Pues
sí, sobrevivimos en un país de golfos y peores. Y lo hacemos pagando los
impuestos requisatorios de unos burócratas metidos a políticos que siempre han
visto en los presupuestos públicos su medio de sustento y el de sus
‘mierdaenbrazos’. Los ‘Rajoyes’, ‘Sorayos’, ‘Montoros’ de ahora; y los ‘Zapateros’,
‘Vegueros’ y ‘Solbesitos’ anteriores; pasando por la mayoría de reyezuelos y
ministrillos de las malhadadas autonomías y ‘paniaguadores’ ayuntamientos
supuestamente democráticos, émulos de sus mayores, campan a sus anchas por esta
empobrecida España de nuestros pesares. Y raquítica en todos los sentidos.
Desde el económico al ético, a través de una pérdida de valores galopante.
Sufridores
Cuando
uno ve en su entorno más próximo que gentecilla de la calaña más incompetente y
rastrera alzan sus testas sobre los sufridos contribuyentes, sin otro remedio que
pagar sin remedio el espectáculo variopinto de tanto inútil sinvergüenza
viviendo a costa de los demás, enchufados en cualquiera de las cloacas del
poder establecido sin dar más palo al agua que el de asistir a plenos,
consejos, comisiones, comités, etc., o sencillamente a su inventado puesto de
trabajo pseudopúblico; dan ganas de bajarse del tren de la ignominia que nos
deparan. Pero es imposible a poco que con mucho esfuerzo hayas hecho algún
patrimonio o estés en vías de hacerlo con tu trabajo.
Aprovechados
Ejemplos
hay para todos los disgustos: el presidente pepero diciendo sin sonrojo que
ahora sí toca cumplir algo de su programa; el que se le opone con todas las
sospechas de nada bueno en su curriculum político, Rubalcaba, diciendo que no cuenten con él para seguir votando a
favor de la unidad de la nación; el gris Urkullu,
rompeolas silencioso de las ansias soberanistas extremas vascas, hablando de
que el mudito Rajoy crispa a la sociedad por no darle cancha pública a los
criminales de ETA, aunque sí haya hecho la vista gorda en algunos temas
lacerantes – lo de la Parot ‘bruseliana’, por ejemplo- ; el tal Granados poniendo risita de conejo tras
su impresentable y nada justificada cuenta suiza; su ex jefa Aguirre lanzando puyas día sí y otro
también sin atreverse a presentar batalla de una vez en su partido; el valido González madrileño con ático marbellí
de vistas de todos los colores, y ninguna al mar, echando pulsos; el ínclito Mas dale que te pego con su carrera
independentista catalana hacia la nada, cada vez más sólo en su descabellado
empeño; el antiguo dóberman P.A.C
negando su contribución activa y pasiva al latrocinio de su extesorero Bárcenas, con sus más relevantes jefes
en un silencio tan cómplice como evidente de cooperación necesaria; demasiados
y destacados sindicalistas nadando en mares encharcados de corruptelas de
diversa consideración, y contrarios empresariales en la cárcel o a punto de
entrar; y, en el colmo de la desfachatez, individuos como el convicto expresidente
sevillista Del Nido, entre otros
muchos especímenes de su catadura, pidiendo indultos como el que juega a las
quinielas alegando que ya han aprendido y que son más útiles al sol que a la
sombra, con la firma desvergonzada de muchos coleguillas de palco, trinque y
representación – como el Bartomeu
del Barça haciendo complementarias en Hacienda a toda velocidad por fichajes
como el de Neymar -. En fin, un
despropósito casi generalizado en las alturas de nuestra sociedad. Eso sin
olvidar que la máxima magistratura del país ya ha sido capaz de decir cartucho
todo seguido; como aquel chiste cuartelero del recluta aprendiendo a decirlo en
lugar de ‘carchuto’. De pena.
La Europa cínica
Quedan,
afortunadamente y sin saber hasta cuándo, millones de españoles que levantan
cada día la persiana de sus vidas esperando, como Machado en Soria a orillas del Duero, otro milagro de la primavera
viendo surgir un brote verde de un tronco desmochado.
Leer
periódicos, escuchar emisoras o ver informativos, es un ejercicio diario y
tormentoso de cilicios arroscándose a la cintura como víboras viperinas. Y,
encima, hay que soportar que desde Bruselas nos pidan explicaciones sobre
desgracias como las surgidas al otro lado del estrecho por repeler una invasión
de indocumentados. Como dijo alguien allí habrá que poner azafatas para
recibirles. Pero en la propia europeísima Bélgica borran a unos cientos de
españoles de sus censos negándoles el pan y la sal, porque supuestamente no
pueden atenderles en sus servicios sociales, y aquí no ha pasado nada. Es mejor
que mueran de inanición que intentando saltar una valla; que está ahí por algo.
Esos mismos leguleyos son quienes han estado decenios amparando a los
terroristas españoles huidos con mil argucias diferentes. Y es que, la
hipocresía y el cinismo de otros burócratas mayores que los de aquí, todos
ellos gozando de sueldos escandalosos en las instituciones europeas, tiene
difícil parangón.
El tío de la vara
Yo
me imagino a los miembros de cualquiera de las bandas descritas llegando a sus
despachos por la mañana viendo cómo seguir chupando del bote, y cada día más; y
a los millones de amas de casa, padres de familia, empresarios o autónomos en
cualquier lugar de España, o de Europa, anhelando poder sacar a su gente
adelante con más voluntad y capacidad de sacrificio que medios, y con la espada
encima de todo tipo de impuestos, tasas, contribuciones y precios abusivos por
todo tipo de suministros básicos, y se me cae el alma al
suelo.
¿Cuándo
recortarán de verdad estos bandidos el gasto público para bajar impuestos?
Ganas
insuperables me dan de hacer como el tío de la vara de Mota; se lo merecen sobradamente. ¿Y a ustedes?