Éramos pocos
y parió la burra. Asegura Xavi Hernández
que Qatar funciona mejor que España, y pone ejemplos: no es necesario cerrar
las casas y dejan el coche aparcado hasta en marcha.
Vamos a ver,
nene, teta o sopas. Eso ocurría aquí cuando la dictadura de Primo de Rivera, decía mi abuelo
materno —primer taxista de Murcia, en los albores de los años veinte del siglo
pasado, compitiendo con las galeras en Belluga—, considerando que lo de Franco era una broma al lado de
aquello. Y con ejemplos parecidos sobre la seguridad pública española de
entonces —de 1923 al 30—, me lo argumentaba por el respeto reinante a las
autoridades y lo implacable de la justicia contra ladrones, maleantes, asesinos,
etc. Así, junto al coche de punto que lucía el número uno en la puerta,
recordaba cómo un juez militar ordenó que se fusilara primero al hijo de un
general, que con otros secuaces habían asaltado sanguinariamente el tren correo
andaluz, en respuesta a la petición paterno filial de clemencia de su compañero
de armas.
Como el
exfutbolista se refiere en tan lamentable diatriba al asunto catalán, el
régimen qatarí habría juzgado y condenado severamente —allí se aplica la Sharia
a los ciudadanos musulmanes—, tanto a los descerebrados que han cogido ahora
con explosivos como a quienes purgan en prisión preventiva su intento de
proclamación de una república catalana en una monarquía parlamentaria como la
española.
Concluyendo, opinar o hacer algo que ofenda al emir soberano qatarí se
considera delito criminal. Con su nivel salarial él sí vivirá mejor que aquí,
como los muy ricos del diez por ciento de ciudadanos nativos qataríes, quienes
gozan de prerrogativas y enormes discriminaciones favorables respecto al resto
de la población —un noventa por ciento—, inmigrantes, generalmente al servicio
de sus señores empleadores. ¿Imaginan cuál sería allí la respuesta de su
absolutista emir a quien exigiera un referéndum sobre autodeterminación en
cualquiera de sus pueblos, barrios, ciudades o arenales varios? Seguramente, un afeitado al cero de cuello. Para
resumir, Xavi, como Guardiola y otros
”primos” suyos, eran buenos con la pelota, pero en política, honestidad y
vergüenza piensan diarréicos.
Volviendo al
fútbol, los jugadores merengues se conjuraron tras lo de París para salvar la
cabeza de Zidane, a quien respetan,
advertidos por la ira de Florentino; a Mourinho no lo quieren ni en pintura. Y les ha salido bien,
demostrando que conservan valores para evitar ridículos. Contra Sevilla y
Atlético los lucieron en dos partidos serios a domicilio. Diferente es que les
lleguen para ganar algo esta temporada; cuestión harto complicada. La falta de
gol es tan clamorosa como la lentitud y rígida cintura de Hazard. Si el brillo de la
guadaña ha surtido efecto, alabemos la estrategia presidencial. Aparte de que
también demuestra que las crisis madridistas suelen ser relativas, dada su
genética, como proclama el citado Xavi. ¡Qué bonico luce cuando habla de
fútbol!
Además,
Zidane tomó nota también y ha empezado a sacarle lustre a los suplentes y los
alineó con acierto frente a Osasuna. La diferencia con su primera etapa es que
entonces lo hacía fuera del Bernabéu, pero parecen todavía verdes. Ese es el
camino de unos y otros: correr, meter la pierna y jugar como saben. Ahora solo
falta que lleguen los goles decisivos. De momento, lo único claro es que, más
que flores, Zidane tiene más vidas que un gato.
Donde
también hay conjura es por can Barça, con la diferencia de que allí sí mandan
ellos con Messi de capo y Piqué de vocero. La advertencia del
central a su directiva, deslizando que hay periodistas afines que escriben por
boca de ganso lo que desde el club filtran interesadamente, suena a ultimátum.
Mal asunto. Donde deben hablar es en el campo y ahí zigzaguean cuan culebras.
Si Messi no recupere pronto su nivel será un año complicado, porque si sus
esperanzas son el imberbe Ansu Fati, y
que Suárez siga marcando fuera y Griezmann recupere enseguida su versión
atlética, lo tienen chungo. Solo Ter
Stegen y Lenglet, con destellos
de De Jong y Arthur, mantienen el tipo. Pero necesitan a veinte enchufados y al
mejor del mundo. Si no, apaga y vámonos al tenis con Piqué.
Y mate que
no falte, porque lo del supuesto ganso Bosch
en el Mundo Deportivo es más cierto que falso. En el Barça mandan los
futbolistas, como Florentino Pérez en el Madrid y Simeone
en el Atlético.