COMO LAS OLAS, UNOS VIENEN Y OTROS VAN
Rememorando aquella deliciosa
habanera, ¡qué bonito es el fútbol!, casi como las olas del mar: “cuando voy en
mi barquita, unas vienen y otras van”. Y es refrescante cuando nunca se puede
asegurar nada, y muchos menos los resultados aun cuando se enfrenten dos
equipos llamados a glorias diferentes. Además, en el peor de los casos,
indefectiblemente se cumple aquello de
que no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo aguante.
Hemos tenido buena muestra de
ello en la actual liga al embarrancar en playas menores algún gran crucero,
como pasaba en las añoradas ligas con muchos de ellos en las desembocaduras de
pequeños ríos que se crecían hasta sacarle los colores al más pintado. Era
cuando aspiraban al título equipos que ahora están al borde de la desaparición,
como el Depor, asfixiados por las deudas que han generado aquellas alegrías sin
fundamento de base. Y otros, como el Villareal, no lo están por obra y gracia
de sus mentores; hasta que se cansen de ponerlas, claro, porque encima les
saquen pañuelos quienes van al campo a que le den pan y circo, o les critiquen
con escasa memoria de los méritos antiguos los de la alcachofa o los de tecla
fácil, que a veces son más rápidos que los gatilleros del viejo oeste. Y es
que, para eso están, naturalmente. En todo caso, ningún lugar más abonado para
pagar los pecados de la soberbia, la vanidad, la prepotencia, la osadía o la
avaricia que el palco de un campo de fútbol cuando las cosas se tuercen, que
sucede a menudo.
A propósito de lo anterior, el
catedrático de economía Gay Liébana ha publicado un estudio en el que analiza
la podredumbre de las entretelas de nuestro fútbol. Y ha venido a decir lo que
tantas veces se ha comentado en muchos medios serios y hemos señalado alguna
que otra en estas páginas. La huida hacia delante de la mayoría de equipos
gastándose los ingresos futuros que producían las teles y todo tipo de
publicidades varias les han hecho acumular deudas mastodónticas que terminarán
con ellos a poco que las autoridades políticas dejen de mimar un sector del
espectáculo que muchas veces ha hecho olvidar al ciudadano penurias más graves.
Y ese momento parece que ha llegado. Ahora, cuando no es de recibo que a
cualquiera le embarguen hasta las pestañas por deudas a Hacienda o a la
Seguridad Social, sea persona física o jurídica, y que se publiquen los datos
de numerosos clubes morosos con púas muy elevadas fichando o desfichando a
diestro y siniestro como si tal cosa. El personal no traga con que a unos sí, a
los normalitos, y a otros se les levante la mano por aquello de que se trate
del deporte nacional. Y encima, el asunto de la caja tonta no parece que esté
para muchos trotes y se anuncian días de vacas flacas. Todo llega, como en la
vida.
Por otra parte, de lo azaroso de
los resultados deportivos hemos tenido buena muestra en esta eliminatoria de
Champions. Al Madrid se le atragantó el Manchester a pesar de jugar unos buenos
veinte minutos en la primera parte, con algunos jugadores desconocidos para la
mayoría que hicieron bueno aquello de que los nombres no hacen futbolistas
buenos, ni hombres, claro. Y es que , la disciplina, como el rigor táctico,
muchas veces da buenos frutos aunque también sea necesario para ello una buena
dosis de suerte. Y si no que le pregunten al Barsa, quien dominó a mansalva, de
una forma muy roma eso sí, y el Milán llegó tres veces y le hizo dos roscos.
Con la ayuda de la suerte y del árbitro, también, pero los culés debían mirar
primero que no tiraron con peligro ni una vez a puerta. El Málaga lo tendrá
chungo, así como el Valencia. Pero bueno, demasiado han hecho con los problemas
que acumulan.
Y decíamos que unos vienen y
otros van. Afortunadamente el Madrid parece que pasará pronto la ignominiosa
página del luso saltarín, que dejará más pena que gloria en lo deportivo y la
imagen del club hecha unos zorros. El Barsa tiene el inquietante panorama de
Villanova por delante, y bien que se notó en San Siro, donde no hubo
alternativas a la falta de punch. Y los otros punteros de la liga andan
enmendando planas. Ya veremos.
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