De
nuevo sube la temperatura en nuestro fútbol a tenor de los enfrentamientos
entre el Madrid y el Barsa. Con la Liga ya en la ‘buchaca’ blaugrana la Copa
del Rey se presenta como el penúltimo campo de batalla entre los dos grandes.
La última de esta temporada será la Copa de Europa.
Llegan
los dos en un estado de forma magnífico tras la solvencia mostrada en los
cuartos de final, y los blancos por salvar la temporada doméstica y los culés
por reverdecer recientes laureles pondrán sin ninguna duda todo su potencial en
el campo. Como siempre ocurre en estos enfrentamientos señalar favoritos a
priori es una cuestión muy aventurada. El Barsa es una máquina de hacer fútbol
que sigue admirando por donde va. El Madrid es una incógnita porque depende del
día. Los catalanes tienen a favor su
esquema de juego irrenunciable que le presta una solvencia inimaginable en ningún
otro club actualmente, más la demoledora
y regularísima aportación de Messi;
el mejor punta del mundo de las últimas décadas sin ninguna duda. Los madrileños la tremenda pegada de sus
delanteros, con Ronaldo de
estrella, martillo pilón y goleador más
efectivo de su historia; apoyados en el lujo de los pases a media distancia de Alonso. En el medio campo la
superioridad azulgrana es manifiesta con sus cuatro tenores: Xavi, Iniesta, Busquets y Cesc; y en velocidad de contragolpe lo
es la blanca. Defensivamente andan parejos si pudieran contar con todos sus
efectivos, pero la baja de última hora de Casillas
puede desnivelar el equilibrio a pesar de las buenas maneras de Adán.
Otra
cosa serán los planteamientos tácticos. Tito
Vilanova y su equipo han demostrado que cuando se hacen las cosas bien
desde abajo todo resulta más previsible y fiable. Superar los registros de Guardiola, como ya hemos dicho en
alguna otra ocasión, no era nada fácil, y lo están haciendo con una normalidad
que pasma. Ya veremos si continúan la racha en cuanto a trofeos finales; asunto
prácticamente imposible para ellos y para cualquiera otros.
Mourinho nos podría sorprender con alguna de sus
‘genialidades’, pero no tiene el patio tranquilo. Sus jugadores le han
demostrado que sin técnico juegan mejor. La reacción blanca en los últimos
partidos ha venido motivada por la conjura de los jugadores y no por
variaciones técnicas en sus planteamientos de juego. El luso se empeñó desde el
principio en ser el amo y señor del cotarro madridista y su apuesta le ha
salido rana. Como alguien con mucho criterio y conocimiento de nuestro fútbol
ha dicho, tal vez nadie le explicó adecuadamente a dónde llegaba cuando fichó
por el Real. El club blanco no es un equipo de barrio ni de pueblo, con todos
mis respetos hacia ellos, ni de nuevos ricos, sino una institución que engloba
muchos y diversos sentimientos, mas una
larga tradición de equipo señor que él no ha entendido nunca. Cuando los
dirigentes blaugranas definieron al Barsa como algo más que un club les traicionó el subconsciente porque eso
precisamente es lo que ha representado siempre el Real Madrid dentro y fuera de
nuestras fronteras. No en balde fue catalogado por la FIFA como el mejor club
del siglo XX. Y esa distinción ha anidado en el corazón de millones de
aficionados al fútbol durante décadas. Por eso, quienes hemos mamado en tales
fuentes somos críticos desde el principio con este aprendiz de brujo envuelto
en la desproporcionada bandera de su narcisismo galopante. Los propios
jugadores se han hartado de sus desplantes e infantiles justificaciones ante
las adversidades y han cogido las riendas. Ojalá saquen en esta eliminatoria sus capacidades al
terreno de juego y podamos asistir a dos grandes partidos de fútbol con triunfo
final de quien más se lo merezca. Por el Barsa no va a quedar; eso es seguro.
En
la otra semifinal sí puede que haya un claro favorito, que no es otro que el
Atlético de Madrid. El Sevilla parece que ha notado el efecto del cambio de
entrenador pero está lejos de la regularidad colchonera. Simeone les ha dotado del carácter que le ha faltado en las últimas
temporadas y está sacando un rendimiento portentoso a los mimbres que le han
puesto a disposición, con la singularísima
y decisiva aportación de ese fenómeno goleador que es Falcao.