Rememorando
aquella estupenda película de unos madereros transportando troncos sobre el Júcar,
con un buen Alfredo Landa de
protagonista, como siempre; podríamos hablar del fútbol español que nos lleva y
nos trae cada jornada en estos tiempos tan absurdos. En cuanto a los clubes, es
tan fácil aventurar sus clasificaciones finales que están perdiendo interés
tanto la Liga como la Copa. Como alguien decía, no tiene mucho sentido que se
enfrenten equipos de 500 millones de presupuesto con otros de unas decenas. Al
final serán unas competiciones tan aburridas que sólo habrá cierto atractivo
por la cola o por los ascensos de la categorías inferiores.
Afortunadamente
hemos vivido unos momentos extraordinarios con nuestra selección nacional, que
de tan buenos ya empiezan a cansar también a los agoreros que prefieren ver la
botella medio vacía en lugar de medio llena. En cuanto hay un mal resultado, o
el fútbol que despliegan nuestros internacionales decae en su brillantez, auguran
la vuelta a la mediocridad de la que tanto sabíamos antes. Muchos estamos
esperando la llegada del verano para ver competir de nuevo al combinado que nos
representará en el Mundial de Brasil, dándole la espalda cada vez más a las
jornadas de liga que se suceden monótonamente con la única expectativa de un
pinchazo de los grandes. ¡Qué diferencia con aquellas temporadas en las que
cualquiera le hacía un roto a los poderosos! E incluso aspirando a ganar los
trofeos finales.
Pero
quienes tienen la responsabilidad de primar la competencia están enredados en
defender causas sonrojantes, como los señores Villar y Tebas pidiendo
el indulto del condenado Del Nido, o
diciendo que la desigualdad en el reparto de los dineros televisivos no le
preocupa lo más mínimo. Lo de este sujeto, Tebas, antaño azote de poderosos y
denunciante de chorizos amañadores de partidos, es escandaloso. Que ahora venga
pidiendo árnica para un personaje cooperador del saqueo al ayuntamiento de Marbella nos
dice bien a la claras en manos de quién está nuestro fútbol. Tan bajo como el
lagrimeo peliculero del expresidente sevillista, quien nunca reparó en fastos
para testimoniar el lujo del que se rodeó cobrando facturas falsas. Este sujeto
ascendió desde su asesoría jurídica sevilllista al palco del Sánchez Pizjuán
con las ansias de señorito andaluz que siempre le ha caracterizado. Como diría Machado, un maestro en refrescar manzanilla
y diestro en manejar caballos, en su despotismo de cacique y nuevo rico. Hasta
en su buena época deportiva gracias a los buenos servicios de Monchi, que hay que reconocerle,
despertaba la antipatía general por sus nunca disimulados aires de estirada y
ridícula suficiencia. ¡Llegó a decir que el Sevilla era el mejor club del
mundo!
Y
lo del Barça es esperpéntico. Como hemos venido anunciando en este rincón del
periódico, al final Rosell se ha
visto desbordado por sus oscuros manejos del dinero ajeno. Ha tenido que
dimitir porque sabe perfectamente que saldrán a la luz mangancias variopintas,
no sólo lo de Neymar, que ya lo
señalamos hace poco; sino que una vez destapada la caja de los trinques irán
saliendo en cadena. Por Brasil no podrá pasar ni en avión a ocho mil metros de
altura. Y su sustituto, secuaz suyo también en lo del brasileño, tendrá una
presidencia efímera si la justicia sigue su curso. O, de continuar, dará sabrosos titulares diciendo gilipolleces.
El
tal Bartoméu, la ha empezado a la
defensiva señalando a extrañas manos ocultas, naturalmente madrileñas, como
manejadoras del tema Neymar. Otro cantamañanas más subido al carro de los
etéreos agravios centralistas para esconder sus carencias, cuando no
sinvergonzonerías y otras cosas más impresentables. Pero claro, es lo que les
enseñan sus políticos y demás bazofia aldeana que vive de los impuestos de los
demás a costa de lo que sea; salvapatrias y redentores de pacotilla con más
cara dura que vergüenza.
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