El
Balón de Oro es una engañifla inventada por una revista francesa para dar
lustre a sus paisanos a la menor ocasión, sustraída después por la FIFA con el
fin de seguir perpetrando cacicadas a mayor gloria de sus dirigentes. No se
explica, por ejemplo, que en tiempos de Di
Stéfano sólo obtuviera dos galardones y el gabacho Kopa lo ganara una vez. Como tampoco que Gento no
lo fuera nunca con seis copas de Europa en su haber. O antes Kubala y después Puskas. La única excepción española fue Luis Suárez con un trofeo cuando ya estaba en el Inter, quedándose Amancio sin premio en aquellos tiempos
habiendo sido campeón de Europa de selecciones con España en el 64 y por clubs
con el Madrid en el 66.
Más
recientemente tenemos el ejemplo de Butragueño
y el más flagrante de todos en el caso de Raúl.
Que quien sigue siendo el máximo goleador europeo no lo haya obtenido, y
jugadores coetáneos suyos como el inglés Owen
o el italiano Cannavaro lo posean, dice
bien a las claras la seriedad de tal invento. Unas veces se excusan con que
determinados futbolistas no han ganado nada ese año con sus clubes o
selecciones, y otras que es a título individual, como realmente fue instituido.
Y
ya, en el colmo del disparate, veremos cómo los extraordinarios Xavi e Iniesta, habiéndolo ganado todo con su selección y club y siendo
catalogados como los mejores centrocampistas del mundo durante varios años
seguidos, coincidiendo con sus mayores triunfos; se retirarán sin obtenerlo. O
sea, que tampoco es para tanto tal distinción. Que Messi haya sido el ganador varios años seguidos es de justicia
discutible, porque si bien con el Barça sí fue el mejor, en su selección bajó
muchos enteros. Y es que, sin los citados anteriormente ‘Cascales ya no es Cascales’, como se decía por Murcia hablando de
un celebradísimo torero artista local con más sombras que luces. El argentino
ha sido, sin duda, el delantero más determinante del fútbol europeo en los
últimos años, a excepción del pasado, en el que Cristiano ha sido el mejor. Por eso ha sido de total justicia su
reciente galardón. Pero hablamos de goleadores, que no de jugadores totales
como otros que sí lo ganaron en su momento.
En
ese caso podríamos reiterar a D. Alfredo, y a Boby Charlton, Cruyff,
que lo obtuvo en tres ocasiones, como Platini,
aunque con menor recorrido; a Zidane
y al desaparecido Eusebio, también
más delantero. Fenómenos que llenaban
con su presencia casi todo el campo.
Viene
lo anterior a cuento de que realmente debería haber un galardón por
demarcaciones y no mezclar churras con merinas. Lo más equilibrado sería
premiar al mejor portero, defensa, medio y delantero, dejando como mejor
jugador a quien supla con su gran diferencia cualquier comparación con otros. Y eso, amigos míos, sólo se da de vez
en cuando, como es el caso de alguno de los citados que nadie discutiría.
Cambiando
de tema, me decía mi amigo Ibarra en
la comida semanal de la Peña del Pavo, con esa ironía suya que es un modo de
señalar cariñosamente cosas chocantes, que se me notaba mucho el aprecio que
siento por el actual presidente del Real Madrid. Y desde aquí aprovecho para
aclarar la circunstancia.
El
señor Pérez me parece un personaje
tan brillante en sus negocios y seguramente a nivel personal, como oportunista
en la presidencia blanca. Y no sólo eso, sino que su paso nunca será recordado
por haber metido la mano en la caja, como sí se podría decir de otros en ese
mismo club y en similares, sino por el brillo mediático y la seriedad que le ha
dado a la institución. Otro aspecto también destacable fue sacarlo de la ruina
económica anterior cuando accedió al cargo en el 2.000, aunque mucho me temo
que su sucesor hallará una bola tan grande como el estadio Bernabéu, que
esperemos no sea un socavón de esas mismas dimensiones. Que a estas alturas, siendo el club mundial que más ingresa, su deuda ronde los 600
millones de euros – cien mil de pesetas - es de susto.
Diferentes
cuestiones son el uso interesado para sus negocios del palco merengue y otros - cosa lícita - o en fichajes y demás
lucernarios, y la evidencia de ser el peor presidente de la historia blanca en
resultados deportivos; sin comparar el gasto, que sería de escándalo.
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