Dice
un viejo proverbio que sabemos calcular la resistencia de un puente, pero no lo
que puede aguantar la espalda de un hombre. Y aquí, en este país de nuestros
males, desvelos y lejanas esperanzas, un
ministro nefasto apellidado Montoro
parece empeñado en doblárselas a los contribuyentes hasta comprobar su máximo
grado de endeblez ante el ominoso peso que provoca el mantenimiento de eso que
sarcásticamente llaman el estado del bienestar.
El falso estado del bienestar
¿De
qué bienestar hablan? Pues del que ellos
mismos se brindan. A saber: las subvenciones a los partidos, sindicatos,
patronales, fundaciones amigas y distintas organizaciones e instituciones
mantenidos y mantenidas para albergar en sus orondas tragaderas a todos sus
parásitos. Además de a los propios representantes de los ciudadanos en sus
distintas variantes. Circula por ahí una lista que desmenuza uno por uno todos
los entes y demás familia con una cifra que rebasa los 450.000 ‘mamandurriados’
en su conjunto. Y dan como referencia una comparación tan escandalosa como
vergonzante: son el doble que en Alemania; compruébenla. Y reconozco que era de
los que dudaban razonablemente de tal cifra por exagerada, pero cuando he
mirado los detalles que aporta con detenimiento mi perplejidad ha corrido
paralela a mi disgusto y desesperanza.
No
nos engañemos, mientras que no se corte de raíz esa sangría no tenemos salida.
Por eso soy de los que también opinan que con los que ahora nos gobiernan o
aspiran a ello, todos ellos cancerberos y guardianes de tal estado de
despilfarro, nuestro futuro va del negrísimo al inexistente.
Y
unos y otros se escudan en la sanidad y la educación como destinatarios básicos
de los recursos que nos sangran y, además, hacen objeto de los recortes a tales
partidas del presupuesto del Estado porque les falta valor, coraje y todo lo
que ustedes quieran para afrontar de verdad la necesaria poda del sistema.
Saber y querer podar
Se
dice en la sabiduría agrícola que para podar cualquier planta hay que tener en
cuenta varios factores básicos: lo primero ponerse con buen ánimo frente a ella
con unas buenas tijeras y un serrucho afilado; lo segundo, antes de cortar
nada, pensar que la rama que dejes seca en la planta nunca echará fruto; a
continuación, que la que cortes tampoco; y, finalmente, que de dos que se
crucen y estorben hay que cortar una, justamente la que se vea con menos asomos
de crecimiento sano. Luego hay que recoger los restos cuidadosamente y
llevarlos a lugar seguro para aprovecharlos en otros menesteres o destruirlos
para evitar incendios y contagios de plagas futuras. De esa manera y por ese
orden podas lo que te pongan por delante aunque no lo hayas hecho nunca. Pero
hay algo que sí debes saber de antemano, y es que nunca debes cortar por la
primera cruz, pues de ahí, de donde se hizo el injerto primitivo, nace todo y si lo haces te cargas la planta.
Cosa
que seguramente desconocen el nefando Montoro y sus secuaces, empeñados en
dejar seca la ubre de donde mana el alimento fundamental: los bolsillos de quienes
aún viven sin respiración asistida; los indefensos contribuyentes a los que
todavía se les puede sacar algo.
La última ocurrencia
Lo
último, en ese sentido, ha sido la falaz idea de gravar todavía más los
depósitos de los ahorradores con el lubricante de que eso lo pagarán los
bancos. ¿De verdad nos toman por idiotas? Pero vamos a ver, lumbreras de
cafetín o atracadores de guante blanco, ¿alguien se puede creer que los
banqueros van a cargar en sus desmochadas cuentas de resultados tamaño dispendio?
Algunas veces dan ganas de darles en la cabeza con lo primero que se encuentre
a mano a estos incalificables – por no desvariar desbarrando- sujetos,
individuos, ‘mierdasenbrazos’ o como demonios queramos llamarles. Porque lo
peor no es que nos sangren alevosamente para seguir manteniendo la inasumible
ruina que entre unos y otros han propiciado en España, con ser ello un
latrocinio criminal, sino que además lo hagan llamándonos tontos en la cara.
Esto sí que no tiene nombre, porque sería para echarse al monte a continuación.
Así
que embisten contra todo el que huela a tener algo guardado, producto,
normalmente, de años y años de trabajo y esfuerzo. Y, además, también empitonan
a quienes se atrevan a iniciar alguna actividad económica o la continúan, despreciando
su heroicidad en estos tiempos que nos asolan manteniendo empresas, pagando
tasas, impuestos, conservando y creando puestos de trabajo, etc.
En
fin, que como falta lo que hay que tener para coger el toro por los cuernos, se
dedican a machacar manu militari a quienes tienen en sus manos, vía BOE y demás
resortes de poder. Nuevas tasas, aumentos de las anteriores, nuevos impuestos,
subida de los existentes, inspecciones por todo y para todo con inexorable sanción
económica final, y vengan palos a las ruedas de lo que aún funciona. Y así, tan
lamentable como ignominiosamente, nos vamos al hoyo sin
remedio.
Una sugerencia a D. Mariano
¡Ay
Mariano, Mariano! , porque el responsable último eres tú, con lo bien que
estabas entre bambalinas y riendo socarrón con el Marca bajo el brazo. El que
te puso ahí, en la línea de salida para que me entiendas, que vaya ojo tuvo
también; ya anda tirándote del ronzal para que vayas rectificando en diversos
temas. ¡Sí, sí, el mismísimo Aznar!
¡Anda! , hazle un poquito de caso y sé un ‘bien mandao’, como siempre. Y, en
cuanto puedas, haz un honroso mutis por el foro, ¡que ya está bien, hombre! Que
ya está bien...
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