ESPAÑA ANTE
SU ESPEJO
Si hacemos
una fusión de la primera con la segunda parte contra Inglaterra, y recordamos lo
de Ucrania, la selección nos retrotraería a la España campeona de todo hasta
hace dos años. Hay varias imágenes de las constantes de seguridad de Luis Aragonés, que nos catapultaron a
la cabeza del concierto futbolístico mundial hasta el punto de ser objeto del
deseo émulo de todos.
Empezando
por atrás, la portería española está más que garantizada con dos porteros de
enorme nivel. Casillas y De Gea, o
viceversa, aúnan distintas condiciones y primaveras contrapuestas en su
idéntica solidez: juventud y experiencia. El exatlético y futuro merengue
reposa en sus alámbricas extremidades unos reflejos solo al alcance de los
mejores, que nacen en un corazón explosivo bajo un cerebro rebosante de
intuición. Casillas, que tenía esas mismas cualidades hace unos años, aunque
fuera peor por alto en los balones cruzados, ha suplido el paso del calendario
por el poso de la sabiduría. Antes llegaba en plan gatuno a cualquier balón sobre
la raya de la verdad y salía a por el contrario en ventaja con idéntica
rapidez, y ahora suple la décima de los reflejos por la calma y la colocación.
De laterales
muy bien, con el goleador Mario
recordándonos al sobrio Capdevila y
al oportunista Alba, que continúa
con Juanfran, Carvajal,
Azpilicueta y Bernat; y por el
centro amanece otra estrella. Bartra
dio en Alicante un recital de gran futbolista —cómo recuerda a los mejores Sanchís
y Pujol en su juego de
anticipación —, y es el asegurador del candado que suponen Ramos y Piqué, todavía
titulares indiscutibles en cualquier equipo del mundo; con Nacho en la recámara.
Y en la
media seguimos sobrados. Aún no hay en el panorama mundial unos centrocampistas, ni en calidad ni en
calidad, que igualen a nuestros Iniesta,
Busquets, Cesc, Silva, Cazorla o Mata, como veteranos en plenitud, y muy pocos equiparables a sus
recambios coyunturales: Navas, Thiago, Koke, Isco, Javi Martínez, Muniaín, Sergi Roberto, San José o Bruno, más los que vienen apretando desde la sub 21. España, como
entonces, se puede permitir jugar con tres, cuatro o hasta cinco medios,
sacrificando a un delantero, porque cualquiera de los que jugaran más
adelantados tiene tanto gol como los mejores puntas, salvando, claro está, a
los especialistas consumados de los que España carece. Si Cristiano o Messi fueran
españoles, o Raúl tuviera doce años
menos, el ahora reinado español seguiría siendo el imperio que instituyó Luis
hace ocho. Y eso que ya no está el mejor medio español de la historia, Xavi —con el balón de oro Luisito Suárez— tan indiscutido como
insustituible.
Y llegamos a
la delantera, nuestro único punto flaco. Desde que se fue el Villa eléctrico todavía no ha aparecido
un punta de su efectividad: el máximo goleador histórico. Han pasado algunos
pero ninguno con la necesaria regularidad y esa chispa que distingue a los
delanteros imprescindibles. Llorente,
Soldado o Negredo, por ejemplo, como Costa
o Alcácer y tantos otros, son delanteros de club, en el
mejor de los casos, pero carecen del marchamo de los elegidos. Antes hemos nombrado a cuatro que le darían a
nuestra selección actual el aura suficiente para afrontar el futuro con las
máximas garantías, pero dos de ellos nunca hubieran podido, por ser
extranjeros, y los dos mejores goleadores españoles de los últimos veinticinco
años ya no están para estos trotes. Habrá que buscar en los jóvenes como Morata o Nolito — ¡qué calidad atesora y en qué forma se halla el celtiña exblaugrana!
—, o tal vez en los veteranos como Adúriz,
que lleva unos años en estado de gracia; o en los que están llamando a la
puerta desde la citada Sub 21 —Munir, Williams, Deulofeu, Asensio— aunque no sean puntas puros, quien bata
con regularidad al portero que menos conozca, como decía Di Stéfano.
Finalmente,
no podemos obviar la lacra sempiterna de nuestro combinado: el calendario de
las competiciones nacionales. La selección nunca ha podido preparar con tiempo
suficiente un campeonato. Si a ello le unimos que los jugadores básicos juegan
en los equipos que disputan las semifinales y finales de Europa, tendremos la
mezcla tóxica que debilita sus fuerzas. El Mundial de Brasil fue un ejemplo. Además
de falta de imaginación táctica, jugaron andando por carencia de reservas.
En todo
caso, debemos ser optimistas si juegan como saben. ¿Del Bosque? Merece el máximo respeto pero da para otro capítulo. De
momento, como él, todos tranquilos.
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