con legendario Gento como capitán; todos españoles, por cierto. ¡Qué hermosura!

Es fácil decir para algunos que la eclosión del mejor fútbol español ocurrió cuando en España sus clubes jugaban los mejores jugadores del mundo, y algo de eso hay, pero la realidad es que la selección campeona de Europa de 2008 de Luis Aragonés se fraguó en su genialidad de construir un bloque al margen de individualidades en base al fútbol asociativo del Barça. Así empezó todo. A veces se nos olvida la enorme polémica que hubo con aquello de ¡Raúl selección!, porque, como siempre, el fútbol vive de resultados.

Esta temporada tenemos a un Madrid al que Ancelotti tiene que reinventar de nuevo con las obligaciones que le han impuesto desde la presidencia. Básicamente, Diego López fuera con Navas de tapado aunque pueda parecer otra cosa con la titularidad inicial de Casillas; Kros a los mandos aunque haya costado la marcha de Alonso, James en la media punta sacrificando a Di María y Benzema intocable, para lo que habrá que buscar o inventarse un suplente, con el buenísimo Isco de chico para todo hasta que se canse.

Y por enfrente algo parecido; veremos lo que aguanta Luis Enrique como se empeñe en darle juego a cantera – Bartra o Munir, por ejemplo – obviando a los figurones. Auguro un año complicado para los culés por la demasía de gallos en su corral. Entre los Messi, Neymar y Suárez, y los antiguos: Xavi, Iniesta, Piqué y Busquets, pueden haber demasiadas banderías en el vestuario. Y eso es malo.

Mientras, el Atlético sigue pastoreado esencialmente por el espíritu de Simeone. Y no es mala cosa, pero como los resultados no acompañen lloverán chuzos de punta. Al tiempo.

En resumen, no veo un año claro para ninguno de los tres. Y digámoslo claro: tienen plantillas de mercenarios. Es el fútbol que aplaudimos.    

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