A PESAR DE ESTA BANDA, SALDREMOS ADELANTE.
Sí,
a pesar de soportar al presidente más gris y rancio que ha dado nuestra
democracia. Ése que llegó a la Moncloa por la confianza de los suyos y la
esperanza de los que no, pero que en su desesperanza le vieron como clavo
ardiendo donde agarrarse tras el tsunami Zapatero,
y que acumuló más poder que nadie desde su paisano el general Franco dilapidando las expectativas que
despertó en poco más de un año.
A
pesar, también, de sufrir al líder de la
oposición más oscuro y sospechoso de todo lo imaginable - nada bueno, claro –
que ha pasado por el Parlamento nacional desde la entronización de D. Juan Carlos, y que cuenta sus
distintas etapas de poder por otros tantos escándalos a los que ha ido poniendo
sordina desde el mando, pero dejándose tantos pelos en la gatera como
descrédito en la ciudadanía.
A
pesar, para colmo, del escaso relieve político de los demás jefes de los
partidos que pueblan, o despueblan, el Congreso de los muditos o ese panteón de
hombres pretendidamente ilustres que es el Senado, si los comparamos con
quienes los ocupaban en los primeros años de la esperanzadora democracia que
nos dimos todos, ahora devenida en una desacreditada y lamentable partitocracia.
Y,
finalmente, a pesar de todo lo demás que les rodea desde las instituciones que
supuestamente debían ser pilares básicos de nuestro sistema político, y que
antes o después de aquellos, por desméritos propios o asimilados de los
estrictamente políticos que los pastorean, o por llevar el virus de los despropósitos
en su propio seno; han caído en la misma mediocridad, ineficiencia, ineficacia
o poca vergüenza, haciéndose acreedores de la consiguiente desconfianza de la
ciudadanía.
La genética de un pueblo
A
pesar de todo ello, les quería decir, saldremos adelante. Y será así porque la
fuerza generatriz de un pueblo, como el español, tiene en sus genes sus propias
fuentes de alimentación. La historia nos avala.
Un
pueblo que ha tirado hacia adelante durante siglos a pesar de las nefastas
monarquías sucesivas que liquidaron el imperio español, enredándose en afanes
ajenos a los españoles, con el nefando colofón del reinado de Fernando VII que traicionó a todos e
impidió la modernidad liberal en España originando a la postre tres guerras
civiles en el XIX. O el de Alfonso XIII, que por sus clamorosos errores, indecisiones,
ambigüedades e irresponsabilidades propició el caldo de cultivo de la
sangrienta Guerra Civil del 36.
Y
que también soportó la disgregadora I República, abortada, y la nefasta II, en
casi todos los sentidos, que acabó enfrentando a media España con la otra mitad
porque no supieron sus políticos hacer un régimen donde cupiesen todos los
españoles por culpa de sucesivas legislaciones
hechas contra sectores considerables de la población.
Y
que soportó tan estoica como resignadamente un régimen personal y populista,
con etapas de dictadura y ‘dictablanda’ durante casi cuarenta años, porque al
menos le garantizaba una paz social a la que estaba desacostumbrado.
Los españoles y el general tiempo
Un
pueblo así, les decía, lleva en su genética el antivirus de la profunda
depresión destructora. España saldrá
adelante porque sus ciudadanos siempre estarán por encima de las circunstancias
que la coronen, la mangoneen o traten de conducirla al sumidero de la historia.
Y miren que muchos lo han intentado. Los que fueron y los que no; los citados,
los sugeridos, los evidentes y los sobreentendidos. España ha salido siempre
adelante a pesar de ese desfile de personajes tan poco recomendables en su
historia. Y saldrá también adelante a pesar de la banda de incalificables, por
no ser muy cruel en los calificativos, que ahora nos representa y desgobierna.
Y
ha sido y será así porque siempre ha habido y hay hombres y mujeres con la valía
y el coraje suficientes para superar todas las dificultades y encaramarse al
tren de su camino impidiendo el desastre. Empezando
por los millones que luchan denodadamente día a día para sacar a sus familias y
empresas adelante desde el anonimato, y siguiendo por algunos, que los hay, que
aun estando dentro del sistema que nos arruina tratan de enderezar la nave
denunciando los desmanes que contemplan y peleando por limpiar las
instituciones en las que están, por el bien de todos.
Salen
pocos, pero yo creo, a pesar de mi desesperanza muchas veces, que son más de
los que parecen, porque se me antoja improbable que haya tanto cenutrio y
golfos juntos. Más bien soy de la opinión de que la tiranía de los núcleos de
poder de partidos e instituciones no les deja respirar. Pero dejemos obrar al
general tiempo. El agua siempre va a lo hondo sin pedir escrituras. Y la
opinión generalizada del pueblo español respecto a la situación que padecemos
es imparable.
Los cambios que casi todos pensamos
Los
cambios que están en la mente de todos acabarán por hacerse realidad. Algunos
de ellos los expusimos en la colaboración de la semana pasada, y otros muchos
se describen en multitud de artículos y opiniones diariamente en los medios de
comunicación y en las redes sociales. Le pese a quien le pese y en cuanto a ese
general infalible le llegue su momento. Sólo es cuestión de tiempo. Y quienes
ahora se agarran a sus poltronas también lo saben.
Generar ilusión y un Papa
A
ver si con el nuevo Papa vienen tiempos mejores. A Roma parece que ya ha
llegado el general que antes les decía: su tiempo, con una dimisión y un Francisco. Aquí nos conformaríamos con
un Paquito. O, si son pequeños, con
dos pero que tuvieran un par muy grande de lo que fuera. Mucho ánimo.
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