Modric quería irse este verano a Italia por
la menor presión fiscal, siguiendo los pasos de Cristiano aunque sin enfado, y Bale
continuó porque se fue el portugués. Pérez, ante el desencanto del galés, se lo
había filtrado por boca de ganso antes del desbarre del archigoleador en Kiev,
pero su actitud y la del croata están en mínimos.
El mandamás
blanco sabía que esa fuga ocurriría más pronto que tarde. Solo desconocía la
fecha. Méndez, su intermediario de
cabecera años atrás, le había advertido meses antes del cabreo preocupante de
Cristiano por el incumplimiento de su reiterada promesa de renovación de por
vida, ganando como el que más, tras ganar la decimosegunda. Pero en ese pulso
de soberbias Pérez es mucho Florentino, más hecho y frío que el infantiloide
luso. Y como ocurre a veces afortunadamente, por la maldad del egocentrismo, en
el pecado lleva la penitencia de esta temporada el omnímodo empresario. Lo peor
es el triste deambular madridista con el desastre de Éibar como última cuenta
de un rosario que se antoja como aquel de la aurora que acabó a farolazos. La
grandeza del Real Madrid no merece que se la jueguen al yo más que tú dos personalidades pasajeras
por muy acusadas y exitosas que sean. Afortunadamente, por otra parte, la
excelsa categoría blanca permanecerá ligada a su historia porque un club tan
laureado está por encima tanto de compras y ventas como de pasajeros y
temporadas aciagas.
En ese duelo
tan evitable como larvado de Ronaldo y Pérez, uno de sus errores más graves
como advertimos en junio a pesar del forofismo merengue, el futbolista ha
ganado económicamente y va ganando en lo deportivo: líder destacado con la
Juventus y pichichi con nueve goles en trece partidos, superando un record juventino
goleador de hace cincuenta años y a símbolos como Inzaghi o Trezeguet. Ya
veremos si al final de temporada consuma el doblete pasta/títulos, agregando la
Champions al seguro campeonato doméstico. Y puede ser un triplete si agrega el factor
imagen mundial; la final de selecciones europeas a cuatro puede propiciárselo.
La aptitud
puede comprarse, la actitud no. Nadie duda de la calidad de Modric, Bale, Varane o Kroos ni de ninguno de los
futbolistas blancos, pero es evidente que los cojones que abandera Solari
continúan gárgoles o lucen garlitos; estériles o uno solo a la vista
aunque parezcan dos, que de apariencias también viven algunos.
Quienes sí
lucieron hombrías fuero los de Mendilíbar,
con el sorprendente canterano blaugrana y lateral extremo Cucurella a la
cabeza, que le echaron lo que fue menester como suelen hacer en su reducido
estadio y debería haber previsto el auxiliar ascendido Solari sacando una
alineación más cojonuda que artista. Seguramente, sus figuras entrarían bufando
al vestuario tras la dura derrota, y el argentino debería haberles dicho que
esos cojones en Despeñaperros, como le dijera en Atocha en 1908 el insigne
torero Rafael Gómez Ortega, ‘El Gallo’, a la máquina del tren que le había
llevado de Sevilla a Madrid viendo como soplaba desaforadamente humos en la estación,
tras haber renqueado lastimosa en las cuestas de la celebérrima sierra.
Y también
lucieron bemoles en el Wanda porque juego hubo poco. Los de Valverde pelearon con la garra que
define a los de Simeone, rescatando
un merecido punto al final por medio del tan sospechoso como arabesco Dembélé. El Barça, aunque solo ha lucido a ratos sus
excelencias, huele a reverdecer título porque está siendo el menos mediocre de
los grandes. Y el Atlético suena a serio aspirante a todo a poco que Griezmann y sus figurones sean más
efectivos; más fiables, en definitiva. Mimbres les sobran.
EL MURCIA
SIGUE VIVO
La grandeza
del Murcia también está al margen de fracasos puntuales o años de penuria; la
multitudinaria respuesta a su ampliación de capital lo demuestra. El UCAM le
ganó porque juega mejor y también tiene más gol, la justicia del fútbol, con un
Isi Ros que cuando madure será un
buen futbolista profesional. Mientras, es solo un proyecto ilusionante al que
se le puede pasar el arroz; solo lleva un rato deslumbrando. Como él, y
mejores, han habido muchos en la prodigiosa cantera murciana.
El domingo
mañanero en la Condomina, aparte del resultado, fue un homenaje de los dos
equipos a la actitud. Unos modestos y otros en precario; heroicos todos. Enhorabuena,
así como al Cartagena y al Jumilla por sus gozosas goleadas. Buena temporada
nos aguarda.