lunes, 13 de mayo de 2013

Y DON TANCREDO SE HARÁ CARNE….


Eso hará el señor Pérez, D. Florentino, una vez que su segundo proyecto hace aguas; demasiadas aguas. En el primero le crecieron los enanos, aquellos que otros bautizaron como galácticos para su orgullo personal, que no deportivo; al tiempo que el mamporrero de turno, tan buen futbolista como insulso directivo – Butragueño-,  le bautizaba como “ser superior” a mayor gloria ‘caudillesca’ del jesuítico sudo dicho.

D. Florentino Pérez


En aquella primera etapa logró sus únicos triunfos en sus primeros años con lo heredado de su antecesor, Del Bosque incluido, y tras tres años espantosos con la plantilla llena de ‘camiseteros’ sin alma tomo las de Villadiego tras una debacle mallorquina antes de que le sacasen un solo pañuelo en el Bernabéu. Y en esta segunda se está superando a sí mismo, lo cual ya es difícil. Entonces largó a Valdano a media travesía y en ésta lo ha hecho casi al inicio. Y no lo digo porque el argentino me parezca ningún seguro de éxitos, sino porque entonces llegó como su mano derecha y portavoz y en su regreso volvieron juntos como tándem inmaculado. En aquellos años pagó el plato de haber echado a Del Bosque, y en estos el de negarse a hacerle la ola al valido Mourinho; siempre hay un propio que pague los desaguisados.

Ciñéndonos a la actualidad, quienes venimos criticando al narciso portugués casi desde el principio vemos pasmados cómo quienes lo ensalzaban hasta el paroxismo ahora le sueltan leña de todos los colores un día sí y otro también. Y es que, desgraciadamente, el fútbol vive exclusivamente de resultados medibles: los resultados y títulos, y da la espalda a otros baremos no menos importantes: la categoría personal y el señorío deportivo. No dudo de que en la corta distancia el de Setúbal pueda ser hasta gracioso, pero como representante del mejor club del siglo XX ha sido un calamidad sin paliativos. Ni educación deportiva, ni juego, ni bases para el futuro y ni siquiera títulos que justifiquen su presencia durante tres temporadas al frente del Real Madrid.

Más de doscientos millones de euros gastados en fichajes de su mano en una plantilla ya muy valiosa, sin contar a Cristiano, que lo fichó Calderón meses antes de llegar D. Florentino; y un poder omnímodo como nunca antes tuvo ningún técnico en la casa blanca para salir por la puerta de atrás cabreado con todo el mundo y con pocas glorias que llevarse a la boca. Y eso que es el mejor del mundo, Pérez dixit-, y el número uno según él mismo. ¡Vaya ojo del presidente! Casi tanta vista  como modestia tiene el sin par D. Xosé.

Pero, como decíamos, ahora tendrá el señor Pérez que “cebar de nuevo la bomba”, según una expresión muy apreciada por repetida por él mismo, y sacarse algún nuevo conejo de la chistera. De momento ha sacado al mítico Zidane en procesión y amenaza con chafarle el fichaje estrella de Neymar al Barsa. Pero ya veremos a qué entrenador trae al que pueda referirse de nuevo como el mejor del universo. Seguramente  “habrá nacido para dirigir al Madrid”, refiriéndonos a otro de sus hallazgos verborréicos cuando se trata de presentar a cualquiera de sus gaseosos personajes; porque habrá que reconocerle que vendiendo humo es de los mejores feriantes que hayamos conocido.

Lo único apasionante que le queda a esta historia bufa será el cariz de la despedida de dos de las personalidades más egocéntricas que ha conocido la historia madridista. El presidente llamado a ser, según sus allegados,  la reencarnación del mismísimo D. Santiago Bernabéu, y que de momento es el de peores resultados deportivos en su centenaria y gloriosa trayectoria – repasen sus números- ; y el entrenador que pareció llegar al Real como el inventor del fútbol y que no ha pasado de ser un técnico mediocre tirando a malo en lo deportivo y el más nefasto, sin duda, en todo lo demás. Ahora, eso sí, con la ventaja del primero de ser el presidente de más aceptación histórica popular de momento entre el madridismo;  ¡que listo es el tío! Mientras que el lusitano ‘metedetodo’ no podrá decir nunca lo mismo.

Se repite la historia de los monarcas españoles del antiguo régimen: los validos que nombraban iban cayendo y ellos permanecían impávidos trajinando en sus palacios.

Pero en fin, ahora deberá hacerse carne D. Tancredo y habitar nuevamente entre el madridismo más irredento. ¡Atentos a la pantalla: el Coyote cabalga de nuevo!        

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