Tan
diferentes como incomparables, tan distantes y tan cercanos, tan enfrentados
ahora como compañeros antaño. Y, seguramente, tan amigos después. Es curioso
observar con qué saña son atacados por los aficionados y periodistas forofos de sus máximos rivales, y ridículo
más que patético. Y es que esos disparates son parte de los mimbres de los que
se nutre la arquitectura del fútbol. Sin rivalidades tan enconadas seguramente
no generaría tanta expectación como éxito de masas. Es el condimento esencial
del que se nutre la salsa del deporte más popular en nuestro entorno. Y es,
también, lo que llena cientos de páginas y de horas en los medios de
comunicación que se ocupan del balón pie.
Mourinho
es hoy el entrenador de más prestigio internacional ganado a golpe de títulos
en todos los equipos y países donde ha trabajado. Su estilo y sus criterios
serán discutibles, que lo son sin ninguna duda, pero el éxito que acompaña toda
su trayectoria desde que pasó a ser primer espada es indiscutible. Y, además,
tanto los hinchas como los jugadores y dirigentes de los equipos que ha
dirigido le añoran.
No
soy sospechoso de coincidir con sus planteamientos ni con la personalidad que
trasluce, pero eso no está reñido con reconocer sus méritos. Es más, a pesar de
todo creo que no es entrenador para el Real Madrid tal y como he venido manteniendo
en esta columna. Pienso que los blancos han sido ganadores siempre y lo
seguirán siendo cuando él no esté. Y opino también que su forma de ser no está
acorde con el prestigio y el señorío del mejor equipo del siglo XX. Pero
también sé que para D. Florentino es único, pues tener un valido como él le
exime de bajar a la arena y puede ocuparse de lo que realmente quiere: recoger los frutos de su siembra; la de tener
al Real Madrid como el departamento de relaciones públicas de sus múltiples
intereses económicos y sociales. El Presidente es el verdadero ‘fenómeno’ de la
plantilla merengue; tan inteligente y listo como educado.
Mourinho
no incorporará valor a ningún jugador de la cantera ni a ninguno de los
fichajes que le hagan. Sencillamente usará a estos últimos para sus fines, que
no son otros que el lucimiento personal obteniendo títulos. A los de la casa
siempre los verá verdes para jugar en el primer equipo, y es que él no está
para aportar patrimonio a su club ni para romanticismos deportivos; está para
ganar dinero a través de sus logros. Y eso los profesionales del fútbol lo
saben y lo aprecian: los amores están en la cartera.
Guardiola,
por el contrario, si anda caminos de la tarde, como el poeta, y ha conseguido
ser el mejor entrenador en la historia del Barsa basándose en la cantera para
su tan increíble y exitosa como corta trayectoria. Pasarán muchos años para que
surja, si es que surge – como decían de García Lorca- otra figura así en el
fútbol mundial. Catorce títulos en cuatro años no lo ha logrado nadie ni creo
que lo haga. Y menos con los rivales que
ha tenido enfrente. Y mucho menos aún con la categoría personal, los escasos medios,
el respeto, la elegancia y la valentía con que lo ha hecho, además de la enorme
revalorización patrimonial que ha aportado a su club a través de la imagen dada
y del valor económico de la plantilla que deja.
El
otro día comentaba con unos amigos que no hay entrenador más barato que
Guardiola, cobre lo que cobre, teniendo en cuenta el valor que hoy tienen en el
mercado los Pedro, Busquets, Piqué y cía.
Y lo que ha revalorizado a los que ya tenía el Barsa. Porque se nos olvida que
Xavi estaba pensándose irse cuando el anterior entrenador, que Iniesta jugaba a
ratos, que Messi destacaba como extremo y no era, ni por asomo, el mejor del
mundo; las figuras eran Ronaldinho, Eto’o y Deco cuando él llegó. Y los puso a
todos en la calle para que jugaran en figuras los anteriores. ¿Que se equivocó
con algunos fichajes? Sí, pero también acertó con otros. Ahí están las
estadísticas de todos ellos.
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