Luis Enrique no hará milagros con España. Ni él
es un santo ni tiene futbolistas en olor de santidad. Luis sí lo fue. Y no tanto por sí mismo, que también, como por
intuir sus infinitas bondades y poner en valor a media docena de futbolistas
que traslucían gloria. Los bajitos que acercó a los altares confirmaron su
santidad con el milagro de hacer a nuestra selección campeona de Europa y
enseguida del mundo con un franciscano del balón, Del Bosque, quien tuvo su aura de santidad en la rara humildad de
continuar la labor de su antecesor. Pero el tiempo pasado no vuelve.
De los
ilustres que nos llevaron a lo más alto
apenas queda Ramos, viviendo ya
también sus últimas lunas aunque haya ganado en capacidad de liderazgo, también
desgraciadamente empezando a ser discutido por su paisanaje. En España somos así. Si fuera inglés, alemán
o italiano, aunque tuviera algún fallo, saldría a homenaje y ovación cerrada
cada vez que se enfundara la camiseta de su país. Pero, ¡ay amigo!, como ocurre
con nuestra controvertida historia pasada, la leyenda negra que le han colgado
los impotentes a los que ha vencido empezamos a creérnosla también nosotros.
Que si da palos, que si va de sobrado, que si es anárquico, que si ya no llega…
¿Ya no recordamos a aquellos futbolistas extranjeros de corte parecido, aunque
no tan laureados, que nos llevaron por la calle de la amargura tantísimos años?
En fin, somos así demasiadas veces. Admiradores acomplejados de ajenos y
crucificadores veletas de propios tras súbitas ascensiones a los altares.
Ya no
tenemos a ningún Pujol, Xavi, Iniesta, Silva, Cesc o Villa activos o en edad de merecer. Nos
quedan el sevillano y Busquets, que
tampoco es el de hace años. En Zagreb se vio. Pudo hacer unos cuantos cambios
de juego sencillos y pases profundos a compañeros desmarcados y no se atrevió. Ahora
anda encorsetado en el seguro del juego corto, que también padecen en el Barça,
para que no se le rompan las costuras. Sigue siendo un excelente medio centro,
pero añoramos al que fue mejor del mundo.
Y el remate
mediocre es que los jóvenes que tanto apuntaban también la prefieren cortita y
al pie. Isco, y Asensio, por ejemplos, el primero por definición y el segundo por
inseguridad pasajera, esperemos; se lían en medio y no profundizan lo que
debieran aunque a veces asomen su clase. Alguien debe recordarles que Guti tenía tanta o más, seguramente que
los dos juntos, y pocas veces fue titular indiscutible en el Madrid y nunca en
la selección. Saúl también es
intermitente y De Gea ataja lo que
para un buen portero, pero no los imposibles y decisivos que detenía Casillas, que sí fue un santo con
milagros demostrados.
En
definitiva, sin santos, tampoco esperemos milagros de Luis Enrique; más hereje
que beato. Lo demuestran sus controvertidas decisiones y la errática
explicación que dio tras lo de Croacia, comparada con las dadas tras sus
triunfos en Londres y Elche; ahora resulta que está formando jugadores jóvenes.
¿Oiga, y la sub 21 para qué es? A fin de cuentas, sus efímeros éxitos en el
Barça, por decir algo bueno, fueron más por ‘san Messi’ que por sus virtudes de
estratega.
DESVARÍOS Y
DERBI MURCIANOS
Califiquen
ustedes de listo y tonto a quien les parezca, contrastado que De la Vega compró a Moro sus acciones del Murcia sin
pagarle un euro, aunque le aguarde un complejo panorama judicial para hacer
buena la opción de compra que ejecutó por mucha razón que le hayan dado las
instituciones deportivas. Y así, aun con dudas respecto a los tejemanejes del
extremeño y sus cuates, pasemos página hacia la presunta golfería.
¿Trincaron irregularmente
del club quienes propiciaron la llegada del mexicano y luego su expulsión para
el aterrizaje de Gálvez? ¿Dónde está el dinero de los abonos y la
publicidad de esta temporada? ¿Hay algún acuerdo oculto de no molestar que
propiciara la llegada del nuevo consejo? ¿Para cuándo las demandas por el
dinero negro y blanco desaparecidos? Hay pruebas clamorosas.
Y el derbi
se lo llevó el Cartagena porque tiene gol y el Murcia no. Aprovechó sus escasas
ocasiones en veinte minutos buenos, desde que Munúa acertó sacando al bético Gracia
y cambiando de banda a Moyita, y los
granas desaprovecharon media docena en sus superiores setenta; ganas le
echaron, pero no basta ante un equipo con el empaque albinegro.
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